Hoy me terminó de dar asco la sonrisa de los hipócritas, de los falsos comerciantes, de esa delincuencia auto obsecuente y feliz del que solo compra objetos robados ¡esa inocencia del que no puso el arma en la cabeza para lograr algo a diez para venderlo a cien cuando vale quinientos!
Construyen su desvergonzada dialéctica con falacias y omisiones, con ignorancia elaborada, con estupidez sin límites… no importa si viven en un lugar seguro, lejos de las víctimas de sus políticas, igual se van a quejar de lo mal que esta todo y de la inseguridad de la que dicen no formar parte, igual van a declarar las manchas de sangre como pintura de uñas antes de borrarlas con un trapo húmedo.
A pesar de su apariencia seria y elegante igual van a recibir las cosas de la mano de los mismos zarpados que en diez segundos más saldrán corriendo a comprar la bolsa de merca, como tal vez diez minutos antes corrían a una persona, un ser humano, para saquearlo violentamente.
Pero los cuerpos caen lejos de su departamento, de su
puerta blindada, de su chalet modelo, las puertas y ventanas rotas que a
veces quedan así para siempre no son las de su casa calefaccionada, el terror
de hombres mujeres y niños no los afectan mientras cuentan los billetes que se
ahorran, los billetes que se ganaron, ni el ascenso de los policías corruptos
que custodian la barbarie se traduce en abusos sobre su familia.
Obvia y predeterminadamente son los primeros en quejarse del gobierno, al que acusan sobre todo de ladrón y corrupto como en un exorcismo que los libera de toda responsabilidad, como si cada delito no participara de los delitos que lo precedieron para hacerlo posible, de los delitos que lo continúan para hacerlo rentable…
Y mientras la ciudad está en llamas hay personas que venden cámaras, celulares y computadoras a la vista de todos, por internet, por los diarios, tal vez hasta llegan a decir como justificación absoluta que sus productos los compran comerciantes para trabajar, estudiantes universitarios para transitar sus carreras…
¿Y estos, entonces, de que se van a quejar el día que el caño del revolver con sus dos balas trabajosamente conseguidas los apunte directamente a la cabeza? Un día el problema, la violencia, los muertos dejan de ser ajenos…
Claro que
sabemos en que terminan estos días excepcionales: en el horror social, la
saturación mediática, la confección de leyes cada vez más absurdas y duras, y
todo tipo de negocios oscuros prosperando bajo esa cortina de humo…
Mientras tanto, como si no fuera completamente clara y autoevidente la conexión entre medios corporativos, delincuencia, corrupción policial, judicial y política y narcotráfico… como si no fuera trabajosa y meticulosamente diagramada para arrasar los indefensos barrios periféricos en aras de una ganancia impune y libre ¡de una política mundial que extermina a la misma raza humana!
Mientras tanto, miles de jóvenes pobres
terminan muertos, inválidos, o privados de su libertad física por poner el
cuerpo para esa mecánica que solo los expone a ellos. Mientras tanto
miles de jóvenes terminan destruidos por las drogas, que más allá de su
bajísima calidad sirven para recuperar el dinero para los amos de la jugada,
para los dueños de la zona liberada en que se ha convertido este mundo cínico y
apático…
Estamos todos en la misma jugada, aunque no alcancemos a ver quién tira el centro, la responsabilidad es total y absolutamente individual al momento en que nuestros actos ofrecen consecuencias previas o posteriores hacia terceros.
Elegimos sin paliativos por nuestra
propia voluntad ser parte del atentado social, de la condena a muerte del
próximo inadvertido caminante que llevaba encima lo que nosotros quisiéramos
tener mañana pero hoy no nos alcanza…
Y terminan en los basurales, las carteras y
mochilas arrancadas a los tirones...
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