“Hasta
que caves un agujero, plantes un árbol, lo riegues y lo hagas sobrevivir, no
has hecho nada. Sólo estás hablando”.
Y eso lo dijo Wangari Maathai
¡Y con cuanta razón! Wangari, que vivía en África, que es un lugar donde hace mucho calor y toda la gente es negra y caza elefantes y leones, tras lo cual quedan resoplando y necesitan árboles para descansar un rato a la sombra y no pasmarse mientras patalea el elefante, que con la cantidad de sangre que debe tener, seguro que no muere antes de dos horas, dos horas y media más o menos…
Así que en África necesitaban árboles y la señora se dedicó a plantarlos uno por uno todo al borde de donde pasan los elefantes así la gente vivía más feliz, o por lo menos eso me imagino yo, sino para que vas a plantar árboles en África donde todo queda super lejos y hace tanto calor como para estar dando vueltas por ahí con una pala al hombro con riesgo de enterrarte hasta los tobillos en una bosta de elefante…
Bueno, ahora no podemos preguntarle
porque se murió, y pronto será abono de los árboles que nacerán entre los
escombros de las abandonadas ciudades…
Entonces, esto viene muy al caso para introducir el tema en este salón mal iluminado, porque, por ejemplo, estamos tan avasallados por la discusión de lo políticamente correcto y lo otro y el otro y los no sé qué, que nadie sabe ya más que hacer por las dudas que lo acusen de algo, aunque…
En realidad, nadie hace nada porque nadie quiere mover
un pelo, entonces no escuchan a Wangari, porque es más fácil aparentar, hablar
y aparentar…
Entonces estamos en una situación en que hay personas que quieren convencer a los demás de plantar árboles, y la deforestación del amazonas, y las plantas nativas, y bla bla bla, pero apenas llegan a postear la fabulosa tecnología de las ¡Bombas de semillas!
Si. Esto es lo que necesitamos hoy, envolvemos una
semillita en un poco de arcilla y la tiramos por ahí, e inmediatamente nos
hacemos responsables de la aparición mágica de miles de bosques, con lo cual ya
podemos volver a postear fotos de perros y gatos moribundos o cosas así, mas
útiles y creativas.
Claro, es la consecuencia natural, una semilla en arcilla, un árbol, luego un bosque, luego salvamos el planeta. Esto se llama silogismo surrealista suicida y es lo más vendido alrededor del mundo actualmente…
No... no, la
naturaleza no funciona así: ¡Antes que alimentar tu fantástico, superdimensionado Ego, alimenta un
bichito que se come la semillita con total felicidad y luego sigue su vida
equilibrando el ecosistema hasta que no haya más árboles y tenga que
alimentarse con tu cerebro!
Pero bueno, desde ahí se avanza, y están muy de moda los viveros de especies nativas, donde hay gente que hasta planta semillas en la tierra y riega el primer día y se va y luego dice, “allá estamos plantando árboles” y se sacan la foto en l baldío como si fueran un guerrero con el sable en la mano apuntando a la cordillera…
Y sí hay alguien que se ocupe de regar todos los días y limpiar los yuyos y mantener los canteros húmedos y tiernos el supuesto árbol vivirá, y ni siquiera llegaran a enterarse que su pequeñísima semilla se hubiera muerto sin su ayuda.
Y así evitan rozarse con la realidad: no estaban plantando árboles, sino sacando a cabalgar su estupidez.
Pero bueno, hay incluso grupos de gente que se ocupa de plantar retoños de árboles vivos, grandes, por ahí, y también se van, a veces no los riegan siquiera ese día…
Y después la realidad continúa aconteciendo: los pasan por arriba con una motoniveladora, o se secan, o se mueren de repetidos ataques de hormigas, orugas o incendios sin que nadie se digne enterarse.
Claro que
esta persona típica, al no confirmar nunca su hipótesis, se queda con la idea
de que planto un árbol, y así lo declama en los círculos superficiales y
asépticos donde todas las manos están tan limpias como vacías.
La realidad es mucho más fanática y compleja, y nos pide absoluta responsabilidad sobre la vida: para plantar un árbol necesitamos una coherencia absoluta, un equilibrio perfecto entre nuestro esfuerzo y nuestras aspiraciones, y sobre todo agua, mucha agua, total el árbol la devuelve, la genera, la busca y la fábrica con el viento, como si fuera un molino.
Claro que para eso tienen que pasar un buen par de años críticos
donde el arbolito supera las agresiones, se aclimata, se hunde en el suelo como
una flecha, y hoja a hoja, captura el sol y la luna, el rocío y la brisa limpia
de la mañana, y un día nos damos cuenta que ya creció, y lo podemos dejar
seguir solo, contra el peligro de las autopistas y las estampidas de elefantes,
que por acá, dicho sea de paso, no son muy frecuentes…
En fin, no sé si se entiende el concepto. Hasta la naturaleza se usa hoy con fines políticos, y sobre todo la naturaleza humana, que tiene tanto de vil como de mágica, dependiendo, claro, de por cual puerta entremos.
Pero el tiempo se agota, y el calentamiento
global y la mar en coche no va a llegar en el 2030, lo vivimos en el horno
espantoso de las ciudades al día de hoy, en las sequias y lluvias torrenciales
que inundan todo, en el agotamiento de los recursos, en la debacle de las
infraestructuras artificiales, ilógicas, sectarias.
Mientras tanto, seguimos buscando
culpables, mientras nos cuidamos de ser políticamente correctos, mientras la
meta es aparentar, total nadie confirma nada, nadie se interesa por nada, nadie
se cree vulnerable a la realidad, si puede darse el lujo de seguir consumiendo
y fabricándola en una pantalla.
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