22 enero

Lobos, entre la gente, entre lobos

 


 

Sin dudas, no es lo que parece… bienestar, no es lo mismo que estar bien.

  El fin de siglo, el fin del milenio, el fin de año, el fin del mundo, el fin de una era, el fin del fin…

  La propaganda nos empuja a consumir antes que se termine el mundo, el sistema, el confort, el dinero ¿Antes de que?

  Antes del ser humano había un planeta, y seguirá estando después, esta sola verificación lógica debería bastarnos para pensar un poco más en concreto sobre lo que estamos haciendo con nuestro tiempo, con nuestros recursos, con nuestra energía.  

  Cada día afilamos la voluntad para correr atrás de cosas que no necesitaríamos si la televisión no nos hubiera convencido de ello.  Después de diez mil veranos, la especie humana no puede sobrevivir al verano sin aire acondicionado.  

  Los parámetros naturales ¿¿¿Naturales??? …no solo no importan sino que prácticamente no existen, y nuestro cuerpo se acostumbra antes que nuestra mente a doblarse sobre un somier o no hay descanso que sea bueno.  Y no habrá descanso hasta que lo logremos, o estaremos afuera del sistema, como crotos desvelados en el furgón del tren, sufriendo por las publicidades que nos recuerdan nuestras terribles carencias.

  ¿Pero qué pasa cuando lo logramos?  Nada, no pasa nada, todo sigue igual, si alcanzamos a disfrutarlo antes que cambie la moda, igual el vacío no se llena, no estamos completos con eso, el sistema siguió de largo y nos quedamos mirando, la tecnología avanzo y ya parece viejo nuestro control remoto, lo que antes era novedad ahora es prueba palpable de su antigüedad sin retorno…

Entonces cambiamos de tema, y nos miramos la panza, y decimos “tengo que hacer algo con esto” mañana mismo voy al gimnasio, y empiezo a hacer fierros.  Mañana empiezo a hacer dieta, y dejo de comer todos estos paquetes frizados, precocinados, saborizados, recomendados… 

  Y nuestro pensamiento evita rozar las criaturas colgando de la madre que caminan por el centro comercial, pensando, mientras se miran la panza “tengo que hacer algo con esto” mañana mismo me anoto en el comedor…

   Y ¿Como yo? ¿Como vos? Se apuran para volver al rancho, a mirar la última serie de cazadores de zombis, por DIRECTV, desde su sommier familiar, pensando en el Split que derrote al verano, soñando con el último plasma con High Definition que se compró el vecino, y surfean por los canales acorralando el tiempo. 

  Masturbándose con las publicidades, la esposa tolerando dulcemente el desfile de culos que mejoran el humor de su marido, los niños portándose bien para que los dejen participar, insertarse, acoplarse a la Tinelli Age, jugar al FIFA 21 y comprar al último Maradona para ganar siete a cero. 

  Y así corremos como en una cinta, escapando de la vergonzosa antigüedad, atrás de un beso del futuro, entregados al microchip que calculan insertar a cada recién nacido antes del 2025: ¡“viste lo que están por hacer"! ¡“Pensar que en mi época no había ni computadoras, y ahora los gurises van a nacer con la internet en la cabeza”! (como avanza la humanidad).

  Y mientras en una avenida se le escapa un tiro a un motochorro, y un pibe muere desangrado, en el retazo de selva degradada que rodea a los basurales de la ciudad, un hornero persigue a picotazos a una mariposa hasta hacerla su merienda, a tiempo de volar cuando los restos del atraco pasan por encima de su cabeza. 

  Animales, instinto, todos estamos en la misma jaula, pero la vamos de superiores solo porque nos acostumbramos a vivir mal y peor matar por una sustancia antes que por un kilo de pan. ¡Un kilo de pan! ¿Un kilo de pan? “un kilo de pan” y dicho así neutralmente pareciera que es el mismo pan que comían las huestes de julio cesar, saliendo a la campaña con media arroba de trigo por cabeza… pero no

  Hoy el kilo de pan le cuesta tanto al ambiente que es más ecológico matar a bala que de hambre y, por supuesto, se está imponiendo en el planeta entero. Semillas transgénicas, agricultura extensiva, agroquímicos tenaces y residuales, enormes consumos de agua en riego, descolonización de territorios que se vuelven desiertos verdes, petróleo, petróleo y desocupación, miseria y niños sin respuesta, sin juguetes, sin opciones. 

  ¿Y todo para qué? Para que los tiburones de la punta de la pirámide puedan sobrevivir, ya que todos sabemos que la vida no es vida sin un crucero al año, sin el último modelo de automóvil que haya generado el mercado, sin aire acondicionado inteligente en las 37 habitaciones de la casa, sin el uniforme de los empleados haciendo juego con las cortinas!!

  ¡Aaaah no se…! ¡Cada cual tiene su lucha!

  Pero cuando cae la noche, saciada su sed de triunfo, sobre los huesos de los oprimidos, una gota cae sobre su cerebro como una tortura china: no lo tienen todo, no son los dueños de todo, no pueden escapar a la agonía de una sociedad mundial que se muerde la cola sin llegar a ningún lado, y sitiados, sueñan que se despiertan durmiendo entre la plebe, y cambian cada tres meses de sicoterapeuta porque su dinero no puede comprar la felicidad. 

  Y no lo toleran. Lamentablemente.  Cada día estalla un corazón de rabia y sobreesfuerzo. Cada día se incendia asimismo un corazón de amor. ¿Quién trabajara  más por su propia sonrisa?

 

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