Bueno...casi sin darnos cuenta, hemos sido aplastados por el poder de la rutina inamovible de lo establecido.
Nos hemos acostumbrado al poder de las palabras, de las declaraciones. O mas bien, al poder que las palabras adquieren mediante las declaraciones de personas o representantes de la hegemonía mundial.
Eso se hizo tan natural, que imperceptiblemente, dejamos de realizar cualquier análisis o reelaboración de los conceptos, hasta servir en bandeja -voluntariamente- el amplio campo de la percepción humana, indefenso, para que sea masticado por los medios corporativos de comunicación.
Que significa esto? Qué el imperio, la hegemonía, el poder malicioso de los acaparadores del mundo, de los amantes incansables del monopolio, se vio tan facilitado en su tarea, que pudo pensar -erróneamente- que el ser humano había sido domesticado, restando solo algunos focos de inconformismo, controlados por obedientes, obsecuentes, pero también diligentes dirigentes, o mas bien gerentes.
Estos usuarios a termino del poder delegado, mantenían a las poblaciones controladas al máximo posible antes de generar rebeliones, y con la mínima posibilidad de acceso a infraestructuras básicas de salud, vivienda o seguridad, o incluso a alimentos o agua, de igual manera en que se mantienen a animales salvajes hacinados en jaulas de zoológico.
Claro está, que ningún aspecto de la participación en el show mediático digital, cada vez mas enfocado en la diversión estupidizante y la mas simple y banal mecánica de desperdicio del tiempo, les fue negada a estas nuevas etapas de las sometidas poblaciones humanas.
Poco a poco, se fue instaurando un nuevo concepto de felicidad, que nada tenía que ver con los antiguos parámetros, sino con objetivos mecanizables industrialmente, basados en el consumo desenfrenado, la sumisión psicológica, y la cada vez mas perfecta adaptabilidad a las imágenes con que el mercado refleja e impone los siempre novedosos formatos estéticos y conductuales.
Desprestigiadas y obscenas en su individualismo (como si no fuéramos, antes que nada, individuos) quedaban la autorrealización, la libertad personal y toda tendencia hacia una felicidad interna y gratuita. Ahora las metas espirituales son mercantilistamente universales, ajenas, y por lo tanto no solo irrealizables, sino también incompartibles, ya que no es posible participar en planes o procesos imaginarios y lejanos, nebulosos y ficticios.
Bueno, siempre podemos tomarnos unas vacaciones, solo debemos agachar la cabeza bajo el yugo y trabajar como bueyes apuntalando el sistema, para poder escaparnos por una semana a alguna playa paradisíaca o cualquier otro centro de diversión donde consumir nuestro excedente monetario antes de que se nos ocurra invertir el tiempo en nosotros mismos.
Por supuesto que para embarcarnos en este viaje a ningún lado, hubo que torcer el rumbo aceptado y propuesto, certificado con millones de vidas y una destrucción nunca antes vista, y volver a dibujar la mágica postal con que engatusaron a los sobrevivientes destinados a reconstruir las relaciones humanas entre las naciones.
En este mundo idílico diseñado durante la posguerra por europeos y estadounidenses, todas las plazas tendrían el suave césped recién cortado, y las bellas y rozagantes mujeres, extenderían sus mantas sobre el, para jugar con sus pequeños hijos. Era "El Jardín" o mas bien, un pequeño patio interno, donde olvidarse de la amenazante y oscura jungla sin reglas que se multiplicaba mas allá de las fronteras.
Por supuesto, que "El Jardín" requiere mucho mantenimiento, constantes inversiones, reemplazos, y mas que nada, rediseños permanentes para evitar la monotonía y el cansancio visual: la narrativa, es como una serpiente que avanza siempre, donde hoy está su cabeza, mañana terminará de pasar su cola.
Entonces, como todo jardín, el imperio de los siete dientes fue aclimatando lo mejor de todo el planeta, lo mas frutal, vistoso y colorido, hasta olvidar que eran especies foráneas, exigentes de un eterno y minucioso cuidado para seguir existiendo. Mientras tanto, algunas semillas descartadas descuidadamente, prendían con fuerza en el suelo ansioso de las metrópolis, abonado por miles de saqueos y masacres mas allá de los mares que las resguardaban.
Es así que la multiculturalidad paso de ser pintoresca a una amenaza siempre latente, y la inmigración con que se llenaban los puestos de trabajo peor pagados y rechazados por los felices ciudadanos de las pujantes economías industriales, empezó a ser un peligro cada vez mayor, desde que los inmigrantes pretendieron establecerse y multiplicarse, como hacían antes en sus países de origen, devastados de punta a punta para facilitar el barato y permanente flujo de recursos naturales, humanos, minerales.
Bueno, en realidad el problema no es ese, sino que en una sociedad repleta de ventajas y beneficios -mas allá de su oscuro y criminal origen- cruzada de punta a punta por posibilidades de crecimiento inmerecido a costa de muertes y conquistas que siempre ocurren muy lejos, y por lo tanto, a personas que seguramente se lo merecían, el cuerpo y la maravillosa mente humana, dejó de enfrentarse a desafíos significativos, y la supervivencia garantizada provocó un retroceso en todos los aspectos cognitivos, lógicos y de relacionamiento en estas aventajadas(y muy pronto avejentadas) sociedades.
La falta de selección natural, la total y permanente ausencia de capacidades o requisitos para obtener cualquier fruto de este planeta, provocó rápidamente que los mas inútiles, los mas insignificantes y oscuros depredadores, los mas infames y narcisistas vividores tomaran la delantera y no solo eso, sino que rápidamente, conformaran la clase dirigente de esos países, dictando las reglas a su gusto y placer, sin mas requisitos que entorpecer cualquier intento de derrocarlos de sus recientes e inmerecidos puestos de mando.
Tantas millones de muertes y años de guerra, solo sirvieron para crear y generar una nueva élite dominante, que ya ni siquiera estaba ligada a una necesidad de respeto o beneficio social, de comunidad, de humanidad. Sin darse cuenta, europeos y yanquis pasaron a ser el tipo mas inútil y descarnado de esclavo: el voluntario y feliz, que no solo ha dejado de protestar, sino que ni siquiera reacciona o piensa, solo come, disfruta, y alimenta a la maquinaria que lo oprime. Que oprime al resto del mundo, claro, también, pero el resto del mundo es consciente, dolorosamente consciente, de esa opresión.
Por otro lado, como estas sociedades-jardín, repletas de flores de plástico de colores intensos, de sonrisas perfectas de parejos dientes, son -por definición- estériles, por mas barreras y controles que establezcan, el viento del tiempo y la marea implacable de los acontecimientos, depositan y fortalecen semillas fuertes y decididas, que vuelan o navegan sin control, prosperando y multiplicándose en los suburbios de todas las modernas metrópolis y pequeñas ciudades, donde las viejas estructuras y acuerdos humanos generados por seres débiles y pusilánimes, cómoda e inmerecidamente aventajados, se marchitan como flores de maceta ante la mínima falta de cuidado.
Porque la realidad, es que la inmensa mayoría, sino la totalidad de los esfuerzos destinados a mantener estas naciones, son ejercidos por "ciudadanos de segunda", inmigrantes, trabajadores ilegales, o sacrificados inversionistas que se juegan el todo por el todo en un tablero económico ampliamente dominado por los amigos del poder, a través de información confidencial, del cabildeo, y del trafico de influencias.
Esa, es la sangre buena y fuerte del sistema, y ahora, está siendo ferozmente rechazada, para fomentar y beneficiar, aun mas, a los inútiles parásitos, a los niños mimados del poder, que todavía creen estar protegidos por el paraguas inmenso de un aparato político y judicial hecho exactamente a la medida de su supremacía.
Alguien tiene que empezar a dar las malas noticias: la anemia galopante que se podía disimular a través de la sobreexplotación y el despojo, ahora ya es un paisaje en si mismo. Las semillas que el viento trajo, se alojaron en lagunas legales, en cornisas económicas, en grietas corporativas, y ahora crecen cada día mas grandes y fuertes, mientras las señoriales y redundantes, cautivas infraestructuras políticas y financieras, caducan y se rompen, se resquebrajan donde quiera mirarse, y se disuelven en nubes de polvo que todavía ocultan la presencia indiscutible de los fuertes, robustos y sanos, nuevos ecosistemas económicos que empiezan a dominar todo.
Los viejos dirigentes, duros como muñecos, todavía repiten un guion absurdo y gastado, ridículo, tocando tambores de guerra, para poder desperdiciar los últimos millones libres en las empresas de armamento que los mantienen en el poder. Pero por mas que lo intenten, no es la guerra lo que va a salvarlos o sacrificarlos honorablemente, porque despues de extraer tanto, la tierra de la cual intentan cosechar consenso, esta gastada y muerta, esperando una liberadora lluvia que germine y potencie las semillas misteriosas de un nuevo mundo escondido en la oscuridad de las tranquilas profundidades.
El multipolarismo no es una imposición, no es una elección externa, como la que los jardineros imponían a sangre y fuego. El mundo entero abre sus puertas a una nueva convivencia, porque esa necesidad nace en cada ministerio y cada provincia, cada institución y cada familia del planeta, al mismo tiempo que la conciencia humana se abre a una nueva posibilidad de libertad posible, no controlada por un pequeño grupo de imbéciles en permanente viaje de placer.
La imposición de políticas sociales y económicas ya fue ampliamente demostrada como autodestructiva, y la sumisión imperial no dio mas resultados que la miseria, la traición y la decadencia.
Nadie cuida las plantas exóticas que los antiguos dueños del mundo siguen desembarcando en los rincones de todo el planeta. Sus sicarios económicos, mercenarios y diplomáticos corporativos son mirados con tanta curiosidad como desdén, y cada vez mas, con un rechazo que fácilmente se vuelve asco.
Su presencia solo servirá para desenmascarar a los traidores y apátridas que todavía pretenden lucrar con la derrota de sus propios pueblos, mientras una sociedad cada vez mas consciente de las consecuencias de sus elecciones, de sus opciones, de sus asociaciones, empieza a mirar bajo sus propios pies, y a fortalecer la propia tierra que alimenta su auténtica e infatigable naturaleza.
Las semillas vuelan con el viento, la tierra gastada del imperio es testigo de un verde nuevo, que reemplaza sin pausa y sin piedad, a los ostentosos y marchitos diseños que intentaron imponer a costa de la decadencia de sus propias poblaciones, y la miseria estructural del resto del planeta.
No hay porque preocuparse por las nubes negras, no hay tormenta que no sea lluvia, y no hay viento que no derribe los arboles muertos...
Ya caen, las primeras gotas...



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