12 febrero

Flatulencias del mercado

 



  Claro, los auténticos puristas de las educadas academias, los anquilosados economistas que las más  prestigiosas universidades siguen sembrando como parásitos en un mundo que busca alimentar mejor y mas sanamente su esquema financiero prefieren llamarlas "burbujas".  Pero es un término inexacto, ya que la economía funciona como un gran sistema digestivo mundial, y es mucho mas adecuado compararlo con su análogo instrumento.  O acaso... No hemos escuchado muchas veces que tal lugar es "...el culo del mundo" ??. 

  Bueno, no hay diferencia ninguna, entre el estómago de un cerdo, y los lustrados escritorios de Wall Street, uno de los lugares donde con más velocidad se procesan y consumen recursos mundiales.  Por supuesto que esto ocurre a través de sus símbolos, como acciones y valores negociables, letras y obligaciones, bonos estatales o corporativos, cauciones, hipotecas y créditos, y otros tantos esquemas secundarios ya inventados o no que cumplen la función de hacernos adictos a la deuda y el crédito, de la misma manera que a un niño se le dan caramelos para asegurar que sonría ante la primera dosis de cocaína.  

  Así como la revolución verde destruyó siglos de fertilidad bien cuidada y un detallado conocimiento agrícola reemplazándolos por un suelo inerte que lleva a una dependencia total de insumos químicos, y los rebaños trashumantes por una cría intensiva de carne de baja calidad solo rentable para los grandes productores de alimentos balanceados, la revolución del dólar (posibilitada por genocidios y conquistas imperiales que se adueñaron de los puntos de acceso a los recursos mundiales) desterró miles de sistemas de intercambio, trueque y cooperación, para atenazar todo en las garras de la caprichosa e impredecible FED estadounidense.

  Cuando el sistema consume comida podrida en grandes cantidades, como fue el caso de las hipotecas Sub-Prime, la digestión se atormenta y la gran panza del mercado se hincha, produciendo burbujas, como fue la trayectoria de la gran burbuja especulativa inmobiliaria, que mas temprano que tarde reventó antes de colapsar todo, dando paso a una diarrea económica que, como consecuencia inmediata, postró a una camada entera de financieros, banqueros, oportunistas, especuladores y personas comunes que solo querían mantener sus ahorros fuera de las garras de la inflación.

  Por supuesto, como en la moderna y letal medicina en la que hemos sido maniatados, los médicos ponen cara seria y recetan otras toxinas complementarias que escondan los síntomas y enmascaren el problema, ya que sin enfermedad no hay trabajo que hacer...todo queda latente para volver a comenzar a fallar de inmediato.

  Bueno, como les decía, estos médicos del dinero, que pueden ser ministros de economía, presidentes de bancos de reserva o gerentes de organismos internacionales, inmediatamente dan la pastilla salvadora del rescate, para salvar a los más mediocres y manipulables, a los más sumisos y manejables ejecutivos, empresarios y dirigentes, para poder asegurarse de que la concentración del dinero no se desvíe de sus órganos naturales, excretando hacia las cloacas a cientos de miles, tal vez millones de ahorristas y pequeños emprendedores que de un día para el otro ven como sus sueños se convierten en papeluchos sin valor que bien podrían regalar al viento.

  Siempre fue así, siempre funcionó de la misma manera, desde los fenicios y los persas, desde el imperio romano, desde que alguien guardo lo esencial hasta mañana, por miedo, por ambición, o por esa sed de poder y dominación que nunca deja de acosar al ser humano desde que nace.

  Así como Roma necesita a Nerón, el mercado ha creado a Donald Trump, quien sin soltar la mano de siquiera un centavo propio, genera un remolino intenso y desmedido de sanciones y amenazas, aranceles y proyecciones que pueden durar un solo minuto, revolviendo el mercado en una intensa indigestión que se expresa en una acidez que licúa las tasas de interés y los precios de los metales de reserva, los mercados de futuros, y la confianza mundial en una economía global posible.

  Por supuesto que para quien tiene la sartén por el mango, todo esto no puede mas que beneficiarlo, mientras el mercado vomita millones de acciones por la mañana para volver a tragarlas al siguiente mediodía, porque los trastornos alimenticios y el estrés, hacen que la bulimia y la anorexia económica, se sumen a la diarrea de valores y divisas que ensucia todos los pasillos de las bancas centrales y las casas de gobierno de las anémicas potencias y sus atribulados vasallos. 

  A vista de pájaro, no es necesario aclarar más la perspectiva, todos estos movimientos descoordinados y frenéticos, son extremadamente similares a los manotazos que un náufrago solitario da en medio de la mar.  No hay ya dudas de que los dueños del dinero lo están haciendo una vez mas: solo existe la receta de tomar y acaparar los ahorros de cada ciudadano y salir corriendo para sus vigiladas cuevas, a esperar que se apague el humo de las últimas cenizas para volver a vendernos otros fantásticos negocios.

El sistema esta intoxicado y sigue comiendo mierda, se hincha y deshincha a golpe de recetas viejas y gastadas, pero un día no bastarán para detener la fermentación... ni siquiera una pandemia planificada podría hoy detener la creciente burbuja que nos va a explotar en la cara antes que nos demos cuenta que ya no somos dueños de nada.

  Economía niños!  Fue creada para acumular, no para distribuir...

  Es hora de agarrarse de los sombreros. El viento se acerca










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