Si! Ya nadie puede negarlo! Vivimos sometidos a la tiranía de la estupidez mundializada, que se expresa a gran y pequeña escala, local, regional o continentalmente. Se esparce en horarios diurnos o nocturnos, a través de los medios hegemónicos, de las torvas palabrotas de los guardianes nocturnos, de los susurros de los contrabandistas portuarios, o de las dulces voces de las niñeras familiares.
En definitiva, no hay forma de escapar. Lejos quedan ya, los tiempos en que imágenes estúpidas nos hacían reír como niños, ahora, solo reímos como estúpidos cuando nos llevan al matadero como corderitos. Vivimos bajo la bota de una narrativa imperial que intenta dominar toda la galaxia conocida (por las dudas, por si aprendemos a volar, por si escapamos a otros planetas -aunque no dejemos de arrastrarnos como patéticos gusanos-).
El capitalismo, solo dejó libres los caballos de la guerra, el derroche, la diversión y las apuestas, la trata de personas vivas o en partes, el narcotráfico, las finanzas subterráneas, la prostitución, la violencia, y todo lo que genere ganancias fácil y rápido a través del sometimiento humano, de la destrucción y el daño.
Aprendimos a festejar eso, solo porque lo adornan con sonrisas y gestos de triunfo, solo porque otros caen antes que nosotros. No vamos a ver a los que caigan despues, cuando estemos muertos, claro, pero muchos se divertirán con eso. Mientras, aprendemos a gozar con el sarcasmo, a disfrutar de la humillación y el ridículo ajeno.
Por qué? Porque seguimos siendo pobres, impotentes, inútiles, infelices, inoperantes, pero el único escalón donde podemos elevarnos un poco para sentirnos ajenos a nuestra decadencia, es el desmedido e injustificable orgullo, que nos impide reírnos de nosotros mismos.
Cómo llegamos a esta religión mundial del arrepentimiento? Cómo es que solo se toleran las acciones correctas solamente despues de las desastrosamente incorrectas? Ah... es que dios ama a los que pecan y luego se arrepienten! Claro, nada mas hermoso que la religión y la fatalidad, que la grandilocuencia de los dioses para justificarnos.
Hoy en día todo es como el guion de una película en la que nos convocan de protagonistas para los papeles secundarios, para practicar lagrimas de alegría a derramar cuando el adicto vuelve cabizbajo, y luego de incendiar la casa familiar es tomado como un héroe por arrepentirse y reconocer su culpa.
Por supuesto, ya no quedan muebles ni joyas, ni tranquilidad, solo la magia del reencuentro que luego nos permitirá volver a consumir -consumirnos mutuamente- cuando nuestros últimos bienes sean apenas nuestro tiempo y obligatoria empatía para salvarlo, una vez mas...
Mañana encontraran un papel a nuestra medida en este escenario, donde actuar nuestro propio arrepentimiento despues de una tragedia genérica que ensayaremos toda la vida. Por suerte, hay variedad para elegir!
Nuestra vida solo tiene sentido si logramos destruirnos y a nuestro entorno, como único camino a la dirección opuesta.
Claro, porque nuestros idiomas se llenan de palabras como mitigación, reconstrucción, salvación, restauración, rehabilitación, porque un buen negocio sigue a otro. El negocio de la vida sigue al de la muerte.
Por supuesto, que si quisiéramos preocuparnos por la vida antes de que pueda ejercerse la muerte, seriamos tratados de locos, insensatos, afeminados, machorras, violentos, fascistas, delirantes, psicópatas, terroristas, o lo que suene mejor en el nuevo dialecto de las masas anestesiadas por el logaritmo.
Esas masas que no encuentran piso ni techo en su decadencia, ya que cualquier debilidad o tara que arrastren penosamente, encontrará un poster en las redes sociales, que diga por ejemplo: "Las personas que cagan en la cama por no levantarse a ir al baño son 56 por ciento mas inteligentes que las demás! (según un estudio de la Universidad de...)"
Así que rompemos y asesinamos, destruimos y arrasamos porque eso es lo que se premia, y si somos demasiado idiotas hasta para eso, o demasiado holgazanes, podemos mirar y aplaudir, difundir, validar, multiplicar y viralizar, que también es bastante divertido, redituable. Total nadie se acordará mañana qué fue lo que llevó a la muerte, a los que ya no están.
Por suerte tenemos el arte! Y a los artistas! En la era de la disruptividad premoldeada, cientos de miles de coloridos esclavos fraternizan sentimientos inaplicables de autoconstrucción personal, pasividad cósmica y amor total, cuyo mayor exponente podría ser bailar bajo la lluvia tibia del verano, o disfrutar de rituales masificados, de la cosificación homogénea, de la institucionalización tribal de la divergencia, de la individualidad industrializada.
No hay mensaje? No hay creación? No hay aporte a la sociedad o a la convivencia? Ni siquiera un intento frustrado de originalidad? Eso es lo mas intrascendente!! Todo vale para generar el capital que permita adquirir una belleza estereotipada de seguro efecto en las masas, estamos en la era de los emprendedores, y lo importante es progresar.
El colonialismo cultural que arrasa con miles de años de conocimientos y prácticas regionales, tradicionales y familiares, es tan automático, que ya nadie se conforma con ser un producto de su tierra, su tiempo o su comunidad. Eternos y díscolos desertores, promueven el africanismo sin dejar de ser racistas, o cualquier otra paradoja capitalista. Todo eso esta expresamente permitido por el sistema.
Todo lo que se pueda convertir en un producto está permitido, la guerra y la resistencia, la tiranía y la revolución, son conceptos totalmente intercambiables al día de hoy, dado el ciclo de vida de las modas y las preferencias del gran público, que deben ser renovadas periódicamente para no distorsionar los costos de la logística y la publicidad. Como niños, corremos de una ronda a otra para no quedar afuera del juego.
Pero...que va a pasar el día que la música se detenga? El día que las caretas no sean necesarias, y cada vida dure lo que pueda defenderse por si misma? Estamos al borde del último valle del ciclo de la humanidad, y todos los cálculos fallaron: no hay otro planeta.