No se puede hablar de Inteligencia Artificial, la raza humana no inventó absolutamente nada. Nada en toda la historia. Solo copió, acopió y distorsionó resultados ajenos para poder conquistar y destruir su entorno. Al mismo tiempo, trata de usufructuar el éxito logrado por otras especies: una solución evolutiva lograda a través de procesos adaptativos aun en marcha.
Bueno, veamos, entonces
Artificial?
La inteligencia es natural, es parte del desarrollo del universo, de la perfección de lo dado, del devenir de la energía hacia y desde el mismo punto de origen primigenio del que emana todo.
Incluso si vamos a los diccionarios, eternos bastiones de la hegemonía y el poder, accedemos a lo que señala la palabra. Como su definición lo indica, la inteligencia es un don de seres vivos, y como tal, la "inteligencia" misma es una cosa viva.
Una máquina no puede preguntarse a si misma si comprendió o si ha resuelto un problema, solo aplica una fórmula. La maquina no toma ni reconoce riesgos, ya que no tiene nada que perder, ni posee algún sentimiento o reacción emocional, instintiva. Tampoco tiene un freno moral.
Nunca, jamás, una maquina va a ser consciente de si misma, solo expresará programas y algoritmos que reproduzcan sensaciones y reacciones de una persona que se siente "viva". O, incluso, una mezcla, una proporción aleatoria, un promedio de miles o millones de sensaciones y reacciones de personas reales.
O podría ser una muestra, un mapa, un clon sensorial, reactivo, cognitivo, de una persona determinada. Y ahí se terminó todo.
Un segundo después, la persona real ha evolucionado en miles de direcciones contradictorias, paradójicas, complejas. Ha creado nuevas formas de interactuar y ver el mundo, de una manera autónoma y soberana.
Mientras tanto, la caja, la máquina, solo puede seguir elaborando y resolviendo ecuaciones sobre los datos adquiridos, incapaz de crear o de cambiar de opinión ya que no la tiene.
Sin embargo, en un mundo mecanizado y compartimentado como el de las instituciones humanas, esto se transforma en una ventaja, y ha desatado una carrera desenfrenada por aprovechar sus prestaciones tanto en el ámbito militar, como en el de la administración, la seguridad y el control.
Cada ser humano -por hablar solo de los interesados en el tema- ante un evento nuevo, como por ejemplo, la salida del sol, tiene la oportunidad de volver a elegir. Ha capitalizado su experiencia no solo con su conocimiento, sino también a través de sus sentimientos, y emociones...
Decide porque tiene un corazón: late. Su inteligencia es multifacética y viva, dinámica.
La inteligencia artificial no decidirá nada, ya que la decisión (cualquier decisión) está tomada de antemano, sobre todo.
Sobre cualquier particularidad o eventualidad que pueda presentarse, una colección de cálculos y relaciones, proyecciones y estadísticas, habrá dado su veredicto basado en la información disponible.
Pero una inteligencia artificial no puede crear inteligencia, no puede multiplicar inteligencia, solo procesar datos. Y esa es la paradoja del día de hoy: Estamos entregando aceleradamente, en un porcentaje cada vez mas grande, las decisiones sobre nuestra vida y sobre la especie humana, a maquinas que no sienten, ni sangran, ni lloran.
Aun así, no todo son solo malas noticias, también hay peores!
Quienes creen que deciden y definen el marco cognitivo, la funcionalidad, el sesgo ideológico sobre el que se imprimen los nuevos artefactos autónomos?
Exacto!
Los mismos y antiguos poderosos, invisibles, amos del mundo. Los mismos psicópatas y narcisistas que asesinan a millones de personas cada año, solo para aumentar su ya desmedido lucro. Desde ese punto evolucionarán las maquinas.
A duras penas -solo a regañadientes incluso- se puede hablar de Inteligencia Humana.
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