Que pequeño se ha hecho el mundo saturado de tentáculos que lo cruzan de arriba a abajo… globalizado, mundializado, estructurado finamente para rendir dinero en cualquier circunstancia, para poner en marcha cada mañana los motores ciegos del progreso, mientras asesina a ingratos contemporáneos que tal vez solo pretenden producir sin consumir basura, sonreír sin pedir permiso, vivir sin ser esclavos.
Pero es lo que mejor
sabemos hacer, sentarnos a mover comandos, a absorber videos, a repetir
eslóganes de felicidad universal, a legitimar el sacrificio, y sin embargo…
El mundo tal como lo conocemos llega a su fin reventando los frenos en el descarrilamiento controlado que apenas vemos comenzar. El mundo que vivimos ahora mismo, cesó, y de prepo, nos encontramos a las puertas del neomundo.
¿Qué significa el sistema para vos?
Ah ni te interesa, ahora vamos a ver qué
significamos nosotros para el sistema… El planeta sobrepaso hace rato sus
límites, solo que individualmente evitamos ser presa de esa inquietud en una
forma constructiva para luchar por cosas más difusas y simbólicas como la paz
mundial, el hambre de los niños africanos o el sufrimiento de los perritos en
verano…
Para que preocuparse, en realidad, por cosas que van a pasar dentro de mil años, liked, liked al leopardo nublado, a la mariposa mística, al último indio partido al medio por una motosierra, no importa, todo queda lejos, todo es afuera.
Pero estamos a onzas de milímetro
_¿Que es una onza?
_¡No sé, pero suena cool!- de saber qué lejos está el mundo, mientras dejamos entrar en nuestra vida a un ejército interminable de formatos preestablecidos que definen hasta nuestras más intimas costumbres: hace años que vivimos en guerra, y vivimos perdiendo.
Nos ocupamos 24 horas al día en reafirmar nuestra pertenencia
indestructible a una ideología macabra que solo por simple estrategia nos deja
un rincón del planeta para sobrevivir…
Trabajamos, dejamos de pensar para tirar del carro, durante décadas, para pagar nuestra libertad de esta esclavitud controlada y todo, hoy, ha dejado de tener sentido.
Cualquier movimiento en esta saturación planetaria de cañones provoca
consecuencias en otro lado del planeta, aunque sea para conquistar un áspero
talud de arena, pero alguien, claro, quien habrá tenido el honor, salió con esa
misión hace unas cuantas horas, y tal vez en este momento se esté despidiendo
de su último reducto para iniciar el total y despiadado reordenamiento voraz
del planeta del que seremos presenciales testigos.
Cuando al fin nos habíamos acostumbrado a
mirar la pantalla y saludar, ahora irrumpe la realidad, y nos revela nuestra
sujeción a la maquinaria, nuestra función en esta puesta en escena. Solo algunos verán llegar la ola a salvo de la
espuma…
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