Si, claro, si, pero no.
No cuenten conmigo para alimentar la legitimidad de la hegemonía absoluta por la propia, incesante repetición de un formato entronizado como “bueno” un resultado pregonado como deseable, unas metas definidas como óptimas según la pirámide de poder social.
Esta asigna labores y preocupaciones, deseos y pertenencias, impulsos y posibilidades sociales a cada persona, a cada aspecto de su vida, a cada minuto de su conveniencia obligada por lo dinámico inexorable, perverso y apremiante de la situación de lucha y competencia caníbal en la que está inmersa.
¿Es que
existe la vida más allá de nuestro estándar de consumidores de categoría
x? Podría decirse que si pero nos es imposible siquiera definir un
espacio de ese tipo, un no lugar para el que no fuimos programados, el de seres
humanos conscientes.
Calma, eso no está en nuestros planes, no tenemos tiempo de pensar ¿para qué están las escalas y parámetros, los valores burgueses y católicos?
¿Para que una caterva de escribientes definió punto por punto las conductas más adecuadas al mantenimiento del sustrato social en el que crecen los nuevos líderes homologados?
Y por supuesto, tratándose de conductas, del único material que tenemos para afectar la sociedad, con mucho mayor detalle definieron, con especial énfasis las inadecuadas, las contraproducentes, las improductivas…
Porque lo que resta no suma, o si, también, pero es peligroso dejar que cunda
el ejemplo, porque eso es todo lo que somos, el carbón de una máquina de guerra
que avanza consumiendo bosques y lagos, envenenando ríos, envasando montañas,
inundando valles con plomo y empujando un planeta de delicadísimo equilibrio a
un punto sin retorno con el único fin de multiplicar el lucro, diezmar los
gastos, asegurar nuestra conformidad a una calidad pésima de materiales
auto-obsoletos que deban ser eternamente reemplazados para asegurar la
circulación de capital en la dirección correcta.
Hoy desde que abrí los ojos estuve tratando de no amoldar mis actitudes a ninguna secuencia prefijada, de forjar un pensamiento que no esté atado a una lógica dominante, de generar un plano de validación en algún sentido que no fuera fruto de los listados éticos y estéticos que ordenan cada átomo a nuestro alrededor en una interminable escalera de merecimientos y grados…
No lo logré: atrapado en el perímetro que me toco desde que nací, solo puedo correr de una opción conocida a la contraria, de la estática solidaridad plastificada a la perversión morbosa, del formato de impecabilidad formal impasible y dominante al formato de rebeldía controlada que se me ofrece de mil ruidosas y coloridas maneras…
Es que todo
aburre, y tampoco se puede luchar todo el día contra el sistema, ¿Porqué no se
puede tomar lo mejor de cada cosa, del capitalismo y el zen, Silo, Bush y Bob
Marley? ¿O no? Que se yo, nos vemos… ¡Quiero ver esa nueva propaganda que me
dijeron que esta buenísima!
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