Vivimos en un mundo autoformateable que cada día se perfecciona en despreciar lo diferente, para poder hacer de la sociedad y el pensamiento una única masa homogénea y global donde tender las autopistas rápidas de la propaganda y la falsa información, para poder fabricar tendencias y culpables, diversión instantánea y lejanas tragedias.
Poder. Dominación.
No hay un hecho ni proceso, un acuerdo o retroceso que no vaya a ser falseado, redibujado a gusto y placer de la necesidad de manipular la zanahoria detrás de la que corremos todos en este corral. ¿Es que no hay voces ni miradas propias, reales?
¿O incluso la fotografía se ha vuelto una herramienta masiva de afirmación de parámetros prefijados? ¿No hay una sola oreja que se pare a escuchar el discurso que se pierde entre las patas llenas de barro que aplastan a los que caen, a los que quedan atrás?
…Sí, pero es peligroso, hay que
despegarse de la pantalla y tal vez detenerse, pensar, poner en juego nuestra
realidad, nuestra subjetividad, bajarse del tren en marcha -que de todos modos
es interminable- y ahí, recién, en ese segundo de libertad monitoreada,
tendremos una oportunidad de dar un paso más allá. Es imperativamente necesario
atender a las verdaderas consecuencias de lo que consumimos, a los efectos de
lo que logramos en ese contexto con nuestra acción o inacción, con nuestra
forma de validar el tiempo perdido en esa oscura diversión masificada,
fabricada molde a molde para hacernos dejar de pensar.
Pero en este proceso de autolobotomía creativa, donde elegimos que parte de nuestro cerebro dejar de usar primero, donde se atiende mas a la Gramática que al sentido de las palabras, donde los pensamientos se descartan por una simple falla ortográfica, y las voces se silencian por no encajar en las reglas, cuando no por una estética impuesta y ajena, donde el encuadre o la pose correcta, la postal de almanaque son más importantes que los hechos…
¿Es donde pretendemos avanzar? Mientras los que fabrican titulares mientan en letras de molde, los que ocultan la verdad lleguen a publicar libros que convertimos en Best Sellers solo porque nos dicen que lo son…nuestro camino sólo tendrá curvas que retroceden, redadas y trampas.
Sale el sol y comienza el bombardeo y los indiferentes y necios reproducen
cualquier información sólo por no detenerse a pensar, mucho menos a verificar o
intentar una lectura entre líneas de su intencionalidad, aunque sea contraria a
lo que repitieron ayer...
Los periodistas de hoy, ante esta disyuntiva, (que más allá del Facebook es mundial, pues la globalización no reconoce fronteras sino ámbitos de negocios y clientes a crear para sus productos en marcha) tienen la obligación de detenerse a pensar cuál es su verdadera función.
Dadas las consecuencias prácticas deberían saber muy bien porque están eligiendo ser difusores de una "verdad bien terminada", o luchadores por sacar de la oscuridad a las voces que reflejan una realidad por participar de ella, donde el ser humano lucha por no perder ante la doctrina de la moneda y la máquina(y su hija preferida: la bala, en primera plana), aun cuando carezcan de los medios, la técnica y los conocimientos exactos para siquiera darla a conocer.
Lamentablemente, si no la mayoría, algunos pretenden hacer su carrera
de “periodistas” escalando entre los medios (soñando siempre con inaugurar su
propia pequeña fábrica de noticias baratas) cuando a todas luces se ve que solo
apuntan a avanzar en su carrera de “mercenarios” donde sus reflexivas poses de
pensadores no esconden nada, a la hora de formatear al gusto de un sponsor
cualquiera, un diseño vendible, facturable de la verdad.
¡Bien! Elijamos entonces, ser parte de un grito de antemano desoído, una verdad plenamente parcial y subjetiva, de un mundo completamente real, en el territorio, el tiempo, en el desarrollo de sus hechos que nos tienen como participantes y testigos, en la manera de autoreflejarse en un mapa que no refleja nada masivamente aprobado, o ni siquiera conocido.
Lamentablemente, o bien, provisionalmente para despertarnos de este letargo bien alimentado que nos tiene como espectadores imparciales de una mentira cómoda y cruel a la vez…
¡No hay espacios! Tendremos que lidiar con ese formato utilitario que abarca toda la realidad que nos rodea convirtiendo en noticia solo lo que da ganancias, lo que apuntala a las corporaciones, lo que alimenta a los imperios, no nosotros y nuestra pequeña comunidad, nuestro ajeno reflejo de paz, de amor lucha y esperanza.
Es entonces cuando la decepción se apresta a convertir todo en un nuevo silencio, cuando la impotencia amenaza adueñarse de toda necesidad de alzar la voz por encima de la paja seca y muerta(pero inflamable) que llena todos los espacios, convirtiendo todo lo autentico en soledad, todo lo mágico en destierro.
Elegimos, entonces,
perseverar sin saber muy bien porque, o bien, digamos, sabemos muy bien porque
hemos de hacerlo aunque no veamos una sola luz que abra entre tanta noche el
camino, aún así seguimos, presagiando nuestra propia, inminente caída.
Pero como un grano de trigo en el pajar, por pequeño que sea nuestro grito enfrente del arrasado basural donde han edificado la filosofía del nuevo pensamiento, toda verdad es alimento y por su peso caerá frágil y tímida al suelo la semilla, para brotar cuando el fuego de la predecible nueva ola arrase todo nuevamente para dar inicio a una nueva, flamante y superficial versión de la realidad que nos abarque completamente y redefina nuestra nueva plenitud.
No hay formatos ni medios autorizados, eso es para recordar, o sea, en contrapartida, toda forma de expresión es válida, necesaria y está permitida… ¿Podemos, por un segundo, poner a favor nuestro la tecnología?
Se invoca en forma permanente y urgente a pinchar el manto eterno
de invisibilidad, a multiplicar el mundo desde cada postura y punto de vista
personal si queremos existir como individuos, realmente, si es nuestra
intención construir un nuevo mundo y no volver a caer en las trampas de los
fabricantes de guerra social, de exterminio corporativo, del titular que aun
sueñan con imprimir, mientras nos derrotan silenciosamente persona a persona:
“Final de guerra: se ha rendido la humanidad”
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