23 junio

Semillas vacías, la herencia de la indiferencia

  


  Hace 15 mil años, en la oscuridad, en el calor fresco de una cueva, alguien guardó un puñado de semillas, de pura casualidad -o más bien, en una jugada maestra, aun instintiva- el tiempo suficiente para que las lunas corran sobre el cielo trayendo la nueva temporada, justo a tiempo para experimentar una de los más grandes descubrimientos de la humanidad, cuando no hacían  falta ruedas, cuando el fuego era aún un dios tan terrible como esquivo…  

  La primavera favorable, una lluvia providencial, harían germinar algunos de esos granos, toscamente enterrados al azar de la improvisación: acababa de nacer la agricultura…

  Después hubo quince mil campañas, hambrunas y fracasos, pestes, guerras y saqueos, esperanzas y secretos celosamente guardados, aprendizajes y conocimientos cuidadosamente transmitidos, pueblos enteros huyendo sin más que sus semillas a través del campo abierto, migraciones, masacres, abundancia y escasez  Nuevos retos.  

  En medio de todo, siempre la esperanza, la comunidad y el amor, el sol y la humildad de arrodillarse en la tierra, el agradecimiento, la ternura, la emoción…  

  Luego, alguien quiso resumir ese tiempo en un papel impreso, ese círculo eterno en una moneda de oro, aferro su presa y grito… ¡Y nos dejamos convencer que la semilla era suya! 

  ¡Lo dejamos hacer!…

  En un mundo que ofrece soluciones de plástico, para gente que pasa sus vacaciones en góndolas de supermercado, todo parece irreal, toda verdad parece lejana, intrascendente, molesta…  

  En un mundo que se consume a sí mismo como una manzana, sin embargo, cada decisión cuenta, cada acción convalida o no el formato actual, cada día se abren nuevas ventanas y oportunidades para hacer las cosas de otra manera, para pensar de otra manera, para relacionarnos de otra manera.

  Nos enseñaron a someter a la naturaleza, a destruir para conquistar, a extraer para vivir, y así crecimos, convencidos de que eso era normal, de que el bosque y las montañas infinitas durarían para siempre para darnos postales y vacaciones inolvidables, para colonizar y explotar, como un eterno almacén de materiales… 

  Para adueñarnos de un pedazo de naturaleza viva y convertirla en un desierto… ¿Pero estamos escuchando…? Este pide para cuidar el rio, aquella para plantar árboles… 

  ¡Extremistas, paranoicos!  

  No hay prensa ni presupuesto para ellos, desde ya, pero eso no implica que estemos llegando a las soluciones, sino profundizando un modelo de esclavitud humana que aceptamos sin percatarnos que cada vez es más trabajo y menos confort, mas veneno a cambio de salud, mas ambición a cambio de sonrisas…

  Hoy en día, las corporaciones insisten en su apropiación ilegal de las semillas, ignorando miles de años de trabajo, de selección a través de las estaciones, de permanencia en el tiempo atravesando cataclismos y desastres climáticos.  

  Cada año, cada agricultor a lo largo y ancho del mundo hizo su exacta selección para poder producir, más y mejor, y sin embargo, no lo retuvo sino que lo compartió, lo trocó, lo convido y esparció  a su alrededor como una forma de asegurar la supervivencia de su logro, la posibilidad de volver a tener, de otras manos, su misma semilla, llegada la necesidad.

  Volver a plantar, garantiza la vida, por eso las semillas son un patrimonio de la humanidad, indiscutiblemente, y no pueden ser apropiadas ni patentadas, manipuladas para su autodestrucción sin dar un paso firme, uno más, en la previsible extinción del ser humano a través de la degradación del planeta.  

  Pero manipulan un gen del maíz, por ejemplo: uno  de los cuarenta mil genes que se esconden en un solo grano de maíz, y lo intercambian por un solo gen de pez, de rana, un hongo o algo por el estilo y dicen… “Ahora somos los dueños del maíz”  insultando con su podrida ambición a esa construcción colectiva a través de las generaciones, a un acto de amor humano a través del tiempo con un material vegetal, natural, que el planeta puso a disposición de todos nosotros.

  Claro, la excusa es la investigación, la defensa del capital invertido y otras gansadas... la promesa es el volumen de rendimiento, la facilidad de producción, la resistencia a enfermedades y plagas y tantas otras mentiras sesgadas por el estilo.  

  Lo único comprobable es que las nuevas semillas exterminan a la población campesina, la biodiversidad, la conciencia de planeta, derramando sobre instituciones y gobiernos corrompibles, sobre una prensa mercenaria que se remata al mejor postor, su dinero sucio que fabrica verdades falsificadas.

    Hoy en día para ganar hace falta sembrar un país entero, cuando antes sobraba una pequeña parcela para vivir sano y feliz, en vez de condenarse al hambre y la enfermedad.  

  Pero nos hablan de números, porque todo lo grande desorienta y asusta, porque no se cuentan las millones de hectáreas muertas, los miles de arroyos secos o espumosos de veneno, la naturaleza completamente jaqueada,  la gente en las ciudades hacinada y esclava de su ignorancia, enferma y rehén de su imposibilidad, y el hambre que recorre el mundo como un fantasma siempre latente, en medio de una teórica abundancia…

  ¡Por favor! No dejemos que esto suceda un día mas, como los esclavos que escondían semillas en su pelo, con un oculto desafío en su mirada que hacia olvidar el  latigazo, hoy en día es nuestro deber guardar y defender lo poco que queda ante la embestida final de las corporaciones, que en solo sesenta años casi han destruido por completo un conocimiento y bagaje cultural prácticamente inabarcable y eterno.  

  Es nuestra responsabilidad total frente al futuro de las próximas generaciones no entregarlas atadas de pies y manos, a una carnicería ciega del espíritu a cambio de dinero ajeno.

  ¿Despertaremos a tiempo? 

  ¿Tendremos esa formidable valentía?



21 junio

Sin piedad (poesías)

 

 


¡Pajaritos! …dejalos volar       

                       

Dijo el tumbero, ofreciendo su vaso

Lleno de viejos miedos conjurados por el viento

Curados por el humo y el implacable tiempo

Mientras sus recuerdos se reían de todo.

Y yo no entiendo cómo pueden pensar, en su ramita

Y asumir que el costo de su vida sean los demás

Para cantarle a sus alas frágiles que no aprenden a volar

Saludando eternamente al sol sin dejar su sombra

En ningún lugar, sin marcar sus livianas huellas al caminar.

No puedo pensar la vida sin la muerte, el dolor sin sonrisas

No puedo separar el amor, de matar, ni de la lucha, la felicidad

Ni salvar a los que se tiran del puente de la vida, porque…

No aprendieron a volar.  Es el destino justo, inexorable, total

(Que hermosas son las flores del campo que deberé arrasar)

No será mi vida el costo de tu pasmada amorosidad universal

No tendrás mi  tiempo para delegar, ni mi sangre envasarán

Hasta el último día, si queda algo, cayendo feliz, intensamente

Vivo, gota a gota entre otras dentelladas y esa vieja ferocidad.

Brindo por mis enemigos, que quieren mi cuero entero

Para en invierno apoyar sus pies, cuidando de no voltear

Las brasas del cenicero. Pajaritos, tibios, absurdos falsarios del amor:

No me toquen, no combato para un mundo que no nació

Más que en las fantasías de aprovechados, listos, implumes

¿Llamando a todos a su nido por no aprender a volar?

Vivo y muero con honor, creando, amando… el respeto

Atraviesa todo lo que soy, el filo, de un puñal que no esté oxidado

Me gusta más que las nubes con forma de corazón…

Mi sangre viene de la tierra, y ahí estoy, frente a frente

Solo encuentro dos opciones: muero, o vivo, hoy.

Abro la puerta, recomienzo, caigo, me levanto:

No necesito insultar este eterno sol, del que todos somos parte.

 

 

¿Fluir o derramarse?

 

Como un rio que baja la montaña

Vengo cayendo sin remedio

Sin embargo todo es verde:

A mí alrededor florece la vida…

Como un buitre hambriento

Desciende el amor. Y veo

Detenerse lentamente al tiempo

Como un lago, en un domingo sin viento.

Ese lugar… donde puedo mirar alrededor

¡Sin mis propios pensamientos! Una semilla

…es tan grandiosa aun en su coraza

Que revienta tras una gota de agua

Detrás de las nubes de tormenta

Enraíza, se eleva, tomando aire, sueña

Y se lanza de un salto, de la tierra al cielo.

 

 

Tres, dos, uno, hipocresía total

 

Hay causas que otros luchan, y nos gustan

Hay causas que duran un día, y son buenas

Hay causas que son mediáticas, y son mejores

Hay causas que están lejos, tremendas,

Macabras, que podemos difundir

…sin miedo a la represalia:

Esas son aún más tentadoras…

Pero hay causas que se viven

A miles y miles de kilómetros

En países lejanos, extraños

Casi incomprensibles…

Incomprobablemente ciertas

Inocuamente inofensivas

A nuestro estilo de vida

…esas son las causas

A las que todos nos sumamos.

 

 

Feliz como un desliz

 

No puedo concentrarme

En recordar malas jugadas

Estoy como un niño, feliz

¡No necesito saber de qué!

Estoy saltando, sin tener frio

Esta energía no encuadra

Con el diagnostico social.

¿Cuantas cuentas hay que pagar

Hoy para ser, vivir, aparentar?

No me importa quién me mira

Tal vez alguien me cuida

Solo salto los charcos…

Corro, grito, agito mis brazos

Estoy naciendo, el mundo es nuevo

¡Estoy naciendo!

¡El mundo es nuevo!

 

 

¡Arriba, arriba, arriba!

 

¿Quién dijo que no se puede reír, en la noche?

¡Infames propagandistas del desaliento…!

¿Quién dijo que hay que esperar al día?

…para sentir la luz, y acobijar una semilla…

 

Cuando suena la música, las sombras se espantan

El fracaso es un tren descarrilado, pero…

¿Cuánto corazón necesitamos para mover

Nuestros propios pies, a los saltos, jugar, correr?

 

Tengo un cesto lleno de catálogos, mentiras…

¿Ahorrar toda la vida para conocer la costa azul?

¿…es que no aprendimos a mirar el mar por la ventana,

Para que nos vendan nuestra frustración calculada…?

 

En un mundo de cenicientas y príncipes afeminados

Nos quieren hacer dormir por cien años…

…mientras la maleza crece, mientras los ladrillos caen

¿Cada día es hoy, que no lo entienden?

¡Pero desde ayer vienen prometiendo “mañana”!

 

Cedesco

 

“ladran sancho, señal de que cabalgamos”

Se mienten entre ellos… valientes compaginadores

Mientras saltan -cerco tras cerco ajeno-  ¡van sonriendo!

Patean a los casi muertos, roban a los indefensos

Y con su canastita juntan siempre, fruta de árboles de otros

Posan para la foto, como si fueran modelos, caballeros…

Del teclado, virtuales luchadores, olvidan cada día

Como es que cierran las cuentas… ¿disimulan? ¡Ni eso!

Siempre esas caras de ocupados, un teléfono en la mano

Pero en los suburbios, aparecen haciendo “el mandado”

¿Quién hace bailar un elefante, sobre un castillo de naipes?

Hay tan buenos jugadores, que esperan y apuestan riendo

A ver en que pose terminan, desparramados, llorando…

Un día más, otra farsa caída, y un reguero de baba blanca

¡Cuánto esperan estos perros, que les caiga un buen hueso!

 

 

 

Lindo caramelo...

 

Un nuevo caramelo

Rápidamente entre los dientes

Y tirar el papel, correctamente

En el tacho de reciclados…

Pero es tan pegajoso

Que no se escapa del dedo

Al sacudir, riendo…

Más que tarde darse cuenta

Mientras tanto que no todo

Lo dulce se deshace en la boca…

 

 

Velando un reflejo

 

Desnudo, en el medio de la nada

Sin pestañear, regalando, la ultima

Gota de agua, salte fiel a mi destino:

Mares y montañas, calles, sangre

Sangre y heridas sangrantes, viendo

Mis huesos blancos sonreí, aun así.

¿Países? Que son, solo un paso y…

Después dos, nada pudo soportar

El sol, que alcance a detenerme, acá

Estoy plantado porque el suelo

Eligio mi raíz, no hay forma de que

Una voluntad se tuerza cuando nace

Del amor.  Y esa fuerza atraviesa

Entre la oscuridad, el silencio que

 Roza la infinita tristeza, en la puerta

De un sollozo que es todo lo que será:

Un gesto de humanidad justo antes

De aferrar las armas, sin piedad.

 

 

En el puesto de avanzada

 

Entrenamiento, escaramuzas

Cuidando siempre el “uniforme”

Más que las balas, que pegan

A veces, solo de casualidad…

Ganar o ganar ¿para que las banderas

Blancas? Avanza y corre como la sangre

La tinta sobre el papel, y la piel

No se rinde nunca y tampoco lucha.

Un día más volviendo a los cuarteles,

A rearmarse sin palabras, silencio.

…que dirá la historia de tales batallas.

 

 

Un camino

 

¿Quién se fija en el camino, quien en caminar?

Todos los paisajes, mirando adentro: ahí están

Mover los pies es importante, bombear el corazón…

En los árboles secos descansan  los buitres, observándonos.

Cobarde público inerte aplaude y abuchea a la vez

Como si mirarnos fuera tanto como mover sus pies

Pero en la cinta se detienen, temerosos, de caerse:

Adonde se toman las propias decisiones, adonde caer

Lastima tanto como hace crecer, creer, amar la vida

Que tantos solo sufren como espectadores,

Por no poner en juego su reseco corazón, aun batiendo.

 

Somos...lo que comemos

  


Vivimos en un mundo artificial, estandarizado, diagramado mayoritariamente en flujos fijos de bienes y servicios, al servicio –justamente- del inmenso poder desmotivador y absorbente de las elites y sus cancerberos, sentados cómodamente a las puertas de un paraíso virtual que refleja solo lo que tiene precio.

  Y estas razones incorporadas, esta automatización que atraviesa nuestra vida, nacen de un nuevo concepto de ser humano, un concepto tan simple como engañoso, que pregona la felicidad como una construcción material, como un relato que debemos contar a los demás a través de nuestra imagen, de nuestra ostentación de superficialidad.  

  Entonces vale la sonrisa, en una foto, lo que antes valía una caricia, y vale el paquete, la etiqueta de la tienda del regalo, lo que hubiera tenido un valor de búsqueda amor y comunión, y hoy significa un reclamo sordo del inexorable peso de las cuotas que deberemos pagar

  …El sistema define hoy hasta el formato y la característica de nuestras relaciones.

  Pero no importa, ni siquiera elegimos ya, más que en matices entre la calidad total o copias burdas de  productos innecesarios que nos ofrece la propaganda.  

  Sabemos que es lo que queremos porque no podemos evitarlo, viene a nosotros desde que despertamos, en miles de anuncios y carteles, de dogmas mandatos y caminos prefijados: solo alcanza con quedarnos quietos, para que todo a nuestro alrededor se resuelva por nosotros…



  Claro que la uniformización total de los deseos y necesidades humanas no necesita puntos débiles, hoy en día las mandarinas no tienen molestas semillas, los pescados, enlatados o no, no tienen espinas, y así con todo, una victoria genética de la comodidad y la estética sobre el sabor y los aromas naturales.  

  Pero que caro nos cuesta, trabajar sin descanso para poder triunfar en el supermercado, igual, la ausencia de tiempo se compensa con preparados pastosos y sopas deshidratadas, hamburguesas y salchichas sin ningún sabor, mucho menos proteínas…

  Hoy en día la industria de la alimentación desdibuja hasta las fronteras entre comida, drogas y alcohol, siempre y cuando pueda tener las riendas firmes del negocio.  

  Pero no es necesario que enfermemos antes de tiempo, para evitar eso vienen miles de suplementos vitamínicos, complementos nutricionales, y todo lo que nos puedan vender, para seguir aportando a una vida pasmosamente cómoda, infantilmente dirigida, temerariamente falta de riesgos, de decisión, de creatividad: hemos sido enjaulados, y no nos dimos cuenta.

  Pero es tan fácil buscar la comida en el plato, a la hora cierta, y tirarnos en la arena los minutos contados, que nada perturba nuestra indiferencia.  

  Con la alimentación venenosamente enlatada, con un modelo agropecuario al servicio de la producción de dinero, que oculta sus costos invisibilizando al ambiente, amontonando a las personas en ciudades cada vez más toxicas y a punto de estallar, una red de medios de todo tipo se ocupa de moler y digerir las noticias por nosotros, de inventar novedades como si fueran sabores nuevos, de pintarnos de colores un mundo en guerra como si fueran agencias de turismo. 

  Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a la triste felicidad de las mascotas, ya no buscamos nada, solo perdurar, mirando sin mirar, aceptando sin cuestionar, caminando sin mirar atrás, sin ser conscientes del costo que tiene nuestra comodidad, y moviendo la cola para no molestar.  

  Como cualquier perro tras el cerco, ladramos furiosamente ante cualquier eventualidad vista como riesgosa de hacer tambalear el estatus quo, como amenazante de nuestra sumisión.  Luego arañamos la puerta donde podemos mendigar un favor hasta que se abre, y nos echamos después de dar una vuelta en redondo, altaneramente, tenemos derecho a descansar.  

  No importa, ya no tiene valor la dignidad, podemos ignorar el mundo, simular felicidad, prender la televisión… 

20 junio

...Trueque de manos vacías

 

 

  En un mundo artificial, donde cada día nos deshumanizamos, donde canjeamos libertad por propaganda, y el amor viene envasado, no encontraremos salidas siguiendo por los viejos caminos…

  Aun cuando nuestra cobardía nos lleve a aceptar lo dado, a no arriesgar un cambio, como eternos pichones felices, aun cuando nuestra ambición se traduzca en brillantes, hermosas cadenas de oro, no es lustrándolas que nos darán una sonrisa, en un mundo que perdió la capacidad de intercambio, donde la ambición propia y ajena nos termina encerrando con llave, donde el confort pierde sentido apenas traspasamos la puerta.

  Como aves, migramos de una idea a otra, buscando permanecer, soñando con acaparar ventajas que no serán comprobadas, pero el ovillo de nuestro pensamiento actual solo es una gran nube de humo, que se consume sin sentido en aras de justificarse a sí mismo, sin lograrlo claro…  

  Mientras nuevos filósofos rentados sueñan libro tras libro, sin poder escribirlos a tiempo, mientras ríos de palabras se evaporan al calor de los acontecimientos, seguimos viviendo, seguimos sintiendo: después de tanta tecnología  y tanto veneno, nuestro cuerpo y nuestro corazón demuestran que no hay forma de banalizar la vida, que no hay cínicos capaces de dirigir con éxito una guerra total contra el ser humano, sin que los  caminos se llenen de desertores, hambrientos de verdades que no puedan ser compradas.

  Pero mientras los comisionistas de la libertad artificial siguen vendiendo sonrisas a consignación, mientras los cobradores compulsivos siguen financiándonos un mundo que no les pertenece, en cómodas cuotas, una brisa suave se abre paso entre el frio, un rayo de sol calienta con su luz la caja  cerrada de este invierno.  ¿Seremos capaces de despertarnos, saltar afuera a tiempo? ¿O nos asfixiaremos por pasar las horas desperezándonos?

  Cuando el tiempo se termina, no vale nada elegir mal, se hace tarde para volver atrás cuando quemamos el puente… Para bien o para mal, solo se puede ir hacia adelante, aunque la diferencia este en como elijamos caminar, el camino ya no se puede pensar, solo vivir, no se puede aprender, solo sentir con el corazón.  

  Después de miles de palabras tergiversando todo, de miles de ensayos complicando lo simple, seguimos intentando aprender soluciones en vez de levantar la cabeza y mirar a nuestro alrededor…

  Incorporamos prejuicios como líneas de acción, conveniencias temporales como semáforos, y la hipocresía como colchón donde hacer dormir a nuestros sueños de un mundo mejor.  Pero la mentira solo acarrea destrucción, la ceguera no se compensa creyendo en noticias falsas, sonriéndole a una pantalla.  

  Mientras divagamos entre las ventaja de una u otra solución, el proceso nos consume restándonos tiempo, capacidad de acción, oportunidad, y finalmente quedamos atados a la desolación de nuestra apuesta falsa, nunca realizada…

  El mundo gira, igual, no necesita de nuestra presencia ni nuestra aprobación, el sol sale y el viento corre alisando todo, avivando nuestros incendios, inundando nuestras ciudades, convirtiendo nuestros bosques en desiertos… 

  ¿Pretendemos crear paraísos artificiales, islas indefendibles en medio del todo? ¿Enrejadas prisiones suburbanas donde vivir aislados?  También serán arrasadas: todo está relacionado.  

  Pero aun así, mientras una gota de sol atraviese la soñolienta atmosfera, la vida está garantizada, y entre la basura, como una lanza, asoma un brote nuevo, un simple pasto, que continuara la danza eterna de la vida…

  ¿Que será del  mundo sin nuestras fábricas? ¿Que será del mar sin nuestro plástico? ¿Extrañara el cielo nuestros aviones y sus bombas? 

  ¿Podrá el destino seguir sin la sonrisa de nuestros líderes?... Difícil saberlo, no nos atrevemos, y mientras pasan los años en la cuerda floja, mientras nos quedamos pagando el eterno peaje de la frontera sin atravesarla, el planeta decide por nosotros y nos saluda con sus espectáculos, para hacernos conscientes de nuestra demencial cobardía…

  Finalmente, con o sin nosotros, todo lo que es semilla nacerá, todo lo bueno será puesto a prueba, igual, y entre nuestros últimos pasos, titubeantes, subirá un olor fresco a tierra mojada, cenizas y flores entre la maleza…

 

12 junio

Decadente mundo a multiplicar...

  

  En este mundo moderno, las únicas consignas validas deberían ser: resistir, fortalecerse, recordar, luchar por lo humanamente correcto, y nunca -pero nunca jamás- abandonar los sueños. 

  Pero no nos lo dicen, no vamos a escucharlo, no es así como fuimos educados…  siglo tras siglo de olvidar para seguir mintiendo, generaciones de autómatas engañando a nuestros propios hijos, ocultando frustraciones para no sentir, para no dejar de encajar en una mentira que parece absoluta y total, absurdos sostenedores del plato donde seremos servidos.  

  Tememos… 

  ¿Qué tememos? Acaso perder un respeto que imaginamos, para no aceptar que no lo recibimos ¿Acaso ser señalados? 

  Como si no camináramos ya con una cruz pintada en la frente, con un blanco dibujado en la espalda, estamos listos para ser masacrados, contra el vidrio de la pecera, fuimos trocados, para que otros puedan nadar “libres”, esperamos nuestra pequeña ración sin molestar, apenas sin hacer ruido, no se vaya a dar el caso de que la reduzcan aún más… 

  Y atacamos al esclavo que tenemos al lado amenazando robarle su pedazo de pan, mientras ignoramos que pronto seremos fileteados, y nuestros restos molidos para poder mantener tranquilo al resto.

  Parece una fábula, una vieja película, pero que poco ha cambiado todo, el guion sigue siendo el mismo, mientras cambian los actores…  

  Queremos educación, conocimientos ¿Vamos al casting de la facultad? Quiero ganar, quiero ser el líder, el macho alfa, el empresario, el militar, el juez, el político, el comerciante, el profesional: invertir mi tiempo en aprender a nadar, en círculos, cada vez más pequeños, hasta que no choque los vidrios, hasta que llegue a pensar en la libertad como un error de los demás. 

  Años sentados frente a un pizarrón macabro, donde se aseguran de atarnos para dejar de pensar, todo un mundo formateándonos, haciéndonos rumiar en como dominar a los demás, propaganda eterna, sonrisas de tiburones conformes que saben ganar ¡mira esa mujer como camina! Yo sé lo que le debe gustar… ¡Vení, no te hagas la tonta, este es mi mundo, me lo dijeron papa y mama!

  Pero solo aprendimos a multiplicar dinero, o sangre, o penurias, hambre, sed, pies descalzos, frio y miedo, miedo, todo ese viejo temor, y las fobias que copiamos de la televisión: ¿Dónde están los panes y los peces? 

  De cada iglesia chorrea oro, de cada empresa gotea muerte, de cada escuela salen zombis sin cerebro, ya no es necesario abrir el mar, podemos atravesarlo caminando sobre el puente de plástico que chorrea de nuestro basural.  Pero que cómodo es hacer la plancha en nuestra zona de confort, además ¿quién dice que hay algo más? 

  Que lo averigüen otros, bastante logro es haber criado a nuestros hijos, que ellos se dediquen a salvar el mundo…  Cuando crezcan, claro, no arruinen la hora del almuerzo, duerman la siesta ¿Quieren un televisor en la pieza? 

  Papá va a hacer horas extras para que sean tan esclavos como el, pero por favor no pregunten, no quieran saber ¿no se conforman, no se dan cuenta que todo marcha bien? 

  El único problema es el gobierno, cualquier gobierno, todos, el hombre de la bolsa se compró un ministerio, el lobo feroz se disfrazó de presidente, lo sabemos, no tenemos más que quejarnos de nuestra mala suerte, no es nuestra responsabilidad, solo podemos esperar…

  Lo malo es que no sabemos esperar, y no sabemos ¿esperar que? Entonces vamos mirando al costado, por las dudas, quien deja un lugar vacío, quien se descuida, quien se agacha, a quien robarle un pequeño beneficio adentro de esta fina malla de arrastre, mientras corre arrasando el fondo.  

  Antes que icen las redes queremos nuestros cuarenta minutos de felicidad barata, nuestra berreta tranquilidad… ya lo sabemos, le cuesta al mundo la libertad, al ser humano la paz, al planeta entero su diversidad, pero ¿Nuestra cuota diaria dejamos hoy de pagar? 

  Nuestra cuota diaria no dejamos nunca de aportar, de pedir, de exigir, a los demás…



09 junio

Vida, sagrada conciencia

  


  ¿Cómo se entiende esa insistencia, ese lanzarse una y otra vez en busca de la iluminación?… lo sagrado no está afuera, lo sagrado viene de adentro…

  ¿Pero buscamos en rituales y brebajes una conexión que despreciamos?  Se interpreta al universo como algo complejo y eterno, aunque no lleguemos a comprenderlo, se admira a las estrellas y planetas, a la belleza de la luna, al poder del sol… cuando mirando a nuestro alrededor, nos daríamos cuenta que habitamos un mundo que nada tiene que envidiar en grandeza y complejidad. 



   ¿Pero es que alguien busca en su corazón?

  ¿O donde podrían encontrar el fulgor del reflejo eterno, de la conciencia universal, del ladrido primigenio, o como le quieran llamar?  

  En un entorno artificial, donde todo tiene precio y etiqueta, queremos escapar cotejando soluciones, queremos adquirir espiritualidad -si no se puede de una vez, en cómodas cuotas- para sentir que nos acercamos a algo más que la muerte, que preferimos pensar allá quieta y lejana, cuando siempre nos acompaña.

   Y así nos encadenamos más, cuando pretendíamos erradamente liberarnos… amamos a los cachorros, a todo pompón plumoso que regale fragilidad, fabricamos una sensibilidad trabajada a los enfermos, cancerosos, hambrientos, fugitivos, moribundos: solo envenenamos nuestro corazón con mentiras, con verdades articuladas que se desarman al ser testigos de lo que pretendemos amar… 

   Terminamos odiando, regalando nuestro gratuito rencor a los que se oponen a nuestro mundo de fragilidad e inocencia, pretendemos interpretar la mirada de un caballo cuando no somos capaces de sostener la nuestra frente al espejo sin ese escalofrío que desnuda nuestra incoherencia.  


  Festejamos guerras lejanas por la libertad, como si hubiera una que no masacrara a los inocentes de uno y otro lado, pretendemos apoyar a los buenos, rezar a los santos, idolatrar a los mejores, mientras nuestro cuerpo y nuestra alma se degradan ante la indiferencia a la única verdad: toda vida es sagrada.

   Cuantas cruces, cuanto oro, cuantos ladrillos gastaron las catedrales… en sus balances solo sobra sangre.  Cuanto luchan cada día por imponer una religión universal, cuando ya nos une el sentido de la vida que -evidente- pretendemos desconocer: esperamos que un erudito nos venga a manifestar por y para qué estamos acá…

  ¿Esperamos que un detallado estudio de laboratorio nos indique al fin que todo ser siente, sabe, piensa?  O qué necesitamos para creer?

  Tenemos que explotar y robar, mentir y ser testigos indiferentes de como masacran a los demás, para poder pagar las 500 horas de yoga que nos lleven al nirvana.  Queremos elevarnos como seres superiores para entender finalmente que todos estamos hechos de lo mismo, mas allá de la sustancia.  

  Es necesario recurrir a la humildad, aunque duela, aunque nos veamos llorar… es preferible a seguir endureciéndose porque una canción o una planta sagrada nos va a rescatar…

   ¡realmente pretendemos eso! Somos ilusos, somos niños mirando el mar, esperando que un gran pez salga a saludarnos.  El mar está dentro de nosotros, somos todo, somos ese mar, pero nos da miedo navegar.

   Es menos costoso lucrar con nuestra oscuridad, y seguir en un camino a ningún lado, mientras pretendemos buscar la luz al final del túnel. 

  Basta! Basta, por favor, de tanta mendicidad, de tanta mediocridad calculada, basta de salvar a los demás, de insultar a un universo que no podemos ni siquiera pensar.  



  Cuando abrimos los ojos, por las mañanas, todo estaba en marcha ya, no vamos a restar nada mirando un segundo al hueco que tenemos adentro.  

  Palada a palada, sin dudar, nos deshicimos de cualquier certeza que pudiéramos pensar.  Ahora buscamos a ciegas un gurú, un mesías, un líder, un nuevo mundo, una religión, una oportunidad.  Nada está afuera, solo la vida es sagrada, solo la conciencia es universal…

 

Gracias Palestina!

    Gracias Palestina.  Gracias por cargar sobre tus hombros la última batalla por la conciencia humana.   Gracias por tu amor interminable,...