Es difícil, es peligroso e ingenuo hoy en día pretender que accedemos a la realidad, desde la comodidad de nuestra casa, solo con encender una pantalla y un par de controles…imagen y sonido nos envuelven como pulpos, eficaces herramientas corporativas de la última trinchera social donde la humanidad se suicida alegre y voluntariamente.
Pero claro, nos gusta, el despliegue de
color cuando transitamos el otoño, el show de cuerpos bien torneados que
enmarca nuestra soledad, el humor ácido y sarcástico que nos venga de las
humillaciones diarias que hemos aprendido a soportar.
Disfrutamos las morbosas noticias del planeta que nos ponen casi felices de sobrevivir a duras penas en vez de estallar al compás de los bombardeos, terremotos, inundaciones y demás catástrofes “naturales” que, curiosamente, siempre pasan en otro lado…
Somos felices consumiendo malas noticias y biografías de los peores asesinos con los que nos podemos comparar para ser “buena gente”…y claro, también el abanico de políticos y empresarios corruptos que hacen el turno de culpables, hasta las próximas elecciones.
Un minuto después de guardar las urnas, volverán a encumbrarse para gobernar sin nuestra presencia, encallados felices
frente al televisor, al Facebook, a la pantalla táctil de esta maravilla que
tengo entre mis manos por la cual no parece un gran sacrificio dejar de comer
para adquirirla…
Entonces, nos regalamos con noticias frescas, recién elaboradas, y a eso le llamamos estar actualizados, pero el resultado no pasa más allá de volvernos sordos, ciegos y apáticos, mudos no, ya que hablar y hablar y hablar de todo es un deporte de tiempo completo.
¿Pero qué discurso genera la falsa información, la distorsión y el engaño?
Y… algo así
como un cacareo, una certeza descartable que se redefine con cada vuelta del
sol sobre nuestras cabezas.
Entonces repetimos sin responsabilidad, y cambiamos de versión con la conciencia tranquila de haber olvidado todo anticipadamente, porque estamos inmersos en una época donde hay que creer, y luego olvidar para creer en lo contrario.
Lo importante es estar del lado de los ganadores y eso hoy en día es tan variable que hay que estar atentos, muy atentos, creer, creer que estamos del lado correcto, sea cual sea, y exterminar al que piensa distinto, al otro, a la otredad que nos rodea amenazando desintegrar nuestra visión del mundo…
Igualmente de eso se encargaran otros, más radicales,
extremos, nosotros solo tomamos partido, la sangre no mancha nuestras manos, el
recuerdo de la muerte brindada sin piedad no atenaza nuestro sueño.
Entonces tranquilamente podemos admirar las máquinas y las torres, las teorías y las estrategias, y contar los muertos de uno y otro lado para saber que nuestro bando va ganando
¡Estamos en guerra, y vamos ganando!
Ni siquiera importa que mañana cambiemos de bando, y que lo
sepamos hoy, todo es virtual, aséptico, sin salpicaduras, para que preocuparse
si, en definitiva, no es muy distinto a cualquier juego…
Mientras tanto el atronador bramido de los helicópteros de combate, el estampido de los cazas, las tropas avanzando de uno y otro lado dejan de ser matices, se expanden en el paño global del mapamundi que algunos miran desde arriba, esparciendo su neo realidad en pedazos país tras país, región por región.
Vivamos contentos mientras no
toque por acá más que el manoseo de cada día, el desaforado “trueque” de
tierra, materiales y recursos a cambio de venenos y degradación ambiental que
ya nos parecen normales, el etiquetado y la repartija de nuestro territorio…
La televisión nos dirá que somos estadísticamente felices salvo por las culpas que le corresponden al gobierno, tomamos la gaseosa de moda y respiramos tranquilos, estamos en el lado correcto, nosotros…
¡No estamos muriendo! ¡Todo esto no puede más que
beneficiarnos!
Encerrados en un cuarto de espejos redes medios que median nuestra propia experiencia con el mundo, haciendo que deje de ser experiencia vivida sino publicada y linkeada..me gusto mucho la reflexión bichito
ResponderEliminarGracias, me alegro!
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