Libertad:
¿Cuál sería el concepto, cual el formato de mundo sobre el que interpretar hasta el fin una sola palabra, a que apuntaríamos con una definición?
Que pregunta inútil en este caso, porque estamos en un caso único, donde un concepto define el mundo entero, donde una palabra abarca mucho más de lo que se puede decir y repetir como loros en una jaula. Entonces ¿qué es la libertad, que significa ser libre?
¿Apunta a la economía? ¿Al territorio? ¿A estar del lado de afuera de las rejas? ¿O debería ser un concepto que nace desde cada ser humano hacia afuera? Debería, debiera, te la debo hermanita, casi nunca es así, con la banalización de la vida, los valores fundamentales pasaron a ser el confort (y música para volar diría Cerati) ¡Y la seguridad!
Y así estamos todos abocados a despreciar la
vida, a consumir la dignidad, la sangre y el tiempo propio y ajeno en aras de
estas vírgenes de la modernidad globalizada.
Pero no es así como tendría que ser,
tal vez porque la libertad le da sentido a la vida, la libertad de elegir
siempre, de no estar atado, de poder definir nuestro camino cada segundo,
afectando lo mas mínimamente posible a los demás, consumiendo nada más que lo
necesario, sin perder la posibilidad de abandonar este camino y tomar el otro
sin dejar residuos, sin desperdiciar el mundo.
O correr el riesgo de que la vida cambie de sentido, y el objetivo pase a estar afuera, y se convierte en escapar o perseguir, en vez de crecer, y así, cuando los propósitos se llenan de mezquindad y egoísmo, paradójicamente, es cuando nos esclavizamos, a pesar de consumir recursos propios y ajenos, a pesar de convertir a las personas que nos rodean en cosas, en medios acordes a nuestros efímeros fines.
¿Y? Que
entonces no solo es necesario sino hasta posible, vivir en libertad, que
salvaguardarla un segundo vale bien la vida, porque es un valor que no se puede
anteponer a ningún otro, ni siquiera a la vida misma.
Entonces nos metimos en cuotas para cambiar el lavarropas, y nos olvidamos de todo, porque esta inversión nos va a permitir tener más tiempo disponible para mirar televisión, con lo que nos desligaremos de la tediosa obligación de relacionarnos con nuestro entorno familiar.
Porque nos justifica el racimo de humillaciones que debemos soportar en nuestro trabajo, a pesar de nuestro saco y nuestra corbata italiana.
Y poco a poco nos vamos dejando de preguntar para que estamos
vivos, mientras peloteamos para adelante facturas y vencimientos varios para
poder algún día empezar a vivir mejor, decidir, disfrutar, descansar de tantos
sacrificios (pero, ay, ay, ay, el lavarropas se rompió antes que terminemos de
pagarlo, y justo cuando nos ensartamos con las cuotas del auto, para poder llegar a tiempo
al trabajo, y tener una hora “libre” para resolver como vamos a pagar las cuentas).
Hay un sector privilegiado de la población ¿El cincuenta por ciento? Me parece que más, que no tiene esos problemas, solo come mientras alcance, casi nunca se estresa por planificar, nunca debe los servicios a los que muchas veces no accede…
A cambio, el día a día se vive intensamente, la creatividad florece, la tenacidad se hace comparable a la del musgo en el acantilado.
Y con esa misma fragilidad se aguanta la que venga y todo porque mañana puede ser peor que hoy, aunque tal vez hoy sea mejor que ayer. Igualmente el estrés ataca a veces agarrándose de la desprotección estructural en que quedan las mujeres y los niños, en tantos hogares donde la estrategia de supervivencia se traduce en ausencia.
Los
hombres casi siempre salen al ruedo, a probarse contra el mundo, aunque no
pueden esperar piedad cuando nadie la da, primero se aprende a comer solo,
después todo lo demás.
Pero también se puede elegir, de manera inteligente, enfilar nuestros pasos por sobre las invisibles líneas previsibles de comportamiento que organizan la vida social, lo esperable, lo lógico, la sumisión al poder.
Es hasta difícil hoy en día recordar o ser consciente de que
sigue habiendo otras opciones, por la cantidad de años y generaciones que nos
vienen convirtiendo, a pesar de la “abolición” de la esclavitud, en objetos con
precio, de remate claro, hay gente que no le gusta gastar.
pero yo sé que nací libre, porque acabo de ver un zorro caminando por arriba de la defensa sur, con esa desafiante tranquilidad, con ese gris plateado contra la noche entre los árboles, y me pregunto como vivirá, donde tendrá su morada entre tantos perros, o será un audaz que se aventuró a ver que hay, a ver si puede llevarse una gallina al hombro, hoy que la llovizna fría, interminable, puso a todos los perros a aburrirse bajo techo, a soportar las vejaciones de los pequeños…
O será un
hombre o mujer zorro, no sé, no quiero averiguarlo, en este barrio la mayoría
de las cosas es mejor ni enterarse. Al margen, esta increíble aparición
demuestra que todo es posible, que siempre hay un camino, un modo, que
entregarse es innecesario…
Bueno volviendo al tema, tal vez la libertad solo es la trama que nos permite entrelazar otros valores, otros conceptos, tal vez es solo lo que nos permite perder el tiempo sin sentirnos culpables, tal vez se parece a un sentimiento de igualdad que llega hasta a los árboles.
O una forma de desapego. O tal vez solo aparece cuando nos tomamos el trabajo de enfrentarnos, asumir, comprobar nuestros prejuicios.
A veces nos envuelve y se hace claro que nada importa más que ella, fluimos, transformamos el tiempo y el mundo en un segundo, a veces el concepto se hace piel, solo a veces.
Casi siempre lo cambiamos por otras cosas…
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