11 agosto

Julia R.

 



 

 

  Los niños esperaban, sentados contra la barra del barsucho abandonado en la plazoleta, sus pequeños pies sucios colgaban desde los altos bancos de madera.  Mariana miraba la punta de su zapato, lo movía hacia un lado y hacia el otro, haciendo que los miles de diamantes brillaran un segundo con los primeros rayos del sol, contra el hermoso color violeta. 

  Julia terminó de hablar con una persona, que había frenado en un auto gris y largo, y se aproximo al pequeño quiosco circular con una sonrisa picara y prometedora. 

_Como andan chicos!? Comiste hoy? -le preguntó al pequeño José Luis, que se había subido inmediatamente a su regazo-

_No comí nada, desde ayer que ni comí nada... -Respondió Daniela, como si le hubieran preguntado a ella, sin poder evitar la tristeza que invadía su cara con la sola descripción de tal realidad.

  Francisco Rafael, Julio Cesar -en tanto- con los codos sobre la barra, observaban la escena sonriendo, solo disfrutaban del pequeño y extraño momento de felicidad que la mañana les regalaba...

  _Bueno chicas devuélvanme mis zapatos que en cualquier momento tengo que salir corriendo!

Daniela le paso el suyo(solo tenía hambre, no quería dilatar mas el tema) pero la pequeña Mariana estaba hipnotizada, no podía dejar de hacer brillar las estrellitas, hasta que uno de los mas grandes le dijo con urgencia:

_Dale Mariana, dale su zapato a la Jueza!!! -Y el otro agregó

_Se tiene que ir a trabajar!!!

  Pero ya la Doctora había puesto su pie izquierdo al lado del de la niña, y con una voz impostada le hablaba envuelto en su negra media, al pequeño pie de Marianita que, negro de polvo de la calle, bailaba en el amplio zapato.:

  _Hola pie de Mariana, yo soy el pie de Julia, me parece que te metiste en mi zapato! -Provocando risas en los otros cuatro, mientras la pequeña, obediente, entregaba El hermoso y elegante zapato para que calzara suavemente en su lugar original, ganándose un cariñoso beso en su despeinada cabeza, lo que evitó (justo a tiempo) que dejara escapar las lágrimas.  

_Ah pero no saben lo que les traje hoy, una maravilla del mundo mundial! De esto van a hablar los diarios mañana!!  -Y corriendo hacia su auto volvió al siguiente minuto con un manojo misterioso escondido entre sus brazos...

_Este es para vos... -Y le calzó en la cabeza a Daniela un gorro marinero blanco con manchas desteñidas de azul, que por primera vez la hizo sonreír. Enseguida dio la vuelta corriendo alrededor del quiosquito para llegar nuevamente al lado de José Luís, que ya la esperaba saltando de alegría...

_Este es para vos... -Y le calzó en su pequeña cabecita rubia un gorro marinero blanco, casi intacto salvo por el agujero del tamaño de una moneda por donde inmediatamente escapó un mechón de pelo. Corriendo sin parar, simuló buscar a la mas pequeña, que siguiendo el juego terminó siendo encontrada bajo la sombra de la pequeña barra:



_Este es para vos, y le calzo hasta las orejas el gorro marinero a Mariana, metiendo  todo el pelo largo y grasoso de humo de automóviles adentro del gorro, para que no le quedara tan grande...Luego sacó su teléfono con una exclamación: Ay, me llaman, me tengo que ir, y salió corriendo hacia el juzgado mientras los dos niños restantes, estoicos, saludaban al igual que los demás, sin una queja, sin reclamos...

_Ah pero me olvidaba de estos dos!!!  -Dijo retrocediendo al trote, mientras calzaba en sus cabezas los correspondientes gorros marineros blancos, uno con una gran mancha roja, y el otro con el borde deshilachado, acariciando sus rostros sucios leve y cariñosamente, sus felices pero serias caras de hombres pequeños.

_Este es para vos...y este para vos!!! Bueno... no se piensen ni por un segundo que estos son gorros normales!  Estos son gorros mágicos!  Hace miles de años que pasan de cabeza en cabeza, haciendo que la gente que se los pone pueda cumplir sus deseos!! Y me tuve que recorrer medio mundo hasta lograr recolectar los cinco!  

  Mariana y José Luis se imaginaron a la Jueza recorriendo todo el mundo en sus zapatos violetas y la abrazaron instantáneamente.  Los otros tres ya había superado el mundo de la fantasía, pero se sentían cobijados por la magia de la historia, y de alguna manera, era muy misterioso que pudiera haber conseguido cinco gorros iguales...

_Y saben por qué son mágicos? Porque las personas que se los ponen les cambia instantáneamente la vida, y empiezan a viajar por todo el mundo, como me pasó a mi!  Capaz que a ustedes los gorros van a esperar un poco que crezcan porque son muy chiquitos para viajar, pero seguro que les empiezan a pasar muchas cosas lindas y maravillosas...!!  _Y en un susurro de complicidad les dijo:

_Yo tengo el mío!! Bueno, ahora si me tengo que ir, van a estar acá? Se quedan un ratito? -Preguntó como si hubiera miles de posibilidades.

  Un abrazo de despedida uno por uno y ahora si, salió corriendo de verdad, mientras los niños debatían el origen misterioso de los gorros... El policía de la puerta, testigo de toda la escena, la saludó con una sonrisa.

_Buen día Doctora, una mañana atareada la de hoy?

_Buenos días Alejandro, y si, estas mañanas se me amontona el trabajo -Dijo, sin dejar de caminar aceleradamente.

  En cinco minutos mas, ya estaba sentada en su escritorio, mirando pilas de expedientes en sus carpetas, practicando el desapego, la indiferencia hacia la maldad y la degradación humana que traslucía cada caso para no comprometer su salud mental, respirando profundamente antes de abrir la primera carpeta.  Se acordó de algo, tomo su teléfono y realizó una corta llamada.

  En la plaza estacionaba una moto de reparto, sorprendiendo a los niños que ya no esperaban ninguna otra sorpresa, pero mucho menos, que el repartidor depositara tres cajas de pizza y una gaseosa de tres litros en la barra del pequeño bar. 


 

 Ahora sí, la mañana estaba completa.  Mientras los niños se lanzaban contra las porciones de pizza, olvidando por un segundo el abandono y la violencia áspera de la sociedad, apenas a un centenar de metros mas allá, la jueza bajaba el martillo, enviando a un hombre a prisión por robar comida. Odiaba profundamente su trabajo.


06 agosto

Inversores

 


 

 Vivimos en una sociedad autófaga.  Eso es lo primero que resalta ante el primer observador externo, de una manera evidente y triste.  Y cuando digo observador externo, me refiero a cualquier forma de vida, cualquier otro tipo de conciencia -reconocida o no- dentro de la Tierra, o a cualquier otra forma de vida y conciencia fuera de nuestros puntuales límites planetarios.

  Y si califico a esa observación como triste, es porque -aunque cada forma de vida tenga la prerrogativa de evolucionar hacia su propia organización, su propio sistema de relaciones internas- es solamente la especie humana... La única en todo el universo! la que hace pagar a su entorno, a la vida que la rodea, el desmesurado, destructivo e insoportable costo de su insustentable desfasaje. 

 Porque, de alguna manera, hemos logrado empezar a llenar de chatarra el espacio.  Ahora nuestra meta es convertir el misterioso infinito que nos rodea en un inmenso basural, y si es posible, en una zona de conflicto y guerra.  Somos grandes exportadores!  Que generemos miles de guiones de cine catástrofe, que soñemos con invasiones alienígenas y guerras de las galaxias, no es mas que una justificación anticipada, y una manera muy tosca de enfocar la mirada en enemigos foráneos, para no mirarnos el ombligo.

  Porque si miráramos hacia adentro, solo hacia adentro y sin buscar culpables ni victimizarnos, podríamos -tal vez- ser conscientes por un segundo, del desproporcionado costo que nuestra vida individual le cobra al planeta.  

  Sin embargo, esa actitud irresponsable, cínica, cómoda, complaciente, no tiene mayores resultados que prepararnos a nosotros mismos para ser testigos indiferentes de nuestra propia, sumisa esclavitud.  O que alguien me diga en que momento del día de hoy, tomó una pequeña, auténtica y soberana decisión sobre su propia vida.

  Y esta sumisión romántica, esta esclavitud de seda, no es espontanea sino finamente programada.  Han hecho falta años, décadas de planificación moderna para poder encajonar a la totalidad de los seres humanos en un esquema de consumo desenfrenado y absurdo, por el que tienen que pagar, al menos, con la totalidad de su esfuerzo y su tiempo restante.  Pero esa dedicación por maniatarnos, por tomarnos de rehenes sin derecho a huida, está firmemente anclada en el corazón económico y político del Imperio Sanguijuela, el entramado de financieros y empresarios corruptos que solo se beneficia a costa del perjuicio ajeno.

  No nos extraña que finalmente hayan abierto los mercados bursátiles al público minorista, que la economía y sus múltiples herramientas se hayan hecho mas accesibles, mas comprensibles.  Es que como siempre, nos abren la puerta cuando ya no queda nada: una habitación vacía donde aun se escucha el ruido lejano de los muebles que arrastran por el piso. El futuro está en otro lado.

  Y la mas grande y magnifica inversión hoy en día, por supuesto, cuando cada factor de producción esta definido, cada rubro establecido, cada materia prima acopiada y monopolizada, es la inversión en datos, en información personal.  En control.  

  Cada avance tecnológico actual está, teóricamente enfocado en nuestro bienestar, en nuestra capacidad de relacionamiento, en la facilitación de la cotidianidad.  Es mentira! 

  Todo se enfoca en conocernos mejor, o sea, en que el sistema nos conozca mejor...mejor que nosotros mismos, que nuestros padres y vecinos.  El único objetivo es mapearnos detalladamente, desde los perfiles biométricos hasta nuestros mas ocultos secretos, con el fin de establecer un blanco perfecto y continuo donde bombardearnos con cualquier producto que necesiten vender.  

No importa el producto sino la venta, y no importa tanto la venta como el perfil psicológico, el contexto social, la ubicación geográfica, la capacidad económica... y todo esto solamente como posibilidad de mercado.

  Porque todo es un producto, dado que el ser humano perdió la libertad de valerse por si mismo, y todo es un mercado, desde que la capacidad de poner precio a cualquier cosa depende de que exista un consumidor, un deseo, y alguien que lo pueda hacer realidad.  


  


  

  Es innegable que el universo virtual dio como resultado un aislamiento individual nunca antes visto en la historia: seres encerrados en una telaraña de relaciones sin contacto, de contacto sin intimidad, de intimidad sin contenido ni contexto, de contexto y contenido masificado, genérico, industrial.  Y casi siempre fraguado, simulado, falsificado.

  Desde ese detalladísimo mapa que el sistema recopila de cada persona, a través de sus transacciones digitales, sus interacciones en redes sociales, sus imágenes, itinerarios, rutinas laborales o de recreo... -o de trabajosa supervivencia- se extraen, con muchísimo mayor redito económico y político, los resortes o palancas personalizados, que permiten la posibilidad de prever conductas ante ciertos estímulos, y con ellos, la posibilidad increíbles de manipular reacciones y conductas individuales, persona por persona. 

  Y finalmente, ya que formamos parte de un gráfico y una estadística, la increíble posibilidad de manipular conductas sociales, reacciones masivas, de generar o impedir políticas, economías, proyectos, liderazgos etcétera, etcétera.  Y todo eso, en cualquier lugar del mundo

  Somos una sociedad que consume a sus integrantes, una sociedad mundial completamente homogeneizada y desnaturalizada donde una élite desconocida trabaja y disfruta para fagocitar la energía social hacia sus propios fines, y esto, no solo pasa cada segundo del día, sino que hemos llegado a aceptarlo como algo normal e inevitable.

  Por supuesto, que todo esto no sería posible sin una infraestructura monumental, cada vez mas grande, cada vez mas robotizada, cada vez mas controlada por la inteligencia artificial, desde la cual generan y aprovechan la inmensa cantidad de información obtenida.  Alguien invirtió en todo esto, y aunque en principio, rústicamente,  hayan sido los gobiernos y sus servicios de inteligencia interna o exterior, los responsables de generar la capacidad de recopilar información, al día de hoy, como todo lo demás, esta función se ha tercerizado hacia actores privados, para facilitar su perfeccionamiento y masificación total.

  Estas personas, los verdaderos beneficiarios de este esquema, son invisibles y jamás conoceremos sus nombres, no sabremos sus rutinas ni sus actividades.  Son inversores oscuros que manipulan y roban y matan legalmente o casi legalmente, pero que pueden adelantarse a cualquier reacción en su contra, contrarrestarla, condenar a sus perseguidores, obtener la total y permanente inmunidad.

  De todas maneras... aunque por el momento las grandes y pequeñas empresas son las lógicas consumidoras de este producto, de esta información, aunque los gobiernos de todo el mundo adquieran de fuentes externas los datos que le permiten perseguir a disidentes y descontentos, opositores y oponentes, mucho antes que a un delincuente común o a un sicario económico de corbata y guantes blancos, también eso cambiará

  Es cuestión de tiempo, de acelerado, multifacético, y cuántico aprendizaje, que las máquinas que leyeron, analizaron, valoraron y archivaron este texto antes que vos lo leas, utilicen ese inmenso caudal de información, esa capacidad de guardar y comparar datos de cada persona y organización en el mundo, para empezar a tomar sus propias decisiones, generar sus propias iniciativas, tomar por asalto las posibilidades de dominio y manipulación para su propio inorgánico e inmortal beneficio.

  O podríamos empezar a vivir una vida real, de nuevo, y tener una última posibilidad de luchar contra esto...es nuestra difícil elección.





 

27 julio

Día tras día



 Eusebio había cambiado, estos últimos tiempos.  Lo había ganado una personalidad diferente.  Seguía siendo el capataz, pero...

  Algunos pensaban que se estaba haciendo viejo, que el temor a la soledad o la cercanía de la muerte lo hacían ver el mundo de otra manera.  Algunos pensaban que, en el último tramo de la vida, la intuición de una justicia póstuma y divina, hacía desfilar en su mente millones de recuerdos toscos y violentos, que lo llenaban de temor a un castigo que no podría evitar, en lo que fuera que viniera despues de este mundo.

  Todos pensaban algo, mientras seguían descargando camiones de ladrillos, bolsas de cemento, hierros, acarreando piedras y arena, acarreándose ellos mismos hasta el final de cada semana, soñando con un sábado final en el que dejaran de trabajar para siempre.  Sin embargo, de repente, el machacante y áspero sonido de su voz se había suavizado, y hasta su mismo trato parecía mas amable, casi condescendiente.  Se había ocupado personalmente de enseñarle a un nuevo y joven obrero, como hacer correctamente la mezcla, sin apurarlo ni dar un solo grito, sin insultos, sin burlarse, sin humillaciones... 

  El obraje entero quedo sorprendido de esta dedicación y esta nueva forma de tratar a la gente.  Sorprendidos y asustados, algunos decían que un día los iban a largar a todos sin pagar, y que la culpa lo hacía tenerles lástima, pero eso era absurdo.  

  Un día, mientras almorzaban, algunos habían empezado a hablar de los peligros del obraje, de los lugares perdidos donde habían terminado en su afán de ganarse el pan.  El tema que todos escuchaban con mas atención e interés, ya que los peligros del trabajo los vivían día a día, era el de las serpientes, y de como podían llegar a dormir por docenas abajo de los contenedores del obrador, del mortal veneno de la Yarará...

  El capataz asentía con la cabeza, todos sabían que estaba recordando algo, y poco a poco, se fue haciendo un silencio que dio pie a sus primeras palabras:  

  " Un día, estábamos en el norte haciendo un oleoducto, perdidos en el medio de la nada, la nada misma.  Nos habían dejado ahí, con unas carretas tiradas por bueyes, porque entre esos arenales y montes de espina, entre tanta piedra y desierto, ni siquiera había caminos, y menos casas.  Solo muy de vez en cuando nos miraba gente extraña -nativos- desde lejos, como si fuéramos extraterrestres, y enseguida desaparecían en el cerro.  Los guardias disparaban un par de escopetazos al aire, mas que nada por espantar su propio miedo, aunque nosotros pasábamos la noche sin dormir, pensando si no sería esa, la vez que entraran en silencio
a degollarnos a todos.

  Había cuatro perros bravos, pero solo se quedaban mirando, sin ladrar, cuando aparecía esa gente, o lloraban como cachorritos.  A veces aullaban, a veces, tiraban de la cadena intentando cortarla, y una vez uno lo logró, y nunca mas volvió al campamento.  Nadie se animaba a cortar por el campo a buscar nada, ni teníamos siquiera noción de para que lado, a que distancia, estaba el primer pueblo civilizado..."

  Con el correr de la historia, la muchachada se había ido tensando, algunos se refregaban las manos, o se hacían los distraídos limpiándose el material de las uñas, sin dejar de escuchar, algunos cerraban los puños o se aferraban a su propia ropa, pero el silencio era absoluto.  Nadie interrumpía ni decía nada: estaban asistiendo a la historia real, jamás contada.  La historia del mundo que los había precedido, y siempre, siempre, siempre, en esa historia había mucha sangre, asesinatos, injusticia, sexo, maldad, apuestas y aventuras de un peligro total. 

  El viejo capataz siguió relatando:

  "Éramos todos hombres, todos jóvenes y fuertes, peligrosos, perdidos en un mar de espinas, esperando que vengan a dejarnos la provista cada veinte días, sin contacto con otros seres humanos, sin mas razón de ser ni posibilidad que el trabajo interminable, duro, arduo.  No veíamos una mujer hace seis meses, o siquiera su voz, su trato.  Nos íbamos volviendo cada
vez mas toscos y agrios, recelosos, violentos y pendencieros.  Nos dimos cuenta que los guardias estaban para controlar que no nos matáramos entre nosotros, antes que para defendernos de cualquier peligro imaginario.  Ya habían muerto dos compañeros, uno partido por un caño, y otro apuñalado en silencio despues de un partido de truco.  Ahí mismo los enterramos.

  Yo ya no aguantaba a nadie, comía despacio y en vez de sestear me iba a caminar bajo el sol, intentando divisar entre los  cerros algún cuerpo lejano de mujer que pudiera guardar en el recuerdo.  Día tras día matábamos alguna serpiente, aunque por suerte, no habían picado todavía a nadie.  Sabíamos, que alguna vez iba a pasar...a alguno, le iba a tocar...

  Yo me perdía a unos dos mil metros del campamento, donde había unas piedras grandes, y me sentaba a descansar ahí, solo.  A veces lloraba, de pura soledad, de la tristeza de ser un ser humano para tener que haber ido a parar ahí.  Me armaba un par de tabacos y fumaba tranquilo, escuchando el silencio ininterrumpido de la tierra, quemada por un sol que no perdonaba nada. Ese día me había recostado, para mirar mejor unas pequeñas nubes, las primeras que veía en ese lugar, lo que las hacia parecer algo asombroso, casi mágico, aunque siguiera siendo muy improbable que dieran lluvia.  

  Las blancas y esponjadas, brillantes nubes, pasaban tan lentamente que casi podía sentirlas acariciándome, acariciándome los pies...  De repente tomé conciencia de que algo, realmente, estaba acariciándome los pies, un escalofrío me congelo en el lugar, al darme cuenta de que algo pesado se deslizaba sobre mis alpargatas sin dejar de pasar, largo, frio: una ponzoñosa serpiente que sin dudas me mataría. A mi, me había tocado a mi.

  Me incorporé lentamente hasta sentarme, pero el bicho sintió algo y se detuvo, apenas la última parte de su cuerpo quedaba sobre mi.  Era una yarará enorme, como nunca había visto, tal vez tuviera quince o veinte años -como yo, pensé- ya que entre sus escamas asomaban largos pelos, lo que denotaba que era una hembra, ya que solo las hembras, con el paso de los años, empiezan a verse de esa manera.  

  Su gris verdoso, sus negros dibujos, brillaban intensamente al sol, haciendo que sus enormes escamas parecieran a la vez ásperas y suaves... Debía tener dos metros, y su cuerpo era mas grueso que mi brazo.  Se había quedado quieta, sin enroscarse pero también sin moverse, y yo pensaba en la injusticia de morir así, solo y abandonado en el desierto, sin una mujer que me hable suavemente antes de irme al otro lado, sin un cuerpo tibio que se acueste al lado mío.  

  Tenía el machete en la cintura pero cualquier movimiento que hiciera para desatar el cordel que lo aseguraba por el mango, podría ser mi final.  Observaba al bicho respirando.  Tal vez había comido algo justo un rato antes, ya que en su vientre abultado, se notaban movimientos como si un pequeño ser todavía estuviera pataleando... El sol ahora me daba en la cabeza de lleno, ya que el sombrero de paja que me tapaba la cara había quedado en la roca, si la serpiente no se movía me iba a volver loco.  

  Lentamente tome la decisión final, fui juntando el coraje mientras el calor y la traspiración iban cocinando mi cuerpo, y antes que pudiera arrepentirme de mis propios movimientos, me tire al suelo cayéndole como un gavilán morado y la aseguré del cogote para que no me pique, mientras me acaballaba encima.  Y antes que la inmensa serpiente reaccionara -mientras la aseguraba con mis rodillas- con la mano que me quedaba libre...

  ...Me abrí la bragueta y saque el picho afuera, y me la cogí."


  El inesperado final, había dejado a todos atónitos.  Todos imaginaban la mano empuñando el machete cañero y cortándole la cabeza al animal,  pero nadie pudo haber imaginado que la historia terminara así... quedó un silencio de miradas desconcertadas, que poco a poco se fueron convirtiendo en sonrisas y despues en interminables carcajadas, exclamaciones, gritos y golpes sobre la mesa, como si la tensión enorme que había provocado la anécdota, tuviera que desplegarse en toda su magnitud.

  A la mayoría, de todas maneras, les quedó la duda de pensar si fue o no real.  Salieron todos a trabajar aun riéndose a carcajadas, haciendo chistes, subiendo a los andamios con una alegría desconocida y nueva, mientras el capataz quedaba, solitario, poniendo la pava al fuego, para tomarse unos últimos mates antes de subir a dirigir los últimos pisos de la obra.  

  Yo estaba haciendo unas divisiones con paredes de yeso, mas o menos a la mitad del edificio, cuando algo me hizo ir a la ventana, a mirar la ciudad y las calles lejanas, las construcciones que se levantaban a la par de la nuestra, entonces el capataz Eusebio paso volando, desde el último piso, y a mi me dio la impresión de que todavía se reía de todos nosotros.  

  Un segundo mas tarde, su cuerpo se aplastaba en una mancha sangrienta al lado del montacargas, mientras de todas las ventanas asomaban las cabezas mirando y preguntándose en silencio que había pasado. 

  Había saltado solo.

  Me acordé del primer día que había entrado a trabajar, y un oficial me  mandó a un andamio a alcanzar baldes, y al verme tan cagado en las patas de miedo, el capataz Eusebio se arrimo a darme ánimos, y me dijo con toda ternura..." Es un rato nomas, despues te acostumbras a la altura... te acostumbras tanto que aprendes a volar"

  Ahora ya no había forma de saber si la historia de la yarará era o no era de verdad.



20 julio

Red Social

 



  Podríamos caer en la tentación de llamarlas Redes "Antisociales" ya que en vez de conectarnos no resultan en otra cosa que en dejarnos cebos para atraparnos como peces, acumulando nuestra energía y nuestros recursos económicos, mentales y psicológicos para objetivos ajenos, lastimosamente corporativos. 

  Por supuesto que cuando hablamos de Sociedad, sobre todo la sociedad actual, no estamos hablando mas que de eso mismo, así que si, son redes absolutamente sociales, dedicadas a profundizar y sistematizar el adiestramiento compulsivo en que consiste la convivencia actual y virtual, presencial, o como sea.

  En definitiva, el mas rápido y cruel de los resultados, es debilitarnos y carcomer el sentido del tiempo, diluir nuestros sueños en la admiración y la añoranza de heroicos e improbables guerreros, aventureros y exitosos incomprobables ejemplos de lo que pudiéramos ser si solo tiráramos a la basura nuestro teléfono.

  Porque, por supuesto, esta avalancha de malos ejemplos, de alternativas idílicas y de justificaciones polifacéticas, no hace mas que debilitarnos, ya que cualquiera de nuestros mas aberrantes disparates o el mas vergonzoso de los desastres, encontrará un posteo donde sea reflejado.  Y no solo eso, sino que también podremos comprobar que nuestra caída en la idiotez y el destructivo egoísmo se avale, festeje y multiplique a través de la imitación y los modernos desafíos donde debemos comprobar que podemos ser igual de idiotas que cualquiera de los demás.

  Así que navegamos, recalamos aleatoriamente, al azar en cualquier producto o página, en cualquier perfil de una celebridad artificialmente maquillada de buenas acciones, en cualquier actividad que nos permita llenar el tiempo segundo a segundo y minuto a minuto hasta gastar el día, ya que cuando abrimos los ojos había dejado de tener sentido.  

  Pero no termina ahí, por suerte, ya que mañana encontraremos nuevas formas de gastar nuestro escaso dinero en objetos inútiles, de esparcir nuestra vida y nuestro tiempo, nuestra precaria atención en historias prefabricadas y evidentemente falsas, en videos fabulosamente falsos e inocuos, en consejos absurdos e indicaciones temerarias, que nos conviertan en calmas ovejas dedicadas full time al pastoreo de la libertad total de la pantalla...

  Y así terminamos sintiéndonos acorralados por el sucio pasto de una plaza, por el cortante viento de la primavera, por el machacante sol de la mañana que nos aleja de rosadas playas de aguas transparentes que empezaremos a disfrutar apenas podamos enchufar el cargador de nuestro dispositivo de incomunicación electrónico. 

  Hemos dilapidado a la raza, a la especie humana.  Ahora solo nos queda la farsa, pero que belleza, si pudiéramos viajar a la irrealidad... 

  Del otro lado del mundo, hay alguien pegado a la pantalla soñando con ser vos. 

Boletería cerrada!

 



Bueno, si hay algo que el afamado y nunca jamás comprobado Covid19 no pudo lograr, los actuales acontecimientos lo están superando a la perfección: El "Occidente Colectivo" ha llegado al fin a su deslegitimación total.  

 Claro que, cuando decimos Occidente, así con mayúsculas, queda cada vez más desnudamente obvio que no estamos hablando de personas, de un entramado social que permita debatir y consensuar decisiones, sino solo de una construcción increíblemente verticalista y piramidal, en que la casi totalidad de la población, ha sido sometida, acostumbrada, domesticada, chantajeada, para asistir indiferente al colorido teatro mundial de la toma de decisiones. 

  Claro que todos, que cada uno, recibe algo a cambio, porque si algo abunda es la diversión y el entretenimiento, el confort gratuito y toda una serie de soluciones justo al alcance de nuestras manos, dedicadas a solventar las crisis y los desastres en que nos sumen una gama variadísima de problemas artificiales.  Es que, nuestra vida de monigotes no tendría sentido si tuviéramos que despegarnos de la pantalla (donde somos felices y libres, en un perfecto e idílico auto construible mundo virtual) para encontrar o siquiera buscar nuestras propias soluciones.

  Por supuesto, que para que no nos salgamos de nuestra cajita, como obedientes fósforos, nos imponían la frontera cuadriculada del sinsentido del mundo exterior, de la violencia interhemisférica, de la miseria amenazadora con que podrían contagiarnos otros aberrantes y tenebrosos regímenes políticos, de... bueno, el absurdo y la mentira han sido la norma, así que las teorías y las falsas verdades, la desinformación total y absoluta, el engaño y la coerción, no han tenido limites a la hora de sumar fuerzas para un mismo objetivo, una misma dirección.  

  Eso llevó históricamente a que, por ejemplo, en un esfuerzo de desapego de nuestra propia conciencia racional -que no nos restaba nada, ya que para nuestra vida diaria no la utilizábamos- pudiéramos pensar que un país cualquiera, debiera ser invadido y su pueblo ampliamente masacrado (y luego saqueado, pero esto es tan obvio que ni siquiera se menciona nunca) para proteger de un peligro inminente e indemostrable a un individuo indefenso o desvalido (real o imaginario) aunque esto fuera un caso que observáramos a nuestro alrededor, sin embargo, constantemente, sin pensar o generar, sin exigir la mas mínima reacción. 

  Es que el mundo real carece de interés, de magia, de chispa: el mendigo que duerme en nuestra vereda todo el invierno, lleva veinte años agonizando sin morirse, sin mas resultados ni beneficios que su mugre y su mal olor.  Cero petróleo, cero oro y diamantes, cero uranio, agua potable, madera, trabajo esclavo, órganos, o cualquier otra recurso de valor. Su falta de rendimiento económico lo vuelve invisible.

  Es que nuestras sociedades se mantienen erguidas solo a través de la hipocresía y la simulación, de la injusticia total y permanente, que permite que millones de excluidos y explotados, de sometidos y violentados habitantes fortalezcan y alimenten, sin ninguna contraprestación, la riqueza y el poder indiscriminado con que unas pequeñas élites dirigentes los aplastan cada día.

  Bueno, por suerte, siempre hay una pequeña guerra que iniciar, donde desplegar nuestros valores como fosforescentes banderolas!! Pero...

  De repente nuestra guerra y nuestras banderas se embarran en el campo de batalla, nuestros valores se vuelven indefendibles al defender la aberración absoluta, el sadismo y la masacre, porque: si hemos dicho durante cuatrocientos años que una cosa estaba mal, al punto de perseguir sin descanso y arrasar a cualquiera, con la sola sospecha, ahora nos conformamos con ser inertes testigos de un diariamente renovado genocidio, de un planificado exterminio, al que cada día disfrazamos de accidente o exceso, o... ya no hay forma.  Nunca la hubo

  Es que, lo único que había era un monopolio indiscutido del discurso, un monolítico templo de la verdad unificada, y un implacable castigo, una detallada vigilancia de cualquier palabra, actitud, o pensamiento que pudiera desequilibrar o debilitar la hegemonía total de una clase dominante excesivamente confiada en su propio eterno y exitoso diseño de la cotidianidad.

  Bueno, ahora no hay forma de acusar a nadie!  O sea... con la legitimización absurda y descarada de una masacre evidente y despiadada, televisada, festejada, institucionalizada, ya no hay un punto de fuga para las antiguas perspectivas, dejando solo lugar a un espacio en blanco donde todo puede ser y esta siendo velozmente reconstruido.  

  Ay!! Que no estaban todos los hilos bien atados! 

  Las nuevas vertientes de sentido con que se oxidan y rompen los viejos esquemas de pensamiento, crean un nuevo mundo mas aceleradamente de lo que los censores pueden destruirlo y ocultarlo.  Las nuevas maneras de ver y tratar al ser humano como un ser, y como humano, ni siquiera se rozan con los viejos esquemas de la explotación voluntaria, con la rutinaria sumisión complaciente que esperaba pacientemente su supuesto premio a la obediencia ciega, a la falta de critica, a la renuncia total al propio pensamiento.

  El mundo no solo se rediseña en las estructuras, dejando oír los crujidos de las toscas, antiguas maneras de mandar y someter al resto, cada vez mas debilitadas por falta de consenso, sino que sus argumentos y enseñanzas, sus funestos mandatos se licúan dentro de cada persona, como si una pequeña rajadura dejara entrar la luz de la conciencia, para ver de otra manera la realidad de este cuarto lleno de monstruos en que se ha convertido la política doméstica y mundial, donde unas y otras corporaciones tiran de cada lado hasta exprimirnos como un viejo trapo.

  El momento ha llegado, es la hora de despertar, se ser consciente de cada uno de nuestros pequeños actos, del costo enorme, absoluto, de nuestra repetida sumisión, omisión, de nuestra indiferente preferencia por lo dado y lo ofrecido a cambio de todo nuestro tiempo y todo nuestro esfuerzo, nuestra alegría, nuestra misma vida.  Es hora de pensar y generar, de inventar opciones que reemplacen a tiempo a lo inservible y absurdo de lo establecido, de machacar las soluciones elitistas y sus inaplicables éticas y morales sectarias y violentas.

  Cada persona en el planeta es responsable, hoy.  Cada uno de nosotros es responsable, ahora mismo, de lo que genera y permite, de lo que alimenta y deja ser, crecer, expandirse.  Solo hay un inasible segundo en que la frontera de la globalización nos permite decidir, ahora mismo, antes que la esclavitud total del cyber control de la implacable máquina nos aplaste a todos por igual.  No hay tiempo que perder, no hay nada que temer que sea peor que quedarnos a ver un futuro de esclavos sumisos. Cada persona cuenta.


23 junio

Recuperando nuestra capacidad de asombro (Poesías)

 



Imitadores


Quisiéramos ser máquinas, y, sin embargo

Tenemos un solo motor.

Como misiles, esperamos, que fijen nuestro destino.

Solo se nos da bien la autodestrucción...

El tiempo de vuelo es tan libre, bello, y sin embargo

No se puede volver atrás.



Restauración permanente


No hay un valle que no se pueda profundizar

Ni una cima que no vaya a ser superada.

El absurdo arte de plantar banderas

No tiene sentido en una tierra que se incendia!


De las cenizas donde duermen los gusanos

También brotan los disconformes, díscolos.

Sus muecas torcidas no llegan a ser sonrisas

Ni su pasividad, obediencia ciega...


Un día reverdece el viejo sendero oculto

Y los viajeros encuentran su rumbo.

La ofrenda verdadera no tiene destinatario

El lujo de los guerreros es elegir:


De entre todos los días, un solo segundo

De entre todas las tierras, un metro soleado.

Vivir sin arrepentirse es saber que...

No alcanzará el tiempo para la redención.



Fábulas modernas


Dejalo, dejalo volar...

El gran elefante blanco trotando va

Las apuestas solo sirven para quienes ganan con apostar

Lo cierto es que no corre para seguir acá.


El gran elefante blanco finalmente despegó:

Nadie lo creía pero su cuerpo rechoncho y liso

Se eleva al solo girar de sus orejas...

Ya no tiene colmillos de tanto amenazar...


En la tierra los transeúntes son cruzados por su sombra fría...

Asombrados, inertes, no lo creen si no lo dan en las noticias.

Los que ganaron de antemano están contando billetes,

Otros ni saben por quien murieron.


El gran elefante blanco se eleva para la foto!

Los que no miran hacia arriba no saben de su vuelo corto...




Rios Voladores 


Pájaros.   Caminando en el aire en inmensas bandadas

Árboles volando, bosques enteros, verdes, aún respirando

Ríos verdes y negros cayendo inesperada y lentamente 

Sobre  las ciudades aterradas de asombro inexplicable

Una inmensa migración de vida y muerte, funesto presagio de un futuro vil

Que se acelera y cae sobre nuestras espaldas.  Frente a nuestros ojos...

Inertes y  desconcertados, solo miramos sin saber que viento los trae...

Es un privilegio ver el futuro? No, solo una cruel anticipada herida.


17 junio

Traición




  Ni siquiera la mas abnegada de las madres ama tanto, tanto, cómo el sistema ama a los traidores.   

  Vivimos en un mundo que solo puede justificar su crueldad demonizando a sus liberadores, masacrando a los desposeídos, a los indefensos, a los rebeldes, a los hambrientos, a los que luchan como si ignoraran(o pudieran evitar) las trampas que se ciernen sobre su cabeza.  Vivimos en un mundo que nos tienta con un imaginario salto hacia la gloria -en forma permanente- sin desatarnos los pies de la argolla que nos fija al suelo.   

  Nos enseñan a soñar con riquezas absurdas e innecesarias, con un poder despótico y tóxico que solo consume y destruye -a quien lo ejerce- con placeres desmedidos y pleitesías exageradas.  Nos enseñan porque pretenden convencernos de que no sabemos soñar.  Porque es más cómodo, más fácil, mas útil para caminar por el centro mismo de la línea que nos trazan, y recibir palmaditas y caricias en vez de golpes y gritos.

  Claro que nuestros transparentes, claros sueños se diluyen más y más con nuestras pesadillas, y eso pasa cada día.  Sale el sol y estamos peor que ayer: vivimos un poco mas enfermos y suplicantes, mas obsecuentes y ridículamente sonrientes.  Porque la chabacana postal en la que tomamos parte, necesita de nuestra declarada, ficticia felicidad.  Aunque no exista.  

  No importa.  Ya a nadie le importa.  

  Todo son máscaras y nada mas que máscaras que tomamos o repartimos de un teatro que se incendia, donde lograron convencernos de que podremos tomar al asalto el escenario una vez que el humo expulse a los actores profesionales, tosiendo sin parar.

  Queremos todo, todo el tiempo, y todo el tiempo no lo obtenemos.  Y no lo obtendríamos nunca, si no tuviéramos la suerte de sumarnos al liderazgo de los disconformes, y caminar a su lado construyendo (dejando que construyan) un mundo realmente nuevo.    Claro que, como aspirantes a divas, amamos el postureo: en un mundo que no espera nada nuevo, que aborrece los cambios, que vive en el temor constante del derrumbe de sus raídas estructuras, sobra con simular.  Con disimular.       

  Somos como ratas orgullosas que no dejan de mirar los cabos, siempre listas a saltar del barco antes de que se hunda, siempre con la panza llena.  Somos como animales de criadero: nuestra aspiración máxima es comer chatarra toxica, un poco menos mezclada con mierda que el que viene atrás... claro que la diferencia con los animales, es que nosotros lo hacemos por elección y voluntad propia!!


 

 No dejamos de mirar noticias para saber si estamos en el lado correcto de la historia (el lado vencedor), aunque para eso debamos cerrar los ojos a miles de injusticias y masacres cotidianas, a la enajenación perversa y la contaminación irremediable de nuestro entorno común, a la pantagruélica hipócrita fiesta permanente de una dirigencia mundial que ya ni siquiera esconde sus apetitos, su total incoherencia, y su verdadero sadismo.

  Estamos listos para vender a nuestros vecinos y amigos, a nuestros hermanos y padres, a nuestros maestros, colegas y adversarios por igual.  Estamos listos para ser el instrumento que arrase todo lo que nos rodea si con eso podemos sobrevivir y, con suerte, acceder a la angosta e inestable cima de la pirámide social, aunque seamos mas esclavos que nunca.  Es que una imagen vale mas que mil palabras, y hoy en día, sabemos que ninguna imagen miente, no importa si es falsa o generada por implacables e insensibles maquinas, el sistema se crea a si mismo y eso, es lo único real.

  Hoy en día no hay mas realidad que la impuesta, y sobre ese hecho indiscutible es que diseñamos nuestra capacidad y nuestra respuesta humana.  El algoritmo y la renovación permanente de estímulos a la que nos han acostumbrado las redes sociales y la interfaz omnipresente del entorno "periodístico", nos presenta noticias, hechos, proyecciones, que reflejen el punto exacto hasta donde ha llegado su manipulación.  Ni un milímetro menos.

  En esta escalada permanente de la conciencia, cada pie multimediático que sube un metro mas arriba, cada garra corporativa que se aferra a una saliente de nuestra conciencia ya no puede ser quitado sin desgarrar todo, sin derrumbar todo lo demás.  Esa es la amenaza, la permanente coerción... tenemos que aceptar un deterioro permanentemente lento, a riesgo de un deterioro permanente, rápido.

 Tal vez ahora mismo, eso se empiece a dar a la vez, en todos lados: ya no hay territorios vírgenes.  La fantasía de un mundo armonizado por las armas, de un planeta pacificado por la coerción y el chantaje, llegó al fin a su demostración.


  Si permitimos que esto pase hasta que ya no quede nada, entre los restos de la especie humana, volverán a brotar los posters donde los mas grandes estafadores y asesinos sean loados como grandes restauradores.  Si dejamos que esto pase hasta que ya no quede nada, ignorando los famélicos caminantes hacia una esperanza ya imposible, los historiadores lograran engañarnos una vez mas, como siempre, convirtiendo en héroes y próceres a los responsables del exterminio y la desolación del planeta y de la especie humana.

  Por supuesto, para consolarnos, habrá historias de heroísmo completamente adulteradas, donde los mas perversos e hipócritas aparezcan como los salvadores.  Incluso a eso, nos acostumbraron, de antemano.



  

Julia R.

        Los niños esperaban, sentados contra la barra del barsucho abandonado en la plazoleta, sus pequeños pies sucios colgaban desde los a...