Me rindo....

  



  Tal vez, como un espejo, hay cosas que me reflejan.  Me desagrada comprobar en el resto del universo mis mismas características, porque me delatan, y me siento en peligro.  

  Me acorralan con sus similitudes estratégicas, y yo, nunca dejo de estar en guerra, como para regalar la llave de mi propia profanación. Tal vez...     

  Tal vez por eso no me gustaron nunca las rosas, tan altivas y arrogantes como yo, repletas de espinas de pies a cabeza, armadas, hasta los dientes, despreciativamente solitarias y únicas...sin más objeto aparente que expresar su infatigable individualidad en un desmesurado estallido final, exagerado y efímero, que casi siempre es decapitado antes de convertirse en semilla.



  Pero las rosas tienen colores firmes que lustran su paño, un verde nítido que absorbe el sol y empuja la savia, un aroma que cautiva con su chabacana delicia, un sentido absoluto, para florecer.  Una raíz infatigable que rebrota desde el fondo del invierno con unas pocas gotas de agua, sin volver a mirar las ramas secas.  

  Una tenacidad que no se gasta en las espinas, aunque las necesite, sino en un final pimpollo que se entrega a los rayos del sol sin miramientos, sin defensas, sin más expectativas que vencer por su propia belleza.  Y estallar. 

  Hoy me di cuenta que las rosas no necesitan de espinas para florecer, sino de luz, de aire, del perfume de tu voz diciendo... 

  No hace falta la guerra, aunque sea necesaria, el mundo es una celebración cósmica donde también las espinas son bellas porque no nacieron para romper y matar.

  Y la flor, no necesita de la promesa de un vaso en el centro de la mesa para desplegarse, sin embargo se entrega a tu sentido de la belleza, y a tu laboriosa producción de esencias como si un jardinero infinito las fuera lanzando para aparecer en tu camino. 

 Y así, aparecí impredecible, como un payaso arrogante, tirando de los vientos de mi paracaídas, para arrastrar mi sonrisa por el pasto de tu patio lleno de luciérnagas y grillos, bichos de luz y gorriones mestizos.  Sin aviso, sin escalas, sin retorno más que la victoria total o la muerte, que me mira a la cara y me esquiva como en tantas otras esquinas del universo.

    Y como  una experta jardinera me alimentaste con las lagunas de tus ojos, y entre susurros amorosamente tranquilizantes esperaste la mejor hora de la tarde para recostarme entre tus brazos y ofrecerme la tibieza y la sal de la tierra, y la dulzura lenta de un infinito abrazo que desmantelara el ansia de mis espinas, afiladas en tanta sangrienta inútil y repetida masacre.

  Y con una lenta y laboriosa caricia, fuiste hundiendo mi ansioso tallo en tu tierra bajo las estrellas  y la humedad de la noche serena, hasta olvidarme de mis hojas marchitas y mis púas llenas de sangre seca.

  Quiero florecer a tu lado y que mueran, de viejos, mis declarados y ocultos  enemigos. Y devolverles, despojarme de tanta ciega violencia que no puedo ofrecer al sol ni a vos.  Quiero arrebolar mis espinas con la purpúrea calma de los atardeceres que se derraman desde tus laboriosas manos.  Y despertar en el amanecer de tus dulces y viajeros labios, ávidos y cálidos...

  Quiero cerrar los ojos sin más peligro que tus incansables piernas, y caer en la emboscada de tu sonrisa picarona y tierna. Y que acolchone mis orejas tu rizado y negro pelo desordenado en la cama, en el pasto, en la arena del río que vemos correr como el tiempo que nos acuna y nos cerca a la vez... cómo el maravilloso milagro de ser humanos y poder comunicarnos desde el centro de un corazón desbordado de amor, en un mundo humano sordo, ciego y mudo de dolor y rabia y repetida miseria.



 Quiero incendiarme en el espejo que enmarcan tus pestañas, y esparcirme en el infinito puente de tu amor, caer como temprano rocío sobre el contorno de tu piel, hasta que el calor de tu aliento y tu  explosiva risa me  materialice de nuevo como un simple ser viviente, en transito por  un planeta mágico indescifrable que  todo lo da sin pedir nada, o casi nada, mas que amor y respeto, mas que la firme determinación de estar completamente vivos hasta fundir nuestra conciencia con la del resto del universo.

  Quiero ser libre, volar, quiero verte de nuevo, ahora mismo, hoy.

 














  

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