27 abril

Adictos al poder: doctrina, fogón y bala, o lo que llegue primero...

 


 

  Cuando los adictos al poder del unidiscurso “rebelde” memorizado sienten que ya debería haber llegado su hora y sin embargo es poco para repartir entre todos, cuando los adictos al poder del unidiscurso “tradicional” hegemonizado sienten que les robaron el piso del trampolín justo cuando habían practicado el salto, cuando los propietarios del mundo sienten que no pueden meter el cambio, cuando los piratas internacionales se dan cuenta que pagaron por un puerto que está lleno de barro…

  …Se terminan las negociaciones y empiezan a ladrar por todos los micrófonos, todos juntos, todos a la vez, todos insultándose al pasar en las concesionarias, en los clubes, en los pasillos, en las oficinas, en las redes virtuales.  No alcanzan a ver que el resto de la sociedad empieza a cansarse, que el noventa por ciento de la población no saca ningún beneficio de ganar o perder por sus causas.  

 La inmensa masa de gente que nació y vive acorralada por el sistema y la burocracia, solo pueden aspirar a perder un pedazo más de su decisión, de su autonomía en aras del triunfo del seudoidealismo comercialmente afinado para ser depositado en paraísos fiscales compartidos entre todos los actores: políticos, seudopoliticos, cuasipoliticos y apolíticos que se debaten con espadas de palo para ver quién es el que se lleva la parte del león.

  El león esta enjaulado, el león, hambriento vive en el corazón de la gente que no tiene ya mucho más que perder, que no tiene balas para sus armas ilegales, que no quisiera jamás usar. 

 Que termina apuntando a sus vecinos, blancos igualitarios de la desesperación, del derrumbe de sus sencillos ideales, de la expectativa engañada por una forma de plantearse a sí mismo como pastos, como si no pudieran esperar algo mejor que alimentar los estómagos rumiantes de los punteros políticos, los comerciantes, los traficantes y vendedores de mascotas humanas. 

  Ser digerido una y otra vez, no es agradable para nadie.

  Y sin embargo, sin quererlo o sin saberlo, termina pagando las balas de los grandes simuladores, los verdugos que van a practicar al tiro federal, solo porque todavía hay que esperar un poco para usar blancos humanos. 

  Todos los días los escucho practicar, sé que no se acabaran las balas, sé que la puntería mejora cada día, sé que soy el blanco, todos lo sabemos, en mi barrio.  

  En los miles de barrios empobrecidos, llenos de basura, peleando día a día por echar una papa más a la olla, mirando comer a nuestros hijos de un plato que no alcanzamos a llenar. 

  Sabemos adónde va a rebalsar la marea.  Siempre es igual, disfrutamos de la vida, diciendo las cosas claras, altivamente pasamos, sin bajar la mirada,  al lado del policía que baja la cabeza desorientado o apreta los dientes justo antes de quebrarnos la nuestra con un palo.

  Y pienso en todos esos estúpidos de la camiseta, comprando posters, pintando banderas… si alguna vez, solo una vez se abran puesto a pensar que los grandes “rebeldes”, “revolucionarios” no vivían con un libro bajo el brazo, no iban leyendo su propia biografía para saber qué hacer, sino que solo actuaban con el corazón sin dejar nunca de enfrentar la vida.

  Caminaban sin dejar de dar la cara, sin dejar deponer el cuerpo, en condiciones que distan mucho de sus esquemas de laboratorio, amparados por un aparato mezquino y arbitrario, una estructura caníbal que solo deja triunfar a unos pocos a cambio de consumir a casi todos.

  Ambiciosos de poder manipulando a la gente, hasta esos tipos están sobrando hoy en día, pero siguen intentando abrir camino, con sus camisas nuevas, blancas, de marca, recién planchadas, entre la mugre y los charcos, entre las tablas sin techo de la villa que hasta les da de comer sin dejar de despreciarlos.

 Vuelven a su casa y lo primero que hacen después de cerrar con llave es lavarse rabiosamente con jabón no sea que se les pegue sarna o alguna enfermedad de pobres, y sueñan con llegar al poder mientras corre el agua de la ducha, sin pensar en el barrio sin agua.  

 Se supone que tendrían que fortalecer la democracia pero solo la ensucian, la debilitan, todo teoría y nada de práctica, usando a los pobres como abono para cultivar poder, peor que el fascista que solo quiere tirar una bomba y matarlos a todos.

  Hasta el político sucio y corrupto es menos despreciable, porque hace su juego limpiamente, casi pintoresco en su sonrisa de piedra, y aguanta los insultos a cara descubierta, y reparte la parte mínima de sus ingresos generando miseria sin dejar de dar la oportunidad de pasarse a su bando, sin dejar de sonreír ni cuando lo corren a toscazos, sin dejar de volver como si fuera la primera vez, con las mismas promesas viejas, para las nuevas elecciones.  

  Cuando pierde y cuando gana es con la misma impiedad.  Como solo busca el poder, casi siempre da más…

   No sé porque pierdo el tiempo reflexionando incoherencias, es tan estúpido como esperar ver al Che Guevara en alguna marcha, con una camiseta con su propia cara.  El día de la masacre se acerca, solo tendremos como arma cultivar nuestra coherencia… 

  Pensar en otra opción es solo locura funcional al sistema, el camino ya empezó y no basta con libros, hace falta construir humanidad, hoy mismo, no mañana.

No voy a extrañarme

 

 

¿Cómo y cuándo nos volvimos tan vulnerables? 

 ¿Cómo es que cada día dejamos de pensar en el mundo como nuestro lugar, como nuestra casa?

   No es raro este enfoque si tenemos en cuenta que ya dejamos de pensar en nuestro propio barrio, nuestra ciudad, nuestro país, como un lugar del que tuviéramos que sentirnos responsables. 

  No podemos siquiera detenernos seriamente a mirar alrededor, solo televisores, solo buenas noticias, solo gatitos de peluche o perritos heroicos podemos ver, rescatando loros mojados, y a través de la pantalla. Es fantástico que la globalización permita un intercambio de información tan instantáneo y permanente, aunque lo cierto es que la mentira y la manipulación siempre tendrán más medios, más tiempo, mas minutos en el aire, y sobretodo, más gente destinada, decidida a creer. 

  Porque es completamente infantil dejar de trabajar para salvar un puto pato, o un arbolito de mierda, cuando ya salió el nuevo modelo de televisor de pantalla híper plana y sonido auto envolvente, si después podemos ir al vivero y comprar una planta de interior tropicalísima, que encaje sin contratiempos con la estética del buen gusto…

  No nos damos cuenta que nosotros ya estamos siendo tratados como plantas en maceta, cuando somos seres humanos. ¿Lo somos? ¿Todavía lo somos?

 ¿O es que han cambiado las definiciones para amoldarnos a esta híper realidad permanente?  …¡Y deberíamos apuntar a nuestra realización permanente!

  Y aunque la maceta parece cómoda, no podemos más que esperar desesperados la manguera que nos tire un poco de agua, el abono que nos permita estar lo suficientemente verdes, la luz que nos permita llegar hasta el amague de flor que terminaremos lamentando porque hace rato que se cosechan los pimpollos. 

  Como los morrones madurados con acetil, en las cámaras de los grandes mercados hortícolas, cuanto falta para que maduren a nuestros hijos en la cámara oscura de la escuela, a gusto y conveniencia de las empresas, de los gobiernos, de los intereses más oscuros del mundo…

  ¿Aaahhh que? ¿Queee? ¿Que ya está pasando? Pero si yo no me había dado cuenta, por dios ¡¡¡¡Si siguen hablando de San Martin y números naturales, como cuando yo era chico…!!!!

  Algunos tienen la mala suerte de no ir a la escuela, de ser analfabetos y perderse la mitad del mundo, no saben que no se pierden gran cosa.

  Somos esclavos, definitivamente: somos esclavos del confort, de la mirada, de la necesidad, de la propaganda, de las definiciones, del estatus, de los estatutos, de la pretendida grandeza del ser humano.

  Ya no hay una solución que parta de seguirnos mintiendo a nosotros mismos, ya no la hay.  Cuando nuestros hijos nos pregunten papa… mama… ¿Qué estabas haciendo? 

  No podremos responderles con la misma mentira que elegimos consumir hoy mismo, glotones de calidad sin culpa, de diversión sin escalas, somos el socio perfecto de las empresas más inescrupulosas del planeta, y seguimos peleándonos por poner a uno u otro de sus vicepresidentes al frente del gobierno, cuando ya no hay diferencias en la delegación, cuando todo el poder que se vuelve ajeno es absorbido sin dejar resaca ni rastros por las más grandes corporaciones.  

  Ciclopes autónomos de la destrucción, ya no necesitan leyes ni dueños ni nacionalidad, les alcanza con vivir de nuestra estupidez total, nuestra irresponsabilidad como individuos, nuestra ambición de manual barato para conquistadores modernos.

  Todo el poder es absorbido sin miramientos, no estamos delegando nada, solo perdiendo para siempre, solo regalando nuestra vida y las consecuencias hacia el futuro, solo dejando en manos de verdugos rutinarios lo mejor de nuestra vida, de nuestro tiempo sobre la tierra, de lo que pudiéramos ser…

  Si tuviéramos que detenernos a pensar, parecería horrible que fuera nuestra propia decisión lo que nos condena, pero hacemos de cuenta que no es nuestra vida, que no son nuestras decisiones.  

  Votamos por uno u otro, y no nos parece raro que el cambio no cambie nada, que la cadena siga atada a nuestros tobillos, a nuestras muñecas a la pared del cubículo donde nos indicaron que se desarrollaría nuestra vida de ahora en más, para siempre, hasta que nos libere la jubilación para poder disfrutar de la vida.  Hasta que nos libere el Quini Seis para poder disfrutar de la vida, hasta que nos libere el gran golpe para poder disfrutar de la vida, hasta que nos libere el puesto firme a la cabeza del poder para poder disfrutar de nuestra vida.

  Que extravagante espejismo, que salvaje autoflagelación, automutilación, que escuela de sometimiento total y permanente sostenemos con nuestras cuotas puntuales. 

  Sigamos consumiendo pretendiendo que vamos a detener a las empresas que fabrican el consumo, o empecemos a producir bienestar humano. Bienestar real, responsable, social de nuestra pequeña sociedad familiar, hogareña, o a lo sumo barrial.

   Preocupémonos de hacernos cargo de lo que podemos cubrir con nuestros ojos, desde la puerta de nuestra casa, y cambiaremos el mundo a miles de kilómetros de distancia, saquemos la vista del ordenador, de la Personal Computer, de la Tablet, de esta hermosa pantalla de veintiséis pulgadas, y miremos la noticia donde se genera 

 ¡Justo frente a nuestras narices! 

  Nosotros somos la noticia, el futuro llego. 

  Cuando entre los escombros de la decadente sociedad actual se investiguen las causas del desastre, cualquier historia será la tuya o la mía, quejándonos del calor y del precio de los Split, del precio de los alquileres y el color de las naranjas, del olor de los arroyos urbanos y los mosquitos y la falta de stock de insecticidas… 

  ¡Por que sacaron del mercado ese producto tan bueno! ¡Mataba todo, no dejaba ni un bicho! Y ruego a dios en las alturas…. Que no me deje faltar el dinero para la cuota, ni para el plan de medicina prepaga, ni para la jubilación privada, ni para…

   ¿Es que acaso hay garantías de que el mundo que pagamos por adelantado subsista siquiera diez o quince años más? Somos productos, no personas, es hora de que nos empecemos a hacer cargo de eso si queremos de verdad empezar a cambiar algo. 

  O dejar de tratarnos entre nosotros con la etiqueta gastada de “seres humanos” que ya perdió validez hace rato. Es hora de pensar en algo más que en el color y el lustre del cajón que no vamos a ver, como nuestra última decisión.

  El mundo es ahora. Somos ahora.

 

26 abril

Descubrimiento

 

 


     El despertador sonó y por primera vez en mi vida sentí ganas de aplastarlo o lanzarlo contra la pared en vez de apretar el botón y salir soñoliento de la cama, buscando con los pies las pantuflas, tratando de abrir los ojos en la media luz para no chocar los muebles, hasta el baño adyacente a la habitación a lavarme la cara.  

  La calidez de la casa cerrada y alfombrada, el valor sentimental de los adornos encima de las repisas, como ese pedazo de vidrio extrañamente deformado… 

  Las fotos de mis hijos, que crecen y crecen, sanos y fuertes… 

  Agradezco en primer lugar a Dios por bendecir mi vida.  

  Camino hacia el baño, inspirándome mientras pienso en el día, que pareciera continuarse en mi cabeza, con solo un segundo ínfimo como paréntesis representado por el sueño y la noche. 

  Camino hacia el baño y es como si caminara por el pasillo hacia mi oficina, ensayo la entonación dela voz cuando le pida a la secretaria que me pase el resumen de ventas de la región noreste, con el registro adjunto de transacciones comerciales inmobiliarias del último año. 

  Sé que voy a descubrir una relación. Aunque deba disponer del tiempo del almuerzo en familia y dejar al azar de la inconsistencia de la madre, las preguntas y necesidades de los niños (inconsistencia en el plano mental, aunque en el manejo de la casa, que, por otra parte, se transforma en eficiencia, minuciosa y exacta como un libro de actas). 

   Lo hare aunque ellos no entiendan que es parte de su futuro: un día perdido a cuenta del bienestar, mañana me lo agradecerán cuando tengan la posibilidad de ser hombres, y Emilia de ser una buena esposa.

  Como si yo hubiera nacido pisando estas alfombras, como si yo hubiera comido cinco veces al día, y servilletas y… A veces me pregunto si no estaré dando demasiado, si no estaré malcriando a estas criaturas.  Pero tampoco podría darles menos.

  …Y debe haber una relación (pienso, volviendo a la oficina) ¡Si la encuentro podría adelantarme lo suficiente, comprar las propiedades antes que ellos y revendérselas sin siquiera tener que ir a verlas!

  ¡Ah sí!  Marita se divertirá yendo con los niños a desmantelar los antiguos caserones, llenando el patio y la galería de trastos viejos, renovándolos y esparciéndolos por la casa, llevando el resto a los anticuarios, o dándole utilidades sorprendentes como ese juego de macetas hecho con tinajas de aluminio, que pintaron con Emilia y fueron a comprar juntas la tierra y las flores para poblarlas.

  Flores, donde hay una mujer debe haber flores, es una garantía de calidad, no me gustan pero lo acepto, y así dejo en manos también de Marita toda la educación de Emilita, salvo temas fundamentales en que debo ser consultado, pero confío en los resultados, ciertamente.  

 Por suerte existen las mujeres para encargarse de estos temas, sino serian una distracción atenazante, y los negocios, y el futuro, y el trabajo se verían contaminados por la blandura de las tareas sentimentales de la decoración del hogar y la crianza de los hijos, entre otras…menos importantes…

  Hoy estoy realmente cansado, debo haber dormido mal, pero yo sé que cuando la mente trabaja durante el sueño, por la mañana aparece la respuesta como un chasquido de dedos, y mi cerebro empieza a descargar la información digerida en las horas de reposo absoluto.

… ¿Por qué no recuerdo el nombre de la sirvienta? 

  ¿Qué es todo este polvo y desorden? Sin dudas habrán estado jugando los niños ayer y nadie me avisa nada, saben que mi furia no dura todo el día y que si no me entero a tiempo, casi siempre alivio el castigo, pero esto… los marcos de las fotos… 

  Ya es demasiado, pegado así como si fuera un collage, el juego de muebles inigualable, laqueado a mano en tardes y tardes de sol, rayado como si fuera un mapa caminero.  

  Marita va a llorar de impotencia, estoy seguro, controlo mi ira hasta que pueda bajar a desayunar, y abro la puerta del baño: aceite, anoto mentalmente, en los goznes, todo tengo que pensarlo…

  ¡Otra sorpresa! El espejo no existe, deben haberlo roto, esto tendrá un castigo ejemplar, de la amargura apenas si puedo levantar los pies para caminar, realmente un día que empieza así no puede terminar sino peor, me lavo la cara, me asombran mis manos arrugadas, pero no las veo, no quiero entender, solo terminar el trámite de despertarme. 

  Abro la puerta del mueble destartalado, ahora si lo estoy viendo bien, y la ropa tirada descuidadamente sobre la cama, lloraría si la debilidad fuera un vicio en mi vida, pero sigo adelante ofuscado, el espejo recorre los sacos y las corbatas mientras gira la puerta hasta quedar frente a mi cara, pero no es mi cara, en la puerta del ropero lo que hay es una ventana donde un viejo decrepito mira con miedo, y los ojos muy abiertos, la boca entreabierta para dejar escapar un hilo de baba, arrugas y manchas en la piel, y el pelo blanco de un hombre anciano. 

  Me congelo, nunca me había sentido tan en peligro, y alcanzo a dar un grito mientras giro hacia la puerta lateral, la que da hacia la puerta de la pieza de Marita.

  Un libro suena al caer contra el piso, como le gusta leer por las noches, siempre se queda dormida, jamás me escucho gritar así, debe estar asustada, abro la puerta para explicarle lo que no termino de entender pero la cama está vacía, y en su lugar, en un sillón, no termina sino de despertarse otra persona, una mujer, en traje de enfermera, cada vez estoy más confuso

  ¿¡Donde esta Marita!? Grito y me exalto. Ahora siento que mi cabeza es una turbina de pensamientos que no terminan de definirse, como si faltara un gancho para pescar alguno al voleo y empezar una serie que pudiera servir para hacer alguna pregunta útil, ya que no explicar nada.

  La mujer se levanta y me habla ¿Cómo sabe mi nombre?

   Gerardo, Gerardo, Gerardo… insiste aferrándome delos hombros, lo que en mi fuero interno agradezco porque a decir verdad siento que mis piernas han dejado de temblar para aflojarse, para rendirse al choque de la monstruosa evidencia de lo incomprensible, me manipula hasta que logra sentarme sobre la cama.

  La miro servirme un vaso de agua, algo me dice que es parte de una rutina, una pastilla que me dice que debo tomar, y me habla mientras toma mis manos suavemente, lamento no haberle hablado así un solo día a mis hijos, algo me dice que esta es mi vida, pero también algo me dice que es solo un sueño, producido por el exceso de trabajo…

  Ya se, estoy en la oficina, me desmayé y me está reanimando mi secretaria, cierro los ojos, saboreo el agua sorbo a sorbo, el sabor del ritual, siento el peso desaparecer de mi mente, empiezo a escuchar los ruidos de la ciudad que se despierta, nada concuerda o nada es real, o yo no soy real pero no importa, el acolchado bajo mi pijama es real, escucho como un sueño su voz que dice…

  ¡Bueno vamos abriendo los ojos despacito, sin caernos, hoy hace un hermoso día de sol…! Y sin poder evitarlo para siempre, finalmente los abro y la veo, su sonrisa que trata de llevarme a un estado que no persigo, que no necesito.

  La enfermera ve la alegría como una necesidad, y empieza el día con un chiste, y lava mis lágrimas con su pañuelo, y me deja sentado mientras abre la ventana y llena todo de luz.  

  Y yo espero que me diga que hacer, porque todavía no entiendo que me pasó, dónde estoy, quien soy realmente, ni fecha alguna en el calendario más que alguna hora incierta de la mañana… del año equis en algún lugar que puede ser mi casa, como no…

 

21 abril

El secreto

 

 


No todas las flores nacieron para ser cortadas, sino para dar semilla, me decía mientras volvía a casa, al insomnio y la nostalgia de haber vislumbrado un pedazo intacto del paraíso.  

  Caminaba respirando universos enteros en cada bocanada de aire, vivo, espeso como agua en mis pulmones, y yo mismo me sentía como un chorro de agua que fluía y se derramaba sobre mi propia sombra. …

  Dormir y despertar ya eran tramites que enmarcaban un matiz del mundo que no podía dar a conocer sin ponerlo en riesgo, y del cual no hubiera podido obtener pruebas sin convertirme en un depredador, tampoco me importaba gran cosa informar de nada.  

  Mis pies sucios de barro volvían por el sendero, los mismos pies que pisaban la resaca de siempre, pero no eran los mismos.  Yo no volvería a ser el mismo, definitivamente. 

  En realidad no recuerdo como había llegado tan lejos, buscaba cada día nuevas playas, más salvajes y lejanas, donde pescar con tranquilidad, donde obtener un gran pez que pudiera vender para pagar las cuentas y comprar harina y azúcar, yerba, anzuelos…  

  Era mi intención hacer fuego y comer alguna boguita en la misma playa, mientras esperaba, al calor de la selva y la arena finamente filtrada por la corriente. 

  En realidad el pique no me importaba tanto como el hecho de pescar, de estar tenso y atento a un borde de brillo en el agua, a una mínima variación que me permitiera anticiparme.  

  Sin embargo esa tarde todo iba creciendo en el aire tanto como en el agua, en el tiempo como en el espacio entre las cosas, como un brote de magia que nace del vacío mismo y no puede dejar de emitir chispas.

  Tal vez ella me había hipnotizado, con su sola presencia extrañamente cercana, fabulosamente real, curiosa y pura, su cola iba y venía contra la arena haciendo un ruido rítmico que duró lo suficiente para dejar mi voluntad en sus manos, sin concesiones.  

  Solo fui consciente del ruido al momento de dejar de escucharlo, aunque no era áspero como las piedras que se iban metiendo en el agua, sino como si un niño jugara con arena fina haciéndola caer de una manito a otra, el ruido tenía entonces olor a piel y textura de pasto brotando en medio del bosque.

  No sé cuánto tiempo tarde en girar la cabeza, solo que al darme vuelta el tiempo mismo había perdido sentido y una leve penumbra jugaba entre los árboles y la pequeña ensenada. 

 Había hecho aparición la criatura más extraña y hermosa que vi en mi vida.

   Sus ojos me miraban pero no eran sus ojos una mirada, sino que estaban fundidos con todo lo demás, como un tapiz que saliera del centro de su iris y se enmarcara entrelazado en la fresca arena de la costa, en las ramas horizontales de los musgosos arboles indiferentes. 

  El largo cuchillo clavado de un golpe en la arena, mansamente perdió sentido ante ella, que me miraba curiosa y tímida, asombrada al parecer de verme, como si yo fuera el que había salido del agua. 

  Un espacio en blanco barrio con todos mis pensamientos (ya no servían para nada) y un puño agarro mi estómago, y desde ahí tiro de mi cuerpo hacia adentro, licuando todos mis posibles movimientos, dejándome como una red tendida al sol, como si no tuviera más cuerpo sino solo viento pasando impunemente entre los agujeros y los nudos… 

  Respire profundamente esperando que se fuera, pero seguía ahí, y recién entonces pude verla un poco más detenidamente, tanto como ella me observaba a mí.

  En su pelo, negro derramándose sobre la arena, se enroscaban algunos caracoles lentos, y su cara extraña, humana en un cuerpo ajeno, era de la más hermosa y suave tez que yo hubiera soñado alguna vez, un ligero movimiento, reacomodándose, sacudió su pelo dejándome vislumbrar sus senos, y supe que no iba a volver a dormir sin soñar con ella.

   Jugaba con una escama que se había sacado de algún lado, un entramado de ramitas se movía bajo sus orejas, y una piedra transparente finamente engarzada colgaba de su cuello, enredándose en su pelo, antes de las primeras escamas que empezaban a nacer bajo su pecho, luego su cuerpo se envolvía de una fina cintura, que en vez de dar lugar a piernas humanas, daba nacimiento entre sus caderas al inicio de una cola de pez increíblemente hermosa y brillante, completamente de otro mundo.

  Yo que estaba acostumbrado a filetear peces sin compasión, vi por primera vez como la conciencia movía cada musculo cada pequeña aleta, cada nervio musgoso entre la membrana semitransparente de su fuerte aleta final, en un despliegue de vida sagrada y diáfana.  

  Nos miramos y yo lentamente me gire para no asustarla, y ella asombrada miraba mis piernas, que crucé como para que se dé cuenta que no pretendía hacerle daño.  

  Y así pasamos algunos minutos, observándonos sin palabras, nutriéndonos con la sensación de estar ante una criatura de otro elemento, haciéndome sentir único, especial, aun con mis tontas piernas, que ya estaban empezándome a parecer inútiles y grotescas. 

  En un momento se dio vuelta ¿La había asustado? Pero eran dos cabezas en el agua. Pensé que nos habían descubierto y saldría huyendo, yo estaba seguro que no dejaría que ningún pescador le hiciera daño, pero eran ojos intensos como los suyos, y un deslizarse sobre el agua mirándome también, que no dejaba dudas. 

  Estaba siendo testigo de otro mundo.

  Sentí que me decía adiós acudiendo a su llamado, y el rio salpicando su cuerpo, el agua inusualmente transparente, empezó a rodearla como el crepúsculo rodea a una puesta de sol magnifica, dejándonos inquietos y aprehensivos en la noche oscura. 



  Volví tropezando a casa, porque el crepúsculo era real, y la selva se cerraba en torno a mí, una extraña tranquilidad me había ganado, un desapego, una sensación de amor que me hacía ver el mundo de otra forma, mi rancho parado sobre ramas curvas, la tierra apisonada de la entrada, el montón de cenizas bajo la parrilla, todo tenía un significado intenso y nuevo.  

  Me agache dejando mi bolso en el suelo mientras recogía un puñado de escamas entre mis manos: me quede mirándolas largamente, no sé si podría volver a comer alguna vez pescado, una sensación en mi garganta me atenazaba subiendo hasta mi cara hasta que logro salir por mis ojos, hasta que las lágrimas calientes me redimieron, cristalizando la confusa paz de pez fuera del agua en que me sentía morir mansamente.  En las callejuelas de arena los pescadores seguían volviendo del rio… 

  ¿Si había sido real, porque no había pasado ninguno en ese momento, porque parecía un paisaje de otro mundo?  

  Nos gritamos como siempre al pasar, haciéndonos las mismas preguntas y comentarios de siempre, el mundo de siempre, las aletas en los baldes bajaban hacia el pueblo, para volverse arroz y azúcar, tabaco y anzuelos… de repente mire la red oreándose tendida entre dos palos y me pareció tan cruel que en ese mismo momento tome la decisión de deshacerme de ella.

 

  Al otro día la vendí, comprando algunas frutas frescas, envolviéndolas en hojas de bananero para que no se ensucien con el bolso vacío: solo ahí me di cuenta que había dejado, en la lejana playa, las líneas tendidas, mi hermoso cuchillo clavado en la arena, y las ramas secas acomodadas listas para encender el fuego. Era casi mediodía.

   …¿Tanto había caminado? ¿Otra vez me gano la tarde llegando a la oculta ensenada salvaje, o era la hora eterna de ese lugar?  El mango de madera dura sobresalía del suelo, mostrando ahora la hoja, como si lo hubieran sacado para mirarlo y vuelto a clavar respetuosamente. 

 Pensé en el extraordinario filo del viejo acero y me dio miedo que se pudiera haber lastimado, porque todo era real en ese lugar, y no había dudas, pero no había afortunadamente gota de sangre alguna. 

  Extendí las frutas sobre una hoja de bananero en la orilla, y espere sentado, hasta que no hubo más pensamientos que pudieran interferir en mi serenidad. Las líneas, los anzuelos, el cuchillo envainado ya descansaban en el bolso. 

  Mirando la superficie del agua hasta que me dolían los ojos, esperaba verla aparecer ansioso por darle mi regalo de paz, mi agradecimiento.

   Como humo, una cabeza se destacó entre las piedras, y luego otra, mirándome, y hundiéndose las dos nuevamente cuando ella surgió del agua.  Me salpico un poco al salir, coleteando, y su pelo sobre la espalda dejaba ver su magnífica desnudez. 

   ¿Podría seguir mi vida normal si la tocaba? Pensaba hipnotizado al ir a su encuentro… asombrada, giraba un durazno jugoso entre sus dedos largos, y se hundió con él en el agua, pensé que la había asustado, desconsolado, pero un minuto después volvió a salir con un hermoso patí que sostenía desde las agallas.  

 Lo tome entre sus manos rozando sus dedos, nos quedamos mirando.  Era demasiado extraño nuestro encuentro, y yo sentía que si seguía enamorándome sin remedio, iba a perder el contacto con el mundo que conocía.

   El pescado se movía lánguidamente entre nuestras manos, mis pies en el agua, mi brazo extendiéndose, mis dedos empezando a recorrer los suyos, y después la suave piel de su brazo y después su pelo, el contorno de su oreja…

  Comunicándonos sin palabras nos dijimos todo, y una mezcla total de sentimientos, una añoranza de lo indescriptible, me iba ganando al saber que tal vez sería la última vez que la viera. Paso un minuto así, hasta que otras criaturas llamaron su atención. 

  Nos separamos trabajosamente, y luego de sus manos broto un espacio de luz que flotaba entre chispas vivas, lo soplo hacia mi cuerpo y yo me sentí curado de todo mal, de todo daño que hubiera adentro mío.  Aunque la respiración en su pecho movía su turgente piel, no me anime a insinuar tocarla, podría haber sido una ventana irredimible a la locura.  

 Salí del agua creo, junte mis cosas supongo, intuyo que camine lentamente hasta mi casa.  Mientras, mi cabeza desplegaba un catálogo infinito de todas las cosas hermosas y simples del mundo.

 …El fresco patí se volvería harina y huevos, para hacer unas tortillas y seguir mi vida de siempre, como si fuera mi vida de siempre, haciendo los mismos comentarios con los viejos pescadores sin revelar mi secreto, como si yo fuera el mismo.

  Enrolle el hilo en la aguja de madera y empecé a tejer la nueva red.

18 abril

Camino (Poesías)

 

 




                                                                Azur

 

Sentí por un segundo                                   

Tu piel tan tibia

Sabiendo que

Nuestros caminos no se cruzarían hoy

Y verte caminando

Y yo también, como si importara tanto caminar

…nos alejábamos sabiendo

Que crearíamos una nueva oportunidad

 


                                                   Golpe de suerte

 

Quien sabrá

Quien sabrá

Si mañana caminaré

Al sol o a la sombra

Quien sabrá

Si mañana descansaré

Sobre o bajo la tierra

Quien sabrá

Quien sabrá

Cuando termina o empieza

Lo que me pasa mañana

 



                                                                   Soga

 Una tristeza infinita sacude las hojas de los árboles, hasta hacerlas caer, secas y duras, marchitas

Pero solo es el otoño, que anuncia la fase de desconcentración, descanso, y retiro

Cuando vuelva la primavera, estarán los brotes listos, la savia fuerte, la hoja verde

Y el verano encontrara la flor hecha fruto, los seres vivos alimentándose unos de otros.

Porque entonces elegiste morir así, yo mataría, o buscaría una mano ajena

Un duelo mortal que vengue a la humanidad, un vuelo eterno, no una cuerda

Idiota, juzgándote, te extraño y apenas si te conocí, porque el mundo que te cerco

También era mi mundo, y ahora siento tu espanto, de no poder arrepentirte, colgando

Pero nunca supe cómo salvarte, ni dónde estabas, ni tu nombre, ni porque no lo sabía.

Vivo, camino, sueño, lucho, y pienso en mí, y cada día uso las cuerdas para otra cosa.

Igual me duele. La humanidad acorralada. El planeta ocupado. El tiempo cuadriculado.

 


                                                       En la plaza

La naturaleza

La naturaleza humana

No cambia, no se detiene

Aunque siempre haya un tonto

Que no se la tome en serio

O una ingenua

Que pretenda manejarla

Y cuando el tiempo se agota

El ritual de la descomposición

Se adelanta al tiempo

En manos de los inagotables.

¿Quiénes quedaran con las manos vacías?

¿Quiénes quedaran con las almas llenas?

Solo el transcurso del tiempo

Es verdad en estos casos

Mientras sabemos, nosotros

Que solo somos un grano de tierra

En un planeta, pequeño y grande a la vez.

No vale la pena pensar en nada

No vale la pena salvar a nadie

Criaturas del día y de la noche

Se capturan en la eternidad.

 


                                                                Sólo amor

Quisiera estar más lucido

Cuando llegue ese momento

Y no desprevenido de alegría

No entregado de antemano

En una sonrisa interna

Que me abandone

Indefenso, a tus cuchillos de seda

A tus pies de caminar suelto

Solo para ser tú pavimento.

 


                                                     Rápido

 

Elecciones, ni más ni menos, sin derechos, a decirse equivocadas

Acá y ahora, está pasando,  y lo dejo pasar, y lo abrazo

Inconcebible devenir del tiempo, tiempo humano irreversible.

Apenas, no soy el mismo, que decidió dejar de ser

Y subir al monte no me aclaro la perspectiva

Si no me mostro el camino que seguía bajando, hacia adelante.

Ganar y perder solo son palabras de gente, pero una mosca no las conoce,

El aire no sabe de smog ni de árboles, y sin embargo los recorre,

Y vivir no es parte del mundo, aunque no valga nada correrse.

Pero sin participar de eso, volvemos a intentar darle sentido,

Una conexión, un fluir, un ligero soplo de libertad…

Me arrastra a veces hacia lo que soy, cuando, sin embargo, ya no importa.

 


                                  Bajo lluvia

 

Hace años que necesitaba escuchar tantas cosas

Que había olvidado que yo estuve ahí.

Porque nadie decía que el tiempo había pasado

Con mi presencia y mi brazo desmalezando, arando, sembrando.

Vigilando sin dormir años enteros, la jungla nocturna…

Uniendo uno por uno los carroñeros con la tierra.

Pero el cuerpo tiene memoria y un día habla, no puede mentir

Y la sangre que corrió hasta el suelo cobra sentido

Porque la sombra que dio cobijo al fruto, trabajosa

También creció y se unió en los dos lados

Para que jueguen los sueños inocentes

Ya fuertes para caracolear en el viento

Que hoy los despeina sin derribarlos

Firmes, hacia el centro del mundo

Suaves, hasta el reflejo del sol.

Infinitos, hacia un lugar sin tiempo

Libres hacia un lugar sin dioses…

 




                                         Paciencia

 

Un día

Saber que un día llegaría

Es combustible para mañana

Dejar el pico conquistado

Bajar por la ladera, otra vez.

No cedo en puntos intermedios

Aunque descanse, tome aire…

Antes que recostarme salto

Antes que engordar sangro.

Dormir con las armas en la mano

Cerrada la mano en la rienda

El caballo ensillado

El mundo se convierte en sueño

El sueño atraviesa el mundo.

Como sombra vi pasar

El planeta incendiado

A través de un trompo

Lentamente, claras intenciones

Se desnudan cuando no saben

Que los están mirando

Y salgo y sigo sin dudas

De su ansioso desenfreno

Un pie después del otro

Construyendo libertad.

Un día

Caminar, es el camino.

 


                                              ¡Cómo vivimos!

 

A veces nos parece peligroso el invierno

Porque todo es noche, porque todo es frio

A veces nos parece penoso el verano

Porque todo es sol, porque es todo calor

A veces nos parece triste el otoño

Porque solo miramos las hojas cayendo

 A veces nos parece infeliz la primavera

Por la alergia que llega al bunker de cemento

Y no nos damos cuenta que…

Lo realmente malo es como vivimos

 

A veces el mundo parece hostil

Porque no nos alcanza el dinero

A veces parece un poco soso

Porque no podemos pagar la diversión

A veces nos sentimos inútiles

Porque no encajamos en el engranaje

De la destrucción

Y no nos damos cuenta que

 Lo penoso

Es como  vivimos

 


                                         Ya es la hora

 

Asoma el sol, mientras duermo…

 

Un día despierto, fresco pero ansioso

Y siento que ya es la hora

Y empiezo a mirar los cueros

Las flechas olvidadas, el polvo cubriendo

Las viejas pisadas de lauchas.

 

El sol parece el mismo, es el mismo

Y sin embargo es otro sol, refleja en mí.

Y me hace afilar la daga, y cortar el pasto…

Una decisión se impone sobre la apatía

Impiadoso empiezo a caminar como un caracol

El sol quemara para cuando este en plena tarea

Pero será otro sol, parecerá el mismo, pero quemara en mí.

 

Tomo mi tiempo, y guardo, dejo el pensamiento

Cada cosa pondré en su lugar

 Y hasta la basura usare para construir un puente

Y aunque me de cierta lastima, sé que dejare

Sin hogar a culebras y ratas.

En un segundo empiezo, es la hora

El aire me lo dice  ¡y parece el mismo aire…!

 

 

¿Cómo pensar pensamientos ajenos?

¿Cómo vivir con los ojos de otra persona?

No se puede, no puedo, no podes

El rio corre y pescamos, la parrilla espera

 


 

                           De caminar

 

Cuando la calle se estira, se cierra alrededor

Y las pisadas pisan sobre huellas viejas

De otros tiempos de zapatos

O pies descalzos

 

Cuando la oscuridad trae recuerdos

De esas calles miradas tan distintas

Tal vez con temor o alegría

Tal vez sin tiempo

 

Un manto se esparce sobre el cielo

Y cae en mis hombros, llamado por los perros

Un grano de trigo brota en la dureza caliente

Entre cuchillos que no lo cortan, aun, hacen el pozo

Donde fue sembrado hace años

Tanto da, tanto brota sin parar

 

Y la emoción de decirme a mí mismo

Que todo el tiempo es limpio de miedo

Que todo nudo se deshace sonriendo

Y sin mirar para atrás mirar mirando

Como sobreviven los lobos

Y las bestias de carga

 

Así sangren las baldosas

Así congelen los bancos

Así enrejen los parques y plazas

Así ametrallen las esquinas

Con dardos mal envueltos

Sé que no moriré sin justa causa

Ni caminare sin llegar a ningún lado

Un vaso de vino en la tormenta

Quedo impunemente lleno.

Sin esperarme, me espera.

 


                     Redención

 

No es el infierno

Sino humo que se esparce y se difumina

En el espacio que antes ocupaba mi ser

Abajo de un incendio como de verano

Que avanza sin viento, lento, imparable y total,

Pero no es así, es como el agua, pero no el diluvio

Sino como un rio que crece lentamente

Trayendo las lluvias de territorios más arriba

A miles de kilómetros de distancia

Pensarlo es incomprensible ¿…de dónde viene?

 Pero no es así tampoco, sino

 Como un viento que no para nunca,

 Al que solo podes acostumbrarte

Porque todo lo que se oponga caerá

 Derribado y cada día sopla

 Un poco más fuerte, pero… no, tal vez

Tal vez sea solo como tierra fértil

Donde es imposible no levantar una casa

Una colina verde donde soñar es lo normal

Y vivir tiene el color del sol y el fruto nuevo.

… casi, pero no, tampoco es así, si pudiera,

Definirlo.  Sería un alivio que no necesito

Solo me atraviesa hace días, hace “tiempo”

¡Como si dejara en pie el tiempo!

 


                         El día después de cada día

Y volver

Volver a caminar las calles

Día tras día, como un rayo

O como un caracol

Presintiendo las sombras

Equilibrando esa sensación propia y ajena

De ceder hasta el límite para mantener la paz,

De plantar un filo en la mirada.  Para que la paz sirva

Para vivir, cuando todo es carnada de la noche

Cuando todo es boca sin dientes  y sin pan.

Y desatar nudos que se prenden a los pies

Atados a la esquina, al barrio chato, a la cortada

Donde la oscuridad se crea, se reparte.

Mejor no ser amigo, ni enemigo.

Solo ser y pasar, tirando migas de pan para volver…

Como en un cuento, donde la gente es de madera

Y las casas de chocolate, acá, es al revés mismo.

Solo la olla es igual, solo la olla es real.

Por mirar podes caer adentro, pero está en el camino.

 


Atracción

Como una mosca cuando abren la ventana

Al dulce calor de la siesta

Como una estrella fugaz que apunta a tu planeta

No puedo dejar de sentirlo

Como un hilo que me ata al murmullo de tu cuerpo

Como la fruta fresca, como la estación que llega

  


Elecciones

Un camino es solo caminar

No existen reglas ni apremios reales

Elegimos, más que conscientemente

Nos equivocamos

Más que convenientemente

Y cada día no tiene retorno

No tiene arreglo, solo contornos

Aceptamos o repudiamos

Los resultados de nuestra propia marca

En el tiempo.

Cada día un nuevo comienzo espera

¿Lo veremos mirando hacia atrás?

Tonta raza humana

Acostumbrada a lucrar

A consumir hasta el último fruto del árbol

Y después talarlo

Para llorar al sol

Como si la vida pudiera ser creada en un segundo.




Miseria

 

Esto ya lo viví, no lo quiero

Innecesaria violencia

Estúpida coerción interna

Del que dirán, que pasara,

¿Cómo saldrá, quien picará?

Un espinel de mil anzuelos es imposible

De recorrer antes que las pirañas

Pero hay gente que lo intenta

Cuando la carnada es gratis.

Piel de mi piel saque de tus anzuelos

Estúpidamente desperdiciada

Como si valiera la pena

Como si intentarlo fuera un resultado

Cuando consumís a otro.

Y el tiempo se desgasta, la piel

Se rebela, el mundo, es un lugar

A conquistar lentamente

No como una bomba

Que solo destruye

Solo consume

Solo

Estoy mejor

Sin vos.



Sale el sol y…

 

Las gallinas escarban y charlan

El gallo cacarea

Los perros se ponen a olfatear el viento

Los oficinistas caminan a trabajar con esa cara de culo

Los políticos apenas si durmieron sentados

Y ya vuelven a imponer sus audacias.

Los gatos se toman su siesta

Los grillos guardan sus alas

Las cucarachas descansan

Las lauchas digieren su veneno.

Los niños que viven en la calle

Arrancan caminando antes de saber adónde van

Los policías toman un café, el comisario con facturas.

Los pescadores encarnan sus anzuelos

Los estudiantes caminan soñolientos hacia la escuela

Los empleados esperan al patrón

Los campesinos caminan mirando el filo de sus herramientas

Los jueces ya se creen mejor que dios, y todavía no abrieron ni un folio.

Pero todos ellos, corruptos inocentes o malvados

Grandes y pequeños trabajan para ellos mismos

Solo algunos estúpidos, inicuos, rastreros

Se despiertan para difamar al resto

Y otros necios imbéciles a hacerse eco de estos.



Suena el reloj

 

Tengo derecho a sentirme libre

Es mi deleite vivir

Aunque me despierte olvidando mis sueños

Que se escapan como mariposas

De mi red, revoloteando.

Y solo me dedique a perseguirlos.

 


Vivo

 

¿Cómo puede pasar tanto tiempo

Años y años, añares de inviernos y primaveras

Veranos y azulados otoños,

Y sin embargo después de tantos países

Tanto imperio saqueado, tanta sangre seca al sol

Solo tengo la certeza de sentirme vivo?

El nuevo mundo

 

 


Si hago cosas nuevas es para aprender, para poner en juego el instinto, la mente, más allá de las matemáticas.  Para renovar las células y los pensamientos, descartar los prejuicios, y poner colores donde antes solo había territorios lejanos.

 Si hago cosas nuevas es para mantenerme nuevo, salvaje, impredecible, para no quedar atado a mí mismo.  Si hago cosas nuevas es para poder ser otro si la casualidad me lleva a pasar por el mismo camino, para poder crecer y mirarme desde otro lado.

   Si hago cosas nuevas es por amor, por poner un freno a la salvajada, por mirar atrás algún día, cuando se me ocurra mirar atrás, y no ver manos saliendo de la tierra para agarrarme los tobillos, para saber que lo poco que deje para mis hijos, para sus hijos, para el futuro de mis propios pasos vacilantes será de lo bueno lo mejor, de lo que alcance a ver, solo para poder elegir, y elegir realmente entre cosas que me alimenten, entre caminos que descansen mis pies, que adormezcan el grito del vampiro que quiere saltarte al cogote para morder y ser igual que ellos, y  un día descansar sólo porque estoy rodeado de rejas y guardias y alarmas sincronizadas.

  O solamente quedaría caer en la rutina avasallante de la creación de lo mismo de siempre, la estupidez de creer que no podemos morir dentro de cinco minutos solo para pensar el mundo y las personas como fichas en un juego que vamos a ganar.  

  Como si ganar tuviera sentido, como si existiera ganar, como si algo tuviera más sentido que todo lo demás.  Como si una vida cualquiera valiera más o menos que otra, como si el mosquito que mato no mereciera matarme a mí, o a Obama, o a Osama, o a Gandhi, o a Guachiturro en su mundo de alcohol y ciudades desconocidas.

Los miro buscando un punto fijo, una piedra donde poner los pies cruzando la laguna, como si mojarse las patas fuera a matarlos… como si el mundo de monstruos marinos de Cristóbal Colon fuera a saltar en cualquier momento.  

  Como si el mundo de cristal culón donde viven no fuera a saltar en cualquier momento, leyendo los titulares de los diarios, enfermos de miedo de ser el próximo que asalten, que maten, que le rayen la casa con aerosol, que el seguro del auto sea trucho, que el trabajo se termine antes que las cuotas…

  Miran con alegría que otro se volvió loco, que otro fue el que murió, hasta que empiezan a sobresaltarlos los nombres conocidos, y la conciencia de haber dedicado la vida a juntar basura cuadriculada, estúpidas obras de arte conceptuales que no dicen absolutamente nada, y ocho mil pelotudecitas sin función alguna más que cubrir las mesas y los muebles que están llenos de cosas sin utilidad más que generar estatus, más que fijar sus mentes a la flecha segura que va al centro junto con miles de millones de flechas que van directo al centro.



 Pero el vuelo es largo, la flecha no llega nunca y la hora de triunfar se empaña antes de disfrutarla con solo mirar al costado ¡Cómo avanza la resaca con cada marea! 

  Como toda la basura que tiraron va y viene con el viento, y mirar alrededor es quedar solo, sabiendo que solo pueden seguir la flecha que va al blanco. ¿Qué blanco? Un día cualquiera lo mueven y quedan nadando en su mugre, trepando a los hombros de uno más débil que solo servirá de salvavidas, hasta que se hunda.  Pidiendo socorro a los incorregibles que decidieron jugar a otra cosa, y siguen igual que siempre, pero siempre es mejor hoy.



  Y solo queda enfermarse, morir de un infarto para entrar en las estadísticas médicas, gritar finalmente desde la tumba que la vida merecía vida, para los que toman la posta y se ponen inmediatamente a moler gente para hacer adornos de cristal plateado, como si no fueran los próximos, como si no fueran a caer asimismo en la marea que reclama vida, sin discriminar, sin hacer diferencias...

  Como si no fuéramos todos iguales al agua, al cielo, al mar, a las piedras que tiran los niños contra las botellas, a los perros que duermen con la cola entre las patas hasta que los corren del barrio, a las balas que rebotan contra los paredones y a la carne que se abre por el acero caliente de la batalla.

 No tiene sentido matar para morir, no tiene más sentido vivir para matar, es necesario empezar a sacar las cosas a la vereda, para entender que nuestra casa como el mundo reclama soluciones simples, que la vida es la simplicidad misma, que el espacio no se puede llenar con imágenes de nuestra grandeza sin castigar a los niños con el silencio y la corrección, con la siesta y la prolijidad y el orden que nos cuesta la vida.

 Se vuelve completamente urgente dejar de alimentar monstruos decadentes y cansados, encadenados a su propia monstruosidad, es necesario procrear la vida, como si fuera sagrada.  Como si cada pedazo del mundo pudiera reclamarse para plantar una flor que no será cortada para el velorio de los que dejamos morir en el futuro irresponsable de seguir así, así como venimos, comiendo datos y metadatos acomodados a las estadísticas perfectas. 

   La resaca de los muertos que nos dicen que no mataron, que no murieron, ya llega a nuestros puertos, y finalmente el camión de soldados perfectos de todas las películas para en nuestra cuadra y nos apunta a nosotros, que no podemos dejar de admirarlos, en su lustrosa perfección, en su implacable disciplina, en su tecnología de avanzada que dibuja imperios estúpidos.  

  Y sin embargo seguís ahí, mirando televisión, eligiendo cartas de un mazo marcado, dándole de comer a los Gitanos sangrientos que nunca desarman la carpa. Y están mirando tu patio.  Adóralos, pero no creas que vas aganar más, que vas a vivir más tranquilo, que te van a llevar al cielo que te prometieron, que te venden por DVD cada día. 

  Están saliendo porque no queda más remedio, como Aztecas del pantano, se prometieron a sí mismos un nuevo mundo, y sin embargo lo pintan de viejo, de todo lo conocido y malo, de cada miseria que pueden fabricar…

  Y yo, vivo y muero acá donde podes encontrarme, donde soy  completamente vulnerable, indefenso como una piraña fuera del agua, y tal vez te encuentre tirando el televisor por la ventana, tal vez te encuentre incendiando autos, tal vez leyendo un libro a la sombra del sauce viejo y silencioso donde podes meter los pies en el agua para sentir las mojarritas, tal vez llorando solo por sentirte vivo, por sentirte viva, como cada vez menos nos pasa. 

 

17 abril

Canto americano

 


 

 Volvía del ensayo de los jueves, caminando desde el Club Unidos Del Dique, en Ensenada, hasta la pensión de siete y cincuenta y seis, en La Plata.  Cortaba camino derecho por El Bosque, bordeando la Facultad de Odontología, a la madrugada, solo como un grito en el medio del desierto, todo eran sombras y susurros del silencio.  

  En las calles frías, solo algunos ocasionales caminantes con los cuales manteníamos una prudente distancia. Ya entrando al bosque, ni los perros se atrevían a andar sin compañía, pero tal vez por eso me gustaba, volver tranquilo y en silencio.

  Esa semana andaba caminando: un par de días antes, luego de hacerme ir al taller toda la semana, pasando un paso a nivel en Berisso, mi bicicleta se había descuajeringado de una rueda, y ya no pude esperar que colme totalmente mi paciencia. En el mismo movimiento que claudicó, crucé el pie y solté el manubrio, dejándola sobre las vías muertas, sin mirar atrás.  

  Alguien la encontraría  y la repararía, bendiciendo su buena suerte, tal vez un devoto de la Difunta Correa que me miraba desde el descampado de enfrente.  

  Antes me daba el gusto de aplicar esas soluciones drásticas, después creo que fui socializado… 

 Estábamos ensayando los temas que entraban en el disco, y nunca terminaba de sorprenderme que la letra dijera “...como el musguito en la piedra…” yo que siempre había pensado que la palabra era mosquito, sin entender como brotaban de la piedra, o cual era el sentido de una metáfora tan rebuscada…  pero Violeta Parra sabía lo que quería expresar y tal vez para los mosquitos solo tuviera palmadas y espirales pero ninguna poesía.

  El coro a cuatro voces a veces sonaba realmente fantástico, de una calidad absoluta, y aunque tocábamos todo el año, no pasaríamos nunca de un circuito de bohemios, exiliados, presuntos ex guerrilleros y rebeldes sin causa que se deleitaban con nuestro repertorio de música latinoamericana. La batería le había dado un nuevo vuelo a la banda, y sin dejar de lado el bombo legüero, ni la percusión recolectada de tradiciones de cuarenta países.  

  Yo desentonaba pintorescamente porque venía de una tradición rockera, tenía veinte años menos que los demás y me vestía como un zaparrastroso, además que en ese momento tenía el pelo largo y todavía no me peinaba, y estaba siempre flaco de comer día por medio.  Claro que a ellos les parecían efectos de una vida dedicada a la vagancia y las drogas. 

  Nunca me preocupe de sacarlos de su error, el prejuicio es un derecho, aunque no una virtud, además, mi compromiso era tan serio como el de cualquier otro.  Daniel (en su mameluco de YPF) y el Tucu, de barba y pelo largo negro, me veían y se cagaban de risa, disfrutando de mi desparpajo mientras Sergio (¿Era contador?) ...me miraba dentro de su camisa planchada, afinando los ojos como tratando de comprender algo de mi vida, y Américo sufriendo por su quiosco y su taxi siempre en riesgo de asalto, no entendía como yo podía atravesar barrio tras barrio en mitad de la noche.  

  Al margen de eso, eran excelentes músicos y personas, y si no sabían nada de mi es porque yo contaba muy poco, y tampoco preguntaba nada. 

  Creo que no he cambiado mucho.

  Sólo una noche, volviendo a casa, al llegar a una entrada de la facultad, frente al bosque, de una escalinata que se escondía en la pared, saltan dos tipos, más o menos de mi edad o un poco menos, uno era bajo y el otro más alto que yo, y quedamos mirándonos de frente, a dos metros de distancia, yo que no sabía retroceder los mire torciendo la cabeza mientras aflojaba el cuerpo, a ver si se venían, pero ellos se quedaron congelados, sin saber qué hacer, sin saber cómo seguir, hasta que el más alto me dice

 _¿Tenés hora? 

  _No. -le digo yo-

_ Gracias, todo bien..

  Y se meten a su covacha dejándome pasar y así tal vez frustre prematuramente su carrera de asaltantes, solo con mi cara de “Que suerte que no hay testigos, así puedo matarlos a los dos”.

  No me cruce a mas nadie hasta la puerta de casa, y subiendo las escaleras, ya se escuchaban los ruidos como a demolición. Doblando en el pasillo ya pude ver que era en la pieza de Aladin que seguramente destrozaba prolijamente cada una de las cosas que había adentro sin terminar de conjurar su bronca o su dolor, se había peleado antes con una de sus novias y no tenía otra forma de expresarse.  

Yo no entendía para qué tenía dos novias si igual se iba a poner así.  Tocando a la puerta pregunto ¿Nico estas bien? Sin recibir más respuesta que algún armario cayendo con todos sus platos y demás, solo para seguir arrojando los restos contra las paredes… 

Mi pieza estaba un poco más allá, así que como llegue me acosté a dormir, cansado y sin comer, mañana seria otro día, en mi cabeza resonaban Joropos y Chayas, Chacareras, Zambas, Gatos, y poco a poco iba acomodando los golpes de los palillos antes de cerrar los ojos.  Bossa-novas, Cumbias, Sones y Canciones, en el silencio musical se iban armando en mi cabeza, haciéndome ansiar el primer segundo del próximo ensayo, donde mis compañeros sonreirían esperando que terminara de “molestar”, de recorrer a mis anchas la batería para empezar.  

Súper diplomáticos, respetuosos.  Y luego yo conteniéndome, acomodando mi forma de tocar a los distintos ritmos y matices, en algunos temas solo escuchando o jugando con maracas o palos de lluvia como un perro encadenado a una pared que solo puede tensar los músculos sin terminar de saltar. 

  Y así camine un par de años por uno de los aprendizajes humanos y musicales más enriquecedores de mi vida, del que sin embargo no recuerdo más que dos o tres días…   

Como moscas

 

 


 El Chito se arrimó a la ventana, cerrada, y enfoco por la rajadura más grande: todo era depresivo, el cerco caído perdiéndose entre el pasto, los palos rotos, la zanja tapada de yuyos rebalsando hacia el espacio frente a la casa… y saber, sin dudas, que desde la sombra cuadrada de la ventana de enfrente lo estaban mirando

  Había días que pensaba en el Tacurú, como lo había echado en pleno invierno, solo por llevarse el televisor, para comprar una bolsa.  El Tacu  lo hubiera repuesto en unos días seguro, para eso caminaba la calle, pero él lo tomo como una falta de respeto y lo charlaron seriamente hasta que lo dejo sin opciones... 

  Si sabía que estaba enfermo, porque no pudo ver su esencia y darle una palmada en la cabeza nomas y dejar de ver la novela por cuatro o cinco días…

  Ahora solo quedaban botellas vacías, paredes vacías, el zócalo sin terminar, bolsas de basura, la pared hacia el baño inconcluso tapiada con madera.  El tacho donde hacia fuego para cocinar quieto y mojado, cuchilladas de luz entrando entre la penumbra, algunos ladrillos para sentarse, paredes vacías, y el colchón sobre los pallets que con cada lluvia tardaba días en secarse. 

  Pensó en buscar más pallets para levantarlo antes que vuelva a llover, pensó en conseguir un machete para cortar el pasto,  en pedirle un par de palos al sereno de la obra que estaba a un par de cuadras para levantar el cerco, pensó en salir de su casa y miro por la ventana. 

   Esperaban.  

  Primero habían dejado pasar las caras de ojete para no bardear, todavía estaba el Tacu y se cagaba de risa.  Pero después habían empezado a buscar problemas por todo, la música, las motos, los perros, las gurisas, y cada día eran más atrevidos, hasta que empezaron a llegar hasta la puerta sin pedir permiso ni palmear las manos, con la mala onda que había.  

  Un día, después de sacarlo para afuera, discutió con el Nahuel terminaron boxeando y salió el Camiseta con un puñal, llevándolo a los tropezones hasta el rancho, hasta que salieron y lo corrieron el Tacu y el China a machetazos limpios: ya estaba todo dicho.  

  Esa misma noche el Tacu decidió dejar un 32 en la casa, siempre cargado.  Los que no estaban en el asunto dejaron de venir, como pasa siempre, ahí se ven los amigos, pero la cosa estaba picante, picante. Siempre habían pensado que iban a agarrarse con los paraguayos, que al final Vivian tranquilos y cada año hacían un piso más. 

  Miraban.  Veinticuatro horas al día lo estaban mirando, hasta cuando estaban adentro estaba seguro que dejaban alguno apostado en la ventana por si salía. 

  Hace dos días que no comía nada, a la mañana había encontrado un pan bien duro en un rincón, y le había mentido grande a su estómago.  

  ¡Desde el miércoles que no salía del rancho, ni de noche!  

  Esa madrugada se escabulló por atrás hasta la casa de Marianita, le pidió ayuda pero nada, ella gozaba porque lo quería al Tacu, y le dio una olla con guiso y una bolsa de pan, y una cajita que había hecho durar todo el día, de a sorbitos. 

   Había quedado en devolver la olla a la otra noche sin falta pero cuando volvió estaban todos en la calle, encaro por el frente nomas con el bagayo en una mano y la bolsa de pan colgando de la mano que apuntaba el revólver, a nadie, como de casualidad, sin palabras.  Estaba todo demasiado claro y paso abriendo pasillo entre la gente, pero nadie le bajo ya la mirada, era cuestión de tiempo… dormía con el fierro en la mano.



  Se organizaban.  

  Si no hubiera vendido el teléfono podría pedir ayuda, pero el chip en el bolsillo solo jugaba entre sus dedos, cuando pensaba en eso sin encontrar solución. La angustia le estaba cerrando el pecho ya, el hambre no lo dejaba ni dormir, y como si supieran, los gatos que antes pasaban por su terreno habían desaparecido del mapa.  

  A la tarde había llegado el Marcos, con toda la familia y la mudanza, y se habían abrazado todos mirando para acá, comentando y riendo, haciendo señas y planes sobre su casa.  Ahora recién le caía la ficha, hijo de mil puta, hijo de remil puta, pensar que el mismo le había contado que paraba frente a la casa de sus viejos.  

Se le tenso el estómago hasta hacerlo doblar contra la pared, iba a ser hoy, no iban a estar tantos días amontonados.  Se tiró en el colchón con el revolver cruzado contra el pecho, no tenía vuelta, no se iba a ir para darles el gusto. El metal frio parecía vivo, de a ratos lo soltaba y estiraba los dedos acalambrados de agarrarlo tan fuerte, había cerrado con alambre la puerta y abierto un boquete al baño para salir por atrás.

  Hasta el último minuto podría tener la oportunidad de escaparse. Clavo los pallets en el marco de la puerta, con la puerta y las paredes, y la ventana lo mismo. Hundió el último clavo en la madera vieja y carcomida con el ultimo pedazo de ladrillo, y se volvió a tirar en el colchón, escuchando. 

  La ansiedad era tan grande que hubiera querido gritar, gritar y gritar hasta descargarse, se sorprendió cuando un lagrimón empezó a resbalar bordeando la oreja y bajando por el cuello. Una lagrima sin llanto, caliente, como el agua en verano.

  Se tocó la frente, estaba traspirando ¿tenía fiebre?  Tenía puesta toda la ropa y encima la campera de cuero, para parar las facas, seis balas era todo, y ni siquiera un puto cuchillo.  Una tabla con clavos en todas direcciones jugaba en reserva, pero tenía que morir matando, a todos los que pudiera, hijos de puta. 

  En un momento dejo de tener miedo, acepto que no iba a ganar, y un escalofrió le recorrió el cuerpo desde la cabeza hasta los pies, para después dejarlo dormir. 

  Hablaban. 

   Los fue sintiendo como si fuera un sueño hasta que tomo conciencia y se enderezo de golpe, pero todavía estaban afuera, susurrando y decidiendo, todos en el frente, chapoteando en el agua sucia. 

  Los fue imaginando por las voces: el Nahuel, el Marcos, Camiseta, el viejo Cara de Tomate, el Pendejo, el Espiral Mojado, y otros que no hablaban, seguro el Barba con Limón, el Negro y quien sabe cuál otro.  

  Estaba muerto, pero se alegró de que todo termine de una vez, se levantó sin ruido y fue lento y silencioso hasta el agujero en la pared, pisando los cascotes para no hacer ruido en el agua, la noche no podía ser más oscura, le llevaba un par de segundos enfocar donde meter cada paso, rodeando el rancho, los tuvo a la vista cuando ya habían empezado a hablar.

  …No nos estas dejando opciones.  No queremos quemar la casa ni romperla, si salís tranquilo nadie te va a tocar, llevate tus cosas y andate o no vamos a esperar toda la noche… El Cara de Tomate hablaba como un doctor, como un abogado, y todos al costado.  

  Esperaron un rato y seguían gritando lo mismo hasta que empezaron a apuntar, iban a tirar a las paredes, sabían que estaba todo tapiado.  Algunos iban irónicamente vestidos con su ropa, pero los miraba sin tenerles ni siquiera el odio que lo había consumido toda la semana, iba a esperar que descarguen al pedo y después iba a bajar a los que pudiera. El palo con clavos venia después a la cabeza, a matar o morir, matar o morir.  

  Matar o morir se repetía apuntando a la cabeza del Marquitos, hijo de remil puta, vas a ser el primero.  Ellos miraban a la casa y tomaban distancia, en silencio, tratando de escuchar algún ruido que les permitiera orientar los tiros.  El Marcos que repetía ¡Se la buscó el hijomilputa!  ¡Salí puto! ¡Morite entonces hijomilputa!  

  El dedo se le agarrotaba, mientras tiraban a media altura y abajo, como buscando la suerte. Agarro el palo y se corrió un poco más para el costado por las dudas, mientras sonaba el inconfundible chasquido de las balas rebotando y astillando la madera.  Aguantaba mirando el reflejo de los fogonazos en las caras de bronca, en los ojos saltados por el alcohol y la merca.  

 Ahora lo podrían ver si llegaban a mirar para el costado pero el Cabeza de Tomate ya abría un bidón y mojaba una antorcha, nadie recargaba, como si esa etapa ya hubiera terminado, escuchaban y el Tomate hablaba de nuevo, todos puteaban, el Negro con lastima: dale Chito rescatate deja lado que nadie quiere bajarte a tiros.  

 Estaba claro que iban a quemar el rancho, se acababa el tiempo, ahora sí, iban a dar la vuelta…



  Miraban.  Concentrados miraban al Chupete que prendía la antorcha con un encendedor tratando de no quemarse, o al rancho quieto, como esperando que salga corriendo como un animal.  Los fierros ya en la cintura.

  Nadie vio la camioneta, nadie la escucho, silenciosa por el medio de la calle angosta, la caja llena con la gurisada, el caño doble de una escopeta se recortaba contra la oscuridad, y abajo la sonrisa salvaje del Tacu que agachado escuchaba a la Marianita que le hablaba al oído, la China y Batata ya saltaban al suelo cuando desde enfrente gritaron ¡¡Guardaa papiii!!  Alertando a los invasores, y su dedo índice ya se había cerrado contra el gatillo. 

  Imagino o vio la bala que surcaba el aire rumbo a la oreja del Tomate (había cambiado de blanco en el último segundo) cuando ya otra seguía en la misma dirección, y ahora si los veía caer de a uno, y tiraba sin dejar de mirar el bidón de nafta, la antorcha ardía en el suelo a medio metro.  

  Caían acribillados, tiró el revolver al suelo y agarro el palo, midió al Negro en el piso que lo miraba atajándolo con las manos y se lo bajo a la cara, no veía nada más, ni siquiera escucho el griterío que empezaba a salir de la vereda de enfrente, solo escuchaba una voz en su cabeza que le decía que era a matar o morir, no iba a parar mientras uno solo se siguiera moviendo…   

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...