Me desperecé una mañana soñolienta… ¿Cantaban los primeros pájaros?
El sol se anunciaba en la luminosidad creciente del aire, y yo, sin embargo, todavía estaba a mitad de camino.
Porque mi camino era
ese cuero, ese cuerpo al lado mío, al lado del mío, relustrado a lengüetazos,
despertado a suaves mordiscos, apretado, acariciado, recorrido sin llegar a
ningún lado, comido sin matar el hambre, y cada día más nuevo, más lejos de
terminarlo.
Creo que me va a llevar mil años saber qué es lo que me gusta de vos, serán los detalles del calor de tu piel, la temperatura de tus sueños, tu olor remezclado con el mío, la historia contada en la superficie… será tu forma de reír, de sonreír, de esperar el momento…
Será tu forma de invitarme, de dejarte invitar arriba o abajo mío, de rodearme por los cuatro lados, suave o salvaje como el fuego en el pasto seco. Será por enseñarme a descansar del mundo solo el tiempo suficiente, todo el que necesitamos para clavarnos ese anzuelo en la piel y arrastrarnos como peces salvajes, y sacarlo mirándonos a los ojos para volver acá.
Para seguir vivos, en este mundo material, en este almacén anarco capitalista
que nos rodea.
Y no aprendo de libros, ni de nada ajeno a lo que siento, solo me dejo llevar, sin prejuicios ni limites, hasta donde pueda llegar. Y tal vez podría ser distinto, de otra manera, pero es así, como me gusta a mí. Y como le guste a cada uno es lo mejor, porque hay pocos espacios de libertad más posibles que el sexo. Y la libertad de uno es la libertad de todos, no es tan difícil de entender.
¿O sí? ¿O
podrías sentir mejor, más placer, más libre, si impusieras tu forma a los
demás, o los demás te recluyeran en la suya? Creo que no, pero hay que sentirlo
para saberlo, o ser parte de la violencia más ridícula de pretender dirigir la
libertad ajena. Y miro la curva de tu espalda cada vez más suave, y temo
despertarte antes de tiempo, a pesar de buscarnos entredormidos, entre los
sueños.
Verte dormir es tan dulce que me contengo, me deshago de mis ganas de lamerte un hombro y me deslizo de la cama, sin hacer ruido, solo liberando el colchón, y me digo necesario tu descanso y el mío. Y me extraigo casi justo a tiempo de evitar el roce de la punta de tus dedos buscándome y enredando mi voluntad en una batalla sin vencedores ni vencidos, una guerra donde los dos bandos se rinden…
Tal vez deberíamos poner un límite a esto, a este derroche de besos que no alcanzan nunca, o un horario, un tiempo exacto, pero empezamos tan lentamente que ya se fue media hora y todavía vamos por el principio. Aunque nunca es igual.
Pero me gusta… besarte y agarrar esos labios y absorberlos despacito, como se come un helado bien frio, pero calientes, y mirarte un segundo antes de mordisquearte la oreja como un cachorro, y sentirte entregada.
Acariciarte… …dejarme acariciar los pelos
erizados con la piel de la punta de tus dedos hasta reconocer de nuevo nuestros
cuerpos.
Y bajar sin preguntar nada o pidiendo
permiso a tu ombligo, que se eleva y late entre un territorio que espera verme
pasar, mientras afuera se escuchan los gallos y el amanecer de la gente
atareada. Como un gato voy a beber al Amazonas, desmontado para mí, que
no siempre cuido el planeta.
Como un labrador aflojo el terreno y muevo, olfateo el olor de la lluvia que llama al cielo, y después recorro todo como una tormenta de verano, de a ratos parando o haciendo torrentes en tu huerta ¿Y cómo saber cuándo basta, si no te cansas, si queda un poco más adentro tuyo por aflorar en expresiones sin palabras, en el ronroneo de tus manos en mi pelo?
Sigo, sigo y me retuerzo buscando la forma de hacer más, la punta de mi lengua a veces como una flecha buscando el blanco, a veces jugando igual que un niño revuelve la taza de chocolate, o recorriendo como pintando una pared a brochazos.
Hasta con la nariz y la pera te hago
mía, con mis manos te arponeo a los costados, te agarro para que no escapes y
empiezo de nuevo, y sigo. …me arañás despacito hasta que, acalambrado y
cansado llego al tope de mi esfuerzo y me das tregua, y quedo tendido, casi con
ganas de darte la espalda y seguir durmiendo, pero me gustan tus ojos mirándome
al escapar…
Y ya me está comiendo la boca con su amor, desayunada, lánguida y estremecida ya me está surcando como un mar urgente que hubiera olvidado navegar. No puedo más que entregarme, más nada que dejar hacer, dejar pasar, como un pino aturdido por el viento y la lluvia que lo sacuden pero lo alimentan.
Y ahora soy yo el que no se decide a frenarte, ni llegas al fin de tus dedicaciones… ¿Cómo es que podes hacerme traspirar y desregular la presión sanguínea con el solo roce de tu lengua callada? Siento tanto placer que pareciera extenderse en un territorio más grande que yo mismo y sin embargo esta todo ahí, concentrado.
Lejos de soltarme parecieras aferrarte como a una tabla en el mar, sin
esperanzas de navío alguno. ¿…pisan la arena tus pies? Ahora suave me
castigas más y no puedo dejarte seguir, y no puedo sacarte sin mi voluntad
arrasada por el placer de morir entre tus labios.
Finalmente te dejas arrancar a
regañadientes de mí, para no vencerme, justo antes de quedar completamente
trastornado, para poder acariciarte mejor, y envolvernos en el abrazo que
hubiera empezado todo si no fuéramos tan caprichosos en esta necesidad de dar
amor, amor, mi amor.
Y me fijas ahora al fondo de sabanas arrugadas que todavía no terminan de caer al suelo y me entrego sin quejarme a tu febril mirada que se balancea desde arriba, que no quiero despertar, ni que despiertes del todo hasta que el mundo entero deje de importarnos.
Y ya los gurises de vacaciones se oyen en el barrio corriendo y gritando y sacando a pastorear los caballos mientras te acomodo lentamente yo ahora, del otro lado para buscarte mejor.
De a ratos entro y salgo, o solo mojo la punta como
un hábil pintor que no quisiera derramar una sola gota en el piso, y la gente a
trabajar como todos los días mientras mi casa permanece quieta, del lado de
afuera, mientras adentro las paredes absorben tus gemidos y mis ansias.
Golpeo sin lastima hasta despegarnos de la cama, hasta sostenerte en el aire contra mi… hasta que el mar revuelto de tu pelo se funde en mi cuello y libera el puerto finalmente… termino escorado contra tus tetas.
Mordiendo el aire cansado y tibio, ya a punto de
volverme pájaro y salir volando para cristalizar esta sensación que me recorre
sin matarme y sin dejarme vivir en este mundo. Que vuelve, poco a
poco a rodearme hasta que salgo caminando de la realidad, de la cama para calentar
el mate como para decir que me desperté temprano.
Resoplando como un maratonista, me visto ligeramente y abro la puerta para que cambie el aire justo cuando el calor de esta mañana de verano nos deja sonreír a la luz del sol.
Mientras ladran los perros a los carros que pasan por la calle, mientras salgo
para buscar agua para la ducha, y vuelvo a sentir tu abrazo, caricia y mates
para desayunar, mientras empezamos a caer como al azar en el día, en un nuevo
día juntos, acechándonos sin terminar de saber quién es la mosca y quien es la
araña.
…
…Y sin embargo, eso no es lo mejor que podías dar, ni nada de eso es más dulce que la libertad, y un día te deje dormir tranquila para poder seguir mi camino.
¡Buen viaje…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Que te parece?