25 diciembre

Una mente en blanco, un color (Poesías)

 

 

Solo dos o tres noches

 

Cada pensamiento malicioso

Cada mala jugada y cuanta traición

Tradición de mentes y corazones de arena

Cada injusticia y cada crimen

Que juega con la paz y la sangre ajenas

Que se nutre de la muerte y el escándalo

Tiene su lugar en la mesa, servida esta.

Solo han reservado la cabecera

Para el viejo líder, solo una silla tiene nombre

Todas las demás esperaran poco tiempo

Hasta ser ocupadas, y cada una

Multiplicara la desgracia de los justos

Indefensos y pequeños, puestos a prueba

Por el reflujo infame del sistema.

Y perder cada vez un poco más

De libertad

No es noticia, ni se cuenta

Como una ficha importante, que debíamos guardar,

Para el futuro, herencia de los niños porvenir…

Ni importa tanto ahora, llegaran, y serán ellos

Los que carguen el bagallo cruel.

 

Horma normal

 

Como en un sueño,

Las cosas pasan y vuelven

A la normalidad, ¿normalidad?

Que es ese fantasma que acecha día y noche

¿Acaso no podemos apostar por ser humanos?

Y estallar en posibilidades

Expandirnos y volar

¿Hacia un sueño en vez de un precipicio?

O solo morir en calma es la meta de la convivencia

Ficticia, organizada por cirujanos del espíritu.

Amputadores del alma, carcomas cerebrales,

Viven recorriendo su reino de un segundo cuadrado

Donde te preguntas si hacerlo o no, estará bien.

 

Mucho más de lo mismo

 

Maquinas que parecen gente

Computadoras sin cable esperando el Enter

Adquiriendo tenebrosos programas

En la tienda “mundialización” uniformizada:

Discriminación, exclusión, prejuicios en línea.

Sexo, sangre y color, y eco-travesías virtuales

Llorando por los perritos aturdidos, sufriendo

Mientras afuera en el sol se derrite un niño

En el asfalto, antes de ser enjaulado, hambriento

De verdades, de justicia, de calor-amor.

Pero lo arrastraran policías corruptos

Mientras sobornan al juez, y sonríen.

Y olvidaremos pronto que sucedió.

 

¿Qué paso? ¿Hubo un atasco en el tráfico?

Lanzamos perezosas preguntas sin interés

Mientras bien sentados aprendemos

A acariciar un frio televisor

Que nos dé, como petardos, sensaciones

Que nos deje, como atontados, llenos de vida

Ficticia, enorme, imposible de pensar.

Tirados en la cama caemos cansados

Después de un largo día más de absorber el bien y el mal.

Y en las prisiones hay esperanza que ya hemos perdido

Mientras aprendíamos marcas, codiciando el auto nuevo

Mientras corríamos con el margen que nos empuja

A ser cada vez peor que el resto, mayoría, infinita.

 

Ya no podemos reconocernos, ni siquiera frente al espejo

Ya no podemos volver atrás, hemos dejado tierra arrasada

Ser, existir, vivir, complejas artes olvidadas, son la clave

Con las que cruzaremos el puente sobre los basurales

Llenos de moscas en las grietas de nuestro cerebro

Llenos de muertos en pedazos en nuestros ojos y oídos

Que como zombis solo buscan carne podrida

Como estrategas del dolor, dejamos todo para hoy

Solo tenemos este fin de semana, solo podemos

Descargarnos para volver a llenarnos ¡ilusos!

Pasto de prejuicios, discriminación y exclusión

Que ahora se cierran sobre nuestro cielo

¡Epa! ¿¡Que no estábamos en el techo?!

 

Eternamente

 

Una semilla entre miles, logra pasar el infierno

Y a pesar de la sequía florece lentamente

En su orgullo de planta entera y viva,

De árbol milenario, de liquen verdeazul.

No se pregunta cómo ni porque llego a ese lugar

No mira adelante ni hacia atrás

Ni hace la cuenta de las horas, días, años

Que le faltan para llegar.

Solo crece y sigue adelante

Atenta espera el soplo del viento

El mar primitivo en una gota, y la caricia

De los insectos atrevidos, que beben sin embargo de su flor

Y un día calmo y fresco, claro y lento

Derrama al mundo su estirpe con la caricia del viento

Y miles de semillas se enclavan en donde caen

Rabiosas, sin perder tiempo, hacen su suelo…

Y entregan su corazón al juego eterno.

La vida, incierta, mira. 

 

Crianza de siluetas

 

Cuantos renegados crían sus hijos

Odiando la cuna que los vio nacer

Y solo los dejan sin lugar donde aterrizar

Cuantas alimañas roen la sangre

Antes de echarla a caminar

Construyendo paredes antes que puentes

Y jaulas antes que enseñar a mirar.

Cuanto negro buitre vuela alrededor

De las mesas tendidas con amor

Envenenando los platos servidos

Derramando los vasos en el suelo.

Cuantos criados a agua y pan

Como pichones, hoy desprecian

Engreídos, el arte de volar.

Cuantos mandan al frente a los pequeños

Para saber si se puede pasar

Al otro lado de las palabras

Que se dicen como si se fueran a pensar.

 

 

Entopia

 

Patria es la tierra donde no dejo de nacer

Donde el sentido de ser aún no tiene precio

Mi país es el que se deja recorrer

Sin ponerme fronteras ni alambrados

De púas, acerados, electrificados.

Buena raza es la que me deja crecer

Sin matarme de hambre ni de miedo

Sin atarme a un histórico determinismo

Sin cortar el árbol que me daba sombra

Caminante, tenaz, su piel en guerra sirve

A un tirano que solo sabe obedecer, latiendo.

El mejor color es el que se puede mezclar

Combinar, esfumar, garabatear, derramar…

Sociedad es la que no quema las semillas

Tiernas, inocentes, que brotan hoy

Para hacer el jugo negro que aceita el engranaje

Donde algunos se encaraman sin sembrar.

Ideal es vivir para no insultar al sol

Y poder mojarme las patas en un agua

Que no esté contaminada por la sed.

Utopía es vivir sin relojes ni almanaques

Retaceando al tiempo, censurando los días

Y preparando el desastre de almorzar al mediodía.

 

Prejuiciadamente

 

Un niño camina al sol

Juega con sus ojos en el cielo

Y sueña con pájaros

Que no estén muertos.

Tira de un carro sin ruedas,

Donde va el color de su piel.

Sonríe, a veces, cuando el viento

Hace remolinos adelante suyo

Y vuelve a levantar el polvo

Que cayó de los zapatos

De los viejos inquisidores.

De vez en cuando mira al rio

Donde el viento sufre

Llevando los gritos

De los desesperados.

Cuando el agua, mansa

Calla y se vuelve herida abierta,

Las sombras de los viejos barcos

Negreros, esclavistas, pasan

Y lagrimas caen otra vez

Como rocío del tiempo

Y llantos sin fuerza

Se escuchan como un horrendo coro.

Soldados en barcos pesados

O indios en talladas canoas

Acompañan, callados

El velo carcomido de la muerte

Que no deja de sangrar

Cada injusticia antigua.

Un niño camina descalzo

Sobre las piedras calientes

De la calle, acostumbrado.

Sonríe con solo la mitad

De sus dientes, traicionados,

Por el estigma de no valer

Lo que otros ciudadanos pagan.

Cien metros más adelante

Esta el estado, la ley, el honrado ciudadano,

Acelerados trenzan la soga

Que prepararon para su cuello

Para esperarlo del otro lado

Del muro que tapa sus crímenes

De guante blanco, preconceptos

De ser inocentes por costumbre,

Del fácil juicio al culpable eterno…

Un niño acaba de nacer, enfermo,

Apenas llora pero no lo escuchan:

Es solo otro nuevo siglo, atento

A repetir un viejo libreto.

 

Todo en 24 horas

 

Cantan los grillos sin explicar porque,

Se comen los peces bajo el agua,

Crece la hierba, y reverdece

Con la primera gota de lluvia,

Y los caminos y las piedras

Ven pasar, aburridos, otra vez

Los carros de los vencedores.

Y los de los vencidos también.

Un caballo quieto entrecierra los ojos

Para sentir mejor, cada dedo

Del pájaro amarillo en el lomo.

Niños prenden fuego la basura

Para jugar a hacerse una comida

Mientras sus padres coleccionan

Botellas vacías y llenas.

Un perro completamente sarnoso

Camina esquivando la gente

Un bicho acaba de perecer

En la boca inmensa de un sapo

Una nube de mosquitos busca el rumbo

Entre el aire pesado y un árbol

Sirve de refugio a un gato.

 

Reciclaje

 

Se hacen piel las cicatrices

Se suavizan las cascaras

Y flexibles vuelven a tomar color

Hasta hacernos olvidar,

Las marcas, de su recuerdo.

 

Sin embargo, el planeta me cuida

Como una especie en extinción

Y yo te quiero tierra, y soy una especie,

Una raza, una pincelada única

En un lienzo que se quema.

 

Pero vuelvo a caer, y tropezar

Al levantarme, lleno de estrellas

En las manos, reflejadas de vapor

Que se espesa entre la sierra.

 

Calientes de arena, seca

Que el viento dulce del desierto

Toma, juguetea, arracima.

Mojadas de aire espeso, frio

Que se imprime en la corriente

De los largos ríos.

 

Crispadas de olor a sangre

Que viaja aun en el recuerdo,

De trabajos y dolores viejos.

Pero hoy, quiero cantar y sonreír

Hasta llegar a casa, y crear

 El brillo en el filo del tiempo

 

Para mí y para ti

 

Policías, políticos, jueces:

Quieren impunidad.

A abogados y futbolistas

No les vendría mal.

Periodistas, constructores

Arquitectos y bagayeros

Ojala la pudieran comprar.

Amas de casa, vírgenes

Travestis, curas y maestros,

Gente, gendarmes y perros

La piden a gritos para sí mismos.

Y así no entiendo como

No hay paz habiendo encontrado:

Un ideal común compartido

Por cada uno de todos.

 

Otra mirada

 

Una perspectiva nueva

De vida y muerte

Un alzarse sobre los despojos

Con las alas llenas y el pico vacío.

Una esperanza se renueva,

Y un camino se descubre

Oculto en la maleza.

Y la jauría que ladra y ladra

Porque eso le enseñaron

Va dejando poco a poco

De importar, aunque sangre.

Y en las heridas frescas,

En las carnes laceradas

Se puede ver, sin dejar de sonreír

El sabor de la buena lucha.

Y en el ardor de un corazón lleno

Y en la cura por manos de magia,

El destino fiel a quien lo dibuja

Y la promesa del cielo

Para quien se lanza a volar.

Chispas volando

 

La fragilidad de la flor enfrentando al viento

El berrido del nuevo ser que lanza su reclamo

Al mundo, por restringirlo: después de haber

Navegado en el infinito, empezar a olvidarlo.

Un viaje como todos, como cada viaje, un sol

Dando vueltas alrededor de la tierra ¡muere Galileo!

Quien sabe interpretar el roce de un segundo de silencio

Quien puede cabalgar directo al fuego interno del planeta

Que estalla dentro de nosotros mismos

Y sonreír con la cara quemada de luz, y de recuerdo

De la oscuridad que espera siempre, mas allá.

Quien puede cerrar los ojos ya, después de haber soñado

Que no despertaba atado en una cueva oscura y fría.

Quien dará el primer paso hacia el sentido total

De los días que se afilan al llegar, del pecho que se abre

De la carne venciendo al tiempo, con impunidad.

Las letras caen como escalofríos repetidos

Coleccionados en eras donde van naciendo los idiomas

Y un grano de polen en el infierno, surca el aire

A través de las tormentas, algo lo atrae, y algo nace,

Solo para alojar el fuego, solo para soplarlo,

Y el sentimiento se hace madera, dura, buena.

Y un día más se estrella contra el universo.

 

Asesinando el significado invisible

 

Ver morir a una persona, acribillada

Y caer con ella con la mirada

Asesinado en la esencia humana

De esperar que el animal desenjaulado

De la conciencia no muerda, lastimado.

Ver morir a un niño abandonado

En el fresco pasto de la noche de verano

Y sus bracitos acariciando el rocío

Y la basura de cuna, y las ratas como canto.

Ver morir a una mujer abandonada

A las llamas del montón de leña que acarreaba

Después de atrapar ángeles sin elevarse,

Convirtiendo sus pies, al fin, en alas.

Ver morir a un gato, atragantado

En la certeza de haberse atado al plato

Y transpirar en la carrera ya olvidada

De cazar la rata que alimentaba.

Ver morir un perro mientras corre,

Solo frenando para aullar a la luna

Dejando su piel colgada de la ultima hora,

Para nacer, al lobo, incansable y solitario.

 

Las serpientes y el águila

 

Un tapiz deshilachado que cae

De sonrisas falsas ensayadas

Una rutina inconclusa de mordidas

Un ensayo que se convierte en farsa

Después de tantos años

 Repitiendo el ingrediente

Hoy les toca cocinarse en su propia salsa

Días iguales a días que no llegaron

Y un tamiz de visiones reveladas

Un nido de serpientes mirando

Su reflejo en los dientes desenfundados

Y lenguas de dos filos calladas

Para los oídos cansados de alimentarlas

Y no salir de ese pozo mientras tanto

El fin de una era ríe afuera, en el campo

Interminable de la nueva esperanza.

 

Alas

 

Regala magia -si has de regalar-

Donde se detenga el tiempo

Donde se refleje el alma

Inmortal de la travesía

De una bola de luz

 A través de los días

Que la acercan y la alejan

De su misma esencia

Como una ola conocida

Que esperamos

Perfilando apenas la cabeza

Para no dejar de mirar.

 

La gota que vence a la piedra

 


Plic, plic, plic… gota, gota, gota…pierde la canilla en un ruido rítmico, adormecedor o enervante dependiendo del humor, con eco acústico en las paredes del baño o casi sordo tapado por la ola de calor, en el patio. 

  Pero no, la mayoría de nosotros no somos tan exactos matemáticamente para desperdiciar el agua gota a gota, y la tiramos de a chorros, total, ya demasiado cara la pagamos como para estar encima cuidándola 24 horas al día, como un bebe.  

  Ya demasiado caro pagamos el precio de vivir y pertenecer a la sociedad como para seguirnos preocupándonos por ella en la intimidad, ya demasiado derivamos a los excluidos desde nuestros impuestos como para no tomarnos nuestra venganza dejando correr la canilla.

 Pero es solo un símbolo, un indicador más de la debacle de la especie, que no puede funcionar responsablemente como sociedad ni aun hacinada en las ciudades, ni siquiera a la vista del desastre que generan las consecuencias de su cinismo, ya que todo será transpolado a otra locación aparente, los problemas tapados, las carencias ajenas olvidadas, las voces de protesta calladas y desprestigiadas.  

  Y todo eso sin dejar de sufrir por el gobierno, el desgobierno, la ola de delito que anuncia la tele, la ola de corrupción que anuncian los diarios, los osos polares, las explotaciones petroleras irracionales, los perros callejeros, la libertad de los caballos y otras románticas contradicciones.  

  Por ejemplo “el tema de la basura” que no puede ser, pero también es, y es porque en realidad no nos importa más allá delas apariencias, mientras le caiga a otro, y si no se puede defender mejor.

  Y porque nos iba a preocupar tanto alguien más si ni siquiera alcanzamos a preocuparnos por nosotros mismos y después de tantos años de rompernos el lomo bajo el yugo seguimos tan esclavos como siempre.  

  Despertamos temiendo no alcanzar a ver venir alguna jugada que nos deje tirados y desangrándonos, como asaltantes frustrados de la realidad que nos vendieron, desde que aprendimos a creer en las mentiras de un sistema de manipulación del esfuerzo ajeno.  

 Pero no importa, lo único que podemos manejar es la ola de calor, sufriendo y tirándonos vestidos a la pileta, si total mañana cambiamos el agua, tres mil (¿treinta mil, trescientos mil?) Litros de poder que nos afirman como ciudadanos.

 



 

  Pero no es que el agua no alcance porque se desperdicia, el agua no se desperdicia.  Incluso, al caer una gota al suelo, un milímetro de tierra arcillosa se humecta, haciendo que microscópicas formas de vida corran a refugiarse y reproducirse.

  O un rayo de sol la eleva hacia la atmósfera, haciendo el aire mas húmedo, refrescándolo...

  O por miles de metros de cañerías -llenas de ratas- corre sin pausa hasta llegar espumosamente a un curso de agua, donde nuestra compulsión a la desidia saca de balance a un ecosistema perfecto, al saturarlo de sustancias antinaturales(que nuestro cuerpo y nuestra vida tampoco aguantan más.  Pero estamos técnica y filosóficamente acostumbrados!!

  El agua es como todo lo demás, simplemente no nos alcanza.  Intentamos vivir en el planeta de la misma manera que cuarenta perros intentarían vivir en un monoambiente: Y ahí, tendríamos a esos apomponados perritos falderos mordiendo o dejándose morir, y la violencia como única dueña de la situación.

  Les suena conocido?  Así estamos hoy, salvo que ya no somos tan vitales como los perros, pero sobrevivimos con una dosis calculada de alimento, entretenimiento y coerción.


Entonces para poder tomar las decisiones que catalizan el saqueo indiscriminado del mundo, nos recluyen en ciudades que colapsaron hace cincuenta años y sin embargo siguen creciendo, entonces, cada vez que miramos correr el transparente y carísimo líquido que llega hacia nuestras cañerías, sin un fin, sin conciencia, sin dudas estamos dejando abierta la canilla de otra casa, de otra persona, en otro barrio donde esa gota de agua no llega.  

  Y en la danza eterna de las desigualdades, la sociedad colapsa diariamente sobre sus restos, haciéndose cada vez más profundamente desigual, violenta, competitiva, indiferente y cínica, y la guerra del agua es solo una guerra más, en esta danza de balas trazadoras que es la interdependencia de la energía y los recursos básicos en todas sus etapas de producción, distribución y consumo.

…Finalmente todas las balas nos pegan de lleno en el pecho, somos una especie que se suicida apoteósicamente, teatralmente para el deleite de los últimos espectadores, que no son conscientes que hasta el teatro se incendia, y sus palcos de lujo de nada servirán cuando suban las llamas.
  Sin embargo seguimos en una rutina que consume nuestra conciencia al dejarnos en una trinchera insostenible de la que ya no podemos escapar, pues al mismo tiempo que compramos el filtro purificador,  tiramos por las rejillas cantidades tremendas de veneno (y no hacemos ninguna relación entre estos hechos)… ojos que no ven corazón que no siente.

 Entonces son muy pocas, y a veces muy caras, las posibilidades de acceder al agua natural y gratuita de la naturaleza, la mayoría de las veces directamente son desconocidas, y no es porque no existen, sino solamente porque  se ocultan a través de la supuesta abundancia, se impiden mediante la propaganda, se destruye a sus promotores,  se castigan en base al prejuicio-ecuación que equipara consumo a existencia. 

  En definitiva, el agua pura ya no existe en la naturaleza, no para una raza degradada y frágil, de laboratorio, que tiene un enemigo mortal en cada bacteria, un asesino implacable en cada virus y una cara de asco para todo lo que sea diferente al estándar de la perfección total, artificial, donde nos encerraron como en un frasco que nos impide reconocer el mundo.

 Entonces… tranquilos, que todo marcha bien, nadie está repartiendo culpas… en este planeta nadie se muere de sed ni de calor, antes mata el estrés, la violencia oficial y extraoficial, la depresión, el cáncer, el colesterol, el infarto, la presión, y tantas otras traducciones de la relación del ser humano con su entorno inmediato.  

  Pero si, afecta la calidad de vida de la sociedad en su conjunto, como todo lo demás, y en nuestras decisiones esta poner los pasos en la dirección correcta, en la parte ínfima que nos han dejado para nuestro control. 

  ¿Esa parte, cuál es?

10 diciembre

Saqueador de imágenes

 




 

Estaba en mi oficina (conectado en la plaza) tratando de subir un texto sin formato, a esta fábrica de comodidad frívola que es el Facebook, cuando ya el quilombo frente a la Jefatura de Policía estaba tomando matices preocupantes. 

  Desde donde estaba, se veía que, claramente la gente no se iba a ningún lado, llenando la calle desde una esquina a la otra.  Y, ciertamente que era gente, una masa heterogénea de mujeres y varones de edades diversas.  

  Mientras tanto, la plaza estaba como siempre los domingos, gente común, de todas las edades y clases sociales, artesanos y alcohólicos, paseantes y skaters, niños, y perros.  Tuve que preguntar qué estaba pasando ya que el tema estaba bastante caldeado, con algunos policías amagando entrar a la Jefatura, arengando a los demás…

  Entretanto, dos policías jóvenes de azul impecable saludaban a sus chicas, después de lo cual se fueron... una señora me conto que eran familiares de policías, protestando por el salario, y que ya los habían gaseado… Específicamente, como ejemplo, refería que a una mujer le habían echado gas en la cara. 

  Desenchufe y deje el centro de la plaza…


  Me arrime para escuchar a un policía gordo, de civil, que arengaba a todos: ¡Vamos! ¡Somos policías, tenemos dignidad! ¡Vamos a entrar a mostrarles a estos hijos de puta! ¡Corruptos!... Y así por el estilo.

 Finalmente una marea azul se perdió por la entrada, dejando tras el eco de sus botas, los móviles estacionados uno atrás del otro en la calle.

  Una vez adentro, encerraron a los jefes en una celda, luego de cagarlos a palos. Aunque de eso me enteraría después: volvia a casa, caminando, entre las caras torvas, entre la ansiedad creciente de la calle, que se siente como una paranoia que va creciendo en la gente, como un miedo a todo, una fobia a algún enemigo inminente, desconocido…

 Algunos negocios ya iban cerrando o retirando la mercadería -en ese momento parecía algo exagerado-.  Un auto de la gendarmería dio la vuelta en una esquina aceleradamente.  

  Pase por el María Goretti a saludar a la Agu -que estábamos chateando-  a contarles las novedades. Con algunas amigas, nerviosas, espantadas por los primeros hechos, estaban buscando puchos, pero los quioscos estaban cerrados, ya habían saqueado un supermercado a la vuelta y nadie quería ser el próximo. 

  Las acompañe mientras, charlábamos y escuchábamos, emitíamos, las primeras opiniones, análisis, dudas y temores… Ya algunos empezaban a indignarse viendo a la gente volver de robar a sus vecinos, y un patrullero parado en la puerta de los cabecillas del saqueo, charlando mientras por atrás seguía el desfile de objetos…

  Pasa el Walter, caminando desde el rio, con su hijo, con una sarta de bagres, las noticias vuelan: “¡Estos no los pesque, los saquee en la pescadería!” Entre risas que tratan de matizar la indignación, la tristeza,  me despido, pensando en que no puedo dejar de registrar algo de lo que pasa, en lo de Miguel Segovia no había nadie, ya que se había unido a la movida policial, con tal de sumar para su lado… no sería el único, por supuesto.

  ¡Y voy a buscar la cámara a casa! 

  Mientras una moto pasa con un plasma de 54 pulgadas… Escucho, al pasar por la vereda del hospital: comentaban que había llegado uno con la cabeza rota, como para 30 puntos, y otras cosas por el estilo.

  Según volaban como flechas incendiarias las versiones, habían entrado en Naldo Lombardi, en Centro Eléctrico, que en el supermercado chino de Diamante y San Lorenzo habían degollado a dos empleadas y hasta que habían incendiado la Escuela Técnica… 

  Camino hacia casa lentamente mientras pienso en la locura consumista exaltada al fin en forma gratuita por la complicidad de las fuerzas de seguridad, la tecnología, la ambición y la incoherencia políticas.

 …


  No sabía bien que iba a encontrar de camino, quería ver mi barrio, y estar.  Todo parecía más que tranquilo, los negocios cerrados, silencio y casi nadie en la calle más que los adolescentes, como siempre, lo normal a esa hora, enchufo la compu y borro algunas fotos de la máquina, que tenía poco espacio, y subo algunas recientes al disco por las dudas perdiera la cámara.

 

  Salgo caminando.  Con la cámara sin estuche, y la mochila por las dudas para ocultarla, en caso de necesidad.  Entre el silencio de la avenida y los descampados, vi pasar dos motos llevando cochecitos de bebe, aparentemente saqueados, una moto iba en mi misma dirección cuando es interceptada por otra que venia del centro, conducida por una mujer humilde de mediana edad… 

Luego de la breve conversación dio la vuelta inmediatamente, mientras daba las coordenadas “al modelo que están sacando”, acelerando, acto seguido en esa dirección.

  Encaro la 64 y después por la 25 de Mayo, cuando hablando con algunos vecinos a la altura de Bulevar Chacabuco, pasa un vecino en moto, acelerado, al que le pego un grito para que me arrime al centro. ¡Vamos! Me dice, pero no iba a saquear sino a sacar fotos, no por eso dejábamos de parecer dos pibes de barrio en una moto, culpables de todo, saqueadores…un blanco móvil.  

  “Vos querés sacar fotos, yo te llevo no tengo drama vamos, yo también ando con la cámara”… y así salimos.

 


 Por Bernardo de Irigoyen accedemos a la peatonal superando algunas barricadas improvisadas, los comerciantes esperaban tratando de obtener alguna información por teléfono, descansando en sus palos, escopetas, pistolas, y hasta piedras y boleadoras. 

  Una mujer de mediana edad afirmaba que si llegaban prefería dejar la puerta abierta, que entraran y se llevaran todo, antes que matar a alguien, igualmente empuñaba un pedazo de caño fino, como para disuadirlos hasta el último momento. 

 Otros no pensaban regalar nada, pero el arma más fuerte era la agresividad, no la agresión: cuando aparecía un grupo inconfundible o un par de motos, empezaban a golpear las rejas, las chapas, las improvisadas barricadas, haciendo ruido y amedrentándolos a los saltos y agitando los brazos como en esa vieja película (La guerra del fuego).  

  Básico, instintivo, como seudobarrabrabas en la cancha pero sin alambrados de por medio, sin el contemporizador palo policial de por medio, sin cantos ni banderas, sin partido de futbol ni el empate cero a cero.

  Se sentían abandonados a su suerte, con riesgo de perderlo todo, con mucha bronca y con miedo.  En un momento aparecieron policías de civil, que desenfundaron sus armas, y fueron a la vez apuntados hasta que se aclaró la situación “Vamos a terminar cegándonos a tiros entre nosotros, no se puede así”.  
  Seguimos nuestro camino, entre el caos y los obstáculos callejeros, con solo unas décimas de segundo para aclarar nuestras intenciones y que nos crean antes de ser castigados por saqueadores, o que nos roben, en medio del caos.

  Pasé por el quiosco de un conocido, que vendía como siempre pero mucho más, (dado que estaba todo cerrado y no dejaba de aumentar el estado de ansiedad colectiva), mientras se atrincheraba con algunos amigos. 

  En un momento un par de gurises, alcoholizados, se arriman a la vidriera, con botellas en sus manos, mirando ya que el local estaba lleno de gente, y siguen su camino “estos son todos unos chetos” buscando otro lugar invadido, en la esquina los miran desde la barricada hasta que alguno los empezó a correr, haciéndolos perder y estrellar las botellas en el camino contra el suelo, alcanzando a recibir tal vez algún golpe, en este estado de guerra social paranoica en que se desarrollaba la noche.
 
  A veces, alguna o un par de motos con sus respectivos pasajeros atravesaban las barricadas para ser insultados y seguir su camino, sin llegar a recibir una agresión directa.  Creo que primo la conciencia, la voluntad de mantener la paz social, nadie quería matar, nadie quería iniciar una guerra a muerte.  

  Damos vuelta y llegamos al Supermercado Modelo, donde escapaban caminando, en carritos, en motos, entre los vidrios rotos de la puerta, ante las luces giratorias que resultaron ser de los Bomberos, atrás vendría Gendarmería, que ya había tomado las calles en lugar de la policía, dispersando los últimos oportunistas… (Al siguiente mediodía, me contaría después el Choco, entre los empleados de la vidriería que estaban cambiando los vidrios, otra turbamulta se llevaría lo que todavía quedaba en las góndolas). 

   El panadero de enfrente, sacaba con bronca las cajas de alimentos amontonadas contra la puerta del pasillo, para poder entrar a trabajar, cajas amontonadas, atrincheradas, seguramente listas para llevarse en un auto o camioneta, que suspendió sus operaciones al escuchar las sirenas… 

En la puerta, colgando aun de los vidrios rotos, un cartel decía “Bienvenidos” y arriba “ Tire” dando lugar a tenebrosas interpretaciones de la realidad fantástica…  

En ese momento me aborda el improvisado y desinteresado chofer, que había dejado en la voluntad de seguirla caminando sin molestar ni comprometer a nadie…

  “¡Vamos!” y fuimos… Llegamos a centro eléctrico donde estaban bastante nerviosos, con un par de lavarropas automáticos en la vereda, de testigos de lo sucedido, donde sin dejar de creernos que éramos periodistas nos invitaban formalmente a retirarnos por nuestra seguridad, lo que empecé a discutir ya que me consideraba con derecho a estar en la vía pública, hasta que alguien me dijo “Vos sos Presas” y ante el reconocimiento tranquilizo las aguas. 

  Un milico, por la pinta, sería de los de abigeato, los impulsaba a resistir ante la inminente segunda ola de saqueadores “Junten todas las piedras que puedan” lo que hacían sin soltar los palos, rifles, o pedazos de varas de hierro o caños con que se habían armado.  

  Seguimos nuestro camino, escuchando al pasar las noticias de los saqueadores que iban cantándose a los gritos los lugares donde habían logrado entrar, algunos de los cuales miraban ambiciosamente las cámaras, a lo que disuadíamos cualquier presumible mala intención con nuestras duras miradas. Otros, nos miraban riéndose, como diciendo, "mira lo que se agarraron estos, que bien que la hicieron", mientras seguían buscando su botín.

  No me interesaba escrachar ni sacar a la cara de  nadie, ni el flash que sacara de contexto la situación, el color real de las cosas, entre el que estaba incluido nuestro propio peligro y acelerada progresión entre las calles. 

  La sociedad somos todos, la responsabilidad es de todos, el daño lo terminamos sufriendo todos, aunque algunos no lo entiendan, en uno y otro extremo.

 Íbamos a ir al Carrefour pero encaramos la San Lorenzo hacia el Oeste, a la derecha un supermercado en dudoso estado de vaciamiento, bandas de gente, motos, autos acelerados, pasaban de un lado a otro, hacia o desde los lugares más calientes del desmadre. 

  Llegamos a san Lorenzo y Diamante, donde la ola ya había dejado solo arena molida, en San Carlos Hogar no había nada.  Nada quedaba, ninguna cosa.  

  Seguimos y pasamos por un supermercado chino que había resistido a los escopetazos limpios (mujer carga, chino tira, explicaría después, como se manejó ante los hechos apostado con una colección de escopetas) donde la turba impotente había terminado dando vuelta los autos y prendiéndolos fuego.

  Luego por la Tavella, donde habían entrado a otra tienda de electrodomésticos, que ahora humeaba, donde justo también llegaba Gendarmería.  Esta fuerza destinada originalmente a proteger  las fronteras, mucho más que a la represión o el control interno,  más que nada dispersaba, ya que ni siquiera alcanzaría la logística en el caso de empezar a arrestar gente ¿dónde los pondrían, en que los llevarían, quien los cuidaría?  

  Alguien había comentado que los primeros comercios saqueados fueron los más negreros y delincuentes (luego seguirían los demás).  

  La zona norte de Concordia parecía cobrarse en los grandes comercios su papel de exclusión y miseria, casi como todo el cinturón de barrios pobres destinados a mano de obra precaria, explotada, disponible y barata que rodea el centro pintoresco y bien cuidado.  

  Mi cámara, entretanto, había empezado a hacer un extraño ruido a engranajes cada vez que se cerraba el obturador, lo que era solo una mala noticia más.


  Ya caían algunas gotas, el viento arreciaba por momentos, volvimos comiendo polvo por Humberto Primero, atravesando el Ex Aeroclub, finalmente bajándome en el Goretti, donde quería escuchar algo más de lo que había pasado en la Zona Sur de fuentes confiables.  

  En la guardia del Hospital Felipe Heras, seguían cayendo ininterrumpidamente heridos, sobre todo en la cabeza y las piernas…

  Después el Walter alcanzo a contarme como había cruzado una masa de gente subiendo al centro con palos, del Tiro Federal, sin importarle el encuentro con gendarmería.  Charlamos un rato de lo que estaba pasando, y luego de sentarme ante un plato de comida que no había terminado su hijo, seguí mi camino bajo la llovizna cada vez más gruesa que se convertiría a las pocas cuadras en un fuerte y continuado chaparrón.  

  Antes de eso, me cruce con una banda que volvía, riendo y comentando los incidentes, uno que volvía descalzo al perder las ojotas huyendo de los tiros de los gendarmes, otro que lamentaba haber perdido una caja de Fernet, otro que preguntaba si no lo habrían metido preso a…  Lo que no le importaba a nadie.


“Y gringo, sacaste algo” “No yo solo fui a sacar fotografías, soy un saqueador de imágenes”… a lo que otro, reflexionando, expresaba su preocupación por haber quedado escrachados, lo que a los demás no les importaba, otro dijo, ya que yo iba con ellos “¡Y si nos sacamos una foto!” Como si fueran un equipo de futbol o algo así, lo que solo provoco risas… 

  A los pocos metros uno de los que había llevado Fernet en la incursión anterior a esta, ahora fallida, se encontró con gran alegría un jugo Baggio, dietético, pero bueno para hacer el coctel. 

  Finalmente doblé para mi barrio, bajo la lluvia, viendo con alegría que el supermercado de 25 de Mayo y las vías no había sido vulnerado, llegando finalmente a mi calle, donde me quedaría charlando un rato más bajo un alero con los adolescentes de la cuadra, que vivían todo como una aventura aun sin haber salido. 

  Me saque la ropa empapada, la cámara de la bolsa de nailon que la protegía,  y me acosté a dormir, ya en casa, eran las tres y media de la mañana… Me hubiera hecho unos mates, si tuviera yerba…

 

Me desperté,  crucé la calle y mi vecino que preparaba el auto, “Vamos, que yo necesito ruedas nuevas” medio dormido, tarde en entender que era un chiste, cuando tantos habían dejado olímpicamente de lado sus valores y conductas habituales… 

  Entonces me comentaba que hace rato se sabía que esto iba a pasar, que los delincuentes habituales y narcos estaban avisados, preparados y esperando,  y que el puntero político corrupto del barrio, había vuelto tres veces con su camioneta de lujo llena de cosas, lo que estaba lejos de extrañarle a nadie… 

  Cargué la computadora  y la cámara en la mochila y salí para la casa de unos amigos donde podría subir las fotos a Internet y charlar de algo que tenga sentido, pasar un rato de afinidad en esta soledad desierta ideológica, y seguir planificando sobre huertas, permacultura y proyectos constructivos. 


  Puede decirse con seguridad que algunos pequeños comercios aprovecharon para surtirse gratis, llenando sus camionetas o autos con productos de las grandes tiendas, valiéndose del desfasaje social para optimizar las ganancias a un nivel impensado, como pequeños y voraces tiburones del capitalismo.  

También a través de las calles, se podían ver personas que llevaban pequeñas bolsas, tapers o envoltorios con alimentos y productos básicos, tal vez sin haber participado de los saqueos, siendo alcanzados por la re-redistribución de los productos de los supermercados.  

  También puede asegurarse que mucha gente pobre paso hambre el día antes y después sin participar en los desmanes, sin dejar de sufrir por eso el estigma, el prejuicio, el discurso de los dementes que gritan “Negros de mierda” “Hay que matarlos a todos” y una gran variedad de propuestas por el estilo.  

  En la explanada de la estación de trenes, camiones verdes y colectivos, camionetas, habían derramado sobre las veredas de la explanada lindante al edificio de gendarmería, abundantes grupos de uniformados Gendarmes, distendidos y sonrientes.  

  Documenté y seguí mi camino, había escuchado algo de “San Lorenzo y Lamadrid” así que fui por Lamadrid, viendo que no había habido incidentes en esos comercios del barrio Lezca.  En otras esquinas, grupos de personas desayunaban de lujo, con helado y budín inglés, comentando el desarrollo de la noche pasada.


  Atravesando así el flanco Este de concordia llegue al barrio Nebel, donde los acontecimientos inesperados habían sido como para casi todos, una total sorpresa.  

  Acto seguido me dedique a abusar de la hospitalidad de mis amigos, enchufando la computadora, subiendo las fotos y algunos textos que no había podido el día anterior, comiendo como un náufrago… ¡Un saqueador interno!

  Mientras tratábamos de entender que es lo que estaba pasando detrás de los prejuicios y obviedades, tratando de poner un matiz distinto a la tristeza y el espanto de sabernos faltos de respuestas ante la voracidad del poder, que asumía sus luchas internas derivando el costo al resto de la sociedad. 

 Será recordado el vergonzoso papel de la mayoría de la prensa, que solo guardo silencio, asumió una triste complicidad con el caos, o directamente desinformó. 

 Su papel fue tomado por las redes sociales, en una forma bastante primitiva, haciendo alarde de prejuicios y sed de venganza desde atrás de la pantalla, intentando justificar las propias o destruir posiciones ajenas mediante análisis sectarios o golpes de efecto gastados, alimentando el caos mental y social que queda al eliminar los pensamientos y las reflexiones.  

  Como siempre, obviamente (ya que las generalizaciones no dejan de apuntar al fascismo) con muchas excepciones, lo que generaba a su vez, encarnizados debates, opiniones polarizadas, y gente que en un segundo desnudaba sus verdaderas ideologías y pensamientos de una manera cruda y triste. 

  En el lado de la Radio, Concordia entera terminó escuchando Radio Alquimia, donde gente “De la noche” que hacían programas de música y rock terminaron cubriendo durante un día y medio los acontecimientos con total transparencia, sin ocultar su cansancio ni su inexperiencia, desnudando su emotividad y la de la gente, abriendo los micrófonos a la información en tiempo real, a las voces reales de la gente común de todos los barrios…

  En la casa de Rubén y Gabriela, algunos amigos llegaban y se quedaban a pasar el incierto tiempo, como yo, que, subiendo las fotos, fueron absorbidas por un diario digital, a través de sus inútiles empleados en un periodismo de silla y teléfono, de copio y pego, solo para cambiarles el sentido y atribuirles el necesario a sus intereses y débitos políticos. 

  También pude escuchar una de las anécdotas más tragicómicas de la jornada: habían robado un supermercado y la gente salía con los carritos llenos, entre ellos dos mujeres, dos chicas jóvenes aparentemente, que fueron abordadas a las pocas cuadras por dos hombres decididos que se los quitaron y siguieron su camino ante las indignadas y esforzadas saqueadoras que les gritaban a voz en cuello ¡"Nos robaan, ladronees"! y después impotentemente “¡Hijos de putaa!” “¡¡Chorros de mierdaaa!!”

  En el transcurso de la tarde se ocuparían de destrozar los negocios de la zona de san Lorenzo y Lamadrid, y otros que habían quedado intactos o a medio hacer hasta ese momento,  y caería la noche, en medio de batallas campales por toda la ciudad, entre comerciantes y empleados defendiendo la propiedad y desesperados sin acceso a ella intentando un golpe de suerte, entre gendarmes insuficientes para el tamaño del desastre social, entre el toque de queda real o ficticio, los muertos reales y ficticios.

  La desvergüenza de la policía como institución que cantaba y festejaba en su cuartel después de haber puesto en marcha un engranaje macabro a través de los mismos delincuentes, motochorros, narcos, y violentos impunes que trabajaban con ellos todos los días del año, o quemaba cubiertas en la calle, llenando la plaza de un espeso humo negro.  

  Finalmente, luego de negarse a todo y tratar de conseguir la impunidad total ante sus responsabilidades, entre una sociedad concordiense que asistía ya a la entrada domiciliaria violenta a sus domicilios particulares, en los barrios más indefensos, carentes de muros de gran altura, rejas y puertas de acero… 

  Nosotros, también esperábamos la posible invasión, escuchando las noticias minuto a minuto.  Finalmente la policía acepto una propuesta gubernamental saliendo raudamente hacia las calles como si fueran héroes, como si no fueran parte integral del problema, como si su hipocresía, malicia y crueldad fueran a ser fácilmente olvidados por la sociedad insomne, cansada y espantada por los acontecimientos.

  Una rica comida, la tensión que se va diluyendo sin menguar la indignación, y finalmente a dormir.  

  Me desperté y al rato me arrimaron al centro ¡Donde los artesanos me hacían chistes, en la plaza, de que se habían robado la antena de wi fi dejando sin cobertura a mi oficina! 

  Jajá, no era cierto, aunque sí que al Gera casi lo habían matado a palos por intentar irse con un parlante de Naldo Lombardi.

  Seguí mi camino al barrio nuevamente.  Ah, pero antes aproveche para pasar por un par de librerías para explicarles el proyecto en marcha y conseguir algunas colaboraciones, donaciones, para la Biblioteca Paquete, que rápidamente fueron comprometidas, y recomendándome pasar a buscar lo que me pudieran juntar periódicamente, sobre todo libros para niños, lo que me puso muy contento…


 Al pasar por el supermercado de 25 de mayo y las vías, me llamaron la atención las puertas arrancadas de sus goznes, por lo que asome la cabeza para ver un tenue desorden, unas estanterías a media altura, un estado de acostumbrada resignación, que sin embargo se traduce en lucha diaria.

   ¿Qué paso? ¿Entraron por acá? Pregunte ante lo obvio... Y… si… Y ahí paso a contarme como había logrado dispersar a la gente sin llegar a perder todo, a los tiros, con un 38, amedrentando con el fierro en la cabeza a algunos que salían corriendo desalentando a los demás, luego de haberse atrincherado desde adentro con un rifle 22 sin poder evitar que forzaran las puertas y avanzara una masa de más de cincuenta o sesenta personas.  

  Perdí veinte mil pesos en mercadería, me decía pero pude salvarme del desastre total, igualmente, yo no voy a matar una persona por mercadería, porque no vale la pena (no voy a convertirme en un asesino) porque vas preso, y por las represalias; definiendo en pocas líneas una situación compleja ante estas circunstancias. 

  Igualmente había podido comprobar que la mayoría eran clientes el resto del tiempo “son las internas de ellos” refiriéndose a que la masa estaba organizada y acicateada por punteros de Busti, un viejo caudillo provincial que intentaba recuperar su poder…

  Nada de lo arriba dicho puede sorprender a nadie… 

  O todo puede sorprendernos, pero las responsabilidades personales son nuestro único formato valido de acción, que modela el resto de las exigencias y azares del modelo, es hora de hacerse cargo de que la sociedad la construimos entre todos, que somos todos, y todos quiere decir absolutamente todos, y que es hora de buscar la paz y no el rodar de las cabezas de los pequeños, de los desesperados, de los manipulados a través de la economía y las sustancias, de los falsos ideales, del consumismo rabioso, etc. 

  Todos estamos expuestos a lo mismo, y los prejuicios, el rencor, la sed de venganza, poco aportaran al bienestar individual comunitario o social.  Es necesario burlar el engranaje destructivo, vivir, construir y amar.

   Deberíamos estar dispuestos a reconstruir las relaciones sustentablemente, las emociones ecológicamente, los bienes, servicios y estructuras con un pensamiento que beneficie a los seres humanos antes que a las máquinas y corporaciones destructivas del tejido social. Un abrazo para todos, rescatemos el ser, humano.

09 diciembre

Otra página de silencio desperdiciado (Poesías)

 

 


Mirando desde lejos

 

Solo esperar a que pase el calor del mediodía

Solo oír el rasguido de las nubes enfrentando al viento

Y después el silencio que se levanta como vapor tibio

Para dejar lugar a los primeros ruidos de la tarde…

Después de olvidar la mañana arrinconado en gomaespuma

Descansando mal de tanto dormir sin pausa

¡Soñando sin querer soñar, desparramado 

Para despertar olvidando, aun queriendo recordar!

No debe haber un día más lento que hoy para holgazanear

Desafío del tiempo a la quietud, solo los árboles y las plantas,

Las flores, beben sol y se estiran aparentemente perezosas

Y yo que miro y vuelvo a no hacer nada, mi único plan es…

No dormir porque ya agote el sueño

No comer porque ya paso el tiempo

No salir porque eso hice ayer

No agitarme por las dudas que surja alguna idea

Ver pasar el tiempo mientras se estiran las sombras

Y mañana hacer todo lo que no pueda postergar más.

Solo mañana, desmitificar la vida

Para poder hacerla mía, de verdad.

 

 

Para trabajar

 

Es así, no me va, no me gusta la oficina

Prefiero el sol y el viento, y jugar sin corbata

Y arreglar lo que tenga que pasar, con gente de verdad

Sin papeles, sin promesas que olvidar,

Sin mirarme las zapatillas a ver si están agujereadas:

¡Qué vergüenza, mejor me voy a casa!

Haciendo lugar, donde haya, haciendo del mundo mi casa

Porrito de cosechero, amor de madre, perfume de flor nueva

Entre los cortinados de la sociedad prefiero estar

Riendo, antes que derrotado por una inútil necesidad.

Pero igual, siempre, siempre… no prefiero trabajar.

 

 

Horizonte o piso

 

Siempre hay

Un camino

Alternativo

Por donde ir

¿Por dónde ir?

Si podemos cerrar los ojos a la pasividad

Y mantenernos despiertos.

Podremos verlo

¿Podemos verlo?

Velo de inconstancia y comodidad

Venden los mediocrizadores.

Solo esquivan el lazo de oro

Los que no supieron guardar

Para comprarlo.

 

¿Amor?

 

No tengo nada que ofrecerte

Más que una vida de privaciones

Sacrificios y trabajos sin fin.

Y una sola verdad: estamos vivos.

Y la única certeza es: ganar cada segundo

Y hasta cada beso, y cada abrazo, y no esperar

Nada que no sea bien merecido, y prometo

Hacer lo mismo desde mi lado.

Mientras te miro, a los ojos, pulsación de lo desconocido

Y caliento mis alas extendidas al sol

En lo inaccesible de mi risco.

 

 

Otro lugar

 

He visto cómo viven mis perseguidores

He recorrido sus mansiones y sus cárceles, y se,

 Lo que les cuesta la opulencia de su desprecio.

He visto sus ceños fruncirse con rabia

Por nimiedades, golpes a su orgullo

Martillando el yunque de su corazón acelerado

Por la ansiedad de necesitar aún más de lo que tienen,

De esperar en vano, soga en mano, la entrega

A sus pies de todos los culpables.

Y correr de un lado a otro, sin poder disfrutar

El castillo de ilusiones que forjaron

Sin tiempo más que para posar, para la foto

Que les exige la sociedad, tirana, de sus miedos.

 

 

¿Entonces por qué?

 

¿Hay una faceta, de este mundo, coherente?

¡Mundo humano dedicado a multiplicar esclavos!

Un segundo de silencio cada tanto, deja oír

El roer incansable de los insectos en la madera

Putrefacta de las viejas estructuras.

Sobre el reír acomodado en caras gastadas

Suspenso sobre el plástico, arañas tejiendo en su cerebro.

La vida entera simulando, sorprenderse

Por la mierda en el salón que nadie osa mirar.

Caravanas de alegres inadaptados

Llegan frescas a su lugar final

Donde construir inapetentes apatías,

Generalizando disimulos tolerados

Por la sensación moral de no existir

Más que para una fábrica de realidad.

 

Como un pájaro

 

Libre como un cardenal

Despreocupado como un benteveo

Fugaz como un colibrí

Alegre como un hornero

Voraz como una calandria

Impiadoso como un carancho

Certero como un halcón

Lento como un águila

Observador como una garza

Fresco como un biguá

 

Hoy voy  a ser feliz como un pájaro

Con un pescado en el pico

O una pajita nueva en el nido

A hacerme el rengo como el tero

O como un gorrión, oportunista

Abordar en la vereda una miga de pan.

Hoy llegare al árbol para posarme

Comiendo un insecto descansare un rato

En la punta de la rama más alta, solo para ver…

El campo iluminado por el sol apenas dejando

Jugar en el la sombra aturulada de las nubes

Y hacer correr en mi plumón el viento

Y hasta perdonar los piojos que viven

De solo una parte pequeña de mi sangre

Luego bajare como con un ala rota

Falsamente caído del árbol, divertido

Haciendo correr a ingenuos cazadores.

Pero justo antes que el sol se esconda

Decretando el oscuro frio de la noche

…¡el blanco peligro de la luna!

Elegiré un grano de avena, o de trigo

Para descansar el hambre de vida, en mi nido.

 

Coincidiendo

 

Aunque no sepa bien como vivir

Ni tenga un horario para la memoria

Recuerdo tu nombre, solo por haber sido

Absolutamente coherente.

¿Absolutamente…? O sea, conceptualmente,

Un poco casi siempre en la misma dirección:

Parámetros entre estructuras mentales

Físicamente aplicadas a una razón de vivir

A un motivo para coincidir, en un futuro

Incierto y permeable a todo, adaptable.

Sobrevivir es cambiar de rama

Pero no bajarse a talar el árbol

Con eso me alcanza para respetar.

 

Afila el pico

 

Empezar a estar vivo

Es sentirse corriendo

Adentro de las venas

Y ser la propia sangre bullente

Que cae al piso en la noche.

Es mirar desde arriba el mundo

Como si estuviéramos agazapados

Dentro de nuestros propios ojos.

Y volar en un sentimiento

O una intención sin desperdicio

Sin margen, para pensar, en la caída

Como no piensa el hacha,

En el sueño del leñador.

 

 

Mejor si te lo digo

 

Callar.

O inventar un silencio

Cuando no se puede hablar,

Y sembrar en el tiempo un vacío

Que se convierta en indiferencia:

En carne muerta en el resto

De nosotros mismos,

Y una semilla que se seca

Envenenada, en nuestra garganta.

Hablar.

Porque no se puede callar.

Lanzar palomas al viento

En medio de cazadores.

 Clamando, la voz  al cielo,

Tirando con pergaminos.

Sin escuchar sin pensar ni dar lugar

A la racionalidad, al instinto, solo agarrar

De los pelos la vida, rabiosos,

 Y apretarla en una caja

Donde se la pueda mostrar sin sacarla

Y mencionarla sin mostrarla…

Sin dejar de apilar

Cadáveres ajenos

Y espectros propios

En nombre del amor,

Al prójimo.

Y volver caminando hacia el mismo lugar

Los pelos erizados todavía, liviano

Las convicciones machucadas

De gastarse por sonar en orejas

Que no saben escuchar.

Pero sano, prefiero hablar.

 

 

Erin  Ruhr

 

Entre la infinita confusión

En las cornisas y los valles

Cuando campea la desolación

Inconfundible.

Entre la voluntad quebrada

Y mil veces vuelta a componer

Adentro mismo de un corazón

Que se apaga.

En el furor del sol que redime

Que ensalza y derrota a la vez

A las simientes y cuanto más

A los reyes

En la determinación simple

De una persona común

Que enfrenta todo sin pensar

En la muerte.

En el tiempo inexorable

Que acerca y aleja lo que vemos

Hoy como meta, o ayer como cárcel

Pendiente.

En lo más profundo del instinto

Que empuja la sangre a correr

Tras un latido, aun cuando no se encuentre

Al corazón.

En el verde que cobija la flor

En los escudos de las viejas huestes

Un segundo antes de morir

Por amor.

Solo quienes han pasado de todo

Ven claramente por que pelearon:

Una semilla por nacer y un suelo

Donde posarla.

Y en la derrota cierta ante lo eterno

Una sonrisa se vislumbra

En el cuerpo frio y duro, muerto

Feliz.

Los que murieron sabiendo

Por que luchaban, tendrán siempre

Un segundo de gloria atesorado

Dentro del tiempo.

 

Como las nubes

 

Hoy me detuve, a ver mi vida pasar,

A ver correr como nubes, lo que soy.

Desatando, cortando, esquivando…

¡Es tan feliz el viento en la llanura

Haciendo bailar el sonido en los pastos!

Que a veces no puedo evitar subirme.

 

Sin música

 

Silencio, solo motores lejanos

Viento entre las nubes, pregones

De astutos comerciantes callejeros

O aves, mamíferos, insectos,

Y el sonido de la tierra al rozar

El universo lento que se escapa.

Nada de eso me llena hoy.

No me da esperanza, la vida

Que rebalsa en las calles,

Ni las mismas flores que sembré:

Erguidas, desafiantes, dando

Color fugaz y aroma, devolviendo

Otra vez la semilla.

Hoy ni siquiera me lleva la música

A menguar mi alegría

A mejorar mi tristeza

O aquietar la calma chicha

Donde ha zozobrado mi mente

Cuando ya deje de intentar

Hacer razonar mi corazón.

En medio de este tajo al aire

Ni siquiera tengo fuerzas

Para corregir este silencio

Que me envuelve, hoy.

 

De emergencia

 

Volar lo más alto que pude llegar

No hizo amar el color

De mis alas, a los cazadores, necios.

Estandartes del pensamiento ajeno

Los veo aun disparando apostados

Sin saber que un niño tal vez

Encuentre una pluma y sueñe

Con volar a pesar de sus balas.

Los gendarmes guardianes

Del estado de pasividad total

De la mente moderna, que manda

Sin embargo al cuerpo eterno,

Al infatigable corazón…

No mezquinaron ninguna gestión

Ilegal o por la espalda.

¿Estoy cayendo o solo se me desenfoca el piso?

¿He escapado del mundo o estoy muriendo?

¿Son mis huesos acaso los que se rompen contra el suelo?

Al abrir mis ojos al sol lo sabré, por ahora…

No sé si voy quieto o me estoy moviendo.

 

Ni el fuego

 

Correr y gritar, la antorcha en las manos

Y el campo pegando fuego, voraz

Pero es tan quieta la comodidad

Que no parece estúpido morir atragantado

De grano verde y humo, de aire viciado y humedad

En palomas gordas que no conocen las llamas:

¡De la chacra al silo, del silo a la plaza!

Sin otra búsqueda que un lugar

Donde calzar el nido para ser más, sin más ideales

Que ser amigas del gavilán.

 

 

De paseo

 

Paredes, charcos, calles, casas,

Árboles, autos, perros, gatos.

Humo, comida podrida, mal olor,

Miradas de miedo, ansiedad, rejas.

Codicia, brillo opaco, maldad,

Violencia y exclusión, mendicidad.

Ostentación, desprecio, miseria,

Cenizas, uniformes, desolación.

Y cada cuadra es un mar agitado

(Sólo a los ilusos les parece en calma)

Metros ganados al agua, usurpados,

A fuerza de cadáveres, odio, disfraz.

Cada ola vuelve a agitar los huesos

Y entre los viejos barcos hundidos

Crecen sin pedir permiso, las algas.

 

Recién comienza el juego (y ya estoy transpirando)

 

Después de la ola

 Y la resaca frenando en casa

Termino de asumir el golpe

Hago del mundo una pelota

Y la echo a rodar de nuevo

Sin importarme el casillero

Donde se detenga,

Rojo o negro, cara o cruz

Es lo mismo, vivo, y soy yo.

Hago del respeto mi pan y me lleno

Atravieso los días rápido o lento.

La naturaleza no hace trampas:

Cuando hace calor, canta la chicharra,

Mientras las hormigas caminan y miran.

Luego los huesos se pegan al cuero

Y otras hormigas los pelan…

 

Vivir o temer

 

Una larga noche soñando con fuego

Caminando para no morir congelado

Luego exprimiendo el rocío de las piedras

Descansando a la sombra de  espinas.

Un largo camino a casa, sin mapas,

Adivinando el rumbo en ojos huecos

De blancas osamentas que pasan

A mi lado pegadas al suelo…

Nada que llevar, todo el oro

Que se hunde en la arena con el viento,

Es en este camino solo peso.

Una trampa en cada encrucijada,

Una silla con la pata rota en cada posada.

Pero que sea hoy, no mañana

-si un corazón se bate contra armas-

El día en que se cierran las ventanas

Llegando a una costa extraña…

 

 

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...