Hay cosas que no van a cambiar, solo empeoran...
Cada adelanto tecnológico acuñado por nuestra supuestamente privilegiada capacidad de pensamiento, no ha dado mayores resultados que la esclavitud individual. Se nos enseña a pensar socialmente, a contemporizar, a trazar estadísticas que presenten en un supuesto plano de igualdad a los que mueven el pie sobre las cabezas de sus semejantes, y a los que sangran y mueren bajo sus lustradas botas.
Cada adelanto nuevo solo sirvió a la manipulación y la opresión, al monopolio de los recursos y el poder.
Sea la refrigeración o la capacidad de matar a distancia, la locomoción, cualquier cosa que "disfrutemos" hoy, y de la cual nos hayan convencido que mejora nuestra vida, cada forma nueva en que una máquina, institución o instrumento resuelve nuestros intereses por nosotros, no hacemos mas que agregar un grosero y brillante eslabón a la cadena de nuestra consciente y feliz esclavitud.
Hubo un momento en que las riendas se aflojaron, imperceptiblemente, y se puso a prueba la capacidad humana para autoesclavizarse: se le habían dado todas las herramientas necesarias para ello.
No funcionó.
No funciono?
Aunque el cincuenta por ciento de la humanidad acepte alegremente ser esclava, el otro cincuenta por ciento no va a dar ese paso. O si?
Somos la única especie del planeta cuyos cachorros continúan siendo cuidados por sus progenitores durante más de cuarenta años... eso, debería darnos alguna pista sobre el desenlace.
Todo son siglas, estadísticas, tendencias. Nos están acostumbrando permanentemente al análisis técnico, a poner nuestro tiempo y dinero, nuestros intereses, nuestros deseos, nuestros sueños en el valor mayor y mas ampliamente aceptado, en el punto culminante. Y así, se vuelve el punto culminante, porque todos nos acostumbramos a seguir una pequeña luz que se acerca.
Ya ni siquiera hacen falta ejércitos irregulares ondeando sus banderas negras, la población del planeta es dirigida (digerida?) por pequeñas, específicas indicaciones que signifiquen al público, sacar la cabeza por encima de la marea interminable de lo igual, de lo predefinido, de lo establecido.
Por supuesto, esas indicaciones, en un mundo de nueve mil millones de seres conectados a la misma pantalla, se vuelven inmediatamente una pequeña ola, y luego otra marea compacta predefinida.
Mientras la ingeniería social cosecha los restos anteriores, una nueva camada se eleva y surfea, convencidos de que han llegado al cenit de las posibilidades humanas, técnicas o económicas, lo que sea...todo es decorado. Todo no es mas que un escenario, un nuevo y maravilloso escenario mas.
Como mansas y dóciles criaturas de rebaño, nos acostumbramos a sentir a nuestros congéneres al costado, y con eso nos alcanza, no importa si nos encierran en un marco conceptual imposible, inasible, no importa si se escuchan los gritos aterrorizados de otros incautos cayendo el precipicio... sí renovamos con la suficiente velocidad nuestros esquemas de pertenencia, estaremos en el centro, y daremos el viraje de la curva a tiempo.
Siempre hay alguien mirando por la ventana. Siempre hay alguien mirando a través de la ventana. Siempre hay alguien mirando tras tu ventana. Del ojo eterno de dios, pasamos a la vigilancia irrestricta del Gran Hermano, y sin escalas a la total autocensura y el determinismo voluntario.
Es que todo son siglas, grupos de letras intercambiables!
Tres o cuatro letras mayúsculas pueden significar el último grupo de ciudadanos recién catalogados como terroristas, empresas, acciones cotizables en el mercado de valor, instituciones públicas o privadas, asociaciones regionales o locales, lubricante anal, partidos políticos antiguos o nuevos, o el último grupo terrorista recién legalizado y catalogado como democrático y necesario para la libertad de los caballeros del petróleo.
El objetivo manifiesto es designificar, descatalogar, el objetivo es sumir todo en la misma bolsa posmoderna donde una mano oscura pueda sacar siglas premiadas como si fuera un sorteo de lotería (y en verdad lo es, y como siempre, está "arreglado"). Luego, ya que estamos acostumbrados, intercambian esas siglas por marketing directo, y obedientemente compramos.
Instintivamente, el ser humano moderno, se siente atraído hacia las siglas, ya que representan un esquema de organización predeterminado donde no somos responsables, una organización de algún tipo de la cual podremos obtener beneficios, sean estos económicos, políticos o lúdicos, un sistema de representación de un esfuerzo ajeno y estructurado, donde podemos lograr nuestra pertenencia total con solo agregar nuestra participación virtual, sin comprometer siquiera nuestro tiempo.
Es así que nos bombardean con siglas de todo tipo, entre las cuales debemos -forzosamente- elegir, ya que también fuimos adiestrados en la comodidad, la inmediatez, el costo de oportunidad, y la ganancia supuesta que permita llegar a nuestros supuestos, permitidos, sueños...
Ni siquiera nos preguntamos ya, que significan, a que se refieren esos grupos de letras: esas explicaciones deben haberse dado hace mucho tiempo, y no queremos perder el nuestro, además estamos seguros de que hay algún tipo de organismo de control que vela por nosotros, como en cualquier pecera.
Hemos dejado de pensar quién nos alimenta, y para que!
Bah... hemos dejado de pensar, completamente, hace décadas, o no hubiéramos llegado a este presente...