19 marzo

Ratas en la jaula...

 



  Como se conoce desde la antigüedad, lo que ha dado lugar a no pocos sistemas de tortura, no existe en todo el planeta animal mas adaptable, rústico, aguerrido, emprendedor, dedicado y decidido a vivir que la rata doméstica.  

  A diferencia de otros parientes y roedores, su larga convivencia con el ser humano, la ha llevado a desarrollar una inteligencia intuitiva, una comprensión anticipada de la raza humana.  

  Una rata, desde el momento en que se integra a su comunidad, fluye sin contratiempos a través de intrincados sistemas de transporte, ingeniería logística o de almacenamiento, su reducido tamaño, su metabolismo inigualable, su estricta y detalladamente organizada comunidad, su disciplina implacable, están impresos en sus genes de una manera que ninguna especie puede siquiera imitar.  

  Claro que todo funciona bien mientras el liderazgo fuerte y dinámico de su sistema matriarcal pueda aplicarse sin fisuras, mientras la abundancia o la posibilidad de conseguir alimentos sea, si no ilimitada, al menos no limitante.  En resumidas cuentas, pudiendo actuar con libertad, la rata domina el mundo entero, sin competencia, sin problemas, sin llegar a conocer el flagelo del hambre.

  Tenemos mucho que aprender, no? Pero lo que mas asombra, de estos pequeños animales, es su voluntad inquebrantable de vivir: si se dejan dos ratas en una jaula, suspendiendo toda alimentación, invariablemente, una se comerá a la otra.  No hay otro resultado posible, cualquiera de las dos está dispuesta a vivir a costa de su compañera, sin importar el día anterior, los lazos sociales, las jerarquías...  No importa nada.

  Simplemente la rata más fuerte sacrificara a la más débil y se la comerá, alargando su estadía en esta tierra, aunque sea un solo día.  Ahora mismo, estamos siendo testigos de como se miran a través de un plato, las dos ratas mas grandes del planeta. 

  Cansadas de saquear graneros y contaminar todo, de acumular hasta sumir al entorno y a todo lo que los rodea en el hambre y la sed, de transmitir enfermedades, virus, asco y espanto, de parasitar y acaparar cada camino y cada maquina que rueda, hoy son testigos de como el plato que comparten recibe cada día un poco menos.

  Luego de cien años de comer sin descanso, levantan la vista y perciben los barrotes de la jaula.  Ya no hay chantajes ni amenazas que puedan cambiar eso, y lo saben.  Su destino está sellado como el de un cofre bajo el mar.  Su destino es agonizar y llenarse lo mas que puedan mientras tengan con que, hacerse mas fuertes que su compañera antes que empiece a escasear de verdad la comida.  La ración no miente, cada día, inexorablemente, baja. 

  La mirada de amor cómplice, cómodo, que se brindaban mutuamente, se entorva con el desesperante ruido de afuera: solo hay malas señales.  Todo va a empeorar.

  Ahora la única opción que queda es sonreír, traicionar, y vigilarse mutuamente mientras se afilan los dientes... una de las dos vivirá un poco mas cuando asesine a la otra.  Y eso es todo lo que puede hacer.

  Ninguna de las dos escapará ya, de la jaula

  Tal vez todavía queden algunos ingenuos que pretendan pensar que Estados Unidos e Israel dominan el mundo, hipnotizados por las cascaras que derraman al vaciar los rincones de sus antiguas reservas.  La verdad es que su propia soberbia y su absoluta deslealtad los han condenado por igual.

  Cada día que pasa se acelera mas el inexorable proceso, y cada demostración arcaica de poder drena mucho mas que sus arcas.  Sus miradas se cruzan mientras roen, tensos sus músculos en el mismo circulo, que se hace cada vez mas pequeño...

Cuanto falta para la primera dentellada?  Ninguna de las dos, sobrevivirá...









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