El novel abogado miraba con sus ojos asombrados. El Defensor del Pueblo escuchaba sin decir una palabra, tratando de entender, o por lo menos de no despegarse de su realidad y volverse loco en este entorno: su realidad cómoda y soleada y fresca que frente a la que tenia alrededor parecía completamente obscena, como un cuento de hadas...
En su trabajo había tenido días buenos, días regulares y días malos. Y como en otra categoría, sentía que este día inclasificable recién estaba comenzando.
_Pero volvamos...volvamos atrás cuales eran los motivos, exactamente, o las
peticiones o lo que fuere... o las necesidades por las que comenzó este motín?
El hombre arrugo las cicatrices de su cara en una mueca concentrada, como
mirándose hacia adentro, y después de unos segundos, dijo:
_Usted sabe lo que es la soledad?
_Si...claro... no me imagino... hasta este caso, digo, hasta este punto, pero
si, claro!
_No. Usted no sabe.
Y el preso lo quedo mirando fijamente hasta hacerle correr un temblor por su
cuerpo, un visceral escalofrío de animal herido y enjaulado.
Y recién prestó atención a los rasgos de la persona que le hablaba, al olor de las paredes, al vigilante atado y sangrando mirando la nada desde la perspectiva de su cara, de su cuerpo doblado contra el cemento del piso.
Recién entonces vio la faca afilada atada en la punta del palo del escobillón apoyada en la pared atrás de su interlocutor como un arma que también lo amenazaba a él: si ellos querían, el también estaba preso, o muerto, o algo peor.
_No...claro...
Solo atinó a decir, y a escuchar, y a no mover ni un solo músculo, esperando su
momento para decir palabras que solo lo acercaran a la libertad y a la vida, o
a no decir mas nada...
Recordó la cara de su esposa mordiéndose los labios en un gesto de burla, la amable almacenera de la esquina de su barrio, que hablando y hablando podía demorar quince minutos en vender un frasco de aceitunas, el grito de felicidad de su hijo por alguna cosa que no tenia tiempo de mirar, su propio gesto ofuscado con que despreciaba todo con la excusa de necesitar silencio para trabajar...
Le estaban hablando y el no escuchaba, toda su vida era una farsa destinada a
complacer a los demás mientras ignoraba a su propia familia, mientras escapaba
una lágrima y surcaba su cara. Y cualquier gesto de debilidad como ese podía
fácilmente condenarlo a muerte...
Empezó a sollozar, suave pero inexorablemente, fuera de toda voluntad. No quería perder su vida, su pequeña trama... no quería dejar de volver a ver las sonrisas que recién ahora valoraba...
_Se siente bien? Si quiere descansamos un rato, Doctor...
_Si, como no, por favor, gracias...gracias...
_Quiere un vaso de agua?
_Si, por favor, gracias... gracias... gracias...
Y se escuchó a si mismo repitiendo un mantra que siempre le había parecido tan
estúpido, y una tibieza interna lo reconfortó en medio de las ráfagas frías que
el invierno repartía por todos los pabellones y patios del Penal.
_Cachengoo!!
Gritó el presidiario con autoridad, y un delgado pero no tan alto personaje de
ojos brillantes y afilados apareció instantáneamente
_Un vaso de agua para el Doctor.
_Agua...o pajarito?
_Agua, por favor -respondió inmediatamente el abogado
Y "Cachengo" que también llevaba una faca atada a un palo, tal como un fusil reglamentario, pero que en este caso era media tijera fuertemente atada con trapos a una caña, desapareció tan rápido como había entrado.
_Sirvasé. Acá solo tomamos agua mineral!
Los presos se miraron sonriendo, y el abogado agarró la jarra de plástico con sus dos manos ávidas, y en el desierto que lo consumía por dentro, ese liquido turbio y rojizo ¿Con gusto a que? ¿Con gusto a cuantas cosas insalubres?
_Y vos? ¿Estas bien? ¿querés agua?
Se tranquilizó respirando profundamente hasta que lo sorprendió la voz que había venido a escuchar:
_Mi hijo también tiene cinco años...
Escuchó, como si le estuvieran leyendo el pensamiento...
Como si fuera de otro, escucho su propia voz endurecida diciendo:
_Sigamos.
_Cuando entrás a tribunales, no vas por la entrada, nosotros no, ingresamos por una puerta de lata de un patio trasero en el ala sur, lleno de basura, que ni usted sabe que existe. Porque vamos a ser condenados.
_Ajá.
_Entonces uno entra por ese patio con basura y malezas que se acumulan hace años, y puede cruzarse con el juez que lo va a condenar meando en cueros contra una pared, mientras las ratas trepan por todos lados...
Y lo hacen esperar en una celda ahí al lado, todo el tiempo que demoren en declarar inocentes a esas basuras que son los que realmente arruinan la sociedad. A veces pueden ser días...
_Yo...no lo sabía. Recién me estoy enterando, soy bastante nuevo.
_Por supuesto. Por eso se lo cuento. En ese momento, uno no existe, su familia piensa que está en la Alcaidía o el Penal, o Incomunicado, o Muerto. Porque a ellos también, afuera o acá adentro, los acosan, les mienten, los humillan y torturan...
En ese momento se escucho un quejido y el presidiario llamo con suavidad a su lugarteniente:
_¿Que?
_Enriquito se está acalambrando, dalo vuelta para el otro lado
_Hecho! A ver... permitime bebé... La estas pasando bien? ¿Te duele algo? Te voy a poner mas cómodo. Ay que azul te estas poniendo!! Vos tendrías que haber sido policía no penitenciario! Ahí está, muy bien, si necesitas algo avisa eh...¿Si? ¿Me escuchas?
Y sin dejar de sonreír lo picaba con la tijera, ahora del otro lado...
El joven abogado se sorprendió a si mismo atestiguando la escena sin sentir ninguna piedad por el corrupto funcionario, y volviendo la vista nuevamente a su interlocutor, solo dijo
_Ajá, sigamos.
_Entonces en esa celda que también está llena de basura de años, la única compañía agradable son las ratas del patio, ellas... miran sin molestar, esperan pacientemente que les tires un pedazo de comida, y sin juzgarte te confortan, porque te hacen sentir humano, no como el resto de los funcionarios y policías y fiscales y jueces y periodistas que se divierten haciéndote sentir como una rata.
_Aja
_No le parece extraño?
-Que es más extraño? -repreguntó a su vez el abogado- Un roedor amaestrado o una rata de dos patas comiéndose los recursos de la ciudad?
_Ey! Escuchá, el doctor está hablando de vos Enriquitooo!!
Dijo "Cachengo" sentado sobre las costillas del funcionario mientras fumaba un porro, y el abogado se sorprendió a si mismo pensando en picarlo un rato con la faca...
_Quiere probar?
Le ofreció el instrumento, el presidiario, amablemente divertido...
_Por ahora no, gracias. Entonces...
_Entonces, ahora que van a demoler todo el Ala Sur de Tribunales para ampliar el estacionamiento, esas ratas, que salvaron tantos chicos de volverse locos, de morir ahorcados o de soledad, van a quedar sin hogar... y nosotros queremos traerlas acá.
_Y como harían eso?
_Alguien que las conozca las tiene que ir a buscar, no son todas, solo las madres, las mas viejas, que no se van a adaptar a las alcantarillas de vuelta, o las van a cazar y envenenar...
_Okey... Okey... y eso levantaría automáticamente las medidas de fuerza...
_Si
_Tendría que ir alguien que las conozca, que le tengan confianza...
_Claro... puedo ir yo...
_En ese caso... yo te puedo acompañar.
_Me parece perfecto, no tengo nada que objetar.
_Y él? -Preguntó mirando el cuerpo amoratado que adornaba el suelo de la oficina del director.
_Este no tiene redención... su ciclo terminó, debe terminar de una vez y pagar hasta la ultima de sus culpas como ejemplo para los demás.
_Pero eso yo no lo escuché.