25 junio

Micro relato

  


 

  Como un resorte, desperté de un salto para correr inmediatamente, para escapar, como si el sueño pudiera continuar al abrir los ojos.  

  La inmutable pared enmohecida, descascarada, golpeo mi frente con un ruido seco y triste, final, inapelable… 

  En ese momento de conciencia súbita, intente cerrar los ojos y seguir durmiendo, seguir soñando otra vez, el mismo sueño de todos los días.

  Pero el avasallante formato de olores y silencios, de temores y gritos lejanos me impedía recordar claramente siquiera la última escena… 

  Como una bola de pelos de gato, el sueño se esfumaba ante mis lágrimas… 

  Seguía en prisión.

 

Retroceso

  

Ha transcurrido la primavera, como un tren, como pasa por acá, un estallido silencioso lleno de trinos y ladridos, una bomba verde que se esparce como una inundación… ha caído el verano, sobre mi cabeza, como viene algunos años, tremendamente cálido, seco.  

  Como un pelotón de fusilamiento, arrasando con todo, a fuego puro y polvo… ha entrado silencioso el otoño, como un visitante respetuoso, llenando de agua hasta el aire, con días frescos y algunos hasta soleados.

  Y finalmente, ha caido el invierno, como un señor, anunciándose lentamente para dar tiempo a todo, para evitar reclamaciones,  prometiendo viento y hielo, relegando a la mayoría de las plantas al imperio invisible de las raíces.  

  Y yo… yo me he quedado mirando pasar las estaciones, charlando con los cactus, ajustando el nivel de las acequias, fundando lagunas, plantando y regalando árboles frutales, probando y fracasando al instalar o multiplicar plantas fuera de época, enamorándome de las palmeras y la luna o tirado al sol.

  He administrado mi vida comiendo en el pasto, probando las primeras frutas frescas de mi patio, escuchando volar las misteriosas abejas, mirando, catando el frio a través de los agujeros en la pared, mirando el combate eterno de la vida y la muerte a mi alrededor…

  sin embargo pongo las manos en la tierra blanda, mejorada, enriquecida de mi huerta, saco algunos pastos y dejo que el invierno me ayude con su afán de achatarlo todo, pero regalo el último paquete y me quedo sin semillas, dejo todo para más tarde, y más tarde llueve, y paso el tiempo divagando, mirando el estanque, los arboles despegándose del suelo, los peces, las ranas creciendo…  

  Entonces, ahora que ya no tengo tantos arboles pequeños que cuidar, me adelanto al verano y redefino, optimizo el sistema de gestión del agua, armo canteros de plantas ornamentales al frente de mi casa y planto sin esperanza pero con fe: flores en el perímetro para que le hagan la guerra al hocico de los caballos, todavía estoy por hacer el primer almacigo y ya empezó el invierno… 

  Pero no.  No me importa el frio, hoy que duermo bajo techo, mi intención es adelantarme a la primavera, levantar los canteros, reparar los cercos caídos por donde niños gallinas y perros se cuelan para jugar, guardar semillas para empezar temprano… 

  Pero no me interesa tanto empezar temprano, mi intención es adelantarme al verano, tender media sombras y juntar agua, esponjar el suelo, terminar de armar el jardín de cactus para que siga creciendo… 

  Pero no me interesa que siga creciendo, lo que hay es lo que resistió a todo, y es bueno, podría darle un respiro para que realce y dedicarme a adelantar la llegada del otoño haciendo pozos para los futuros ciruelos, definiendo el lugar donde voy a proteger los plantines del frio… 

  Claro que el frio no me interesa, si estoy dedicado de lleno a ignorar el invierno, a hacer como que no viene, curtiendo el cuero con el viento y el frio, plantando mamones para que los achicharre el viento helado de la madrugada, pensando de nuevo como no hice todavía un invernadero, pequeño, para hacer prosperar algunos esquejes…

  Y eso es todo, por hoy, todavía me queda tiempo para tomar unos mates, escribir, y pensar un poco más en la realidad que me come los talones, siempre un desafío, siempre una solución pendiente, siempre lo posible trenzándose con la fantasía.  

  Siempre los buenos amigos, sin preguntar nada, trayéndome un pedazo de paz en el desasosiego, salteándose mi orgullo de hombre libre, mirando y mirándome por mi… y siempre los habladores, los enredadores, los difamadores atrás, sembrando versiones desde lejos, si, también, aunque no me importen siempre están…

  Hoy llegue a mi casa y la vi más ordenada, siempre un poco más simple y exótica a la vez, un sistema que evoluciona sobre sí mismo, creciendo a pinceladas, aun cuando parezca de a ratos estancarse, un manantial de vida que surgió en el desierto para no detenerse nunca más por nada ni nadie, un refugio para mis días, para mis hijos, para mi idea del mundo, un oasis en medio del tiempo por venir. 

 Cualquier día acelero un poco más y alcanzo al fin la espalda de mis sueños.  

 

23 junio

Hoy juega argentina


 

  ¿Qué fecha es hoy? ¿Veinticinco de mayo? ¿Nueve de julio? 

  ¡¡Porque están llenas de banderas las ventanas y las antenas de mi barrio!!… 

  Banderas argentinas, por suerte, todavía, aún no hemos rematado completamente el país.  Ahí sale mi vecino, le voy a preguntar… 

  ¡Ah el mundial! Se está jugando el campeonato mundial de futbol, me entero mientras tira los tachos de basura atrás del muro, donde el viento procederá implacable e inmediatamente a desparramarla por el barrio entero, incluyendo su propia vereda y la mía.

  Pero ese no es el punto, la nación, la patria es tan inmensa que no se puede abarcar en los pequeños actos, no se expresa en la convivencia, en el respeto, en la responsabilidad y el esmero por aportar a las soluciones comunes, sino en las grandes batallas.  

  ¡Y que más adecuado para empaparse de nacionalidad que una guerra mundial futbolística, donde sin tirar un tiro, tenemos, dicen, altas posibilidades!  

  Y desaforados gritando un gol salen a la calle y se sienten ganadores, mientras los buitres internacionales, sin patria ni dios, bajan sobre todo el territorio, indiferentes, arrancando montañas y ríos, llenando barcos, vaciando bancos, colonizando metro a metro todo aquello que apunte a nuestra subsistencia, envenenando lo que queda, y asesinando limpia y legalmente a los que intentan oponerse. 

  Igualmente, el país se detiene, las calles quedan desiertas: solo algunos ocasionales caminantes se ven a la hora del partido, los demás están encerrados desde horas antes, escuchando los pronósticos, las cábalas, el historial, haciendo apuestas y críticas, dando clases magistrales de estrategia sin levantarse del sillón.  

  Y eso no termina ahí, para tener una idea clara, después del partido, hay que llenar el fixture, mirar cada comentarista, cada jugada, cada teoría, hasta el hartazgo, además de todos los demás partidos con sus repeticiones para tener una idea clara de cómo y hacia dónde vamos.  

  Realmente, por un mes, podemos decir que la población está realmente compenetrada con su país, lamentablemente desde el lado más superficial, pasivo y fanático a la vez, irrelevante.  

  Mientras los niños siguen rompiendo a gomerazos los vidrios pero no es tan importante, los policías siguen cobrándole su cuota semanal a los narcos y ladrones para dejarlos trabajar tranquilos, los políticos siguen guardando sus promesas en el limbo para sacar conejos negros de la galera pero eso no es tan trascendente.  

  Se rapiña el gas, la electricidad y el agua para desperdiciarla, como siempre, se roban y rompen los bienes comunes, los espacios públicos, se tolera con un ínfimo chantaje cualquier destrucción y apropiación de lo que nos beneficiaba a todos…

  Contrataciones, estadísticas, tratados internacionales, materiales, cotizaciones, todo sigue como siempre pero por un mes, los más groseros delincuentes se pasean con las manos sucias envueltos en banderas  celestes y blancas.   

  Y como siempre pasa, después de las bacanales solo se puede aspirar a barrer los papelitos, a juntar los platos rotos de la fiesta, nada será devuelto, nada investigado, y los guerreros del sofá se sentaran nuevamente a festejar como su hija de cinco años ensaya el baile del caño.

  Se mueve casi igual que las grandes vedetes que se venden a precio fijo para diversión de las masas, como su hijo de siete sueña con ser asesino a sueldo o soldado justiciero y masacrar a los demás con armas de grueso calibre, porque, como es natural, la parodia del futbol, finalmente lo aburre. 

  Y finalmente, todos a trabajar, o a mendigar, o a mirar pasar el tiempo sin esperanzas ni propósito, que eso también está permitido, ya que toda forma de decadencia apuntala un sistema prefabricado para podar sin miramientos las características necesidades humanas de libertad y autorrealización, algunas más divertidas que otras, claro, como este bello espectáculo del futbol de alta calidad mercantil…

  

A volar (Poesías)

  



Eterno ciclo

 

Una sonrisa cada día, una certeza

Inmaterial, etérea, casi frágil…

Una forma de mirar hacia adelante,

Un refugio para el corazón.

No pido tanto, tengo siempre más…

En el viejo puerto, quedan las amarras,

Y el agua como el viento, tiene alas

Que la llevan hacia arriba, para caer de nuevo.

 

Magia de las palabras que caminan descalzas

Entre las ciudades, a través de los días cuidadas

Para transmitirse aun sin sentido, resonando

Para que oídos devastados por la uniformidad

Las guarden como joyas hasta el día de la fiesta.

 

 

Bio diversidad

 

Cada persona es un modo, un punto de anclaje

En el infinito del mundo, una forma de actuar

Un camino, una baranda desde donde mirar el destino

Ojos y piernas, corazones, manos y brazos, piel

Desnuda dentro de un paquete, que oculta…

Tetas, culos, pijas y conchas, secretos invitados

A los entretelones de la sociedad hipócrita

Que desnuda solo por dinero, el cuerpo de un edificio

Aplaudiendo, a fálicos arquitectos, que dicen

Penetrar el cielo, afeminados empresarios

Fabricando enormes agujeros, donde sangra

Un planeta violado, una tierra vendida, prostituida…

Pero siguen persiguiendo lo distinto justo antes

De salir a comprar niñas, de alquilar tersos músculos…

Que ofrezcan un matiz a su inclemente tiranía indiscutida

De asesinar cuerpos hablando de moral, de rapiñar

La misma sangre de la gente que sigue estúpida

Aplaudiendo un teatro que parece invitarlos gratis

Y los premia vendiendo a precio vil sus sueños…

 

 

Eterno nacimiento

 

Siempre estará, la selva y el mar, nace en nosotros

Todo lo que el mundo sabe amar, el susurro, en el viento

Que nos arrebata un escalofrió, al mirar

Nuestra propia pequeñez.

La vida que nace cada día, desde la intención, tenaz:

Somos manantiales, raudos, derramando sentido

Sobre el árido espacio que media entre dos pastos.

Corriendo como niños para crear el mundo

Aun deshojando mariposas, saltando los charcos

Fritando pajaritos de colores. Bajando estrellas

A flechazos…

Civilizaciones mueren, envejecen y vuelven a nacer

Una expresión de divinidad se acuna en cada ser

Que antes de morir o matar suele reconocerla

Perdiendo el miedo.  Un día en un millón de años

No solo es único sino determinante, final,

De toda anterior eternidad, de cada era

Que sepulto el tiempo con sus juegos.

 

Al día de hoy…

 

Sociedad, impudicia, desolación programada

Recorriendo fojas firmadas y selladas

Labrando actas de lo que va a ser, sin excepción.

Poder, inalcanzable, tirano oscuro, repartiendo

En sus propias manos, sordo y ciego a lo demás.

Recaudan a todo trapo sin dejar de mendigar

El pan de los niños, que juegan entre los escombros.

Intentando prohibir para siempre la alegría

Que no paga impuestos ni busca policías.

Acorralados por un pedazo de cielo, que está del otro lado

Sangrando por la herida que afilamos para participar

Mirando las vidrieras donde venden la equidad

Del otro lado de la fosa común donde todos vamos

 A terminar, saltemos o no. Pero al día de hoy…

No nos une sino divide, entre el que tira el pan

Y el que lo junta del suelo, entre el que manda matar

¿Y el que se esconde? ¡…pero que raso está quedando todo!

 

 

Perspectiva

 

¡Un rayo de sol entre tanta tormenta!

Un día fresco entre la niebla que se levanta,

Para caminar un solo paso más, adelante

Mirando a los ojos al tiempo calcinante

De ideales, de batallas y de planes.

Una noche amable entre tanta sangre

Un minuto de silencio para pensar de nuevo

En dormir sin saber porque, tendría que despertar…

Mientras afuera sigue el viento arrasando todo

Lo que no tiene raíces.  Lo que no tiene techo:

Se lo lleva el hielo…

 

Sin permiso

 

Todavía no pedí permiso para sentirme vivo

Todavía no pensé en preguntar para ser feliz

Siempre me alcanza con mis propios errores.

Vivo esquivando trampas en un mundo artificial

Mirando desde el borde de la sociedad, esquivo

Los lazos de los nuevos esclavistas, las ofertas

De los viejos asesinos, caminando entre la gente

Para encontrar un día y otro no, el sustento

Que me une a todo ser vivo, que me hace humilde

Reconociendo en el estómago mi dueño, igual…

No en todas las mesas me ponen un plato

Ni entro a ninguna casa que no sea aliada

Una isla construí donde miro pasar la guarangada

Y el resto de los días planto puentes, que crezcan

Hasta llegar a una amable tierra extraña.

 

 

Días y días

 

Magia, el arte de sonreír, en medio de la tormenta

El don de hacer creer que el mundo es otra cosa

¿Dónde están mis amigos? Mirando desde la trinchera,

Todos listos a saltar, acalambrados, entre las balas

Corriendo entre sueños que escapan, tirando lazos

Para no caerse del tren, retazo a retazo…

Partiendo sin cesar hacia nuevos horizontes

Nadie vive sin creer, nadie permanece sin fe

Pero en este cuento no hay princesas ni caballeros

Cada día se pone en juego el cuerpo entero.

La música quebrando la mañana helada, llena

El tiempo de miradas lejanas, en lucha, siempre…

 

 

Interacción

 

Un gesto, alimento del espíritu, una razón

Para no dejarse caer, un milagro, reflejando

Luz del alma en las pupilas, un instante

Donde el tiempo se detiene, retrocede y vuelve

Para ser mejor mañana…

 

 

Solsticio de invierno…

 

Como una sábana que cae lentamente, al tender la cama

Baja la niebla sobre mi barrio, y toca tierra agarrada al frio

Que penetra las paredes y las chapas, que viaja por las zanjas

Y se acuesta sobre los jardines y las huertas

Se entierra en los chiqueros, y rebota en el lomo duro de los caballos

Como un castigo, entre las tablas, apagando los braseros,

Enterrando bajo tierra a las ratas, acallando a las ranas

Hasta las estrellas pareciera que se apagan, hasta los focos

Apenas convencidos, se esfuerzan por dar luz.

¿Sabanas? A veces… cobijas y frazadas, tampoco alcanzan

¡A dormir vestidos como ositos panda! Gordos de lana:

Duermen los bebes en un nido en el medio de la cama…

 

Esencia

 

No hay más que el cuerpo, no hay más que el tiempo

Y un territorio, que se pega a nosotros, a nuestro alrededor

No hay más energía que el fulgor de los ojos, y la capacidad

De absorber el sol, en toda su expresión.  Antes y después

De este minuto no hay necesidad, de lograr nada, no hace falta

Correr sino por disfrutar, no hace falta aprender ni programar. 

 

12 junio

Alimentación, salud y soberanía

 

 

  ¿Porque plantar? En un mundo tan perfeccionado que nos ofrece todo empaquetado y asépticamente al alcance de la mano, es la primera pregunta que se opone a la soberanía alimentaria y económica, casi como una queja anticipada. 

  Aunque las cíclicas crisis nos dejen haciendo cuentas para cumplir con los compromisos, o acumulando estrés y horas de trabajo, o revolviendo tachos de basura, mendigando, o cambiando nuestra dignidad por migajas políticas, o recurriendo a la violencia y el delito como caminos expeditivos de resolución del conflicto urgente y cotidiano del hambre, de la desesperanza, la exclusión…

  Pero en cuanto un poco de luz se adivina al fondo del túnel ya estamos otra vez embarcados en la misma carrera de siempre, buscando una forma más fácil de consumir, mas “barata” más reelaborada, rápida, insípidamente vistosa.  

  Pareciera que el arte de cocinar está quedando reservado a los grandes chefs para disfrute de los poderosos que pueden pagarlo, el resto, pierde noción del sabor, del aroma, del poder nutricional que de todas maneras no sobrevive bajo el gusto fuerte del alcohol, tabaco, café, así como bajo el diente afilado del tiempo que nos falta para ser más eficientes, mas útiles, mas prácticos para la acelerada sociedad de consumo, a riesgo de ser descartados sin previo aviso, a la menor falla.  

  Y así también hemos dejado que se transforme el mercado de los alimentos, acribillados por las publicidades engañosas que dicen que todo lo fresco y casero es veneno, que todo lo artesanal y orgánico está contaminado y es peligroso, que solo el engranaje genera vida, solo la cinta transportadora es salud para nuestro cuerpo desorientado, solo los grandes empresarios son capaces de decidir bien por nosotros.

  Mientras el campesino resiste con su propia piel los embates de la modernidad, cuidando su parcela en medio de un mar de destrucción sistematizada, mientras los que buscan un producto sano son engañados mil veces con sustitutos.  

  Y así, desconectados unos de otros, aun así, algunos cada tanto asumen su responsabilidad con el planeta haciendo lo que está a su alcance en vez de llorar por catástrofes cinematográficas que solo buscan inclinar la opinión publica hacia la privatización de las soluciones a favor de los mismos que lucraron hasta el fin produciendo el problema.

  Entonces ¿qué es lo que tenemos al alcance de la mano? No mucho, principalmente: nuestro cuerpo ¡y eso no es poco! Infinito y misterioso encadenamiento de procesos, sistemas, emociones, conocimientos… 

  Una no-maquina perfecta y sin fisuras, con una autonomía asombrosa, capaz de percibir absolutamente todo a su alrededor y modificarlo con un gasto energético insignificante.  Entonces empecemos por reconocernos, tocarnos, asumirnos… 

  No somos un producto de la televisión, ni el final anticipado de un chiste de entreactos, somos personas, perfectas en su esencia, envueltos innecesariamente en diez mil capas de superficialidad y falsas promesas de bienestar moderno esclavizante.

  Podríamos darnos cuenta por nosotros mismos de donde vienen los calambres y las enfermedades, esa gripe recurrente, el cáncer que asusta como un fantasma que acecha desde la oscuridad.  

  Pero no, seguimos intentando una rutina absorbente para descansar después tirándonos a mirar una pantalla donde podemos ver a los grandes deportistas explicarnos sus rutinas artificiales de entrenamiento.  

  Y mientras tanto, célula a célula, vena a vena, en cada musculo, hueso o tendón, en cada órgano interno esforzado por asumir un bombardeo constante de venenos, el compás se atrasa cada día mas hasta que un día no nos podemos levantar de la cama ni con el abanico de antibióticos, antidepresivos, antivirales, antitodoensutotalidad que finalmente esperamos inventen un día para vivir técnicamente sanos…

  Pero claro, la salud no pasa por una definición simple, mucho menos puede decirse que sea un proceso automático, en realidad es un tema tan complejo como librado al azar, aunque cada uno podría reconocer instintivamente, la mejor elección, el camino hacia una vida sana.  

  Definitivamente eso no sería lucrativo, lo que hace falta es que nos enfermemos y después curemos farmacológicamente, y en esa triste realidad impuesta a la fuerza a la mayoría de la población de los países llamados “desarrollados” lo que comemos tiene un valor absoluto como generador y  detonante de la inmensa mayoría de las dolencias agudas y crónicas.  

  Por supuesto que la medicina nos engaña, nos mecaniza, nos automatiza y nos transcribe institucionalmente como objetos inertes atados a definiciones, pero eso no tiene que ver con nuestro potencial.

  Entonces… entonces volvamos al punto: 

  ¿Por qué plantar?  

  Porque necesitamos urgentemente un respiro, una tregua, porque no tenemos acceso a alimentos sanos, nutritivos, porque hemos perdido la capacidad de apreciar el verdadero sabor, el olor, la textura de lo que comemos.  

  Porque hemos perdido la relación entre la vida y nuestra vida, y ya nos olvidamos que para alimentarnos basta cortar una hoja de una planta viva, que absorbe de la tierra fértil y el sol, del agua de lluvia todo lo que al rato seremos nosotros mismos, perfectos sistemas de trasformación.  

  Sería tan fácil volver a reconocernos como soberanos de nuestro tiempo y nuestra tierra, y decidir en consecuencia para nuestro propio beneficio, y no de empresas mundializadoras del perjuicio y el saqueo, fabricantes de corrupción y violencia, que no dudan un segundo en destruir un país cualquiera hasta sus cimientos solo para abrir un nuevo mercado o acceder a una materia prima.  

  Somos la materia prima del universo, nosotros, como personas, a la par de cualquier otro ser vivo, solo que no podemos elegir sin equivocarnos, al haber nacido en cautiverio, y el camino para deseducarnos, para demoler piedra a piedra las murallas interminables de dogmas y prejuicios, preconceptos, verdades inalterablemente dirigidas y parciales, se demuestra difícil y oscuro…

  No hay sin embargo nada más oscuro que la tierra negra, y solo ahí podremos aprender lo suficiente para encarar los difíciles años de lucha que se avecinan, metiendo las manos en el planeta vivo como una fuente inagotable de recursos libres y gratuitos, y todo empieza por un tomate, una lechuga, una ramita de perejil… 

  Dejemos de admirar el tosco portaaviones cuadrado y lento, solo capaz de sembrar la muerte, y empecemos a poner la vista en el suelo, aunque tengamos que inventarlo, colgando macetas de las rejas que protegen nuestro departamento del vandalismo latente de la vecindad.  

  Es un reto, un desafío: puede ser un hecho, cambiar el enfoque nuevamente, desde un sistema que nos interpreta como engranajes descartables para su despiadado funcionamiento, hacia seres humanos que interpretan el mundo para su felicidad y bienestar... 

  Estamos a tiempo, muy a tiempo… 

07 junio

Inconcebible (Poesías)

 

 

 


Otra vez el sol

 

No hay luz más inquietante que el amanecer

Acostumbrados a bregar en la oscuridad

Alertas mientras amaga, como otras veces

Engañosa la mañana, pero solo es falsa claridad

Y nos adormecemos nuevamente, inquietos…

Hasta que se hace inevitable la salida del sol

Presentida en el brillo de las cosas

Que aparecen detrás de un velo.

 

Sin dejar de soñar

 

Paz, amor, y libertad

Y no necesito nada más

Ni encuentro la forma

De que me importen otras cosas

En este mundo restaurado

Por los neo colonizadores

Solo me hace falta un poco

De respeto, para recomenzar

A juntar los pedazos del puente roto

Por la falta de fe, tan accesible

Cuando todos los días tiran

Como un juego, hacia mi hogar

Y sin agachar la cabeza, espero

En vano, que alguien levante su voz

Que alguien ponga sus manos, a favor

De una bandera hacia la vida

Que arrastro por el piso, hoy.

 

Viento

 

-¿y a vos quien te crio? Dijo la anciana

Entre admirada y ofendida, oteando a través

De sus firmes ojos ciegos…

-a mí me crio la selva, la calle, la luna, los charcos

La tierra, el rio y el sol, las piedras y los bichos,

Los borrachos y las putas, las migas de los gorriones

Las lauchas y los ratones, los caballos y los perros

La lluvia y una ardiente curiosidad por saber

Como sería el día de mañana en otro lado…

-mmm dijo la anciana como restándole importancia

A cualquier otro signo del tiempo

Y en la mirada dura que no veía, en la dureza

Del golpe al tallar la historia ajena y propia

Se reconoció como astilla de un mismo palo

Y tercio como concediendo:

Si, en mis tiempos todo eso, también estaba.

 

Una voz

 

Como dentro de un túnel

Donde se escuchan los ruidos

Sin saber si se acercan o se alejan

Sin saber si fueron hoy ayer o mañana.

Como entre la niebla de invierno

Intentando adivinar donde corre el piso,

Corazones se agitan sin sentido

Con latires olvidados y remotos.

En un bosque cerrado de Croacia,

En plena sequia del África

A caballo de una bala colombiana

O arrastrado de los pelos en un suburbio

De la modernosa y decadente Tucson

Un grito, un reclamo de dolor, desgarrado

No por morir, ni nacer, sino por doblegar el sentido

Se abre paso por los aires, se encuentran,

Con otros millones de gritos y arrasan

Sin televisor interminables corazones

Que dependen de una razón que no se ha dicho.

Que esperan una razón que no sea la de hoy

Para seguir repartiendo abrazos, y milagros,

Para vivir haciendo garabatos en el viento

Que se esfumen, pero dejen el recuerdo…

A contraluz

 

 

Vendido, regalado, saqueado, malbaratado:

Así se ve mi barrio hoy, callejón oscuro y un silencio

Que cae lleno de presagios velados.

Hocicos de perros, espinas, piedras y en el medio

Tanto amor, tablas y ladrillos cuidan, la promesa

De un amanecer olvidado en el tiempo

En que los caballos eran libres

En que las gaviotas playeras como nube

Flotaban sobre un remanso cualquiera, y los peces

Nadaban confiados entre los tobillos del pescador.

Pero así entre este olvido y esta sangre alquilada

Un cañaveral de brazos y piernas

Viene remolineando por el bajo:

Entre las cenizas, cuando la lluvia cae

Cada rayo de sol se transforma en flor.

 

 

Un átomo de vida

 

El viento no elije, adonde van las semillas

Que atrapa al vuelo y levanta, en ráfagas

Desde la cuna tibia de la flor.

El viento no elije, el lugar mejor o peor

Donde ruedan una vez que las soltó

Desde la araña laboriosa del tiempo.

El viento no elije, una sí y otra no…

Ni sabe de preferencias, ni piedad,

Sino de correr, atravesar, dispersar.

Y en una cornisa, donde una ráfaga inquieta

Tiro a la ruleta de piedra un grano de arena vivo,

Un árbol agradece cada día su atención.

 

 

Vivimos

 

Nacemos para escapar de nuestros sueños

Como esclavos: “como esclavos”

Insertos en el zoológico moderno

Que amanece siendo cada ciudad

Mirando al suelo por los gatitos tristes

Mientras corren un cerrojo más en nuestra jaula.

Cuanto humo más tapara el sol

Antes que decidamos dejar de comer mierda

Cuanta sangre ajena dejaremos correr

Mientras seguimos mirando el escenario

(Solo es una cuestión de perspectiva)

Donde los actores nos eligen para el sacrificio.

Incalculable

 

No me alcanza la vida, para absorber

El mundo alrededor, siempre nuevo

No me acostumbro que me supere el ritmo

De la vida avasallante, tensa, como una cuerda

Liviana como una pluma que se suelta en pleno vuelo.

La vida etérea, dulce, como un lago, espera…

Fundada por el sol que nos arracima, tostándonos en la orilla

Como un árbol que espera ver pasar nuevas estaciones

Como una flecha de fuego que surca la noche

Indefenso como un vaso que rebalsa, no llego

A vivir todo lo que puedo, me incinera desde adentro

El corazón, estalla y pone en marcha, mis alas

Y espero en la brisa de la tarde, en el sol de otoño

Sobre la piedra donde debía sacrificar, mi ser…

Un segundo más antes de despegar.

 

Hoy desperté sabiendo

 

Las heridas…

Son como grietas

En la llanura eterna

De nuestro destino.

Se agrandan y crecen

Mientras intentamos

Rodearlas, sin poder mirar

Al otro lado, que no es

Lo que parece, no es

Lo que buscamos, ni

Podemos interpretarlo.

Que el amor no cambia

Solo podemos olvidarlo

Y esquivarlo, tapándolo

Con viejas reclamaciones

Del alma humana encallecida

Mientras ahí está, latiendo

Aun alimentándonos.

Que nada es real

De lo que nos hace mal

De lo que elegimos

Para no mirar.  El mundo

Late, y la sangre responde

Que somos un camino que corre

Y en vez de mirar, intentamos

Cuantas veces fundar ciudades

Y en vez de adelantar…destruimos

Nuestra capacidad de caminar.

Que tanto peso no nos permite despegar

Si no reducimos a cero, o casi…

Letra a letra lo que nos quisieron

Enseñar, como cajones, llenándonos

De mentiras secas al sol

Para terminar desvencijados

Como un ropero viejo

Lleno de ropa sin lavar…

Que todo está ahí, a nuestro alcance

Todo, todo, todo sin excepción

Lo que necesito para mí

Me estaba esperando

Desde que nací.

 

Belleza oculta en el recuerdo

 

Como una caverna vacía, un gran salón

Donde resuena el eco de las gotas

Que lentas chorrean de las estalactitas

Hasta cristalizar la sal de la tierra en un desafío

De belleza y paciencia… así resuena en mí

El recuerdo de la luz que envuelve tu presencia

De pájaro libre paseando en el viento: como un eco

Que no termina de rebotar en la inmensidad,

Como el latir del tiempo en un lugar sin tiempo,

En el corazón mismo de la tierra que alimenta

Todo lo que crece, corre, y pelea, para dar vida.

 


Pan y paz (el sol es nuestro)

 

La paz es tan simple como un pedazo de pan,

Como una mano que sale del corazón,

Como un par de ojos que no se desvían ante aquello

Que no nos enseñaron a comprender…

¿Pero cuantos años vamos aprendiendo

A pisotear trigales?

Solo caminar nos dará paz, atravesando fronteras.

Raza de plantas cibernéticas, de estética ilusa,

Vana, falsa ética de etiqueta, año tras año aprendiendo

A arrebatar lo que ya tenemos, a ignorar

Al que apenas despega sus ojos del piso…

¿Pero cuánto más nos van a enseñar a odiar al sol

Solo porque es libre y ajeno?

Cada día empieza una nueva guerra, por un poco de maíz…

¿Podemos acaso cambiarnos de planeta?

 

Día a día

 

 Incomprensible…

Me preocuparía, si siguiera buscando,

Si fuera adicto a las explicaciones

Si vendiera mi vida para comprar tranquilidad.

Irrealizable…

Seria cada minuto de no saber

Que el todo y la nada son buenos hermanos

De no haber visto el rayo, aparecer en la oscuridad.

Pero no escucho razones, no atiendo a lógicas humanas

O acaso está floreciendo la humanidad, o solo…

Algunas semillas que luchan, son testigos

De una apatía monumental, pereza, falsa intensidad…

Incomprobable…

Si hubiera una distancia, un lugar que no existiera

Donde enseñaran a apagar el corazón

Hasta que ceda, hasta que la sangre se oscurezca…

Cada minuto es real, cuando nos permitimos

Sentirnos vivos ¿cuándo? ¿Nos permitimos? ¿Sentir-nos vivos?

 

Sueño de medianoche

 

Necesito un caballo que me sueñe galopando,

Un paisaje que sepa de alfombras voladoras

Necesito un bisturí que me recorte de la realidad…

Una puerta abierta al viento

Para poder seguir trepando esta locura,

Alimentando el oasis que me llama.

No hay dunas ni mar que me reflejen,

No hay selva ni hogar que me retengan

A salvo de ese virus que carcome lo oscuro de mis días,

El tiempo muerto de la calma

No puedo ya vivir mirando ese gusano voraz

Que come a bocados lentos mi corazón

Impunemente mientras sigo acá, volviendo a despertar,

Entretejiendo la distancia y el tiempo

Como una escalera que crece a la par de las murallas,

¡Misterios del arte del asedio!

 

 

Después de la guerra

 

Crece la semilla más lenta, arrastrada entre la pólvora

Por el viento, crece en la lanza clavada, la enredadera

Y en los esqueletos florecen ante la primera lluvia

Los retoños de la primavera que resistieron el bombardeo

Crece entre los huesos la sal, roedores, y lagartijas, escorpiones

Crece el pasto entre los huecos, y en un casco viejo rajado

Crece el musgo, donde un mosquito bebe, y sigue buscando…

 

¡Escapemos del zoológico!

 

  Queremos  salvar a un perro, a un gato, a un caballo (pero solo en nuestros ratos libres), querés salvar un país, un oso, un puma…  

  Ella quiere salvar la democracia, y otro quiere asesinar al presidente, aquella se conforma con salvarse de la resaca y ese otro de los impuestos… 

  Quiero salvarme del frio y me encierro en casa…


  ¿Pero quién me salva, quien nos salva de la televisión, del alud de estupidez que nos pinta el mundo a gusto y placer del que pague más? 

  Nos seguimos quejando de los zoológicos como si estuviéramos mejor que un animal enjaulado, igualmente reducidos a rutinas absorbentes ajenas e incomprensibles que benefician a los que nos hacen mal, sin poder elegir una alimentación que no nos haga daño, acotados a un reducidísimo espacio de cemento y rejas, expuestos a la mirada y el control permanente, enfermos, pagando con nuestra propia vida el nefasto privilegio de ser parte del show.  

  Pero comemos, algunos, a veces, como en el zoológico, del plato o del piso, de la mano de nuestros carceleros, que nos acarician el lomo de vez en cuando antes de cerrar la puerta y apagar las luces.

  Que enorme el precio que estamos pagando por tener el celular en la mano, la novedad en la pantalla, el dulce en las vitrinas… seguimos apostando a una u otra novedad, nos anotamos en un bando o en el contrario, queremos cambiar de sistema, de gobierno, de país, pero no se nos ocurre cambiar la forma de apropiarnos del mundo, de interpretarlo, no pretendemos cambiar la mirada… 

  Mansos como babosas seguimos esclavos de la historia, de los conceptos, de un pedazo de pan o un reloj antes que despertarnos y ser conscientes del costo que paga el planeta por nuestro derroche, por el confort, la facilidad de tener al alcance las banderas del cambio y la rebelión estandarizadas, la sensibilidad teledirigida, el inconformismo de los obesos de falsa información y problemas ajenos…


  Pero no dejamos de ser humanos por eso, y no deja de ser la raza entera sobre el planeta, un detalle más o menos pintoresco, casi una espina, hoy en día, que ya está empezando a infectarse, sin que a nadie se le ocurra más que remachar sobre la herida… 

  Entonces, deberíamos salvarnos a nosotros mismos, no al planeta, no a la raza humana, no a los pobrecitos países lejanos que dicen que la están pasando mal, no a los osos que dicen que les están robando el hielo…

  ¿Para quién se suponen que trabajan las corporaciones y los asesinos? ¿Los mercenarios que avanzan a través de las fronteras?  

  Es para que vos y yo podamos mover el mouse, y apretar Enter, delete, pausa, stop, on, off… se ha vuelto muy cómoda la vida, muy apoltronada la verdad, muy de cuadros colgados la batalla entre el bien y el mal que nos quieren vender… 

  Aunque nos duela, tenemos que aceptar que lo único que podemos modificar está a nuestro alcance, hasta el momento que le damos la espalda para encender la televisión, para enterarnos por los diarios…


  Igualmente, cada día repetimos el mismo esquema, y cerramos nuestro corazón para actuar como nos dicen los libros, los libretos, para refugiarnos en una moral materialista, mercantil y cambiante, en una ética de conquistadores, en símbolos químicos antes que en metáforas, en estadísticas antes que en acciones concretas…

   Y mientras tanto, un día más pasa y otra noche miramos las estrellas dibujadas en la pared y vivimos la libertad de elegir las mismas canciones en la radio, y otro día volvemos a despertar para buscar culpables y tiranos que nos justifiquen en el derroche cotidiano de ser parte del imperio que despreciamos. 

  Pero claro, no es la realidad lo que interesa, sino el envoltorio, porque somos consumidores y elegimos por el envase ¡salvo que haya una superoferta!

  Entonces elegimos por el precio y el precio más barato siempre somos nosotros, nos ofrecemos a las góndolas como alegres correligionarios de la vida, en cualquier formato que podamos traducirnos, para ser comercializados a través de lo instituido legal y científicamente como existencia moderna, luego de lo cual, sin esperar el vuelto, nos sentamos satisfechos, con el control en la mano, para disfrutar del millón de falsas opciones que nos consumen cada día… 

  Desde el otro lado de la jaula, por azar o aburrimiento, de vez en cuando nos tiran una galletita en vez de una piedra… es que no tiene gracia un ser que disfruta siendo encarcelado…



01 junio

Saltando el laberinto

 

 


Vivimos de un formato social, estamos completamente asociados a él para desarrollarnos y lograr nuestros objetivos, no es de otra manera como nos llegan las noticias sino por su intermedio.

  Nacimos atados a la noticia de nuestro nacimiento, que decía que todo había marchado bien y que no podía ser sino así, que habíamos nacido para apuntalar la sociedad en todos sus parámetros, y cada día nos forja y nos fortalece en el estatus quo más implacable y avasallante.  

Somos parte, somos parte, un engranaje, una pieza, el combustible surge de nuestras venas, para poner en marcha la maquina predecible e implacable del sistema.  

  Nos compramos remeras de uno u otro color, solo por el vicio ajeno de confrontar, hasta que lo hacemos costumbre, y nos desangramos matándonos unos a otros en pos de ideales, proyectos, países, imperios, negocios… ¡Cómo nos convencemos de ser parte! 

  Cada día: ¡como logramos destruir la esencia universal de nuestro ser, para acotarnos y acorralarnos, para clavarnos en una idea ajena, como un afiche de estación que pronto se ensucia y se rompe con la lluvia y el sol!

 Pero amo la libertad y no me dejo convencer nunca, jamás, ni un solo día, de que mi vida tenga que tener un sentido ajeno, que haya nacido para establecer un dios, un idioma, un país, una familia, una raza, una moral, una ideología…  mucho menos para sembrar fábricas y armas nucleares, torres de petróleo, asesinos uniformados, masacres mediáticas y líderes cínicos, soberbios y desalmados.  

  He decidido mi propia muerte, he decidido caminar con mi muerte en el bolsillo… no voy a responder, no pienso ser parte de los asesinos, de los destructores auto justificados del mundo.

  No, no voy a devolver golpe por golpe hasta que las calles se llenen de sangre, y pretender que al ejercito de locos que masacra los ideales de cada ser vivo, se le puede responder formando parte del ejercito de locos que responde a la agresión...

  No voy a dejar de respirar y atrapar el sol en los ojos antes que alimentar una maquinaria policial de represión y búsqueda de culpables sociales, de hipocresía y etiquetamiento compulsivo de seres humanos.  

  Pero como amamos las etiquetas… 

¡Amamos las etiquetas! Nos simplifican la vida en bueno-malo, lindo-feo, se puede-no se puede, inferior-superior, negro-blanco… etc. Etc. Etceeeeeeetera… 

Y así vamos escupiendo nuestra propia sangre de tanto mordernos la lengua para no hablar, mientras los billetes que nos faltan ganar nos comen los talones.

  No voy a llorar por los árboles talados, sin volver a plantar, no voy a pararme enfrente del tirano, sin que mi vida misma sea una molestia a su maquinaria de dominación.  

  No voy a dejar de vivir sin tirar semillas al viento, sin crear, sin admirarme ni sorprenderme de la vida, sin pensar en poner precio ni atar a nadie, sin contagiarme de la sonrisa de un niño, sin luchar desnudo pero a manos llenas, sin compartir un plato aunque este vacío… 

  Y así me desperté como siempre ayer con esta sensación de tener una granada estallando desde adentro de mi pecho, y, sin motivo, con una fe absoluta en el mundo, en la vida, en el destino, mirando lo picaflores revoloteando en los jardines de las comisarias ensangrentadas, los árboles talados tirando otra vez un nuevo brote rebelde entre el cemento sucio de la ciudad.

  Entretanto se puede ver en cada esquina a los adolescentes peleando sin pausa por sus sueños fabricados en masa, los niños jugando sin dinero, el sol asomando atrás de la llovizna entre las chapas agujereadas y la basura, como la alegría asoma entre el hambre, el dolor y el frio.

  Y entre la tierra húmeda, mil millones de brotes y formas de vida que no necesitan saber quien salió campeón de que, como el inicuo traiciono, ni cuándo van a arar, otra vez… 

  Y el agua corriendo siempre hacia abajo, siempre juntándose, siempre haciendo un cauce nuevo, incontenible, o escondiéndose en la hinchazón de las semillas, en la aserrada turgencia de las hojas nuevas, en un charco nocturno que espera la luz de la luna, en el ojo inquieto de un pájaro que se alisa las plumas antes de volar, o regalar su canto al viento.

  Y así apuntar hacia el mar, siempre, como el caballo inquieto que galopa dentro mío, que un día deje entrar para que me enseñe a compartir su camino hacia la libertad, aun cuando parezca saltar en pedazos, al conquistar del mundo un nuevo lugar.  

  Y volví justo a tiempo para admirar las flores pisoteadas, acomodándose aun así al sol, la puerta rota a patadas, la casa saqueada nuevamente por el miedo y la intolerancia, sembrada de vidrios rotos, y realmente no logro que de todo esto me importe nada… 

  Entre los escombros y el barro vuelven a brotar mis sueños…mientras desde allá, aun hoy, una voz envuelta en luz acaricia suavemente mi corazón. 



Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...