20 enero

Calles, y calles

  

  Camino por el centro de la ciudad, estrictamente cuadriculada, en damero como se dice: calles que se cruzan solo una vez, perpendiculares o paralelas que mueren sin conocerse, no hay mucho más para elegir, salvo que salgamos hacia los suburbios, donde empiezan a nacer cortadas, callejones, callejas que se curvan como culebras hasta casi morderse a sí mismas, angostas y oscuras… 

  Hasta las aún más angostas sendas y  pasillos internos, alegres o lúgubres, tal vez peligrosos, tal vez llenos de amor… Pero por acá, donde los semáforos se hacen señales unos a otros, solo hay calles modelo, bien asfaltadas, y bien seguras de su función.

  Si tomamos una regla, podemos comprobar que las calles están hechas estrictamente para los autos: catorce metros para ellos, y solo un par de metros a cada lado, de vereda para los peatones.  Las calles están hechas para llevarnos hacia los bancos, que son los reyes de la ciudad.

  Las calles están hechas sobre un planeta vivo, al que aplastan y lapidan entre hormigón y acero, las calles van hacia las avenidas, y las avenidas hacia las carreteras, y estas hacia las rutas donde podemos pasear a gran velocidad admirando un mundo que no nos pertenece…

  Están las calles que me llevan hasta tu casa, las calles donde un caño llena todo de agua, calles mostrando sus bocas de tormenta con las cloacas reventadas, calles cerradas por obras eternas y mal pensadas.  

  Las calles nos llevan hacia donde estamos ahora, y también nos llevaran cuando nos vallamos, transportan a amigos y enemigos, parientes y desconocidos, carteros y cobradores, y esos camiones de reparto que no paran nunca de salir de todos lados… 

  La calle es un lugar perfecto para policías, y también para ladrones, los niños las conquistan en segundos, los ancianos las cruzan lenta y pacientemente.  Algunas son oscuras como bocas de lobo, otras demasiado iluminadas…

  De ripio, tierra, asfalto, adoquines, algunas nos reciben llenas de vida, otras, vacías, nos hacen acelerar el paso, en silencio, cuando el eco de los tacos de los zapatos se vuelve una  amenaza latente…  

  Hay calles que unen países y calles que separan barrios, cuando agarramos una calle a contramano, no falta alguno que nos toque bocina indignado, como si estuviéramos violando sus derechos, aunque la mayoría no le da la menor importancia, cuando hay algún accidente, la calle se parte como un hueso roto, donde no se puede circular hasta que los agentes de tránsito vengan con sus libretas y grúas y seguros…

  Hay calles pintorescas y calles agradables, y otras tétricas y opresivas, hay calles ruidosas y otras que no se enteran de los autos, hay calles realmente insoportables.

  Algunas calles tienen muchos pozos, otras parecen recién hechas, algunas mueren contra un alambrado y otras van penetrando el monte… 

  Hay calles nocturnas que duermen de día, y calles comerciales que se apagan cuando se bajan las cortinas, hay calles contra el rio y hasta abajo del agua, hay calles arboladas y otras donde solo hace demasiado calor.  

  Hay calles llenas de smog, hay calles especiales para manifestaciones y marchas, para recitales, para encuentros, hay calles donde nadie quiere estar, hay calles cerradas por rejas, calles privadas, calles peatonales y calles usurpadas, hay calles muertas y calles que crecen, y no faltan las que cambian de sentido, de nombre, de categoría… 

  Y como grandes caminantes, nos llevara la última calle al cementerio, un día cualquiera y se acabara para nosotros el desfile apresurado de las esquinas…



18 enero

Reflexiones a las 14:00 hs.

  

  ¡Ellos conspiran! ¿Debe ser, no? Porque nosotros conspiramos.  

  Hasta la palabra misma parece destinada a partirse al medio…tiene una resonancia molesta, que debe guardarse en secreto, que debe pronunciarse solo en voz baja…

  ¡Conspiración!  Es lo que pasa ¡Somos marionetas, somos hojas en la tormenta, nos han robado las riendas de nuestro destino! Enormes problemas flotan sobre nuestras cabezas, y ya no hay lugar adonde escapar… 

  Se viene la guerra del agua, del petróleo, del viento, de la web, de la tierra, del mar, del genoma, y cuantas plataformas más desde donde dar latigazos a toda la humanidad están en juego, asediadas, a punto de caer...

  Yo soy inocente.  

  Es  lo único que puedo asegurar con calma: nada puedo hacer contra los imperios y los portaaviones, nada puedo contra el poder de la hipocresía de los medios y los gobiernos, nada puedo contra el control de las corporaciones.  

  Gobiernos, instituciones, alianzas, todos son socios y cómplices menos yo, que aun ciudadano, tengo montones de problemas cada día para mantener a mi familia y vivir dignamente, víctima de la ambición de unos pocos desconocidos…

  Y claro, acto seguido, el tipo cerro las cortinas de las ventanas y suspiro ¡Que seguro se siente uno en casa!  

  Se sentó cómodamente a mirar televisión, aunque tuvo que esforzarse todavía para alcanzar el control remoto,  y se olvidó hasta de su acto de justificación histérica.  

  Total: un día más y el mundo seguía igual…

 

14 enero

El mundo es invisible (Poesías)

 

 

 

¡Disimula hombre!

 

Calor, humanidad,

Un planeta se derrite

Lentamente, como…

¿Un helado?

Nos cansamos ya de lamer

Los restos de nuestra

Mediocridad.

Basura, lenta, viva

Corre por las calles

Y se adueña

De una necesidad

Compulsiva

De ser

Otra persona.

 

En el fin del milenio de oscuridad

 

Solo llamas y bomberos enloquecidos

Veo a mí alrededor, corriendo por combustible.

Solo humo, cenizas, y estructuras carbonizadas

Entre los desiertos que fabricaron para posarlas.

Esclavos que mueren aterrados tirando de su cadena

Y tiranos reclutando mercenarios para defender

Sus cuevas llenas de sarcasmo y basura de otras eras,

De recuerdos ajenos y cabezas en la pared.

Entre las llamas, carniceros enhebran corazones

Y cazadores muertos fabrican lágrimas.

Dioses de papel y barro caminan desorientados

Mientras se van desintegrando.

Ejércitos inmensos de niños deliberan

Mientras juegan, fabrican listas negras.

¿Es realmente necesario apagar estas llamas?

…pienso, mientras derriten, consumen mi carne.

Ya puedo contar mis huesos pero no estoy muerto

Solo vengo mirando para poder contarlo.

Casi todos se meten al fandango a costa de su vida

¿Qué quieren salvar? ¿Son acaso, renegados?

Descalzo llegare al primer pasto aun verde

De rocío pintado, de noche oscura curado.

Para mirar al sol, implacable y manso

Lanzarse indiferente para permitirlo todo.

 

El otro yo

 

Traspasar las fronteras sin encerrarse

Volar sobre los lindes sin absorber prejuicios

Llegar a un espacio donde se pueda ver,

A una nueva perspectiva de lo que fuimos ayer.

Y dejar la ropa en la piedra y sumergirse

Entrar en el mundo desde otro lado

Y hacer un puente hacia el viejo espejo

Donde se refleja un tono de voz nuevo

Viajar hacia otra mirada sin temer

Llegar a entender sin ser parte

Y curar el hambre que siente

La vieja voz, al no poder explicarse.

 

Atravesando el fin

 

¿Estoy muerto? No, solo un poco adormecido

Tan consciente de las hojas secas que piso

En el suelo de este oscuro bosque que…

Temo lastimar mi esencia con dolores viejos

Con sonidos muertos, sin alma, sin color.

¿He caído? Tal vez.  Pero fue buscando

Algo que me haga sentir vivo, en este pasillo frio

Donde los espectros ríen desde adentro

De sus calaveras, y lloran a través de otras bocas

Y sueñan sueños de papeles pintados.

 

¿Qué no encuentro el camino? Puede ser, pero…

No voy a descansar a la sombra de un árbol seco

Ni buscar el agua que olfateo en el fondo del corral,

No viviré con miedo, ni lastima de nada

Ni usurpare las venas de los que me trajeron.

Allá ellos, talando y quemando, mientras siembro,

Allá ellos subiendo a clavar la cruz en el cerro.

¡Cuánta fiesta y cuanta sonrisa pintada se borra

Al llegar a casa! No quiero entender ese mundo,

De payasos y ventrílocuos, de muñecos, y de perros.

¡Suena la hora del show! el instante es, perfecto,

A saltar de la cama y correr, hay que llegar a tiempo

Para entretener a los enjauladores, adular a los mediocres,

Banderas del estatus, siempre llegan por la espalda.

 

Y estallara una nueva primavera, desde el pasto

Brotaran flores que no sean de plástico

Y cantaran los pájaros que no enjaularon

Y se llenaran de vida los charcos…

Y cuando mis pies cansados se detengan

Será solo de la emoción de haber llegado

Y cuando entre retazos de cielo pueda ver

Un instante supremo de silencio

Otra vez, llorare, y flojamente 

Me esparciré hacia el tronco de un viejo árbol

Y cerrare los ojos, acunado por su savia

Y su corteza mullida será como mi almohada,

Mientras la tarde traerá volando ¡bichos!

Que me digan al oído: ¡levántate y anda!

 

Un pequeño salto afuera del plato

 

Como una brisa fresca, como una sombra amiga

Que nos llama al calor intenso del mediodía,

Como llegar al rio, a través de las barrancas

Para sentir en la piel ese regalo, de tersa humedad

En el aire, para sumergirse en un mundo aparte.

Así tuve ayer un segundo de respiro, una caricia

Un beso de amor, la inocencia de mis hijos

El abrazo postergado de los amigos, la mirada

Imparcial en medio del juicio, la puerta abierta,

Y el final de diez mil calles sin techo y tantas

Mesas elegantes sin un plato, sin un segundo

Sin un cigarrillo ni un vaso de agua que…

Tesoro invaluable en otro ámbito, se regala

De manos abiertas sin esperar la vuelta.

Y así es como prefiero vivir, acompañado

Por gente real que se sienta viva

Por gente viva que se sienta real

Y en ese trueque de miradas picarescas

Saber que no me dejaran caer dormido

Ni esperaran que los ofenda teniendo lastima.

 

Tarde quieta

 

Y vivo porque alguien me enseño

A mirar la lluvia a través de las ventanas

Y olvidar el mundo y su destrucción

Y saber que a todo, tarde o temprano

Se lo lleva en su torrente el agua.

Vivo porque alguien me mostro

Que el día no es suficiente garantía

Ni la noche larga esta tan muerta

Que no se llene de plegarias y de alas

Ni es tan fuerte que no la parta en dos, el viento.

Vivo porque en el medio del mar enorme y frio

Me dijeron que debo buscar la tabla

Y antes que los ángeles cantar, antes que dios

Existir y resistir, y encaramarme a la luz

Que brota de los pasajes finales.

Vivo porque alguien se deslizo en mi mente, en un susurro:

“nunca es tan largo y crudo el día

Que el sol reseque más que dar la vida

Ni el desierto está muerto, ni seco,

Al aprender a mirar, siempre se encuentra la salida”

 

Nunca te encandiles

 

Hay un momento para las luces del escenario

Para bañarse en color fugaz, para sentirse volando…

Hay un momento en que solo queremos estallar

 Conectarnos con un despojo, un sentimiento olvidado

Que nace desde cada corazón apabullado,

Desnudo en la magia de las máscaras, y el teatro…

Pero no dura para siempre, no te engañes, no dejes

Que la ansiedad atenazante, la gula, el engaño

Se lleven lo mejor de tu voz, tu cuerpo, tu tiempo

Solo para poder seguir, en fin, actuando…

Porque cuando bajes sola o cansado del escenario

Con el corazón gastado encogido entre tus manos

Y esperes iluso el justo precio por tus años

Era evidente que el público no estaba, ahí,

Para tomarte de la mano, y ayudarte a seguir

Sino para olvidar sus cuentas haciéndolas correr

Entre tus manos, para descansar su mascara

Inalterable, en la deriva de tu personaje.

No dejes que te gasten en un frio baile sin gracia

De máscaras que no ocultan nada…

No dejes que te aten, a un juego que se acaba

Mirando como todos abandonan el tablero,

Y en el piso solo quedan, máscaras pisoteadas.

 

Progreso

 

¿Cómo pueden hacerlo otra vez?

¿Cómo pueden una y otra vez

Abandonar toda esperanza,

Y rebelarse ante sus amos

Solo para ser más esclavos?

Como pueden jugarse la vida

Para ser los dueños del látigo

Después de haber visto la sangre

Correr entre las piedras

Cuando moría su hermano.

Beber el frio licor de la nostalgia

De cuando los privilegios parecían

Algo bueno y nuevo, y como un pez

Afuera del agua ¡saltan!

Para atrapar la mosca verde

Que solo anda tras la carne podrida,

Cuando hasta la sangre seca

En el polvo, ya no se divisa…

 

Mientras, gira el sol

 

Y sin embargo otro día comienza

Entre las ruinas… nacen formas de vida.

Quien destruye solo ve lo que está al frente

Y sigue su camino para volver, rápido, a encerrarse

En un bunker de miseria y maldad

Mientras, sin importar la historia

La vida se reproduce, multiplica,

En formas adaptadas rápidamente al caos

Que en vez de negar la existencia, la generan.

Solo el hombre ve en la muerte, destrucción

Y parado en el abismo de su orgullo

Prepara maquinas finalizantes del mundo

Que, sin pensar en eso, solamente recomienza.

 

Invisibles

 

Como terrones en un campo arado

Como flores del campo

Como el agua sucia del charco

En la esquina de la ciudad

Envejecen los pensamientos

La bronca, la tristeza impotente,

La desilusión anticipada desde siempre

En las cunas, rusticas, de los suburbios.

Como un gato que se escapa por el callejón

Como una bola lenta que no llega a dar

Como un plato de sobras que se tiran

Cuando ya se terminó de comer…

Así encajan las miserias del suburbio

En los formadores de opinión

En los hacedores de políticas y parámetros

Que avalúan niños, hombres y mujeres por su color.

Y los sufrimientos del alma, encerrada

En una simple decisión, que afila al sol

El barrio como un huerto de navajas,

Las noches como puertas cerradas.

Pero en las estilizadas casas de tejas, en las oficinas

Donde los ministros sufren su soledad

Para decidir el destino de todos,

Con grandes perros como únicos amigos,

Se ven distintos los hechos, los techos, los lechos

Y se juzga la vida por el traje

Aunque se vaya a colgar después.

 

Natural como la vida

 

Como la lluvia que llega, como el olor a tierra,

La alegría se anuncia sin que la escuchemos,

Y un día estamos inmersos en un duelo de sonrisas

Y hasta bajo la superficie gris de los ministerios

Vemos colores que intuimos están ahí…

Como el sol que se oculta, sorprendiéndonos

¡De lo corto que fue el día! El atardecer…

Se hace tan bello que nos quedamos mirando:

Como el sol se envuelve en sangre espesa

Como el campo se oscurece de misterio, insondable.

Como los nudos en el árbol, como las hojas quietas

Vivimos atados a nuestra complementariedad

Como el sabor del frio que sorprende y es otoño,

Como un viento que no se recuerda tan frio.

Como el primer sol de primavera, que nos cambia la piel

Como una flor que desafía el pasto seco, infaltable señal

Sin mirar atrás, tropezando, sin dejar de aprender

Vamos surcando el agua, en nuestra pequeña vasija.

 

¡Así, Colon!

 

Llenaremos las botas de agua salada, con alegría

Y un mundo que no se mueva, al fin quieto, será nuestro

Entre la arena caliza de desconocidas caracolas

Entre el olor dulzón de las algas del otro lado…

Un nuevo mundo, aun, queda por descubrir

Mientras racionamos los últimos pedazos de pan duro

A cara de perro, en el timón, rumbo a la  nada, con fe

En la duda que mantiene a nuestros tripulantes obedeciendo

Aun, a pesar de su evidente abandono, desesperación.

Obligados por el mar intenso verdeazul, por el cielo denso, bajo,

Así las estrellas se van y vienen otras, arriba y abajo, noche y día…

Ya no hay nada que perder, solo podemos llegar, el sol y nosotros

Son las únicas cosas que permanecen firmes, entre tanta madera

Desvencijada por el peso de la travesía, entre tanto palo atillado

Para dar la cara a una nueva tormenta, entre tanta cara torva, tanto rumor

Y solo algunos que se animan a mirar los mapas y decir: ¡acá!

Porque en el límite último de la vida, en la antesala de la muerte

Desconocida y salvaje como el lomo de un monstruo marino

No puede haber otra cosa que una pequeña isla, donde desembarcar.

 

En el aire

 

Hila araña, y suelta tu simiente al rumor del viento

Te esperaba, ven, no tengas miedo, todo esto…

¿Es lo que te había prometido? ¿Acaso no es así?

No tengo nada para dar, ninguna posesión que pueda

Envolver en hojas verdes para vos, atar en un paquete

Que sumes a tu equipaje para desembalar después.

Pero el mundo está ahí tómalo, todo esto es mío, no mentí

Caminemos, entre los paños mojados del atardecer

Puedes tomar mi mano antes de resbalar, salta

Aterriza en un lugar que no alcanzas a reconocer

Y espera que el recuerdo de los demás te devuelva

Los hilos de tu trama, aun sueltos, que empiezas  a envolver.

 

Letras mojadas

 

 

 

  Me han regalado una planta, envuelta en un diario viejo, de unos cuantos meses atrás…y aprovecho a leerlo ya que una o dos veces al año leo el diario.  

  Habiendo asistido hoy al duelo de absurdos y desmentidos, de humo y nuevas primicias falsas, después de meses de desarrollo, veo el origen de las viejas noticias, en sus formatos alienantes, las que todavía no eran mentiras. 

  Análisis y opiniones, que aun parecían posibles, plausibles, o por lo menos lo simulaban en las páginas del prestigioso medio.  

  ¿Prestigioso? Me pregunto y me contesto ¿prestigioso para quién? Como es posible que nos sometamos al látigo afilado de la prensa cada día, que dejemos acicatear nuestras emociones, o directamente fabricarlas, aun comprobando cotidianamente que lo leído el día anterior era una flagrante mentira dedicada a nuestra manipulación.  

  Y eso sin pasar a hablar del formato igual pero más veloz de la radio y la televisión, de las paginas digitales (campeonas absolutas del error, de la noticia y la foto falsa y nunca verificada.  

  Pero no, no hay, obviamente respuesta, a no ser la necesidad imperiosa de desligarse del significado cada día, de la responsabilidad de pensar, del poder de decisión y control sobre los actores sociales que forman las políticas, las alianzas, el futuro, los presupuestos y todo lo demás a costa de nuestra pulida indiferencia.  

  Y puedo ver grandes novedades por todos sabidas y olvidadas, crímenes expuestos a la publicidad al fin que todos conocían, y un goteo informativo en la medida suficiente para que nadie se entere de nada antes de tiempo.

  ¡Pero claro! Si los diarios y todo lo demás solo juntaron en un gran manojo, acorde a los intereses que representan, a los discursos, las intenciones más representativas del discurso social.  

  No iban a terminar en otra cosa, cuando en cada esquina cada barrio, bar o club, las personas se dedican a fabricar versiones sobre la vida ajena, sobre los negocios que otros tienen en marcha…  y así, en el papel barato, solo se termina reflejando el devenir informativo de una sociedad que no tolera nada que no sea el éxito o la tragedia, la cumbre o el caos.  

  Y como en cualquier reunión, en la sala de prensa se estiran los últimos rumores, añadiendo con elegancia cuantos elementos puedan soportar sin perder completamente la credibilidad.  

  Como en cualquier negocio, se fabrican eslóganes pegadizos, verdades que vendan, promesas que enganchen el crédito social, y se fía la garantía en un documento llamado “fuentes confiables” cuyo recuerdo se diluye rápidamente entre otras noticias espectaculares, que también cumplirán su ciclo….

  Y como espectadores, asistimos a la danza, el vals eterno de los grandes medios, donde juegan a la guerra hasta perder todas las cartas, cambian de equipo y vuelven a repartir, mientras nosotros, ilusos estúpidos, tomamos partido por uno u otro, pretendiendo que no nos engañan, que alguno nos representa solo por estar a favor o en contra del ultimo anzuelo donde quedamos clavados.  

  Y así seguimos, hermoso cardumen, derivando en la corriente, de un lado al otro de este mar informativo que de vez en cuando se hace tan rápido que algunos quedan rezagados y…  ahí vienen los tiburones, sin piedad, de dientes triangulares, haciéndose cargo de los desorientados, que patalean en vano al ser despedazados, sin que nadie mire atrás.  

  Es el precio de la permanencia, y ya nadie se atreve ni a soñar con cuestionarlo, hay que darle de comer a los peces gordos que pagan el espacio, que mantienen las rotativas en funcionamiento, hay que hacer sonreír a los empresarios en sus oficinas para que mantengan su publicidad, a los ministros en sus gabinetes para que mantengan su publicidad, a los ciegos sordos y mudos en sus casas para que consuman su publicidad.  

  Y así vivimos, cultivando conscientemente una matriz venenosa que ahoga la realidad, como una enredadera extraña tapa y seca el grandioso árbol que nos daba sombra sin dejar de cautivarnos con sus hermosas flores sin fruto…  

  Pero no somos víctimas, solo cómplices, ya que si tenemos la oportunidad de confrontar las noticias con los hechos, por tener la oportunidad única de ser testigos, terminamos negando los segundos, catalogándolos de excepciones, de maniobras, de casualidades o quien sabe qué cosa, para no dejar de escuchar las construcciones metafóricas, metafísicas, meteóricas que los reemplazan en tinta negra sobre papel blanco.  

  Tal vez en la calle hayan quedado manchas de sangre roja sobre asfalto mojado o tierra negra arrasada.  Tal vez ahora mismo en los márgenes de los campos de batalla o entre los despojos de las masacres viejas, repetidas, inalterables, artistas de la imagen arman escenografías para la foto de tapa  ¡grandioso poder de la imagen!  

  Mientras eunucos de traspirada frente, mal llamados periodistas, esquivan las cenizas tratando de no distraer su mente de la intensa labor de suplantar el contexto, el marco histórico, y las gotas de sangre que los salpican al paso de los camiones, por una fábula inofensiva, una aventura romántica, o un himno triunfal, según como lo requieran las circunstancias.  

  También, claro, pueden hacer las tres cosas a la vez, o sucesivamente, en forma aleatoria, pues el buen mercenario no tiene patrón fijo, y el buen patrón juega de los dos lados de la cancha. 



11 enero

La política

  

  “La Política”.  

  Así, despectivamente, algunos la miran como el zorro a las uvas, “La política es sucia, perversa, corrupta, decadente”… 

 


  No, la decadente es la gente, la política no tiene atributos propios, todos le son transmitidos por la ambición de sus protagonistas, por la sed de poder de los aspirantes a segundones y delfines.  

  Perversos los que consumen a sus propios colaboradores gastándolos en batallas perdidas como si fueran peones de ajedrez, solo para alardear de su cinismo y su falta de principios.  

  Sucia esta la coctelera donde se calzan algunos insultantemente el gorro frigio, derivando de una idea a otra, de un sistema a otro, de una ideología a otra en la búsqueda permanente de poder, de espacios libres.  

  Corruptos con nuestra complicidad y tolerancia,  acostumbrados a traicionar sin perder la sonrisa, a claudicar sin disimular ni mirar atrás, a ocultar sus vicios de grandes hombres y mujeres estresados por el arduo trajín de la manipulación total.

  ¿Cuál es el tiempo político, cual es el tiempo de la burocracia partidaria y sus organizaciones y como relacionarlo con el tiempo real y el tiempo de la gente de a pie, de la gente común que construye milagrosamente su día tras día sin medios?  

  No es imposible, no tiene por qué dejar de ser bueno, productivo, generador, aunque para muchos no va más allá del clientelismo o la extorsión.

  Y ciertamente, son calendarios distintos, uno se mueve al ritmo de la vida, de lo cotidiano, entre llantos de niños y milagros, entre valor y tenacidad, entre polvo, magia y espanto, el otro navega lenta y mecánicamente entre dos turbios momentos, entre dos días de elecciones.  

  Más allá de esas cuarenta y ocho horas de tensión, que se desahogan en el júbilo o la decepción y hasta en la barbarie, todo lo demás es relativo, la vida y la muerte, el bienestar, los derechos de hombres mujeres y niños son pisoteados cada vez que se necesita un poco más de aire, de dinero.  

  Todos los principios son dejados de lado cada vez que hay que hacer un pequeño ajuste ideológico para forjar alianzas imposibles que permitan acercarse a los objetivos, aunque en el mismo momento definan la traición futura que deje afuera a sus nuevos amigos…

  Aunque se atomice y a veces se disfrace en asociaciones, en organizaciones no gubernamentales, en clubes, cooperativas, fundaciones, centros de fomento de estudios sociales, legales, ambientales, humanos etc., no serán una fuente de renovación si sus ideales ocultos siguen siendo espurios y  sus integrantes carentes de todo freno ético o moral.  

  Pero qué más da, no vamos a hacernos tanto problema por eso, si es el formato en el que fueron moldeadas nuestras mentes desde que aprendimos a razonar: es mejor delegar todo poder de decisión antes que poner en juego los pocos minutos que nos sobran cada día para disfrutar de nuestro esclavizante confort. 

  Se necesita tiempo libre para pensar, razonar analizar y participar en la resolución de los urgentes problemas que nos acosan como sociedad hasta en la diaria y cotidiana convivencia.

  Entonces siempre queda en los otros, los que lo intentan, la responsabilidad de hacer valer nuestros sueños, ideales, utopías o lo que fueren, luchando hasta caer en el campo de batalla.  

  Caída que no significa la muerte sino la deshonra, el cambio de bandera o cosas así, siempre temporarias, porque siempre se puede volver a la arena política, hasta hacerla una profesión, hasta hacerla una empresa familiar hereditaria con fondos indiscriminados y edificios oficiales.

  Pero no somos víctimas indefensas del sistema, nada es casualidad, no hay una consecuencia sobre nuestra vida que no hayamos apoyado, con nuestra indiferencia, con nuestro egoísmo y nuestra comodidad, y hoy en día, cuando todos los espurios espacios de decisión no hacen más que concentrarse, todas las caducas fuentes de poder armarse hasta los dientes, es nuestra última decisión y responsabilidad como seres humanos poner un pie en la balanza a nuestro favor.

  ¿Pero qué es lo que nos ofrecen y que es lo que podemos tomar? No, no, en principio habría que dejar de lado la vieja forma de pensar, y ver que podemos ofrecer, que podemos proteger y poner en juego como nuestro aporte a la comunidad, como nuestra primitiva forma de hacer política.  

  Así, si podemos generar opciones comunes que no terminen en contra nuestro, sino que incluyan y multipliquen nuestras posibilidades podemos empezar a generar espacios firmes y sanos de interacción, de puesta en común, aprendizaje, evolución y devolución.  

  Porque no habría que perder el foco de la importancia de nuestro aporte a la convivencia, al conocimiento, al desarrollo de la sociedad en la que estamos inmersos a nuestra manera particular, como semilla y promotor del cambio que queremos o decimos generar.

  Es así que después de cualquier análisis, el resultado viene a ser el mismo, hay que salir a la calle, hay que vivir en la práctica, como único antídoto a este último intento por estupidizarnos que se esconde en las redes sociales y el exceso de falsa información.  

  Me refiero a la sensación de que se puede participar cínica y pasivamente desde un teclado, compartiendo y votando, firmando petitorios, posteando audaces pensamientos ajenos y posters, y hasta condenando o salvando, loando y estigmatizando a desconocidos que tal vez no son siquiera reales… toda la vida es real menos nosotros mirándola desde atrás de un cristal mientras llueven megabytes de frivolidad. 

  Solo nos queda una decisión, en definitiva, nos vamos a seguir quejando o vamos a hacernos una íntima y solitaria pregunta: ¿Hoy es un día igual a ayer, o hoy es un día donde apuesto a mí mismo y la sociedad con lo único que tengo a mi alcance, que es mi posibilidad de cambiar?  

  Algunos apuestan a ser eternos esclavos felices 

  ¿Cuál es tu apuesta para hoy?

01 enero

La rebelión de las masas

 

 

Posesión, objetos, brillo, aprobación…como hemos dejado que nos eduquen así…

Con el ojo fijo en la vidriera, con esa sed de tener que nos arrastra hacia las causas de nuestras propias desgracias.  

  ¿Es que no vamos a empezar a cambiar la mecánica, o solo podemos trasladarla de generación en generación?  

  ¿Enseñándola a través de nuestras ansias? ¿De nuestra irracional forma de establecer valores materiales como dominantes, fundamentales, en nuestro devenir cotidiano? 

  Ansiedad, lujuria: vivimos como gusanos enloquecidos encima de una osamenta que se esfuma entre vahos putrefactos.

  Dejamos el cuero en el agitarnos soñando con algo que olvidaremos después siquiera para qué lo queríamos, para qué le dedicamos nuestro tiempo luchando centavo a centavo hasta poder adquirirlo. Hipotecamos en este camino el sol, el viento y las ganas de soñar.

   Encarcelamos el tiempo, la creatividad, y el afecto persiguiendo el destaque y el ascenso social, prisioneros de un universo en cuotas que contra toda lógica, se hacen más caras cada mes. 

  Pero es una sana costumbre según los parámetros que alimentamos al cumplir con los determinismos, según los cuales se alinean los hilos conductores de la conciencia colectiva.

  Esta red invisible siempre prolijamente enhebrada por el ojo de la cerradura de la caja de caudales, ultimo dios al que, en definitiva, estamos obligados a postrarnos cada día.

  Porque así vamos naciendo, endeudados, cada vez más determinados, en un mundo ajeno, alquilado, que solo nos tira las sobras en forma de comida chatarra y productos obsoletos a fecha fija, un mundo de plástico que se extingue con el riesgo de arrastrarnos con él.  

  Y todo formateado en un ideal de necesidad absoluta que nos deja impunes a la hora de pagar los daños, ya que no podría haber sido de otra manera, y felices nos sumamos a las modernas rebeliones de esclavos, que van día a día buscando y cercenando libertades ajenas, arrasando derechos comunes, espacios públicos, países y comunidades por televisión.

  ¿Pero tienen alguna defensa los niños?  

  No, en la mayoría de los casos, solo son espectadores de su adoctrinamiento, en un nivel tan avasallante que casi siempre termina formateándolos a imagen y semejanza de las necesidades sociales, clasistas, territoriales, económicas y administrativas…

  Y en esas páginas en blanco, escribimos sin tristeza un párrafo más cada día de racismo, intolerancia, ambición, volviéndolos ajenos a sí mismos hasta un punto en que dejan de preguntarse, dejan de ser para parecer.  ¿Qué los hijos se parecen a sus padres? 

  Tanto como un sillón a un televisor… solo en la medida del estándar necesario de asimilación del mundo, pues en este mundo fugaz, veloz, de esclavos atentos al silbido del dueño del juego, cada nuevo ser solo obedece a las reglas del mercado, a la genética de la moda, a la visión del sueño uniforme y permanente de los medios de comunicación. 

  Y felices como espárragos en aceite, orgullosos los vemos encadenarse a una ilusión de la cual ya nos han caducado, corrido, y relegado al lugar de espectadores, utileros… en esta comedia superproducida, solo unos pocos pueden mantener sus lugares en la tribuna de los fabricantes de risa, atentos al cartel que les mande largar la carcajada, resignados a mirar desde afuera, pero sin perder la ilusión de ver de cerca a las estrellas.

   Y los niños, inocentes espectadores de un juego que los devora, que los formatea como premio, como insumo, o como residuo despreocupado de la sociedad, no alcanzan felizmente a ser conscientes de su papel.  

  Derrochan felicidad, imaginación, y despreocupadamente se toman todo como un juego, sin darse cuenta a tiempo que en cada vuelta cambian las fichas, el tablero y los premios (¡y los castigos!).

   Como cachorros en un zoológico, no saben de otro contexto que les permita juzgar y comparar, y solo esperan, al crecer, el timbre que pone en marcha el día, puntualmente, para pavonearse atrás de las rejas, para un público aburrido que tampoco pudo elegir, y solo conoce los parámetros del otro lado.

  Somos el futuro, los seres humanos, somos el futuro de la raza… el planeta es un espejo que se refleja a si mismo ¿No podemos entenderlo, verdad? 

  Nadie va a salvarnos, no vamos a salvar a nadie, somos como una polilla navegando en un pedazo de tela, ansiosas por comer todo lo que podamos antes de que se acabe… pero compramos verdades fabricadas, ideales, vidas, miedos, expectativas, prejuicios fabricados… colgando de la mano, en nuestro caminar apresurado van nuestros hijos, directo al cadalso de la conciencia.  

  Podríamos soltarlos, insinuarles un segundo de libertad, pero no lo hacemos, encadenados a los remos de un barco que se hunde, queremos enseñarle el oficio hasta el último segundo, por las dudas que haya un último premio.  

  Y así llegamos un día, al final, acorralados, estafados, desorientados, buscando un instante de vida después de tanta entrega, pero solo nos queda mirar atrás, y sentirnos orgullosos de haber hecho lo que nos tocó, colaborando en el colapso de una nueva generación.




Intercambio elemental

 

 

 


  No es que me falte confianza en el futuro, ni fuerza de trabajo, tiempo, ideas, diseño, proyectos, imaginación, sueños, creatividad, ni que no las pueda equilibrar con abulia, dejadez, desinterés, egoísmo, contemplación, incoherencia y estupidez… 

  No.  No es que me condicionen tanto la falta de recursos económicos o la escasez de materiales, el extremismo del clima… lo que pasa es que cada cosa que hago debe empezar por encontrar un sentido.  

  Cada proyecto debe derrotar la desesperanza,  y empezar como si los caballos, los perros, los niños, no fueran a pisar todo, para alegría de algún mal vecino, que, como siempre, condiciona la vida de todos los demás a 200 metros a la redonda.  Como si el agua siguiera saliendo de la canilla durante los cuarenta grados permanentes del verano.

  Pero debo hacer y delinear el futuro como si estos inconvenientes no existieran, como si no tuviera que plantar y replantar una y otra vez y mirar mientras, como se aflojan los alambrados por la furiosa búsqueda de pasto de los caballos en la sequía del invierno, en la sequía del verano.  

  Como se marchitan los brotes tiernos por el retozar de los gatos en los almácigos, el pasearse de los perros por los canteros enterrando huesos, el jugar de los niños entre las macetas ante el permiso tácito de los padres que miran para otro lado. 

  Pero no puedo tomar estos parámetros como reales, ni pretender que existen, debo negar la realidad y hacer todo de nuevo, una y otra vez, en vez de cerrar mi puerta con llave y rodear todo de estricnina y alambres electrificados, de púas y puntas y trampas hasta que yo mismo no pueda caminar…

  Y tarde o temprano las cosas se encaminan, y algo permanece lo suficiente para echar raíces, para dar semilla, para dejarse cosechar, para permitir dar un paso más y levantar una estructura confusa que vaya tomando forma apenas acompañando la necesidad.

  Es que, todo debe ir al punto justo, siguiendo la lluvia, el sol las heladas, el viento...el regenerarse de la tierra que no para de escupir cascotes, huesos  y alambres, plástico y cenizas apelmazadas. En la cada vez más acelerada ascensión de los yuyos, en cuanto descuido los canteros, se puede ver un avance constante de la fertilidad, y eso me reconforta.

  Pero no se puede ir más rápido que el viento si navegamos a vela, entonces todo debe estar oculto, todo va caminando al ritmo de la naturaleza, que avanza un milímetro y luego retrocede un metro, pero no, solo parece: cuando la rama parece seca, la yema se forma en su interior sin que lo sepamos, la vida hierve y humea, la flor nace desde el concepto de la vida misma para confirmarnos que no debemos dejar de mirar. 

  Cuando el invierno parece más cruel, una planta inteligente solo lo toma como información que envuelva a la semilla, para que encuentre la primavera y cuando el sol acaricie, y la lluvia caiga para mantener la tierra hinchada, se engrosen las ramas, la corteza reviente, y hojas aceleradas se apresuren a dar sombra para la micro fauna que mantiene todo en marcha como un tren.

  Las nubes derrotan una vez más a la muerte inminente, con una guerra de gotas pesadas y frescas, y el agua, después de redondear suavemente los contornos de la tierra, sigue su camino hacia abajo, para terminar en el estanque, entre bagres, sábalos y otras miles de formas de vida.  

  Mirando hacia adentro, en la isla, también  crecen arboles apresuradamente, beneficiados por la abundancia de humedad, acorralados entre las piedras, protegidos por el resto del sistema.

  A veces miento… definiendo mi casa como un hogar, una huerta, un estanque, un desordenado bullir de vida que se arrastra, camina, nada y vuela, canta y grita, como un proyecto que se integra oblicuamente a los engranajes de la sociedad. 

  Nada de esto es cierto, solo fabrico una metáfora para que el sol y la luna se deleiten, para que el rocío se pose, para que el viento se rasque. 

  Fabrico una metáfora para burlarme de la muerte y en medio de ella plantarme como una semilla, que germina criando espinas por necesidad, que se endurece para no llorar por los machetazos, y cambia de piel solo para comerse su cascara.

  ¿Y todo para qué? ¡Para soñar, para seguir pensando que hay una opción posible, que se puede alcanzar caminando descalzo! 

  Y todo para pretender seguir pensando que tengo derecho a fabricar mi propia libertad, a pesar de que, normalmente, solo me ofrezcan cadenas sucias y usadas. 

  ¿O es que solo debería importarme la membresía a un sistema de mutilación del ser humano? …Perseverar hasta terminar mirando las paredes pensando en cómo decorar la cárcel que me rodea: cárcel de personas egoístas, mezquinas, cárcel de ideas fijas, cárcel de la mente absurda sometiendo al cuerpo. 

  No.  Voy a morir mañana, no tengo ganas de ser tan iluso, no puedo pensar en vivir como un ratón de laboratorio solo para que me den de comer a tiempo. 

  ¡Moriré mañana! Es un hecho, si no ha pasado ya la semana pasada, o el año que viene.  Y quiero darme el lujo de elegir como: voy a morir sintiéndome vivo, aunque me arrastren atado de pies y manos.  

  Voy a morir acá o en la otra esquina, cruzando el mar o en cualquier país del mundo sin dejar de ser, y la herencia que deje se resumirá en un par de palabras gastadas: todo es energía. Todos somos personas.

  Luego, me hare lluvia y recorreré el mundo saludando a las semillas que se atrevan a buscar la tierra.

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...