12 agosto

Follaje (Poesías)

 

Luminosidad

 

Rayo de luz:

Por más vida que se agite…

En un centímetro-instante entre la guerra verdeazul

Una gota alcanza para atrapar

El deseo de nacer de la simiente.

¿Quién de nosotros necesita más

Que un rayo de sol, y después de luna

Para correr hacia el techo de su alma?

Por más que lo pregonen,

Por más que lo intenten,

La vida jamás será envasada en plástico.

Menos la magia del sol.

 

 

Predecible

 

Un reflejo, refleja otro espejo.

Y en el devenir de la reciprocidad

Donde el destino alcanza a los inicuos

La velocidad desnuda su enredada trama.

No hay vehículos que puedan llevar a destino

Tanto peso de mentiras mal atadas

Que se va desmoronando por el camino.

Tristes regalos van cayendo

Pero solo pueden volver a ser recogidos

Por quien los perdió, tortuoso camino

El de rodear a todos como en el juego de la papa

La vejez llega anticipada, el daño se hereda sin pedirlo.

La semilla se malogra en el paquete aunque no tenga culpa.

 

Milagro

 

Es que el tiempo siga escapándose del reloj

Y no nos demos cuenta.

Es que la vida nazca desnuda y la enterremos vestida.

Es que hablemos sin parar durante horas sin poder escuchar.

Es que pasemos con la altivez del viento, aunque el viento se ría de nosotros.

Y un día, al final del camino, en el último segundo,

Nos demos asimismo, el lujo, el derroche miserable de arrepentirnos.

 

 

Inmersión

 

Un sorbo de eternidad

Podría saciar mi sed

Y explicarle a mi voluntad cansada

Que todo sigue en pie, entre las sombras.

 

Derribando muros

Ladrillo a ladrillo

Un día me desperté sin fronteras:

Estaba perdido, sin lugar adonde descansar

 

¿Importa acaso la vida?

¿Mirarme a un viejo reflejo…?

Antes prefiero caminar, solo atado

Al olor de un rastro borrado por el viento

 

Alcohol

 

Botellas, y vasos

Llenos y vacíos en una danza sin música

Senderos que se hacen surcos

Hacia los proveedores.

Minutos que se hacen horas

Sin llegar al punto, sin empezar

Una sola conversación que tenga sentido.

Se elevan las voces para dárselo

Pero el mejor recuerdo es haber estado peor,

La anécdota mágica es la repetición.

Trastabillan las miradas

Se nublan las intenciones

El orgullo es lo único que queda

Pero nadie se acuerda cual es el punto

Que se estaba discutiendo…

En fin, podría ser eterno, si no hubiera

Botellas y vasos  que hacer volar…

Nadie piensa en el pecado:

Todos tiran la primera piedra

Las sillas caen un segundo antes

Que la gente, flojo el cuerpo, acomodado

Al suelo que lo estaba llamando.

El vaso quedo bailando en el aire

La botella se sirvió en la cabeza

La sangre llama a la sangre y…

Algunos duermen tranquilos

Mientras otros tejen la espesa red.

¿Cómo termina un fin de semana

Cuando empezó así?

Indignados aconsejan devolver el golpe:

Un amable presta el fierro, otro las balas.

La tarde, sin embargo, todavía parece calma…

 

Elementales

 

Es necesario que el planeta gire

Un poco de lluvia y después sol.

Frio, viento, tierra, calor…

Pájaros, mosquitos,

Sombra, gusanos, moscas,

Langostas, arena… agua y sol.

Solo la vida se produce a sí misma.

Es infatigable geometría

Incomprobable en teoremas,

La que nos mira antes y después

Que nacemos, para despreciarla.

 

Como una flor

 

Tus ojos reflejándose en mis ojos

Son un enigma del tiempo,

Una promesa de suavidad

Entre el misterio.

No hay prisas por llegar

Las puertas sin llave están,

Como la lluvia que se anuncia

Gota a gota, llegara.

El brote lento huele primavera

La tierra bendice lo que sea

Los días se esperan, cortos,

Fríos, hasta que caiga el retazo

Del invierno.

 

Primicias de invierno

 

Ya paso, todo, todo el tiempo

Ya paso el día que podías

Perderte en lamentos.

Se fue, se fue lejos, la flor

Envenenada y seca, el humo

No curaba. El brote nació.

Mil, diez mil hachazos no pudieron

Cortar en pedazos el lugar

Adentro de su corazón.

La capsula, hueca, vacía quedo,

Los niños viven libertad,

Eligen, algo más que carnada.

Quien deba pagar, pagara

Aunque no pueda, al fin, un día

Debía conocer el costo.

Y desde el acantilado, volar

Con los ojos recorriendo,

Paisajes, que caminar.

 

Calma derramándose en el reposo

 

Como una lluvia lenta

Que va hacia el rio sin hacer torrente,

Que moja sin empapar.

Sin apagar el fuego.

Sin volar el techo.

Como un fuego de ramitas

Que apenas ilumina,

Sin molestar.

Sin humo.

Sin dejarse ver más que por la oscuridad.

Como una noche clara,

Donde la luna apenas naciendo

No molesta a las estrellas,

Corriendo por millones

En el cielo negro.

Calmo, intenso,

Como el viento suave

Que desata la primavera

Cuando el frio se va.

Cuando las flores esparcen su perfume

Para llamar a los insectos

Y otros artefactos voladores.

Como un encuentro predestinado

Que no se espera

Solo va a pasar

En su tiempo exacto

Al volar el polen

Hacia el centro de la flor.

Tierno, impasible, vulnerable

Un final de mil principios

Que prospera en la reciprocidad.

 

Destino

 

Jamás nos acepta

Sin ponernos otra prueba

Destino, como no saborear tu latido

Profundo, ciego, implacable,

Riendo siempre como un loco.

Pero no es lo que esperamos

Ni lo que podemos resolver

No es como nuestros sueños

Definiendo lo que quisiéramos ser.

Podría haber aguantado, otra vez

Que la cabeza me pise un dragón,

Sin dejar de sonreír, o mil días

De sequias, y otros cien de inundación.

Podría bailar en un racimo de tornados

Y dejar que me alcance un perro,

Para comerlo asado, pero…

¿Cómo luchar contra el acero

Que corta mi tiempo recordando tus ojos?

¿Cómo acercarme a tus labios

Esperando sin poder tocarlos?

Semilla de luz en la penumbra

Al otro lado del puente quebrado

Llama a los lobos que se coman la luna.

Así puedo alcanzarte, al amanecer.

 

Sueños

 

Desde lo profundo

Lo ignorado, percibido

Aun, igual, por nuestra luz

Mensajes, respuestas,

Cuando no las busco

No las espero más,

Llegan tan claras, tan reales

Atraídas por el centro de mí ser

Que sabe sin que lo escuche

Donde está la semilla y la gota

De lluvia cierta, germinal

 Entre tanta tormenta seca.

 

 

Hojas verdes

 

Cada segundo, cada día

 

Donde la conciencia se hace percepción

Y lo que explica el relato de la vida

Cambiando, saltando, comiéndose

Sus propias páginas para hacer nacer otras,

Es a veces un solo rayo de luz, perspectiva

De un punto de vista inesperado. Mortal

O generador de vida, no hay diferencias

Entre un rifle y la mejor poesía, entre el silencio

Y la orquesta de un balazo en la noche.

Matices y matices cambian cada segundo

Sin dejar de ser ciertos, pasan y dejan su lugar

Al fluir de lo que viene, también persiguiendo el tiempo.

 

Muerte y vida

 

Como burlándose, estoicas, tras la helada

Las plantas resisten como si nada

Tanto azúcar en su savia, como un vivo licor

Que calienta y agita sus células

No amigo su interior con el hielo.

Hasta las que mueren siguen

Marchitándose en el lugar

Cada vez más negras de frio fuego

Lento abandono de la vida

En las apariencias, pero la vida se fue

Cuando decidieron quedarse

Aferradas a su tierra

Abrazadas a su amor

En vez de volverse ejercito

Conquistador…

No sé, o tal vez mañana, sus semillas

Me hablen de eso, germinando

Voracidad y descontrol,

Cuando sobre calor, y sol.

 

Amor

 

Cuando mis hermanitos de la calle

Pasan payaseando o jugando y me dicen:

 …¿tenés hambre? Ahora te traigo algo de comer

Pero no te vayas eh, esperame que ahora voy a pedir

Y corren la vida como un ejército desoldados desarmados

Buscando donde dormir, que ponerse, que comer

Pidiendo sin dobles intenciones, dando sin prejuzgar

Como flores creciendo en los baldíos

Que sería de la ciudad sin su inocencia

Que acepta todas mil veces antes de volverse violenta

Saben que el triunfo y la verdad son suyos

Sin necesidad de imponerse, aceptando convivir

Con los equivocados, mediocres y carceleros

Planchados prolijos asesinos

Temerosos cínicos, discretas mentirosas

Y friolentos del alma, hambrientas del drama.

No hay reclamos, no hay planes, todo puede ser

Desbaratado, y caminar otra vez para contarlo

Es un lujo intenso, infinito, delgado filtro

Entre lo inevitable y lo posible.

Y nadie nos hará creer

Que algo es imposible.

 

Uau

 

Hermosa tarde

Sol y aire

Y tu sonrisa

Inesperada visita

La catarata de tu pelo.

Solo ver y caminar

Fue demasiado

Como el sol

Que espanta

El invierno

Es mejor

Ir de a poco.

Lo que te llevas

Ya no es mío

Devolverlo

O quedártelo

Es lo mismo

Innecesario.

 

 

Etérea mente

 

Hoy me desperté y se colaba

Tu magia lenta en mi sonrisa

Transformándose en viento suave

Que barre el polvo detenido en el tiempo

Como un espejo el brillo de tus ojos

Mostraba otro lado de las cosas.

Entre el desorden creativo de apostar

Cada día a algo sin sentido

Tus pasos cuidadosos transformando

La música en realidad.

 

Morir, ¿para qué…?

 

Morir sin sentido no es morir

Es permanecer, en el trasfondo

Del infierno que no nos dejó ser

Morir sin sentido no es

Entregar la vida sino

Dejarla caer como una copa

De la mesa de nuestro devenir

Morir sin esperanza no es vivir

No es estar al final de la cuerda

Colgar de un árbol seco

Ni pasa por hacer deporte

Correr atrás de un sueño muerto.

 

Extremoduro

 

Inesperadamente, a mi alcance

Una ramalada de brisas del pasado

Un feroz recuerdo de rebelión

Cabalgando a través de los mares

Por herederos de piratas satisfechos

Y de pronto el viento rompe las ventanas

De lo que paso aquellos días

Hermanos, hermanitas,

Surgen como gotas de rocío

En un milenio segundo de conexión

Inexplicable coincidencia metafísica

El universo cayendo concentrado en mi cabeza

Un rio burbujeando a mí alrededor

Mientras la tierra se agrieta

Quisiera acelerar el tiempo

Que me lleva lamer un sentimiento

Mojar una lagrima con risa

Lanzar un arco con mi bicicleta

Subir al árbol que acabo de plantar

Y fabricar el sol, un día más

Antes que la noche termine

Antes que la costa deje

La resaca de regalo

Una nueva selva vive

En el recuerdo de los peces

En el vuelo de los pájaros

Antes aun de nacer

Ayer.

 

Casi todo verde

 

Mi huertita

Chiquitita, me da todo

Lo que necesito

Amor y paz, calma.

Desafíos: antídotos

Contra tristeza y rabia.

Multiplica mi tiempo

Me acerca a la gente buena.

Humilde me humilla

Ante el poder del sol

El viento, el agua

La tierra, y mis

Desafiladas herramientas.

El tiempo, gran arquitecto

Para el que sabe esperar.

Y un plato donde saltan

Colores frescos.

Y todo.

 

Fecundación

 

Y a pesar de las apariencias

El planeta entero

No es más que un grano de polen

Volando en el tiempo.

Se acelera, madura, casi a punto

Surcando el espacio, buscando

La vasija ideal, adormilada

 Donde sus garfios se agarren

Para asegurar la copula química

Que auspicia el viento,

Desparramando la vía láctea

Entre las flores-galaxias

Que sin dejar de abrirse

Se ríen de los telescopios.

Mientras en el último rincón

Microscópico, irrisorio, fugaz,

Seriamente convencido

Un tipo se cree el dueño del mundo.

Mientras el universo juega,

Y dos seres envueltos en luz

Se florecen mutuamente

A través de un espejo.

11 agosto

Conciencia vegetal

 

 

 


 

  Escuchaba atentamente el ruido de la pava, el vapor empezando a acelerarse, liberando la presión…pienso: así empezó todo, la máquina de vapor, y luego todo lo demás.  Es increíble el camino que hemos recorrido como seres humanos.

  En un par de generaciones hemos dominado la naturaleza, las reglas del mundo, y luego como si no supiéramos que hacer con tantos instrumentos, empezamos a destruirnos y dominarnos entre nosotros, cada vez más descaradamente.  

  En la televisión hablan de una planta…hace días, está en todos los canales.  Ahora esta chica del grupo “Conciencia Vegetal” con su campera de cuero de colores, que habla desesperada y explica y dice y acusa…llora.  Me da risa, la verdad, no se a que apunta. 

  Pareciera que hay un yuyo a punto de extinguirse, y por ese solo merito se volvió muy importante, me gustaría saber que hizo de su vida todos estos años anteriores esta muchacha… pero no vale la pena, para que bucear en las causas de la hipocresía ajena, si no podemos encarar la propia: cambio de canal.  Es increíble, están en todos lados, juntando firmas en la plaza, haciendo marchas  

  ¿Qué paso, el mundo se volvió loco? A ver… ah parece que encontraron un espécimen y acampan alrededor para cuidarlo, que tiernos, no creo que alguno de estos realmente tenga que ganarse la vida, o se hubieran puesto más serios. 

  Lo más gracioso es que no muestran la planta, como será, espero que tenga una flor aunque sea jajá. 

  Que rápido que va esto, en la plaza donde encontraron la plantita, que por cierto, nadie puede ver ni sabe cómo es, salvo ellos, la carpa de protección fue reemplazada por un edificio de madera y vidrios, mientras un equipo de herreros trabaja noche y día para enrejarla en su totalidad, no puedo creerlo, es un chiste o están poniendo una garita de vigilancia… voy para allá.

  Bueno, es indignante, estaban todos estos mamarrachos con sus remeras nuevas dando vueltas como hormiguitas por todo el parque, fierros y materiales maquinas rompiendo todo, arboles desgajados para hacer lugar al refugio, que (¿existirá la plantita?) Ahora ostenta un colorido cartel que dice, por supuesto “Conciencia Vegetal”.  

  No me dejaron entrar, por supuesto.  No esperaba tanto pero no deja de ser parte de la lógica... Pero no al edificio, no me dejaron entrar al parque, seis manzanas arruinadas por las ruedas de las topadoras, robadas al esparcimiento público en una desaforada carrera hacia la salvación de una planta desconocida.  

  Hace años que no me humillaban tanto,  en la puerta, angosta por cierto, para ser un parque tan grande, me pidieron los documentos para anotar la visita, según dijeron, pero ahí nomás el poli salió con mi documento para adentro, y yo que le grito:



   ¡Ey! 

  Y el otro milico de la puerta me mira y poniendo la mano tranquilizadoramente en el garrote, me dice, “ya viene” y ahí me tuvieron media hora para decirme que no estaba autorizado. ¡Autorizado! ¡Para acceder a un espacio público! Ah bueno, y adentro, esta gente con sus remeras de colores…

  ¿Es verdad? ¿Están tomando mate con el intendente y los concejales, y un par de milicos sonrientes? Mientras trastabillo empujado por el camarógrafo del equipo de noticias del canal oficial, creo ver que el  milico que se había llevado mis documentos me sonríe, como ellos sonríen… no sé porque me da un escalofrió.

  Ahora desayuno en silencio, no quiero ni prender la televisión, paso por el parque caminando hacia mi trabajo: siempre las camionetas de la tv, los camiones de bomberos y policías, las rejas cada vez más altas.  Hoy habría como cien personas, la mayoría de traje, y las remeras de colores como abejas revoloteando entre flores negras.  

  Los aplausos se repetían cada minuto, mientras pasaba lentamente por la vereda, ahora angostada por las rejas.  

  Hace cuanto empezó esto ¿Un par de meses? Como un golpe en el estómago, recibo la impresión de ver la cámara de seguridad en la esquina del parque, filmando la vereda.  Descompuesto, me voy a trabajar…

  ¿Sonó el despertador? No lo sé, tal vez lo apague en sueños, tal vez no lo escuche, pero esta claridad me suena a diez de la mañana, no pude dormir en toda la noche, pesadilla tras pesadilla me hicieron traspirar y enfermar hasta que en algún momento debo haber tomado la decisión de faltar, ahora dormí un par de horas, voy a llamar al laburo… 

  No, como siempre que uno necesita la tecnología, no funciona, tendré que ir a llamar a una cabina, pongo el agua para un café, y espero con la mente en blanco, mi cabeza fluctúa entre el vacío total y las imágenes de la pesadilla que vuelven como una bandada de golondrinas. 

  Basta de televisión ¿Cuándo la prendí? La verdad que no lo recuerdo, esto ya me está asustando ¿Estaré volviéndome loco? 

  Termino el café escuchando la misma letanía y el murmullo de las voces conocidas que saturan los medios… tengo la panza dura, no tendría que haber tomado café, pienso, pero ya es tarde… apreto el botón y la televisión se enciende ¿¿¿¿¿????? 

  La apago, el murmullo continúa, la enciendo, la apago, siento un cosquilleo en las orejas, y la realidad me golpea como una ola. Lentamente, horrorizado, corro la cortina…

  Están ahí afuera, están acá, en mi casa, en el jardín de adelante, me visto y salgo apresurado, sin atarme los cordones, olvidándome completamente del trabajo… me derrota ver los canteros de flores aplastados, los pies yendo y  viniendo, las camionetas descargando materiales.

  “¡Ey que pasa! Que están haciendo!” “Quien es usted” El dueño de casa, por supuesto! Que hacen en mi jardín?? No ven que están rompiendo todo… !!

  Movimientos rápidos me rodean, todo pareciera estar sincronizado, sin saber cómo, una cámara me está filmando, al lado mío habla esta chica, habla y habla, de la colaboración ciudadana, de que se yo, Cuándo quiero decir algo la apagan y se van al camión, seguramente para sacarlo al aire.  

  Me siento aplastado, avasallado, acorralado, en el medio del jardín un cerquito… no… no…

  Me acerco a ver  pero me sacan de un brazo, me suelto ¡En mi propia casa! 

  Dos payasos me sujetan, no quiero pelear pero esto es demasiado, mientras, tapan el mini cerco con una cubierta de nailon, otros toman medidas, y prolijamente, todos y cada uno, pisotean el resto del jardín, cada planta, cada flor, hasta volverlas una masa de barro espesa. 

  Uno mea contra la pared mientras charla con otro, que se ríe y levanta un inmenso martillo, comenzando a pegarle al Angulo de la pared, demoliendo… 

  Salto pisando a uno de los gorilas que me sostienen y me escapo, no quiero verlos más, le saco el martillo y lo arrojo lejos, empiezo a arrojarlos para afuera, gente, herramientas, metros y reglas, cuerdas y planchuelas, grito, rompo, y me desconozco hasta que el estampido inconfundible de un disparo me corta en seco.  

  Miro mi cuerpo, buscando sangre, se me aflojan las piernas, al frente un milico me apunta directamente con su pistola, aunque debe haber disparado al aire.  Las coloridas remeras entran cuidadosamente atrás del uniformado mientras otros dos me esposan y me aplastan contra la tierra.  

  Con la cabeza contra el suelo, alcanzo a ver un tallito verde en un resquicio del nailon, pero también, entre los gruesos dedos del policía que aplasta mi cara, a la chica de la tele que entra a mi casa con un termo, riendo sin dejar de hablar, tal vez a calentar agua…a mi casa.  



  Mientras me arrastran, solo atino a pensar que todo es un mal sueño, una pesadilla, claro, todavía no me desperté, dejo de buscar un sentido, hasta sonrío a las cámaras que me filman, mientras los periodistas al lado hablan sin parar…

  Estoy incomunicado, aislado, no se desde cuándo, no sé dónde estoy, creo que hasta hace no mucho tiempo recordaba mi nombre.  

  ¿Esto es una institución psiquiátrica? ¿Estoy loco? 

  Me pregunto cómo comenzó?  Hago un esfuerzo por recordar, tan intenso que todo mi cuerpo se tensa bajo el esfuerzo.  Intento una palabra y solo me sale un gruñido, me arrastro en el suelo sin poder sacarme de encima esta opresión de adentro, esta cárcel de no saber quién soy 

  Y lloro, solo puedo llorar, termino llorando como todos los días hasta que viene la enfermera y me da la pastilla azul, la pastillita rosada y el vaso de jugo.

  Y sin saber por qué, me tranquilizo, sin  poder manejar mi mente en blanco, busco un banco y me siento.  

  La música me tranquiliza, esas guitarras y esas voces cristalinas, me arrimo a la reja, con miedo, espero que no me tiren una piedra, como esos niños de guardapolvos blancos.  

  Pero no, estos tienen ropa de colores y cantan en ronda, me saludan y les respondo, levantando la  mano, hace tanto que alguien no me trata como un ser humano que me sorprende y hasta me asusta un poco, mi corazón palpita acelerado y me pego a la reja, siento la baba gotear sobre mis puños, enroscados contra el fierro.

  Uno se acerca, por lo que me alejo inmediatamente, los otros lo miran, trae algo en sus manos, una maceta.  Una pequeña planta, con solo cuatro o cinco hojas, me la ofrece, lo miro, espera, con los brazos extendidos.  

  Finalmente la deja en el borde de cemento y se retira volviendo a la ronda, donde cantan y ríen, y me acerco, lentamente, tomando la planta en mi poder.  Jamás había visto algo así, una planta más bien extraña, pero su tallo me recuerda algo…

Vuelvo a mi lugar y me siento, con la planta en mi regazo, la baba gotea sobre sus hojas, pero en mi mente, un pequeñísimo motor se puso en marcha, ese tallo estaba tras los dedos de un policía que sujetaba mi cabeza…. 

  Empiezo a recordar, la realidad me duele como una puñalada, comienzo a tomar conciencia, ellos me miran y ríen, los saludo, ahora entiendo quiénes son, voy reconociendo sus caras, voy reconociendo sus caras destrozando mi casa, soy tan consciente de mi situación que sigo babeando, más que antes, no quiero despertar sospechas, miro a los zombis que me rodean y pienso… 

  Así me veo, como ellos ¿Dónde estoy? Cuando otro zombi trata de sacarme la planta forcejeamos y la enfermera viene corriendo, me saca la planta, veo la lapicera en su bolsillo y forcejeo, sin soltar la planta, me hamaco hasta poner la punta de la lapicera entre mis dedos anular y pequeño, y la extraigo tocando apenas sus tetas… 

  Suelto la maceta llorando y me prendo a la reja, balbuceo y gruño, tentado a emitir palabras, palabras, palabras, mis pensamientos formulan palabras, y tiemblo de miedo a delatarme, la enfermera, y dos enfermeros más, hablan con los jóvenes de remeras de colores, uno me devuelve la maceta y me tranquilizo, pero ya no puedo parar de llorar, mi vida anterior pasa por mi memoria como una película que no pude terminar de ver. 

  Me dan una pastillita rosada, y un vaso de jugo, me tomo el jugo mientras con la lengua empujo la pastilla hacia mis dedos, retengo la pastilla y me siento a babear en el banco de nuevo, con la planta, la birome apretada en el elástico del pantalón sin bolsillos. 

  La maceta es un tesoro, envuelta en  blanco papel de embalar, no quiero perder más tiempo, lo desarrugo, aliso, doblo y guardo junto con la lapicera ¿Cómo podría mandar un mensaje en este aislamiento? Y en ese momento miro los departamentos de enfrente... 

  ¿Al oeste? A solo veinte metros de la reja, creo que la mejor posibilidad es esa ventana que se abre solo a veces, dejando ver una pareja, de apariencia normal, que, abrazados, nos observan por un rato y vuelven a entrar.  

  Me llevo una  semana escribir el papel de los dos lados, y conseguir un pedazo de piola para atar el papel a la piedra que hoy vino a mí, tropezando contra mis pies sucios, redonda y perfecta (luego envuelta en una bolsa por las dudas que vaya a caer en un balde o algo así).  

  Disculpame por romper tu vidrio, fue necesario.  He perdido mucho más que eso pero te lo compensare, si llegás a leer este mensaje desesperado, por favor, ver a verme a la institución psiquiátrica, soy el que tiene la maceta, siempre en mi regazo como si fuera un bebe… me reconocerás por la planta, la misma que está en todos los canales de televisión. 

Tomo carrera, debí alejarme un poco para tirar por arriba de las rejas, pero me tengo fe, hace días que practico, cuando nadie me ve.  

  Lanzo, vuela… como un pájaro llegando al nido, atraviesa el vidrio -exactamente por el centro- que estalla, y respiro de nuevo, mirando rápidamente a mí alrededor.  

  Impensadamente  sale el muchacho al balcón, en cueros, mira.  Yo miro de reojo mientras acaricio mi planta. 

   ¿Y si sale mal? Antes de que venga alguien escondo la lapicera en una rajadura de la pared y la tapo con barro, traspirando frio, alcanzo a teñir el barro con un poco de cal en polvo que consigo moliendo unas escamas de pintura descascarada…no puedo perderla….

  Ahora vuelve a salir, el tipo joven del balcón, ya somos más en el patio, pero me mira, siento que me mira, me miran, ahora la chica abrazada a él, con una camisa larga, mirando, intentando leer en la hoja arrugada, sé que hoy no podré dormir, de la ansiedad, le gruño a la enfermera mientras suavemente me empuja hacia el pabellón.  Protejo mi planta como si fuera lo único que me importara en el mundo.

  Camino entre los demás, como si nada hubiera pasado.




 

10 agosto

Pobreza, responsabilidad, beneficios

 

  El enemigo implacable del hombre no es el hombre, como especie, el enemigo es la estupidez: la necesidad de transformar la vida y los hechos palpables y firmes en conceptos relativos faltos de fuerza, la realidad en imágenes fotográficas perfectas, asépticas, inofensivas, el dolor en romanticismo, excusas y planes, motivos y explicaciones.  

  Cuanto más fácil sería si respondiéramos de otra manera, y a la realidad le aportáramos compromiso, si a los hechos consumados le respondiéramos involucrándonos en vez de mirarlos con indiferencia, permitiéndolos.  

  Si al entorno le aportáramos nuestro corazón, respondiendo con sensibilidad en vez de parámetros estéticos,  sensibilidad y respuesta, no sensiblería, lágrimas de cocodrilo y pose.

  Pero el enemigo más feroz del planeta es la pobreza, que se promueve crea y defiende como herramienta, como campo de cultivo, como generadora eterna de mano de obra desesperada para lo que se necesite.  

  Porque desde que aceptamos como especie la vida en comunidad, y con ella la comodidad “sin responsabilidad” de aceptar que decidan por nosotros, dimos luz a las elites voraces y cínicas, al poder como fin en sí mismo, y a nuestra sumisión como condición de funcionamiento y pertenencia al sistema.  

  Y el sistema, cualquiera sea su nombre, funciona de la misma manera a lo largo del planeta, promoviendo la destrucción de la autonomía allí donde todavía se la encuentre, para echar las bases de la uniformidad, de la hegemonía.  

  Desde ese punto, cuando la dignidad pasa a ser un recuerdo, la manipulación se vuelve cotidiana y hasta necesaria, aunque no por ello menos áspera, menos incomoda, como lo demuestra el malestar subyacente en nuestra mente aun después de haber conseguido todo, todo, todo lo que se ofrecía a nuestras manos a cambio de entregarnos dócilmente como pichones mojados. 

  Pero el contrapeso a nuestra vida de indefensa pasividad asesina crece y se multiplica amenazando trastornarlo todo, y en la desesperación de sus carencias totales, recurre a cualquier medio para subsanarlas, cuando la ética, la moral, las buenas maneras, la legalidad, ya son recuerdos de los que nunca recibieron ejemplo.  

  Igualmente, este mismo estado de indefensión no deja muchas opciones más que morir o revolver la basura o pedir, mendigar a quien sea, lo que pueda rasguñarse.  Este contrapeso a los sueños estériles de la sociedad perfecta, se conoce con el nombre genérico de “la pobreza”

  Pero si la selva en galería que rodea al rancho congelado en invierno debe desaparecer para dar calor ¿cuál era la otra alternativa? 

  ¿Morir de frio por la ecología?  Y los miles de metros cúbicos de desperdicios y bolsas plásticas que se amontonan, consecuencia del cirujeo informal, o, en el “mejor” de los casos, se terminan quemando… de que otra manera se podría resolver un déficit alimenticio sin recurrir a las sobras del consumo desmedido de las clases favorecidas por el diagrama social de oportunidades.

  ¿Hay alguna propuesta? Sobrevivir es un arte dramático, cuando el hogar se transforma en una isla donde los náufragos no tienen derecho a construir un bote, y la libertad no llegara con los paracaídas dejando caer bolsones de comida o lo que fuera, si la isla sigue en el medio del mar imposible.  

  ¿O es que hay opciones? Las habría… pero como cachorros que hubieran nacido atados, no saben dónde enfocar el instinto.  Hasta un preso sabe que existe la libertad, tras los muros y las alambradas, y mira a los guardias en las garitas día tras día, esperando una oportunidad… 

  ¿Pero quién se imagina que el planeta no termina en un muro cuando jamás se conoció el otro lado? ¿Cuándo las políticas eternas de todos los grupos dominantes siguen la mecánica de pegarle en la cabeza al que la levanta y tirar migas al piso para que se arrastren las masas empobrecidas?

  Pero es fácil juzgar cuando no somos conscientes de nuestras propias migajas preferidas, de la forma en que nos arrastramos, de los muros que preferimos ignorar antes que intentar escalarlos, claro que es más fácil mirar hacia abajo y estancarse, antes que arriesgar un segundo intentando superarnos. 

  Y así es como sembramos y cosechamos prejuicios y aislamiento mutuo, totalmente imposibilitados de percibir una realidad que no comprendemos. 

  Claro, es fácil emitir veredictos de culpabilidad, por vivir en la margen del arroyo, que después se inunda, y alguien me dijo, como si la verdad fuera evidente “y porque no construyen sus casas en otro lado entonces” jajaja, a veces, el solo escuchar las opiniones ajenas es un ejercicio de la democracia, explicarlas en su real dimensión, sin embargo, un arte que se vuelve imposible, a veces… 

  ¿Cómo entender que hay personas que no comen, por días enteros, familias enteras acosadas por el hambre, día tras día sin posibilidades más que recibir las miradas de asco dela sociedad en su conjunto?¿Mirando el documental de la hambruna en África? 

  Seguro que no.  

  Como entender que a la hora de tener sexo, jamás se accedió a ninguna información más que el llamado del cuerpo, en un contexto donde cada cual se vale por sí mismo, y el embarazo es el menor de los riesgos, cuando no se puede comprar un preservativo… y el SIDA es un monstruo que vive a la vuelta de la esquina.  

  Nadie va a fijarse si esas criaturas hambrientas, donde el estómago manda pero no es el rey, son educadas con mucha más atención, amor y libertad que la mayoría de los que los desprecian… ¿O…cuantas veces, los envidian? 

  Pero si hasta comer un choripán en un acto político se transforma en una afrenta y un crimen, cuando el resto dela sociedad acomodada aspira a ser sobornada con mucho más que eso.  

  ¿O será el miedo de que alguna vez decidan por nosotros, los bien pensantes burgueses acomodados en la historia familiar educativa que camina por el cenit  del adoctrinamiento y la hegemonía del curso incambiable de la raza humana?  

  Cada punto de análisis no resiste el menor análisis, vivimos encajonados en prejuicios mutuos, como nos han embozalado desde que nacimos para que nada cambie. 

  Para que la vida de los animales domésticos sea lo único que aspiremos a cambiar, y nos enternezcamos por los cachorritos esponjosos en la vidriera de la veterinaria mientras esquivamos al niño hambriento y sucio.

Esclavo o asesino

  

 

  Pero sin embargo sigo sin entender, como no nos da vergüenza la forma en que vivimos, como podemos seguir alimentándonos de la más pura hipocresía, palabras vacías,  gestos preparados,  operas primas bien sincronizadas.  

  Esperamos aferrados al telón, con la aprehensión y el temor al fracaso de un nuevo debut, a que liberen el escenario y podamos practicar nuestras monerías finalmente aprendidas.  Todo lo que escuchamos con verdadera atención en la vida son los aplausos y las monedas cayendo en la gorra, y ocasionalmente alguna información al vuelo que nos lleve al mismo fin.  

  No importa cuánto más tengamos que fingir, cuanto más mirar para otro lado cuando se lleven al matadero a los que tenemos alrededor, de cualquier modo, posibles competidores y rivales(¿tal vez ellos estaban esperando que nos lleven a nosotros?).  

  Vivimos sin preguntas, con miedo de perder la motivación, la aceptación, y el prestigio de marchar al frente del ejército invasor acorazado. 

  Como todos los ejércitos modernos, el peligro es tan insignificante, que la sociedad se espanta cuando un soldado de uniforme bien planchado -con polvo artificial de los caminos bien pegado- muere de indigestión.

  La guerra de hoy sirve para fabricar esclavos dóciles materiales y más materiales, mas que nada.  Incluso esta marcha hacia las banderas plantadas en el futuro, esta simbólica carrera hacia el éxito que encaramos arrasando todo lo que quede bajo nuestras ruedas.  

  Y obviamente lo primero que arrasamos es nuestro propio sentido de humanidad, nuestra capacidad de ver en el otro un ser valioso para el mundo, antes que un competidor, ladrón de nuestros posibles recursos.  

  Lo primero que dejamos de lado es toda capacidad de evaluación, toda visión crítica, toda necesidad de hacer alguna pregunta… ¿Qué está pasando? 

  ¿Cuánto cuesta el triunfo estándar de una sola persona? ¿Quién valido estos parámetros de funcionamiento del mundo? ¿Quién toma las decisiones? ¿Porque no me consultan?... 

  Y así miles por el estilo, pero al evitarlas vamos perdiendo la capacidad de generar una respuesta propia, y un día nos damos cuenta que cualquier desperfecto en el funcionamiento perfecto dela maquinaria nos llena de angustia, de un miedo químico que no nos deja dormir, el miedo a que “el cielo se nos caiga sobre la cabeza”

  Pero no íbamos por otro camino cuando decidimos callar, ante todo, ante todas las pruebas, ante cada atropello.  

  Lo que antes fue una sorpresa y fruto de encendidos debates, hoy ya no sorprende a nadie: se acepta como parte de la vida que las corporaciones mientan impunemente, sobornen a los fiscalizadores, engañen al público, y nos vendan mentiras programadas para adormecernos. 

  Alimentos elaborados para envenenarnos, medicina dedicada a mantenernos en un estado de mediocre convalecencia, y todo adornado con un circo de políticos enriquecidos ostentosamente ¿hay algo a lo que no nos hayamos acostumbrado? 

   Un club de millonarios corrompidos y asesinos, viles, impunes, banqueros y financistas dispuestos a todo, y una ignorancia que solo rivaliza con la indiferencia en el común de la gente, dedicada a pensar que sus problemas vienen de factores temporales y no de la raíz misma de su estilo de vida.  

  Pero buscamos remedios en vez de salud, y diversión en vez de libertad, somos tan manejables como una tropa de vacas… ¡Pero ellas todavía eligen el pasto, bocado a bocado!  Lo único cierto es que ya no hay excusas para definirnos ¿De qué lado estamos? 

  ¿Somos esclavos o asesinos? ¿Podremos mirar a nuestros hijos a la cara dentro de diez años? ¿Podremos siquiera mirarnos al espejo sin mentirnos?

  Están exterminando a la raza humana y no me importa nada, me quedo en casa y espero, el futuro traerá televisores táctiles para tapiar las ventanas…  mañana podremos votar por el nuevo partido verde, que luchara por el acceso al exterior de las ciudades, por el derecho a plantar un árbol, por el antiguo recuerdo de los ríos.  

  Pero mientras hacemos oídos sordos, y dejamos que la realidad camine de la mano de los más cínicos comerciantes, claro, tenemos todavía dinero para comprarles, pero hasta cuando el aire será gratis a este ritmo, nadie lo sabe, nacer ya es prácticamente un delito en la mitad del planeta, y siguen condenando a la mujer que aborta… 

  ¿De qué lado estamos?¿Tienen nuestras manos un cuchillo o un pedazo de pan?¿De dónde sale la harina?¿De quién es la semilla de trigo?

  ¿Y el molino?¿realmente nos han prohibido que todo lo importante nos importe un carajo o solo son sugerencias para adultos obedientes?

  ¿Es obligatorio vendarles los ojos a nuestros niños, socialmente, apenas empiezan a ver?...

  La decadencia organizada no tiene precio, damos lo que sea para mantenerla en marcha, auto amordazados,  temblamos de miedo con solo soñar con el caos y la pérdida de tiempo que pudiera suponer tener que tomar nuestras propias decisiones como dueños de la comunidad, como ciudadanos, con solo imaginar que alguien nos explique que son las siglas y números que figuran en los ingredientes del 90 por ciento de lo que comemos…  

 Más vale dormir…tranquilos, y a los niños llevarlos al pelotero, aséptico, a que les enseñen como jugar, solo como premio a quedarse tranquilitos mirando televisión todos los días.  Ya ni siquiera los mandamos a dormir a la hora del noticiero ¡que se formateen con nosotros, así no hay disputas familiares! 

  Vivamos en paz, y cerremos la puerta con llave, antes que entre alguien a matarnos, a esclavizarnos, a robarnos el pedazo de pan mojado enleche que comemos como pichones de paloma, y sigamos caminando a los saltitos para practicar a que ya nos cortaron las alas. 

  Así es mejor, así no duele, así podemos simular,  jugar a que nacimos así…

07 agosto

Hoy... Fuera del tiempo

 

 

Hoy

  Hermosa palabra, cada vez más alterada, cada vez más convertida en mañana y ayer por medio de agendas delicadamente encuadernadas, programas vacíos de televisión, diarios que venden noticias que ya eran viejas al momento de ocurrir 

  ¡Como si fueran primicias! Radios que fluctúan entre los clásicos de ayer a la vanguardia comercial inyectable sin intermedio, y más noticias que deforman con interpretaciones-viajes al tiempo de las causas.  

  Qué oportunidad tiene una mujer de hoy, un hombre de hoy, de vivir como si fuera importante el día, solo espera la tranquilidad de la noche para poner en orden los recibos y pagares, las deudas, ingresos y futuros pagos en una balanza que jamás controlara. 

  Cuando gane un minuto, un peso, todo será cambiado. 

  Y como corremos atrás de promesas, eternamente, escuchando cuentos de hadas para grandes como si fuera la primera vez, votando a los piratas más descarados para que administren nuestras vidas, todo pasara en el futuro, cuando puedan actuar, cuando nuestro poder acumulado este finalmente en sus manos… 

  Y confiamos, o no, pero igual creemos… o no, pero igual elegimos mal una y otra vez, porque alguien tiene que hacer las cosas y nosotros no tenemos tiempo, no entendemos, no queremos.  

  No queremos comprometernos, no queremos ser responsables, culpables, no queremos más que vivir bien en nuestro nido resuelto… pero cada noche acomodamos los papeles, las mentiras, las promesas incumplidas, y nos acostamos un poco más enfermos, un poco más lejos del paraíso.  

  Pero no es culpa nuestra, sino de Adán y Eva, que comieron la manzana envenenada del tiempo, y que vamos a cambiar, si ya paso, si ya lo hicieron y dejaron esto que tenemos, que no podemos cambiar!

Cuando éramos niños nos cambiaban un caramelo por un beso, y hoy somos frutos de ese chantaje, incorporado en lo más hondo de nuestro devenir social… y así de natural nos parece chantajear a los niños, manipularlos, volverlos adictos y dóciles, manejables, estúpidos y mediocres como nosotros, así no corremos peligro que nos desbanquen las futuras generaciones.  

  Insultando y denigrando a los niños no vamos a salir del pozo, solo perdemos la poca dignidad que nos queda como especie… pero ellos no lo saben, abren los ojos al mundo y comienzan a vivir, sin parámetros, sin puntos de comparación, inocentes páginas en blanco, indefensos tiernos retoños de un árbol podrido.  

  Y ahí nomás empezamos a robarles la libertad con una promesa a futuro, de que la tendrán cuando sean grandes.  ¿Pero cómo?  Si la libertad se construye a sí misma, ¿cómo se la vamos a devolver? ¿De dónde la vamos a sacar, nosotros, viles esclavos del sistema? ¿Cómo van a reconocerla para tomarla si el miedo (que arteramente disfrazamos de responsabilidades) nos impidió ofrecérsela?

  Pero crecen y siguen pagando las cuotas de sumisión destructiva… para cuando sean grandes.  Hasta que no cambiemos eso, no hay redención posible para los sueños utópicos de unos cuantos teóricos del bienestar social, ingenuos y perversos conquistadores del alma enmohecida de hombres y mujeres adultos.

  Y mañana… mañana será un día nuevo, mañana será mejor… ¡Mañana empezaremos a cambiar!  Por mí gracias, el futuro es impracticable, no hay forma de acceder a él, somos hoy y no podemos dejar de serlo, como fuimos ayer y no podríamos repetirlo ni cambiarlo. 

  Igualmente, nos comportamos como cirujanos externos, cuando no somos más que engranajes en una infinita maquina viva, a la que solo podemos ofrecer nuestra conducta impecable.  

  Claro, si cuando niños nos enseñaron tantas cosas erróneas antes que aprendamos a juzgar por nosotros mismos, ahora solo podemos apurarnos o frenar, como arrastrando nuestros restos entre tramperas a ver cuál tiene el mejor queso, a ver cuándo ponen el mejor queso.  

  Y así esperamos cuando tendríamos que ponernos en marcha, y aceleramos cuando necesitamos calma, todo sea por derrotar al ser humano según órdenes estrictas de los primeros educadores.  No hay nada que necesitemos más allá de nuestra decisión para encarar cada segundo de nuestras vidas, pero envejecemos buscando parámetros, navegando estadísticas, comparando, cotejando.  

  Y como conejos sueltos en el jardín, vamos destruyéndolo todo sin dejar de probar suerte, con nuestras grandes orejas paradas a ver si hay alguna nueva novedad que nos permita achicar el margen que nos separa de la infinita distancia hasta la puerta de salida hacia el éxito.  

  Nos conformaríamos con encontrar la salida de emergencia, pero somos ciegos, sordos y mudos al presente devastador que construimos, es natural, cuando hemos dejado que nos escamoteen el momento de volver a respirar con definiciones digeridas de “presente”, cuando se han llevado el día y nos han dejado la actualidad.

El futuro también reflejará los ojos de un niño hambriento y feliz

 

  Después de tantos años de aprendizaje,  nada queda, no pude asimilarlo, no aprendí a vivir.  Evito viajar a la ciudad, donde sus parámetros, el general de las personas, cada vez me resultan más incomprensibles. 

  Olvido todo en cuanto puedo: la sociedad es una selva de árboles que no dan fruto, y me corro de sus veredas antes de que me caiga un piano en la cabeza…

  Sin embargo, antes de poder elegir, día tras día fui sometido a parámetros autoevaluados por su propio argumento de autoridad, falacias, mentiras destinadas a manipularme y destruir mi individualidad, y no pude tomarlas en serio.  

  Veo como los días sujetos al condicionamiento del supuesto bienestar común se desperdician sin razón ni sentido alguno, dejándonos como propina nada más que la inercia y la aceptación sin preguntas de los caminos trazados por la necesidad del poder humano devastador del mundo.  

  Como maquinas, fijan nuestra  mente a una línea blanca en el medio de un camino angosto y tortuoso, donde todos los instintos, todas las pasiones, toda la magia innata y propia de los seres vivos es reemplazada por valores envasados y a precio estable, inútiles y adictivos. 

  Es tan fuerte la estructura de esta gran mentira que nos mantienen en el centro del camino hasta que dejamos de preguntarnos si el mundo realmente continúa más allá de la banquina donde blanquean los huesos de los disidentes.  

  Claro, porque si no existiera también el miedo, el seudoplacer no sería suficiente para mantenernos a raya, es más, sería un incentivo más a la búsqueda, aunque perverso en su fundamento.  ¿Fue ahí cuando inventaron la filosofía?

  Prejuicios, ambiciones prefabricadas, estrechez de conceptos acorralados en diccionarios, manuales y todo tipo de textos, desidia, comodidad, sed de poder y reconocimiento ¿cómo crecer con tantas cuchillas clavándose en el corazón mismo de la vida…?  

  ¿Cómo es que nadie se hace cargo de su responsabilidad, al someter a semejante absurdo a una criatura que acaba de nacer?

  Ningún niño está a salvo, hoy en día, ya no queda raza humana que conviva con el planeta, en las sociedades industrializadas, la vida misma se desprecia como un residuo sucio y lamentablemente necesario de la tecnología plástica del microchip y los supermercados. 

  Cargamos nuestro equipaje diario para un viaje sin sentido en interminables góndolas donde astutos vendedores proclaman que “todo lo que se  necesita para vivir esta aquí” y nos dejamos convencer…  

  Ya no nos preguntamos el sentido de nuestra propia vida, hemos dejado de buscar respuestas, solo aceptamos lo que tiene precio, marca, etiqueta y garantía, sin advertir que nosotros mismos hemos pasado a ser productos igual de baratos inútiles y descartables.

  Puedo vivir sin televisión, pero no sin música, puedo vivir sin comer, pero no sin alimentarme, sin creer pero no sin crear, ya no pierdo tiempo intentando adaptarme al sistema, vivo oculto a sus ojos en un mundo que dicen que no existe: el planeta donde cada decisión sobre mi vida es tomada desde mis propios parámetros.  

  Las estructuras del poder solo pueden destruir lo que conocen, estoy a salvo, en un bunker lleno de vida, donde el plástico ha dejado de reproducirse (aunque sus restos lluevan sobre mi jardín). 

  Soy dueño de mi tiempo, de cada día, y acelero en la pasión de poner en marcha la fantasía de la vida y el descubrimiento, o me detengo para mirar la persecución de los que llevan toda la vida corriendo atrás del anzuelo del falso bienestar, solo para recordarme porque deje ese camino. 

  Pero no creo estar haciendo nada nuevo, ni me creo con derecho a imponerme a nadie, el germen de la libertad duerme en una semilla que no puede ser manipulada, y por suerte, tampoco cocinada.  

  Somos perfectos en un mundo perfecto, cualquier día podríamos despertarnos y cambiar el curso de nuestras vidas sin más trámite que fluir y dejar caer la máscara del comercio, la trata, la ganancia, pero dormimos soñando el discurso del presentador de la televisión. 

  Podríamos construir un puente desde la vida hacia nuestro corazón y sin embargo elegimos hacerlo entre nuestra mente de voluntad ajena y el cerebro adiestrado en sumas y restas.  

  El resultado es la misma desesperación nocturna, el mismo malestar que nos lleva a buscar soluciones químicas, remedios espirituales, como si el miedo fuera a pasar porque corramos un metro o mil delante de nuestros fantasmas.  

  Terminamos atados de pies y manos, religión y domesticación, dinero y destrucción, democracia y pasividad, alegría y enfermedad, etc., no hay nada que estemos comprando que no venga con su componente de servidumbre, degradación y decadencia como seres humanos.  

  ¿Será por eso que salvamos al cachorrito mientras dejamos morir al niño?

  En los basurales que consumen los restos desesperados de naturaleza suburbana, juegan niños descalzos entre los vidrios rotos, pero aun comiendo de la basura tienen una oportunidad que nosotros ya hemos desperdiciado. 

  Todavía son capaces de ser felices con pequeños descubrimientos, y experimentar y fantasear con los restos del consumo criminal y desmedido, sin preguntarse ni preocuparse de su real función. 

  Tal vez cuando mañana mueran de hambre y frio, convirtamos nuestra responsabilidad en teorías de la reencarnación para absolvernos de la misma en cómodas doctrinas de eterna superación humana.  



 

04 agosto

Final de guerra, ¡Hoy no se fía, mañana si!

 

  La guerra me persigue, donde vaya.  

 ¿Me persigue, o yo la persigo? 

  ¿O voy tras el ruido del combate como un observador que no puede permanecer neutral?  

  Pasa el tiempo y permanezco, las heridas se hacen viejas y luego piel nuevamente, y desaparecen solo para que nuevas cicatrices las recuerden.  

  La guerra me persigue, solo porque soy bueno para la guerra, despiadado y romántico, duro, implacable, y jamás me rindo, aunque tenga que resucitar y volver a caminar desde la tierra de los muertos.  Todavía no hay una necesidad física o material que se haya impuesto a mi necesidad absoluta de defender mi derecho a vivir como pienso.   

  Si me acostumbré a regalar absolutamente todo, es porque no tener nada fue la única forma que encontré para burlarme de los adalides de la forma correcta de vivir. 

  Desde lejos los veo un día haciendo alianzas, convenciendo, difamando y pintándome como un tipo peligroso para destruir romper y robar sin que nadie los cuestione, y repartirse los logros de mi vida cuando se ven amenazados por un formato de pensamiento que no pretende esclavizar a nadie sino todo lo contrario.  

  Y todo eso porque soy un pacifista cabal, completamente convencido, inalterable, jamás poseí un arma de fuego, aunque haya tenido que sufrirlas y enfrentarme a ellas, a veces con solo mi cuerpo plantado indefenso y quieto ante la velocidad devastadora del plomo, mis palabras contra el estruendo autoritario, irrefutable por la fuerza de la coerción y  el miedo. 

  ¿Irrefutable? Aunque tuve miedo, nunca puse la vida como un valor tan liviano que pudiera ser intercambiado sin perder su esencia, por la suprema dignidad de morir libre, ni siquiera temblando de la cabeza a los pies deje de hacer volar mis palabras tranquilamente, ante todos los verdugos del mundo, aun llorando de impotencia y  rabia sorda, impracticable…

No me importa, es muy difícil morir de viejo en esta sociedad, para alguien como yo, seguramente no lo logre.  O si, como llegamos a veces a los lugares que no pensábamos conocer, solo por no haberlo planeado.

  Es demasiado fácil patear al indefenso, es demasiado fácil votar a un desconocido o mirar para otro lado para que una fuerza devastadora asesine a otros desconocidos en nuestro nombre.  

  Es inaceptable ver a otros seres humanos pasando hambre y frio y volver a casa a regocijarse sin hacer nada, para seguir moviendo los engranajes que crean las más terribles desigualdades del mundo.  

  Es demasiado fácil solidarizarse con las causas lejanas, ajenas, elegibles, inofensivas, y convertirlas en un poster, en una remera, en un comentario o toma de posición sin ninguna consecuencia práctica, para cerrar los ojos al mismo tiempo a los moribundos que cruzamos tantas veces al día en cualquier vereda.  

  Es demasiado fácil enternecerse por los perritos y gatitos, caballos y vacas abandonados al matadero, en una postura infantil de salvataje, cuando a la vez nos negamos a contemplar siquiera, menos a hablar con la gente que está en la misma situación, pero podría llegar a darnos una versión real de sí mismos. 

  Es demasiado fácil aceptar la política del doble rasero eterno, la doble moral, el doble discurso, en fin, la incoherencia total y absurda del sistema, escudándonos en que no hicimos las reglas, en que no tenemos poder, en que no tenemos tiempo y tenemos que dedicarnos a ganar el pan, y después a comerlo tranquilos.

  Es demasiado estúpido seguir sin hacer nada escudándonos en que podríamos perder algo, como si hubiera algo más que pudiéramos perder, como si hubiera algo que no hubiéramos perdido ya, cambiando absolutamente todo lo que nos define como seres humanos por electrodomésticos, confort, celulares y jabón en polvo, entre otras cosas.

  Es demasiado fácil disfrutar de nuestra seudolibertad y hacer como que no existen las prisiones donde el valor supremo de la vida se machaca permanentemente, como un negocio, donde el valor de un objeto cualquiera define años de permanencia tras las rejas de miles de personas que no tuvieron otra opción la mayor parte de las veces, antes que morir masacradas por el sistema, de hambre y frio, de impotencia de ver llorar a los niños esperando sin fruto.  

  Es demasiado cínico pensar que alguien se merece el castigo eterno cada día, como si fuéramos dios condenando a los pecadores, y realmente muy ingenuo pensar que esta mecánica logre acabar alguna vez con el crimen en vez de multiplicarlo, rehabilitar a alguien, o insertarlo nuevamente en la sociedad a la par de los que lo acosaron como perros.  

  Es demasiado peligroso seguir alimentando verdugos impunes y descontrolados, prisiones cuarteles y fortalezas, soldados y fuerzas de seguridad de todo tipo, como si eso fuera a cortar la inmensa raíz de nuestros males que no dejamos de regar un solo día. 

  Es demasiado antiguo seguir confiando en políticos, apostando una vez más a que esta vez hagan lo que nos dijeron, a que esta vez basen su actividad en el bien común y no personal y corporativo, es imposible que el dinero y el poder no marchen de la mano como una pareja de románticos novios, por un jardín paradisiaco al que jamás estaremos invitados. 

  Es completamente urgente, imprescindible, irrenunciable, recuperar nuestro poder, nuestra dignidad, nuestra libertad, nuestra decisión, nuestra postura ante el mundo como seres humanos.  

  Nos creemos semidioses bajados del olimpo con derecho a destruirlo todo, y sin embargo bajamos las orejas, sumisos y obedientes a mas no poder ante las arbitrariedades y el despojo permanente de nuestra conciencia de ser.  

  En todo caso somos los perros de los dioses, los perros perdidos, moviendo la cola para ver quién nos lleva a casa y nos tira un plato de comida, aunque tengamos que esquivar una patada por no saber las reglas. 

  Demagogia, comodidad, infantilismo, cinismo, necedad, indiferencia, insensibilidad…  confort-miedo: esclavitud voluntaria.  

  No hay una sola justificación de nuestra total e irresponsable inacción que se base en algo de lo que no pudiéramos carecer un día, o toda la vida, sin dejar de ser nosotros mismos.  Pero tal vez tampoco hoy nos decidamos a hacernos cargo…

  Solo es un día más.

  

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...