27 junio

Completamente


 


 

Agua y alcohol 

Recostado contra la pared, las piernas chorreando harapos arriba del cartón sucio, en la semipenumbra de la sala, los ruidos se habían apagado, las risas y las discusiones a los gritos ya no se oían, ahora un  general ronquido entrecortado era todo lo que se podía escuchar, y a veces, una canaleta a punto de caer, raspaba del lado de afuera, cuando soplaba alguna ráfaga de viento particularmente intensa.

  sentía el cuerpo como una bolsa  de arena, que alguien había arrimado, digamos arracimado,  a la pared para que no moleste, las pulgas haraganas caminaban por el piso, buscando un cuerpo que morder, aunque para un observador desprevenido hubieran parecido hormigas, de tantas que eran sobre el cemento gris perla.  Yo tampoco las distinguía  pero sabía bien que eran pulgas.

  Estaba mirándolas porque tenía los ojos abiertos, se parecían a dos lámparas de querosén, cuando alguno se levanta trabajosamente y apoyándose en mis hombros, me saca la gorra, seguramente tendría que salir afuera a comprar algo de alcohol.  

  Y descuidadamente me deja desequilibrado, con lo que empiezo a ladearme leeeentamente mientras se escucha el ruido de la canilla sobre el playón: el piso se va poniendo en la gama lateral de mi visión hasta quedar verticalmente a mi izquierda como una foto vieja ¡vaya forma de transcurrir el tiempo!

  Cierro los ojos y pienso un rato en cualquier cosa que no involucre movilizar este despojo de cuerpo en estado de coma alcohólico, me dan nauseas. Termino mirando el piso, que duro y frio parece una pared, una pared y yo arrecostado en la pared ¡de repente, me incorpore con el pensamiento! ¡Al estilo Tusam! 

  Me siento casi bien hasta que noto esos horribles zapatos con los largos cordones arruinándolo todo, completamente,  a pesar de intentar visualizarlo como una obra de arte, los cordones lo arruinaban, tengo que aceptarlo, la gran puta me caí, tengo mi cara apoyada contra el piso, el frio de tooda la fábrica se comunicara a través de mi pómulo izquierdo y si no pesco una pulmonía, tal vez me reviente la cabeza por la presión de la burbujeante, aguada, tinta, inútil sangre.

  Y esa canilla que no para de sonar, no había una mosca más volando, el chorro de agua resonaba límpido como cristal, se podía calcular el grosor del chorro por la violencia del impacto y la forma en que corría por las alcantarillas hacia los depósitos de abajo, que cubrían  parte del terreno bajo el piso, y estaban casi vacíos.  

  Ahí resonaba tal vez desde un par de metros de altura, contra el oscuro fondo de cemento inclinado de ese mundo aparte de allá abajo.  El resonar del inmenso tanque subterráneo se transmitía por el mismo caño saliendo por las alcantarillas como una orquesta filarmónica y se unía a la sinfónica de la canilla resonando en el inmenso playón  cerrado.  

  Nadie apaga la canilla, para que mierda la prendieron, que habrá pasado, y si hay alguien abajo, que me importa, ni siquiera puedo moverme y ese sonido metálico me está taladrando los oídos, es completamente insoportable, me está volviendo loco.  

  Y cada minuto que pasa, lejos de acostumbrarme, pareciera que el silencio hubiera caído sobre todo el planeta para que solo quedara ese ruido eternamente, para poder apreciarlo más en toda su magnitud ruidosa, estruendosa ya, que parecía una niebla que cubría todo oblicuamente de estruendo acuático, hace cuanto que esta prendida la canilla, ahora cambio el tono, suena el agua contra el agua.

  Está empezando a llenarse el deposito subterráneo, esto va a traer consecuencias desastrosas en el microclima de la casa.  Sin embargo alguien conto que cuando vinieron el tanque estaba lleno de agua y una vez sacaron un pescador, jajá jajajaa ¡un pescado!  

  Ah... Una pequeña distracción y vuelvo a escuchar el agua, el agua resonando olímpicamente contra las paredes lisas, el piso potenciando el sonido al sumarle las vibraciones, la canilla que seguía derrochando agua.

  Algún día se iba a acabar pero por ahora sigue y esta niebla blanca que se espesa y me cuesta mantenerme despierto, solo para ver qué pasa, solo para saber que me está pasando mientras estoy acá caído con el cerebro derretido por la vida está que llevamos, por la vida que debe ser que se me está escapando, sin dudas porque ya no me importa, no aguanto más, la desesperación es tan grande que logro articular un grito, ahhhggg...

  Pero el esfuerzo es tan grave en esta posición semi escuadrada que mi estómago empieza a contraerse en un espasmo que anticipa la arcada seca, podría vomitar si hubiera comido algo en las últimas veinticuatro horas.  

  A cada repetición un dolor punzante se reparte entre la boca del estómago y el punto entre los testículos y el ano.  Por último la biliosa baba me produce tanto rechazo, tanto asco que termino vomitando un líquido tibio y asqueroso, resbala al rebalsar por entre mis labios y se deposita en el piso, encharcando mi cabeza entera, ahora sí que estoy frito, como me duele.                                                    

Corren las chapas con rapidez, alguien entra ¿o sale? ¡Por dios y la virgen maría, sé que orine muchas veces el atrio de la iglesia pero que haya venido alguien! Gracias a dios y santa catalina cierran la canilla, ¡el mundo empieza de vuelta!  

  Estoy en un charco de vomito hediondo, alguien camina, caminan, no están frescos, el frio que se despega del piso esta haciéndome temblar todo el cuerpo, pero sigo viendo blanco, cada vez más, cada vez más brillante, no entiendo si tengo los ojos cerrados o abiertos.  Estoy muriendo debe ser, adonde iré, no quiero no quiero no quiero morir, quiero seguir acá hasta que uno de los ñeris me levante y me limpie con alguna camisa sucia, y tomar el último trago de alcohol puro con agua.

  ¿Siento como estalla mi cabeza?

  Adiós muchachos me despido, un rumor baboso, una voz apagada, lejana, dice no te vayas, debo seguir escuchando, debo seguir atado a ese sonido para vivir, estoy muy cansado, se apaga, debo seguir escuchando, no dormirme…  Aahhhhgg, aaahhh  ¡Pordios! Seguí hablando… todo es blanco.     

18 junio

Delincuentes


 


 

 

Los unos y los otros 

Estaba hablando en serio y no me creías, me vas a creer cuando te mienta pensé, y  pase a contarte:

  Yo vivía ese día con la misma intensidad de siempre, con la tranquilidad del que no rinde cuentas ni detalles a nadie, libre. Y se me ocurre llevar a arreglar el mp3 que hace rato se me había roto, con lo cual termino al azar, en un comercio bastante grande, en una calle céntrica.  

  Luego de sacar número y esperar mi turno, planteo mi problema a la chica que me atendía, que me explica rutinariamente que debía dejar $ 15 de seña para hacer el presupuesto, y que de no ser aceptado, perdería sin devolución, así como lo estoy contando. 

  Esta declaración, dicha con esa facilidad pasmosa, desde atrás de un mostrador al que teóricamente yo no tengo acceso, la sentí como la fría y escamosa piel de una víbora, caminándome dormido. 

  sonriendo por cortesía, amén de la gracia que me causaba lo que acababa de escuchar, me abstengo de saltar el mostrador y aprehenderla hasta que llegue la policía y civilizadamente le digo que no hacía falta el presupuesto, que eran dos puntos de soldadura que había que dar y que me dijera cuanto salía, con lo que empezamos a desmenuzar el marco teórico sobre el que se paraban para someterme sin elegancia a semejante chantaje.

  Para ese momento la señora estaba respondiendo mano a mano, y la gurisa se fue a acomodar los auriculares, como para escapar sin mancha, y siguió después atendiendo a otra clienta, que escuchaba atentamente la discusión: que mi tiempo de obreros especializados, que la mano de obra, que el riesgo que dejen las cosas tiradas y no las vengan a buscar más, que acá es así y sino podes ir a cualquier otro lado… 

  No recuerdo los argumentos pero yo les oponía los míos, llegando a un punto muerto, donde me despedí después de expresarles mi opinión sobre sus burdas maniobras fraudulentas  a la señora y al dueño del local, que también se había sumado a refutar las bases de la vida en sociedad.  

  Yo salí con una sensación de indignación, más bien rabia, más bien asco, que me estaba empezando a dar ganas de incendiar ese negocio, pero por suerte todo está en Facebook así que comente el incidente a ver que pensaban mis amigos.

  Sólo un kirchnerista, con su particular lógica propia, se dedicó a defender al comerciante, pues habría que aguantar esas cosas en aras del futuro proyecto nacional y popular, que obviamente era más importante que las pequeñeces del ciudadano común y corriente. 

  Los demás pusieron un manto de humor y sarcasmo y uno se ofreció para soldar el artefacto, lo que en otro momento hizo.  En fin, que me calme un poco ese día, y desistí de todo acto vandálico, después estuve con mis hijos y ya lo olvide.

  Lo más lindo de todo es que el aparato estaba en garantía, igual que el equipo donde conecte después el mp3 con mi música favorita, ambos papeles por supuesto, habían sido molidos para las lombrices, que son muy útiles a la sociedad.

  Así anduvieron las cosas bien por un tiempo pero tal vez el calor o algún golpe en esa liviana carcaza china provocaron alguna falla en el equipo: ahora no reconoce el mp3 ¡uy ahora no prende mas! ¡¡no tengo ni radio!! Bueno, cuando pueda lo arreglo pienso ¿pero adonde llevarlo? Olvido el asunto por un tiempo, hasta que un par de sucesos increíbles me sorprenden de la gente y de mí mismo, haciéndome sentir  ser y estar mejor, y digo 

  ¡¿Por qué no este obeso sinvergüenza no puede haber cambiado y ser mejor?! Y un día meto el grabador en la mochila, que no se vea en el barrio, solo por las dudas, y arranco para el local conocido. 

  Una vez me dijeron que nadie cambia, no creo que sea así y el gordo me da la razón, ahora cambio el monto del chantaje a $ 35 ¿o será tarifa personalizada?

  No vamos a discutir otra vez por lo mismo, le digo mientras miraba las gotas de sudor condensarse en la piel dentro del cuello de la remera, mientras veía subir la presión en su cara, temiendo tener que hacerme cargo de algún accidente cardiovascular.  

  Después de cerciorarnos que no habíamos cambiado de opinión, y dado que él se resistía a denominar extorsión a su forma de hacer reparaciones, prometí volver cuando encontrara la palabra adecuada para su actividad.

  Ya ni siquiera me importaba, en la primera oportunidad regale el equipo y me deshice del problema, ahora podría escuchar mejor los ruidos de la cuadra.  

  Ahora tendría la cabeza más tranquila para mirar a los gurises, vecinos también, que pasan todos los días rumbo quien sabe a dónde  a estafar robar y extorsionar a la gente, solo para drogarse más, viviendo como perros perseguidos, apaleados, arriesgando su vida además de la de sus víctimas, para lograr cada puta moneda.  

  ¿Sin futuro? Eso todavía está por verse, seguro sin su lealtad vendida a ningún político, puntero, o capo de ninguna especie, hay gente que francamente, no se roza mucho con el sistema…  

  Suspiré tranquilo porque sé que nunca voy a tener de vecino a ese comerciante, por otra parte encerrado, lleno de miedo mirando películas de acción rodeado de cervezas, gaseosas, chizitos, palitos, manices…   entre almohadones que no lo mantienen suficientemente cómodo como para olvidarse de lo precarias que resultan la alarma y las rejas de su casa para su sensación cada vez más grande de inseguridad.

  Entonces prefiero toda la vida una horda de rastreros audaces, que no aprendieron a defenderse con un mostrador ni la sociedad de comercio, que no le deben la habilitación ni el asado a ningún concejal ni bombero piola, que seguro no mueren de un infarto, aunque si tal vez  antes que el otro, a este tipo que lucra injustamente sin moverse un ápice de su posición impune, soberbia, inescrupulosa.  

  Sé que con los otros se puede  hablar, y que a pesar de la intensidad de su vida, no dejan de lado el amor, y  pocas veces se paran en una posición completamente individualista, roban para dar, además de intoxicarse.  Y una vez que estaba haciendo pozos, uno me pregunto si no necesitaba uno, como buscando una veta en su situación de marginación permanente del mundo del trabajo.  

  Entonces a veces nos saludamos con los gurises, o a veces estoy trabajando en mi huerta y pasan hablando de fierros, que hay que conseguir ¡Dos balas! Pedidos de captura, matar, y robar… a veces pasan vendiendo alguna, cualquier cosa, a veces pasan corriendo, persiguiendo o escapando, a veces los siento mil veces más humanos que el otro, sé que si me roban, será corriendo el mismo riesgo que yo, cara a cara, en la misma vereda.  

  Y nadie va a llamar a la policía, que solo defiende al otro delincuente,  a quien todos saludan por manejar de ropa nueva, por caminar sobre baldosones lustrados por menchos sin contrato.

 Mientras ahí vienen los pibes mirando para acá.  A ver qué quiere este…

La tierra y la erosión humana


 


 

  Lomo al sol 

  Hace tanto tiempo que todo esto empezó de la misma manera en que está planteado hoy día, que es casi imposible rastrear otras intenciones, otra dirección que la tomada con arrogancia, corporativamente, por los que llevan el volante de las políticas agropecuarias de nuestro país, y no quiero decir y del mundo, porque tal vez exista un país diferente...

  Voy caminando por la ruta y veo alambrados que encierran todo tipo de explotaciones, grandes superficies son mal trabajadas y peor administradas, en aras del ahorro en personal, en tecnología, en estructuras etc.  

  La tradición del santo patrón se llevó el progreso por delante, y la ineficiencia se disimula rogando más y mejores beneficios al estado, mientras se restan al mencho ignorante y bruto, como se lo catalogo hace doscientos años para siempre, porque así está bien, las cosas funcionan y los bienes se dirigen hacia las personas más capacitadas para apreciarlos y disfrutarlos, para aumentar la codicia la ambición y la falta de escrúpulos.

  Por suerte, como para decir ¡hay semilla! No se puede generalizar, no todo funciona igual, y también hay gente que decidió encarar las cosas de otra manera, muy pocos, estadísticamente, aunque claro que completamente significativos en sus consecuencias individuales porque estoy hablando de producción limpia, sustentable, de responsabilidad social, de humanidad…

  También esporádicamente se han dado políticas de apertura, de generación de valor, de arraigamiento y progreso, de colonización, de desconcentración etc.  Y generalmente estas políticas extremas terminaron cayendo con los gobiernos que las fomentaban.   La mayor parte del tiempo, el sector que logro controlar los recursos naturales, a través de la masacre insensible de los antiguos ocupantes de la tierra, logro con ello el control de la sociedad toda, a través de la economía, generando así mas concentración, mas soberbia ciega.  

  Es así como el colono o el pequeño propietario se va pauperizando por dejar de acceder a la tecnología y luego a la técnica, al conocimiento, siquiera a la información, herramientas fundamentales para lograr los buenos frutos de la tierra.  

  Y dejan silenciosamente de pertenecer al ámbito de aplicación de las políticas gubernamentales, que cuidan al tambo(o a algunos tamberos, claro) pero no a la vaca sola, que cuidan la leche industrializada pero no al niño que la toma, y finalmente dilapidan un país entero en aras de empresas fantasmas y un modelo exportador que termina esclavizándonos a todos, porque malgastan el ambiente y manipulan la tierra y sus ocupantes, curtidos, resignados, indiferentes al fin a lo que pase afuera, olvidados para todo menos para pagar impuestos.

  ¡Y ahí viene el patrón en su camioneta!, en la estancia de al lado, levantando polvareda, con esa verde felicidad de la soja, no le importa si las casas se vuelven ranchos, o si los ranchos se convierten en taperas, el arsenal químico arrasa con todo, y los desechos se cuelan en los arroyos y las napas de agua.

 Cuando ya no se encontraban mulitas ni liebres, menos ñandúes ni venados, ahora desaparece hasta la tararira y los patos,  pueblos enteros envejecen (pues los jóvenes se van, y no vuelven) y  se enferman de cáncer, cuando no desaparecen: en el departamento concordia se comete el mismo error que en Arkansas o Nebraska, y el futuro será tema de las siguientes generaciones, que, de todas maneras, por las dudas no accederán al mando hasta los cincuenta años, cuando todas las ideas se hayan acabado.

  Mientras, el señor Monsanto impone leyes sobre producciones transgénicas a todo lo largo y ancho del mundo, y de su mano, por cierto, el gran productor argentino pretende seguir llorando, con el frasco de glifosato en una mano y con el Manual del Estanciero, de Rosas, en la otra, que ¡Caramba! ¡Era muy bueno! Pero ha pasado el tiempo, sin dudas, y todo debe hacerse ya de otra manera, y el planeta reclama que el costo ambiental se reduzca, no solo se dirija hacia los indefensos, no solo se oculte ¡No solo se socialice!

  Por eso es deseable que siempre haya rico pasto en un pedazo de tierra, y no polvo seco volando con el viento, agregando un poco de trabajo, cualquier país se levanta de sus ruinas sin más recursos ni autoridad que su territorio, sin más cohesión que un puñado de ideales y necesidades comunes, pero ese pasto debe ser bien aprovechado.  

  De no ser así, etnias y especies enteras (cientos de pastos nativos, vegetales y animales silvestres) desaparecen del ambiente haciéndolo más vulnerable, más polarizado, como se puede ver desde un avión, con mantos verdes o amarillos de agricultura intensiva, separados por las cañadas de nuestro paisaje entrerriano, cuando no, sembradas hasta la cárcava erosiva, en el campo arrendado.

  Y pocas vacas y menos ovejas entre los campos sobre pastoreados y los retazos de monte “sucio” enmalezado, y miles de hectáreas sin más que algunas “taperas” porque la “soja para todos” se llevó a la gente a sufrir a las ciudades (y de la peor manera).

  Y aunque algunos viejos se guardaron un caballo de recuerdo, ensillado, para el desfile, la mayoría de sus hijos perdió para siempre la pertenencia a un sistema de vida y de valores que usaba a la tierra para sumar, no para restar: ahora el agua inunda su casa en vez de hacer crecer los cultivos, ahora el viento entra por las rendijas en vez de sacar agua del molino.

   Y así, los expulsados nunca volverán a la tierra, olvidándose para siempre de ordeñar su vaca, comer sus verduras y sus huevos, y ver salir el sol, salvo que, con mucha suerte, logren mantener un contacto a través de una pequeña huerta y algunas gallinas, aunque casi seguro que faltara espacio para eso, como para todo lo demás, ahora, donde sobra espacio es en la olla. 

  Por suerte, paradójicamente nos tocó ser el granero del mundo, así que no hay más que profundizar este modelo, y sin complicarnos agregando valor o diversificando demasiado la producción, tenemos mucho futuro en esta veta, siempre y cuando los chinos no abran sus propios silos al consumo interno, porque ahí se viene el paro agropecuario y esta vez ya no me quedo con las ganas…

  Voy a incendiar todas las camionetas que tengan la absurda calcomanía “el campo somos todos”, desde ya les agradezco su ayuda, a veces ando sin fuego.

11 junio

Yugular


 


 

Sangre entre el pasto 

  …Pero anoche estábamos charlando en la esquina, tranquilamente, como a las tres de las mañana  Por la calle no andaba ni el viento, éramos como quince y estábamos tomando desde el mediodía. El barrio parecía una foto, ni perros se veían, tenía roto el cierre de la campera y el frio se me colaba molesto.  

  Todos estábamos bien, chamuyando y haciendo planes menos el Cabeza de Perro que había quedado sentado, callado y cabizbajo, después de una discusión por pelotudeces con el Meado, entonces se levanta y empieza a saludar a todos uno por uno.

  Yo en ese momento vi que tenía un tornillo en la otra mano, pero no le di importancia, una pavada  ¡quién iba a pensar! Al último que fue a saludar fue a él, que todavía lo miraba sobrador, recostado contra un auto.

  Y capaz fue al único que lo miro a la cara, levantando la vista del suelo: el Meado se iba a enderezar, pero el Cabezón ya se había acomodado el tornillo  entre el pulgar y el otro dedo, y le tira un viaje al cogote, con tal saña y hiel que le ensarta la  yugular y queda enganchado.  

  El Cabeza queda como congelado como por una milésima de segundo, como esperando la reacción del otro, mientras el Meado queda flotando flojo y blanco, con la boca y los ojos bien abiertos, entonces se apoya en la cara del otro y tira del tornillo con esa cara de saña y venganza que todos le conocemos.  Catoshe, que recién se enteraba de lo que estaba pasando, salta de al lado mío, mientras todos nos quedábamos mirando como si fuera una película como la piel del cuello se estiraba con el largo tornillo clavado que no terminaba de desengancharse.

  Pero salió, y atrás un chorro de sangre  y el Perro salió corriendo por la calle de la agencia mientras el Catoshe lo agarraba al Meado que se iba sentando despacito,  y le quería tapar el puntazo con la mano en el cuello que se le iba llenando de sangre, y gritaba que llamen a una ambulancia mientras se iba arrodillando con el cuerpo que se desmoronaba, y se escuchaba el gotear de la sangre que ya le empapaba la manga de la camisa. 

  Miraba al Negro que se iba cada vez más lejos con los ojos grandes como si todavía estuviera pensando que contestarle al Perro, y todo duró la mitad del tiempo que te lo estoy contando.  Ahí como que bajamos todos y nos desparramamos corriendo para casita, nos quedamos un ratito en la otra esquina, la de la casa de piedra, con La Gringa y el Orejón, mirando a ver qué pasaba.  

  Y sale el milico Martínez con la radio en la mano y sin camisa con la nueve en la cintura y mira para nuestro lado que estábamos escondidos atrás de unos yuyos y el Catoshe seguía gritando, ahí donde apenas se dio vuelta el milico salimos corriendo ahora si más rápido que antes, y llegue a casa y me metí en la cama 

La Yeni me pregunto que había pasado pero no le dije nada, al rato se escuchan las sirenas de la policía y las de la ambulancia y no pude dormir mas, me quede mirando los agujeros del techo hasta que se hicieron las siete y sonó el despertador.

  Me levante para ir a la escuela bien temprano, pero mama llego cuando estaba haciendo el mate cocido, los enanos tenían frio y no querían salir de la cama.  Yo temblaba del cagazo pero parecía frio, y me grito que me ponga las zapatillas que arruinaba las medias y me iba a enfermar.

 Calenté un poco de pan, me queme con el mate cocido y salí para acá, en la esquina estaba cerrado con cinta de peligro y había unos viejos comentando así que seguí derecho por la cuadra del Pool. La Yami va a averiguar que paso, si no me andan buscando entro en el primer recreo, así me pierdo la prueba de matemáticas, total, la semana pasada no vine ni un día. Igual voy a  tener que conseguirme un fierro por las dudas, un 2-2, que en casa tengo cuatro balas. 

  Ahora va a haber quilombo con los hermanos, seguro.  Tenés un tabaco que me convides, estoy re nervioso, ese Cabeza de Perro siempre hace lo mismo…Che, y vos ¿Entendés algo de geometría?  

¡Todos a bordo!


 

Boleto a Paraguay 

Se escuchan sirenas en el barrio: uuuuuuuuuuuuu uuuuuuuuu… algo grave pasa, si nunca entran por estos lados, aumentan de velocidad ahora uuuuu uuuuu uuuuu y se agudiza, se diluye y se apaga, por suerte lejos, y yo agazapado entre el pajonal del baldío, con la oreja pegada a los ruidos de la tarde.

  Aprovecho a cagar y pienso en el laberinto de bañados, selva y malezales que me espera, si logro salir de la ciudad y colarme en algún camión al norte, donde está la única fuente que puedo beber en este desierto…Si, si, que poético y me limpio el culo con unos yuyos mientras pienso… 

  ¡Tarde o temprano me van a buscar por acá!  Y entonces va a pasar un policía, y ojala no con los perros. ¿Por qué este lugar esta tan maldito? Nadie pasa por acá y las malezas ya se están haciendo monte y ya paso otro minuto y yo sigo en el mismo lugar hasta que las sirenas hagan uuuuuuu uuuuuu uuuuu uu y se detengan enfrente y empiece el baile.

  …Alguien viene… agarro una botella de sidra llena de tierra y me preparo para romperle la  cabeza al que sea, por las dudas, pero algún ruido habré hecho porque mira para este lado como atravesando las cañas, entonces lo conozco, y le silbo, es el Nacho, que salta por arriba de la niebla de un charco y se arrima rápido para acá.

  Charlamos agachados mientras miramos la gente que pasa, que olor a mierda que hay acá, sí, es cierto, disculpame que no me anda el split, y por adentro me cago de risa.  Qué te pasa?- me dice.

_Necesito salir de acá, necesito ruedas. 

_Tengo una moto, limpia, Yamaha 250 recién hecha, la dejo un pibe porque se suspendió un laburo, para vos: 2500

_Ehhh por esa plata me compro una nueva pelado

_ Vos elegís, se comenta que te alcanza, es lo mejor que tengo, una nave, te lleva al puerto en cuatro minutos.

_Pero si yo no voy al puerto!! Regateo mientras calculo mis tiempos, hasta que quedamos en mil setecientos, pero se los tengo que dar ya porque la moto no es de él.

_Dale rata!!  –sabe que estoy jugado-  Pagá que es un regalo!  Cuanto hiciste?

_Como veinte! -le miento mostrándole un par de fajos del bolsito que tengo cruzado sobre el pecho-  Y aunque sabe que miento, jamás se imaginará que está a medio metro de mucho, mucho más, aunque sé que el golpe de suerte me condena a una persecución despiadada.  

  El Nacho agarra la plata, me deja un par de fasos y se va.  Sale caminando por el lado que venía.

  Mientras fumo, respiro tranquilo y ahora que bajó un poco la ansiedad siento recién el olor acido de la transpiración, adrenalina, podría jurar que por un momento sentí el olor ácido de la prisión, pero era yo, todavía afuera.

  Estoy intranquilo pero feliz, y ahora la vieja que barre la vereda de enfrente me parece una buena señora, casi tanto como mi madre, vecinas de este barrio que tanto voy a extrañar.

  Y ya estaba quemando el segundo porro, cuando veo un gil de casco en una Zanelita 70 con una campera polar azul que lo hace parecer un muñeco, viene mirando para acá y se mete por el caminito y no puedo creer que sea este hijo de re mil putas  Como me recontra cagó!!  Ni siquiera le pienso pedir explicaciones, es obvio que no hay nada que explicar…si pudiera hacer ruido lo agujereo a balazos desde acá nomas.  

  Y frena, bajando y sacándose el casco: ¡Pero no negro porque me miras así, porque estas tan duro de hombros, tan tenso! …Acá esta tu plata te la devuelvo, la moto no es gran cosa pero va de regalo, la encontré acá a la vuelta, hoy no la van a buscar, por lo menos.  Tomá papá, te la manda el Mati: ponete esta camperola que no te conoce nadie.

_Está la yuta en el barrio,  me están reventando el taller, yo voy a andar por el bajo unos días mientras José Luis arregla todo, no te puedo ayudar más.

  Agarro mil pesos y se los doy, como para pagarle al destino mi huida 

_¡Suerte vieja! -Me dice contento y sigue derecho, caminando con las manos en los bolsillos y la capucha del canguro tapándole la cara, solo se podía adivinar quién era por la forma de caminar.

   Y ahí quedé con la moto en marcha agarrándola del manubrio como para que no se escape.  Finalmente suspiro, dejo de pensar y arranco.  Me pongo la campera acomodo la bolsa grande adentro y después me pongo el casco y el bolsito por arriba de la campera, parezco un Teletubbie, mejor sería lujo! 

  Subo y acelero y encaro despacito por el caminito, hasta la otra cuadra ¡Ya cruza una camioneta con perros! En sentido contrario, entrando al barrio.  

  Estos verdugos se la están tomando muy a pecho.  Sigo despacito y emboco en la avenida, donde hay un control policial.  No lo vi a tiempo por el casco de mierda y  ya estoy jugado.  

  Ahora no puedo dar la vuelta, me alcanzarían corriendo.  Freno y tanteo el fierro, simulando buscar algún papel.

  Levanto la visera del casco para ver mejor  y una tristeza me agarra, casi… casi sale todo bien...

   Miro de frente al milico que indiferente me hace señas que siga viaje y no moleste al operativo cerrojo, con esa amabilidad gestual que tienen ellos.   Lo saludo con la mano y arranco despacito la moto fundida mientras el milico para a los gritos a unos pibes que iban en un Falcon 

  ¡No puedo creer estos inútiles! ¡Ya tengo el campo libre! Que bien que hicimos en separarnos, como le estará yendo al Chino y el Piru.  Ahora solo me resta llegar al parador y descartar la moto y la campera, comer algo hasta que salga un viaje… 

  Voy paseando, a todo lo que da, que es muy poco, todos los autos me pasan, pero no pueden borrar mi sonrisa igual: se ven las luces de la estación de servicio, ya estoy cerca.  Como extraño Paraguay.

03 junio

Un ladrillo


 


 

Tierra y vivienda 

Estaba en la costa mirando correr el rio, tratando de entender a que se deben las extrañas corrientes que se entrecruzan en esta playa: a veces,  o más bien hay una altura,  casi llegando al pie de la barranca, en que la costa caprichosa pareciera ignorar que el rio corre para el otro lado.  

  Aunque tal vez igual entrega más piezas que cuando llega a estar pisando el metro, bajo,  y el pescado grande no entra en esas playadas donde el agua llega con suerte a las rodillas y no puede desplegarse bien.  En cambio, aparecen grandes piedras como en la playa nebel, y los pescadores se desquitan recuperando las líneas cortadas, anzuelos y plomadas.

  Era un hermoso día que me hacía agradecer la inmensa suerte de vivir en la costa, y estaba reflexionando sobre ese particular cuando estaciona un carro junto a la parte que se conoce como la escalera, y se bajan un par de hombres jóvenes con algunos gurisitos. 

  Con un par de palas y de a poco como calentando el cuerpo empiezan a extraer la tierra pardo-rojiza depositándola en el carro que aseguraba al único caballo.  

  Un gurisito de unos ocho años guapea sacando algunas paladas de tierra, lo que dibuja una sonrisa orgullosa en la cara del padre.  El moro, aburrido, aprovecha mientras tanto a comer perezosamente el pasto duro abajo del espinillo.

   Al rato, solo unos cuantos metros más allá, la tierra  floja seria el ingrediente autóctono  a sumar a las dos montañas de aserrín fino que habían arrimado el día anterior, y acarreando un viaje más terminaron dejando un prolijo pozo casi circular al pie de la escalera.  

Más allá, volviendo al  pisadero, la tierra seca fue mezclada de a poco con el aserrín y con el agua que sacaban de una de las lagunitas adyacentes, mientras  iban mezclando todo con la rueda que hacia girar el caballo,  y así siguieron amasando la mezcla durante un par de días, sin reventar el caballo, mientras pescaban y comían asado o pescado al mediodía.  

  Luego un pedazo de campo de mas o menos 50 metros cuadrados, fue limpiado parejamente, y esta vez, trajeron en el carro un artefacto consistente en una base de ángulo soldado que sostenía una batea con una visera de madera, y una carretilla de madera reforzada y con una rueda de auto, en la mesa ( en la visera) ponían la tapa del molde contra la maderita que hacía de tope y arriba, recién lavado en la batea, el molde, que es un armazón petiso con la forma de dos ladrillos seguidos.

  Traían barro en la carretilla, con sus dos manos juntaban un poco de barro y lo metían y lo apelmazaban contra las esquinas para llenar bien el molde, le echaban una última pizca de  barro y le sacaban el sobrante pasándole la mano, levantándolo ya de la mesa.

  Dándolo vuelta en el aire con maestría lo desmoldaban sobre la cancha: después de apoyar el molde sacaban la tapa rasando el barro, la daban vuelta sobre el lado limpio y volvían a alisar, después sacaban el molde y volvían a la mesa, quedando los rectángulos armados, me recordaban a fichas de dominó ordenadas meticulosamente por algún niño.

   … Apoyaban la tapa, la limpiaban con la mano, lavaban el molde y lo ponían en la mesa, juntaban barro con sus manos…  mirándolos trabajar con esa maestría, se hace imposible adivinar que cada ladrillo mojado pesa alrededor de dos kilos, con la determinación y velocidad que le imprimen al trabajo parecieran de telgopor, aunque dicen que no es tan pesado mientras el que corte no tenga la cintura lastimada.

  Cada tanto algunos adobes  iban en una tira fina puestos en posición perpendicular a los otros como un caminito, preguntando me entere que era para contarlos rápidamente.  Como para matizar, mientras  el ritmo de la hechura avanzaba, algún perro indisciplinado se lo recuerda imprimiendo sus patas sobre los ladrillos “verdes”.   Se soluciona de inmediato con un cerco de ramas de la abundante y espinosa cina-cina.

  Al mismo tiempo, ya los primeros adobes se van poniendo de canto para que se oreen, y después de un par de días los van apilando cruzados en estibas altas hasta la cadera, donde el viento los recorre en casi toda su superficie.   

  Así, en unos pocos días se secan lo suficiente para armar el horno donde serán quemados: una construcción  exigente y exacta, en forma de torreta, con entradas para la leña abajo y chimeneas arriba revestida por afuera con el mismo barro pardo-rojizo.  

  El caballo, atado con una soga larga, tan manso que se acerca al trote cuando lo llaman por su nombre, ya fue ocupado para llevar la rueda y demás implementos, y ahora va y viene de algún aserradero con madera.

 Y ahí nomás le dieron fuego al horno y lo mantuvieron a conciencia un día entero con ramas de la costa y cachetes (costaneros) de eucaliptus que seguían yendo a buscar.  Después taparon todas las aberturas con latas para que el calor se vaya disipando lentamente y se fueron, ya estaban listos.  

  Un par de días después volverían en el carro, en dos viajes terminaran de apilar en su barrio los rojos ladrillos, mas de cinco mil en esta quemada, que ya están listos para ser llevados directamente a la obra.  Y las malezas ocultaran nuevamente la cancha y todo lo demás, aun esos montones de quebrados que recuerdan el rigor del horno.

  Como este caso, se reproducen tantos otros de gente que se hace sus propios ladrillos, con o sin  rueda, con o sin caballo, con un costo mínimo.  Así tarden una semana o un mes, la casita de material queda mucho más cerca, cualquiera puede hacerlo. 

Algo de calle


 

Sol y tierra 

  El tiempo de la calle no es lineal, a veces se compone de compromisos inclaudicables que corren más allá del tiempo, los que se desvían son alcanzados.  La palabra dada se recuerda, los favores recibidos se guardan en el alma, la vida se cuenta como otras cosas.

  Hay un mundo sin palabras, donde todo se entiende antes de decirlo, hay un sentido de humanidad que no se menoscaba con los prejuicios ajenos, la libertad existe, allí donde no la desprecian, el tiempo se llena hasta con silencios y miradas.

  Todo sigue igual o todo cambia, según, el transporte es vital, cuando tantos miles de barrios son iguales. Una casa es un puerto seguro, un kilo de pan vale cada grano de trigo.  Una persona es un territorio, y los limites se negocian a como dé lugar

  Siempre habrá música, en los nacimientos  y velorios. Siempre en el medio algo que compartir, y muchos niños esperando la posta… muchos se pierden, otros tantos se esconden, algunos apuntan a una vida sin problemas, pero todos saben que de alguna manera hay  que ganar, los que no juegan también reciben, casi siempre…

  A veces hay respeto, a veces no hay forma de imponerlo, a veces la trayectoria de una bala se mide desde puntos equidistantes, o se olvida todo en un segundo.  Una casa es una trinchera que no puede ser abandonada, la batalla por permanecer dura toda la vida.

  El alcohol es igual a combustible, donde siempre corre el viento, donde siempre llueve.  Algunos inviernos son más crudos que otros.  Algunos veranos llueve tanto que el agua se lleva todo. Nunca se deja para mañana una oportunidad de pasarla bien, cuando todo se acabe, dios proveerá, aunque hasta los niños lo saben: dios no existe, no es eso lo que se está diciendo sino otra cosa.

   Cuando hay, hay, cuando no hay, no hay.  Ay, como duele, lo profundo del silencio en los ojos del pequeño que ya ni llora, el desprecio por el mundo de la madre que se enteca  amamantando, pero igual no llega a criar ese cuerpito, menos el suyo,  el amor se mezcla con cada estrategia de supervivencia.

El sexo está en la calle, a la vista lo que se vende y también se regala, instintivo y tierno, desfachatado,  dulce, o salvaje y desconsiderado, la información nunca llego a tiempo, madres y padres que apenas superan los quince años imaginan la forma de seguir, los niños llegan como los días nublados, pocos piensan en que van a comer, hay mujeres que engordan cien kilos sin salir del barrio.

  Cómo conquistadores, los excluidos colonizan las costas de los arroyos, las panzas vacías de las autopistas, los bordes de las vías y terraplenes, los pedazos de tierra yerma  que los concejales corruptos guardaban para sus negociados, las fabricas muertas…como todos podemos perder… un rincón, un colchón, la tierra o el escombro del contrapiso, nunca falta lugar, ni comida para uno más, nunca sobra tampoco, como será… con un poco de espacio se planta un cuadrado al lado, igual pocas veces sobra la privacidad. Así nacen los pasillos que otra vez serán colonizados…

  Se lo saben de memoria, aunque no compartan su opinión, son delincuentes antes de nacer, por la cara, el color, el lugar, la forma de pensar.  Después  del desprecio, de los palazos y las comisarias para pagar cuentas ajenas, algunos se calzan los fierros para equilibrar, para recuperar, hacen escuela donde no hay otra cosa que enseñar.  Algunos mueren sin conocer un lápiz.  Otros sin saber su nombre, demasiados crecen sin padre ni madre. Demasiados se contentan con ver como a sus  niños los hace crecer la calle.

  La noche cae como un telón con su permisividad,  como hormigas salen los inimputables de sus cuevas, el barrio entero es una playa que alisan con su rastrillo.  Los vecinos se vuelven cómplices de su ruina.  El miedo, la indiferencia, la envidia y los prejuicios convierten a los peores en campeones, algunos viven para la  droga

  Nadie espera demasiado, nadie cree mucho, la peor traición es la hecha a uno mismo, viviendo según ideas ajenas, pero igual los que no cumplen terminan girando en un círculo cada vez más chico, aunque a veces se de vuelta la situación, como todo, aunque nadie olvide,  no hay piedad para los  oportunistas.

  No por inocentes dejan de perder, llegar a cero sin lagrimear, seguir adelante.   No vale la pena resolver problemas ajenos, pocos tienen tanta autoridad, ninguno tiene tanta lastima.

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...