30 enero

La batalla urbana

  


  La muerte es una casualidad, es más, ni siquiera se busca, en esta neo guerra -permanentemente siniestra- no se pretende asesinarnos sino hacernos durar como marionetas, supuestamente felices como peces de acuario, obedientes, sumisos e inútiles, como apáticas mascotas rellenas de alimento balanceado.

  Es este, tal vez el último siglo que verá al ciudadano y la financiera-comercial humanidad como pretendidos dominadores y amos del planeta: hasta la estupidez colectiva tiene un límite.  



  Mientras tanto, los nuevos Príncipes ni siquiera necesitan a Maquiavelo, con generaciones enteras que pasan de jugar en la tablet a asesinar personas manejando un dron, o de la discoteca al campo de concentración sin ni siquiera darse cuenta.

  Hoy, la derrota no tiene épica ni honor, la muerte heroica ha pasado de moda como los ideales que la provocaban, en lucha por un nebuloso y tal vez posible mundo mejor.  Pero no, no mata la estupidez, la ansiedad ni el conformismo.  

  Como palomas, bandadas de bien amaestrados chupa pijas giran en círculos sobre las carretas que transportan el botín del poder, que sin embargo no dejan caer ni una sola miga, mucho menos alguna soñada pepita de oro. 


  Intendentes, gobernadores y concejales, diputados y senadores, periodistas, generales, ministros y jueces se divertirán lanzando algún puñado de favores de vez en cuando mientras siguen pagando por sus cargos: ellos también son esclavos.  Pero entre la polvareda y el revuelo de plumas de todos los colores, entre los picos ensangrentados y las falsas rengueras de los cobardes por un segundo se sienten, si no libres, felices y poderosos, como si su fiesta no tuviera ya dictada la hora final.  



  Simultáneamente, más allá, entre los indiferentes y los cínicos, los necios fanáticos y partidistas, los ingenuos engañados por la carestía de recursos selectiva y clásicamente brutal, hace estragos la desesperación y las adicciones, el colesterol, el estrés y la violencia familiar que los asesina convirtiéndolos en cáscaras vacías sin dejar de usufructuarlos.  

  La derrota actual está signada por una caída sin fin en la depresión inducida, la mediocridad y la auto represión, por un chapalear en el barro de la esclavitud de una economía que nunca alcanza para cumplir con los deseos que genera, por la oscuridad de un mundo que ofrece sueños de plástico y pornografía como permanente y gratuito legado.  

  Claro que, como en toda guerra, el arte de disimular las derrotas o presentarlas como grandes éxitos llega a perfeccionamientos cada vez más tenebrosos, saturando las pantallas de sonrisas y futuras metas, de ideales genéricos, logros ficticios y amores de papel. 

  Que tremenda pavada! Nadie consume esa felicidad acartonada y obsoleta...lo que pega son las imágenes de fallos, caídas y desilusiones lastimeras, porque no somos nosotros, porque es la otra, el otro quien sangra y llora, ridiculizado, abusado y humillado al igual que todos, pasajeros de un viaje social en círculos eternos que terminará cuando nos lancen por la ventana sin llegar a ningún lado.  



  Es que tiene algo de esto un mínimo sentido? 



  Por supuesto! Pero no para nosotros que aplaudimos o lanzamos huevos al escenario alternativa y sistemáticamente, sino para los que se intercambian los recursos del planeta como figuritas: nuestra inclaudicable sumisión garantiza su tranquilidad obscena.  

  Tenemos que tomar conciencia hoy, estamos en guerra, total, despiadada, y no solo hemos perdido sino que somos prisioneros, torturados por doctrinas, mandatos y conceptos, o somos náufragos tiritando, aferrados a las tablas de un bote que se estaba hundiendo antes de que nos subiéramos abordo. 



  Sin embargo cada persona es una isla, y su sola existencia tiene un sentido total, aunque carezca de propósito.  Un día dejaremos de escribir mensajes en la arena intentando ser rescatados por imaginarias avionetas y trasatlánticos para investigar el sentido de nuestra soledad. 



 Tal vez, un día tomemos conciencia que "libertad" es mucho más que una palabra escrita en un anuncio.  Tal vez, un día nuestra muerte nos encuentre completamente listos, profundamente vivos, sin el disfraz obsoleto que usamos para parecernos a nosotros mismos.






26 enero

Árboles de pie


En un mundo de multibillonarios, de algunos pocos cientos de multibillonarios que acaparan la casi totalidad de la "riqueza" del mundo con el sencillo expediente de imprimir dinero ficticio con el que adueñarse de los recursos naturales y humanos del planeta, el resto, somos nada más que el relleno.  Esclavos de relleno.  

  Claro, visto así, es una verdad un poco incómoda, difícil de digerir...un poco más incómoda que la representación teatral de aspirantes a multibillonarios que aprendemos día a día a dramatizar.  

  Porque cualquiera de nosotros podría, de repente, dar el batacazo con el gran invento del siglo, ser el nuevo Bill Gates, o volverse un mago de las finanzas mundiales con solo dejar la pereza de lado y aprovechar alguna de las infinitas oportunidades que el sistema nos ofrece.  

  En la práctica, sólo nos alcanza para masturbarnos mirando fotos de ricos y famosos, de ricas y famosas, para envidiar la inmensa suerte de haber nacido en la familia adecuada, para admirar idiotizados a los Número Uno, los más  y mejores que con su sola existencia impiden el desarrollo y bienestar del resto del planeta (humanos y/o naturaleza). 

  Pero nosotros, perros atados y apaleados cotidiana y constantemente, no dejamos de soñar, porque somos educados, adoctrinados y amaestrados en la espera, en la creencia ridícula y egoísta, grotesca, de que un gran líder llegue y multiplique los panes y los peces hasta saciarnos a todos. 



  Bueno...hoy, que a nadie le importa comer y beber veneno impuesto por la industria alimentaria, y legitimado por la inacción y complicidad de los gobiernos, estaríamos de acuerdo en multiplicar Smart TVs, Iphones y vehículos de alta gama: es el resultado de la propaganda, el desmantelamiento sicológico, la ambición-pereza, la irresponsabilidad social y el desprecio a sus semejantes del ciudadano medio en casi todo el planeta.



  Pero nos venden, nos venden como ratones y cobayas, y a la vez nos venden cualquier cosa que inventen, cualquier ideología, cualquier visión sobre la vida. Y así es como caemos en la necesidad conceptual de pensar que todo lo que superó un tamaño lógico y sustentable para la comunidad y la vida en el planeta debe ser mantenido aún incluso a costa del resto.  

  Claro, ahí está "Avatar", mostrándonos como un árbol gigante es la base de la vida en el planeta ideal: un solo líder, un solo imperio. Claro que no! Ni siquiera la naturaleza funciona así! Un árbol crece porque da vida, y porque posibilita que millones de semillas propias y de otras especies prosperen y también sean parte del entramado. 

  Un día cae y todo se renueva porque ya estaba ahí, latente, latiendo, generando la diversidad de la cual es parte.  El mismo resultado, la misma necesidad continua de evolución genera ciclos virtuosos que producen equilibrio antes que imperialismos, invasiones y hegemonía: todo es igual a todo y cada parte alimenta al resto.  

  Pero los liderazgos de hoy, tan profundamente personalistas y ególatras, diseñados en el Foro Económico Mundial de Davos, producen efectos alelopáticos, procustizantes, que no permiten ningún crecimiento bajo su sombra.  

  Cuando un gran árbol del bosque, en la vital y perfecta naturaleza, parece mantener sometidos en la espera a cientos de retoños a los cuales no deja llegar la luz, esto es en gran parte un proceso de crianza, donde no solo los protege del fuerte sol, sino que también los alimenta a través de sus raíces, regalando el excedente de su energía que los pequeños a su sombra necesitan para hacerse fuertes y estar listos para un potencial crecimiento.  

  Asimismo, mantiene la tierra fresca, húmeda, viva, donde estos y toda otra semilla tengan la posibilidad de prosperar. Un día pierde una rama, o cae, y el chorro de luz que ahora entra es inmediatamente aprovechado, poniendo en juego las reservas disponibles socializadas por la gran capacidad de producción del gigante que los cubría.  

  Incluso, cuando muere, aún de pie, millones de insectos y microorganismos, micelios y mamíferos, reciclan y transforman su cuerpo haciendo su energía lentamente disponible para acompañar el crecimiento del renovado estrato.  

  Nada se pierde, todo se transforma!  

  En la sociedad humana, que no deja de acelerarse en una carrera suicida contra la naturaleza, el ciclo se invierte, y los gigantes -sean personas, empresas o instituciones- sólo toleran a su sombra a quienes puedan explotar y someter, consumir y mantener en un estado de semiesclavitud perpetua, brindándose por entero como ofrendas al bienestar del liderazgo.  

  Cuando caen, solo socializan corrupción y enfermedades, contaminación y muerte, y todavía los raquíticos sobrevivientes que aparaguaba maquiavelicamente tienen que hacerse cargo de deudas y destrozos, de daños largamente elaborados antes siquiera de pensar en mirar hacia arriba por primera vez.  Esto es tradicional y rutinario en todos los ámbitos, culturales, sociales y políticos de la sociedad, más allá de colores, afinidades o banderías.

 Mesiánicos por definición, el progresismo y el fascismo, el socialismo o el ecologismo comparten la misma agenda e intereses, los mismos métodos, los mismos efectos por diferentes vías: la acumulación del poder total en una sola cabeza, la sumisión indisimulada a las corporaciones, la arbitrariedad inapelable sobre las decisiones, lo inaccesible del público a toda información real, el personalismo como institución, el aislamiento, la destrucción y el descrédito de todos aquellos que amenacen su hegemonía.  

  Entonces, por pura lógica del poder, para mantener esa cabeza en su sitio, ese liderazgo eterno, es necesario descartar, manipular, tergiversar y profanar cada palabra y cada fundamento propio y ajeno sí esto estira un poco más la gestión.  

  Esto implica que serán premiados por resistir a toda costa, hasta el momento de su reemplazo por otro absurdo y carismático aspirante sin poner en riesgo la continuidad del esquema de poderes dominantes, a los cuales poco les importa el color de sus padrillos y yeguas campeonas siempre que realicen la tarea asignada con el esmero y la discreción requeridos.  



  Si queremos permanecer en el mundo, como especie, deberíamos dejar de soñar con otros planetas habitables y reconquistar el nuestro.

  Deberíamos dejar de esforzarnos por tirar del pesado carro de salvadores, profetas y falsos representantes y dejar crecer la diversidad de soluciones y alternativas sustentables que aplasta la sombra nefasta del poder y la manipulación, y así no importará tanto qué árboles sagrados caigan de viejos y podridos, si a la vida alrededor  se le permite crecer y expresarse en su potencial de multiplicarse, de generar bienestar y amor, en ser parte de una trama que se hace más fuerte en vez del filo del cuchillo que la corta.  

 Deberíamos, sin duda, volver a los sentidos, confiar en nuestra sangre y nuestros músculos, nuestra piel, como antenas de la realidad mucho antes que en la repetición mediática de imágenes fabricadas.

  Deberíamos confiar más en nuestra intuición antes que en las voces de los "expertos", en los ampulosos gestos de los opinadores a sueldo o en los consejos de los fabricantes de novedades mágicas de la nueva era.  

  Es muy difícil, llevamos años siendo diseñados, toda la vida, y mañana mismo no dejará de ser igual...pero con bajar la vista, posar la mirada en el llano antes que en inaccesibles alturas, será un buen punto de partida para empezar a imaginar un mundo que sea para todos, para todas, y para todas las especies del planeta.  

  Un mundo donde las diferencias unan porque suman y complementan, en vez de generar exclusión y exterminio selectivo y sistemático, pero también aleatorio.  

  Los amos del mundo no se someten a ningún condicionamiento, sería bueno que nosotros tampoco.


17 enero

Salvemos a las abejas...

 


Hemos sido derrotados: sistemáticamente.  Ya casi nunca hace falta machacar a indignados pobladores con tanquetas y soldados o sicópatas y mercenarios uniformados a toda prisa.  

  Los resortes de la dominación y la sumisión voluntaria funcionan solos, bajo el consenso general de que habrá cosas peores, casos peores si se debilita la neurohegemonía del poder "blando" que nos deja morder cuando no tenemos dientes.  Que nos deja ser después de reducirnos a la nada...

  Atrás quedaron los lejanos tiempos en que audaces escritores advertían los peligros del camino que se nos estaba  trazando: hoy, las distopías son usadas como manuales por los usuarios del totalitarismo "light" que aceita nuestra convivencia hasta ahogarnos. 

  Todos nuestros pensamientos son creados en laboratorios de ideas internacionales, nuestras emociones son cuantificadas y registradas y administradas en maquinas que ya empiezan a tener rasgos humanos, los mas tenebrosos rasgos humanos. 

  Mientras tanto, las personas se vuelven cada vez mas autómatas sin cerebro ni corazón, dispuestas a ser dirigidas, digeridas, sin necesidad de coerciones, premios o castigos. 

  Sin embargo, como especie, no pueden derrotar del todo ese ancestral sentido de estar vivos con un fin, como un fin, no pueden apagar completamente esa chispa de libertad que habita en la conciencia individual de seres vivos, forjados con el mismo material de montañas, océanos y planetas.  Y nunca podrán! 



  Pero lo intentan.  

  Y de cuantas viejas maneras, como hace siglos Esopo, ese fabulista del imperio, ya hablaba de cigarras y hormigas, para convencernos de la utilidad de ser soldaditos obedientes acuartelados antes que juglares y músicos que corrieran el riesgo de ser excluidos hasta la muerte por decir o siquiera intuir la verdad...

  Al día de hoy, con la cuarta revolución industrial en marcha, al ritmo de nanotecnologías, inteligencias artificiales y ecuaciones cuánticas, las mentiras deben surgir de cada corazón inútil y malgastado por el consumismo, de cada mente atrofiada por el miedo y la necesidad de lucro. 


Pero los que no cambian son las fábulas y los fabuladores, en su clásica humanización de la naturaleza para imponer conductas y valores a través de metáforas y resonancias ridículas, reduciendo a la población humana al simple utilitarismo.  

  Claro, esto viene de antes, no por nada, entre decenas de miles de sistemas de convivencia, "elegimos" la democracia que inventaron los griegos hace tanto tiempo que no puede ser mala, y menos viniendo de un pueblo que realizaba esas bellas esculturas de mármol. 

  Y si, así se construye tu pensamiento.  Y se construyó el mio, por supuesto, para tolerar y naturalizar que en nombre de la democracia se bombardeen la mitad de los países del mundo desde hace mas de cien años!

Entonces delegamos nuestro poder y nuestras decisiones, mientras aprendemos las nuevas fábulas, como la de las abejas que salvan al mundo... 

  Pero no, che!! No!! 

  Como unas abejas europeas podrían salvar el mundo! 

  No nacimos para acopiar miel para lideres desconocidos a los que les importamos muy poco, mientras trabajamos hasta morir, es un hermoso sueño para las élites  pero siempre tendrán que luchar por ello. 

   En casi todos los continentes, donde no había abejas europeas, decenas de miles de polinizadores disfrutaban de su trabajo, incluso unas cientos de especies de abejas, y unas decenas productoras de miel. 


Hoy, muchos de esos insectos están extintos, pero no fue culpa de la abeja europea, que simplemente poliniza monocultivos industriales que serán exportados por empresas multinacionales, mientras dejan la basura y los restos, la enfermedad y la guerra interna como vuelto.  Las mata nuestra común indiferencia hacia el futuro, desde la cual nos permitimos ser tan ingenuos como podamos.



Y así repetimos las viejas fabulas y también las nuevas, las metáforas del sistema que nos permiten sentirnos vivos solo por aportar sangre, sudor  y lágrimas a los jerarcas que decidirán nuestra destrucción apenas dejemos de ser útiles, rentables o divertidos para los dueños del teatro. 

  Pero somos necesarios!  Aunque no en ese sentido colonial y despótico, semiexótico, rutinario, desopilante de Hollywood, que usamos como molde. 

 No, somos necesarios como seres vivos, únicos.   Como expresiones completas de conciencia.  Cada persona representa un esquema irrepetible de interpretación  del mundo. Y es necesaria esta diversidad total, cultural y social, étnica, geográfica, climática, sexual.  

  Es imprescindible para la vida en el planeta dejar de estrechar las miras hacia la guerra y el fascismo y dejar que se exprese lo que quede del abanico de manifestaciones territoriales, estéticas y naturales si queremos impedir la extinción de peces, insectos, mamíferos, árboles, plantas y seres humanos.  

El desafío para hoy es salir de la fijación monotemática de la pantalla y mirar alrededor: luego de cada último átomo de piel, el mundo que nos rodea es nuestra exclusiva construcción, y nadie puede negarnos soberanía  sobre nuestras decisiones  y responsabilidades.  

 Qué pensamos cuando pensamos? En qué?

   Todo lo que sabemos es esperar como en un cumpleaños, que nos sirvan nuestra porción del pastel, que nos digan como, que, cuando, donde, quién, sin la incomodidad de preguntarnos por qué o para qué porque eso desacomoda la inmediatez del placer y pone inmediatamente en juicio a los premios y castigos en que se basa la domesticación total de cada persona en el planeta.  

  Pero sigue siendo nuestra decisión!! Que vas a hacer hoy, cuando abras la puerta de tu casa??


09 enero

La batalla aérea

 

 

 No hace falta mas que mirar  hacia arriba, para darse cuenta que no hay meteoritos ni cometas que pongan o vayan a poner a la raza humana en  peligro. 

  Estadísticamente, mas allá de incontables exterminios y atribuidas culpabilidades a diferentes seres, ambientes, o manifestaciones de la naturaleza, el único peligro real para la especie humana es la especie humana.  

  Podríamos entonces concluir que la muerte en o desde el aire podría llegar al mismo nivel de diversidad  y masificación que cualquier otra manifestación técnica? 

  Si.  Y también, no, ya que el vuelo es una actividad que no nos pertenece naturalmente, por lo que todo su desarrollo, diseño y mantenimiento se extralimita inmediatamente de una asignación y consumo de recursos equitativa y acorde a su potencial requerido. 

  Volar es caro!  Muuy caro!!  

  Y ahí tenemos a esos bombarderos, fortalezas volantes con un poder de destrucción supuestamente infatigable, claro está, siempre que estén en el aire, trabajen, y vuelvan a sus bases... 

  Por supuesto, en una guerra franca entre contendientes mas o menos equilibrados, eso no pasa tan seguido: algunos aviones se caen, otros explotan en el aire, y a otros tantos se los traga el mar inmenso y calmo, indiferente a banderas y modelos.  

  Con los aparatos se pierden tripulaciones y pilotos que demoraron décadas en formarse y especializarse hasta niveles adecuados a los objetivos de su misión. Lo mismo podemos decir de aquellos que se dedican al reabastecimiento en vuelo, transporte de tropas y equipos, combate, reconocimiento o esos picaflores que picotean las trincheras enemigas. 

  Ahora mismo, hay cientos de aparatos que podrían ser derribados, pero nadie quiere escalar la batalla antes de tiempo.  No es necesario aún abrir el cielo... 

  Cuando se remontaron al aire los primeros planeadores, la sorpresa de volar era comparable a su facilidad de construcción, ya que no eran mas que armazones de tela y cañas, que mejoraban su diseño a medida que se estrellaban contra el suelo. 

  Todo ese proceso compartido entre sus iniciadores fue bastante costoso, pero accesible para cualquier aprendiz de industrial con un poco de tiempo: digamos que con vender una vaca o un caballo podía casi armar un avión...Hoy no. 

  En la actualidad, para fabricar un avión de quinta o sexta generación, ese mismo entusiasta tendría que vender rebaños enteros, cincuenta o cien mil animales para montar un ultimo modelo que quedará obsoleto antes de entrar en combate.  

  No alcanza el pasto, no alcanza el planeta, no importa a que se traduzca el gasto.  Eso, a vuelo de pájaro, sobrevolando los mismos campos que alimentan la industria de la guerra. 

  Sin embargo, elevando nuestra vista desde el suelo, podemos ver que es tan variada ya, la forma y los medios de derribar un objeto volante o aeronave que la ecuación se vuelve a multiplicar, y un aparato que vale cien millones de eurodólares puede reducirse a cero con una inversión mil o diez mil veces menor... 

  No alcanza la industria, ya no, ni alcanzaría el tiempo para reponer las pérdidas o formar nuevos pilotos: las potencias, y todos los demás, evitan la guerra franca porque simplemente porque no podrían asumir el costo de armarse y rearmarse con tecnologías que incorporan miles de sistemas a la vez solo para perderlas en semanas y volver a empezar.

  Esto implicaría la pérdida de la soberanía económica ya a mitad de camino, en manos de los que inventaron el sistema financiero, que en su voracidad puede traducir países enteros y sus mas preciados recursos a dinero y luego dinero a países nuevamente.

  No se puede: ya no alcanza el territorio propio o a conquistar para pagar a los usureros mundiales que crearon el interés y la deuda, dos de las mas formidables y efectivas armas modernas.   

  Entonces, como se extinguieron los dinosaurios se extinguirán los portaaviones. En sus mismos puertos, tal vez. Y toda esa carrera por la supremacía aérea quedara en el olvido antes del primer año de conflicto.

  Como todo, la sustentabilidad que ya ni pide, sino que impone a la fuerza nuestro devastado planeta, potenciará el uso de pequeños drones y cuadricópteros de medio kilo, bombas voladoras y/o merodeadoras, y pequeñas aeronaves no tripuladas, de fácil reposición.  Su relativo bajo costo en materiales e infraestructura de industrialización, permitirá que puedan tener el mismo efecto(daños estratégicos-intensivos-puntuales) sin dejar de ser de producción masiva y barata que diluya su vulnerabilidad. 

  Porque, dada la falta de solvencia actual de los imperios, es una guerra de costos: Es el misil mas barato que el artefacto volador? Es el pequeño dron mas barato que el misil?

  No se puede contra las matemáticas, y el solo presupuesto de mantenimiento se hace infinito en los hangares y las plataformas de despegue, llevando a "ahorros" que multiplican los accidentes y pérdidas aun en tiempos de "paz".  Y para que? Para que esa tecnología maravillosa de invisibilidad y contramedidas no tenga ninguna ventaja ni sentido a las cien horas de vuelo?

  El avión, y la batalla aérea como la conocemos dejará de existir en la primera guerra que enfrente directamente a los grandes y bien armados jugadores.  

  Por supuesto, el helicóptero, que incluso con su rechoncha silueta de moscardón, brinda otras soluciones y prestaciones logísticas,  también tendrá que evolucionar para compensar su lentitud, visibilidad y baja altura de vuelo.

  Deberán evolucionar y renovarse, aunque hasta que hayan sido diseñados y probados los drones ambulancia para una persona, no dejaran de ser insustituibles en aspectos críticos como la penetración acelerada o intensiva del frente, la evacuación de heridos y el transporte de personal en terrenos en disputa, complicados y calientes... 

  Y los paracaidistas?(como yo)  serían de alguna utilidad estratégica si estuviéramos en los años 50, pero actualmente, la posibilidad de que grandes grupos de personas desnudas de poder de fuego tengan posibilidades de cambiar algo en las retaguardias de frentes híbridos en un mundo superpoblado y super armado es ínfima o nula, aunque comandos de élite podrían llegar a saltar a cumplir misiones puntuales y luego intentar sobrevivir.

   Pero claro que si, las empresas siguen facturando miles de millones vendiendo aviones "invisibles" teóricamente bien probados en guerras completamente asimétricas o ataques puntuales contra blancos irrisoriamente intrascendentes con los cuales los imperios y sus amigotes derrotan su propia economía: el único avión invisible es el que no despega.  O mejor aun, el que ni se construye!

  Mas allá de todo, siempre seguirá siendo atrayente el viejo sueño de volar!  Así que tal vez todo esto ni siquiera importe!!

06 enero

La estupidez

 


 Todo esta relacionado. Todos, estamos relacionados, con todo.  Pero las necesidades del capitalismo absurdo que agotó nuestro único y comúnmente compartido espacio vital, llevándolo a este tobogán de extinción planetaria que nos cerca cada vez mas, sigue formateando cuerpos, corazones y mentes.  

  Después de enfermarnos nos venden el remedio, una y otra vez, cíclicamente, con un cinismo y una desvergüenza que solo se compara a nuestra feliz estupidez.  

  Así podemos elegir, entre el abanico del New Age, terapias alternativas, alimentación "consciente", o seudo espiritualidad, y todo tipo de farsas canallescas destinadas a enriquecer a neogurues inescrupulosos sin  dejarnos de sentir privilegiados: Que fabuloso! El sistema nos ofrece soluciones a diferentes costos para pagar por nuestra salvación!!

 Y así transcurrimos, sin culpas ni responsabilidades que nos aten, sintiéndonos felices al fluir como puede fluir un elefante en una huerta, que si se diera cuenta de la destrucción que impone a su alrededor, tampoco le importaría...  

  Pero no solo invertimos en nuestra salvación, salimos del yoga o la meditación guiada lo suficientemente maleables como para volver al club, la oficina o el mercado con una sonrisa a pagar productos y servicios frutos del trabajo esclavo y la degradación ambiental con pedazos de papel moneda a los cuales entregamos el cien por ciento de nuestra vida.  

  Sin embargo, sin importar las delicias que comamos o las alegrías ajenas y desenfrenadas a las que nos entreguemos hasta el paroxismo, año tras año nuestra salud empeora y nuestros sueños se evaporan como el saldo de nuestra tarjeta de crédito, sin lograr mas que maquillar el sinsentido de nuestras vidas con actividades y futuros logros que comentar con nuestros compañeros de jaula mientras lustramos los barrotes.

  Es que nos podremos mentir hasta el último día? Por supuesto que no! Pero persistimos como sapos tirando lengüetazos a drogas y fármacos, redes sociales y campañas falsas de restauración humana y/o ambiental ya que es lo único que sabemos hacer con nuestro tiempo, mientras barremos esa incómoda realidad bajo la alfombra de nuestra autocomplacencia eterna... 

  Mientras, todo se hunde con nosotros, porque con los impuestos también pagamos para que limpien la sangre derramada y pongan una postal de tamaño acorde a la enorme porción de patria quemada(nuestra tierra) para poder seguir superviviendo sin preguntarnos nada!  

 No deja de ser gratificante pensar que mueren los otros, que suyas eran las responsabilidades y la maldita culpa, mientras ignoramos la marchitez de nuestra alma, pero... es que acaso buscamos una solución? No!! Queremos que llegue volando hasta la góndola del supermercado como todo lo demás, mientras somos y hacemos lo mismo cada día! 

  Y así atamos a nuestros hijos y nuestro entorno social a una espantosa irrealidad permanente que aprendimos, también, a consensuar, ya que igual estiraremos las hebras lastimosas de nuestras vidas como hacen las buenas hilanderas, sin aumentar en el camino un ápice de conciencia, percepción o humanidad.

  Que nos queda? Escapar!

  Escapar, escapar aceleradamente, mas rápidos que el estrés , los dolores crónicos y las deudas hasta llegar a un alambrado que nos dirija hacia el centro de la manada que trota saltarinamente hacia el precipicio común: ya no importa tanto morir si estamos acompañados de la estupidez de los demás, para una existencia sin sentido, no hay nada peor que la soledad.



Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...