27 agosto

Ser o no ser

  


  La consigna es: vivir al derecho en un mundo al revés*

  Cuando me pongo a pensar en serio, mientras miro pasar los remolcadores hacia el puerto, me doy cuenta de una cosa, las diferencias fundamentales, las únicas que ameritan clasificarse, consisten en estar vivo, o estar muerto. O viceversa, aunque uno de los dos estados es irreversible aparentemente excepto algunas viejas leyendas y versiones incomprobables, como es la calle, donde se dice y se rumorea todo…


  
Pero más allá… ¿O antes sería? De lo posible o imposible, cierto, probable, incomprobable, o sea…todo lo demás es secundario: si sos negro o gobernador, italiano o refugiado, si ves en colores o blanco y negro, si lavas los platos con un rastrillo o prendes la luz de día y la apagas de noche…lo único más importante más que todo, es si estas vivo o estás muerto. 
  
  Punto final. Si quedas muerto ya no hay vuelta atrás, todo, tu historia y toda tu voz se detiene en seco, y no importa cómo -aunque yo prefiera morir al sol, un día como hoy, y si fuera pronto mejor hoy que mañana- es el fin de las clasificaciones formales, actuales, sociales. Entonces miras alrededor y todo funciona al revés, todo apunta a destruir, esclavizar y desvirtuar al ser humano, a las personas y todo lo que llega o tengan al alcance de sus manos. 
 
  Nuestro esquema actual en forma de refugios rentados al “Estado” y engranajes de distribución de privilegios, justificaciones históricas, jerarquías naturalizadas, etcétera, tendría que ser desmantelado y apilado y reducido a chips donde se pueda asentar la vida de nuevo, sin precio previo, malbarajar de nuevo la población mundial por sorteo a ver a quien le toca qué en que parte del planeta y que hace desnudo, o desnuda, o desnude, y sin nación ni presidente, así, como salga, o capaz menos exageradamente, o más sustentable, o de otra manera… 

  Pero claro, por decir lo obvio, que todos reconocemos y sabemos te pueden tratar de anarquista, o algo peor, y entonces encendemos el cigarrillo y no la municipalidad, vamos a trabajar en vez de dormir la siesta y así, todo por el estilo; como dice el gran poeta, Rafael Carrillo: nos adaptamos.



Entonces todo el día suena el despertador a las cinco de la tarde y nos ponemos el uniforme, ojerosos, para pilotear drones de transporte toda la noche, o canta el gallo mientras sale el sol y saltamos del catre porque otra vez nos dormimos y se escapó la manada de lobos, o frena el tren y nos quedamos mirando el vidrio que deposita imágenes sin historia en nuestro contexto técnico-sicologico actual: personas viviendo, haciendo todo de nuevo, todo otra vez, cada día, todo lo mismo, frente a nuestros ojos.

  Somos testigos de sombras volátiles, alterándose cuando alteran su rutina, corriendo para subirse a un camello amansado a sal y miel, que si pudiera elegir, estaría pastando en el medio de la nada, sin un paisaje de cráteres y tanques quemados. 

  Claro, pareciera normal todo lo que nos pasa día a día, cada cual autoasignado a su vida y su forma de encajar en la sociedad para que todo siga de la misma manera, produciendo nuestra propia esclavitud y degradación como seres vivos, conformes, cumpliendo funciones fisiológicas básicas con regularidad y exactitud como en un criadero.

  Mientras todo lo que hacemos y todos los parámetros, formatos y estereotipos que asumimos y generamos, apuntan a multiplicar reglamentos y modelos, clasificaciones y listas, preconceptos y prejuicios, como si fuera muy peligroso escapar siquiera de la forma de mirar el juego, o de los objetivos de algo o alguien muy ajeno a nosotros, pero también, muy ajeno a la esencia de la vida como hecho mágico, no sé, que se yo, ya se me hizo tarde, tengo que ir a trabajar, en la vieja fábrica de balas de goma de la ciudad…


* Pity Álvarez, cantante argentino.

 

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