31 enero

Tetitas…tetitas…


  

  Si hay algo que nos iguala, como raza, más allá de tendencias preferencias y colores, de gustos y disgustos, lugares de nacimiento, sistemas de pensamiento, de interpretación, económicos o políticos, riqueza o pobreza, cultura, etcétera etcétera... es el cuerpo humano.  

  Porque no hay diferencias entre dos cuerpos, no son distintos el cuerpo del torturador y el torturado, el del patrón y el esclavo, el del comediante y su público… 

  Claro, si, concedo: somos hombres y mujeres, puede ser, pero incluso entre esta divisoria de aguas, que marca diferencias básicas, biológicas, que atraviesan todo lo demás, nadie podría decir que no nació desnudo, que a través del útero materno dio su primer llanto tapándose avergonzado sus “partes íntimas” como nos dicen que debemos llamarlas, pues así funciona el adoctrinamiento permanente del sistema en nuestras conciencias: 24 horas al día, con la pluma, la espada y la palabra. 

  Todo a la vez, todo el tiempo.

  Entonces nos dicen que el cuerpo es pecado, que es un pecado en sí mismo porque llama a todos los demás, porque en su desnudez y su entrega gratuita a la vida amenaza al sistema de dominación, al poder, a la economía, a las jerarquías hereditarias, y a ese tipo que desde siempre nos mira a través de un cuadro, desde la pared de todos los castillos del mundo, enmarcado en oro falso, con su grandilocuente rostro que dice: el estado soy yo.

  ¿Qué guerra estúpida podría pelearse entonces con soldados desnudos? Siempre se va a promover la uniformidad, la uniformización, para asesinar mejor…

  Pero hasta mi misma puerta, sin embargo, llegan oleadas de desinterpretacion masiva, porque también he sido un producto de mi tiempo, de mi decadente educación y de esa pasta de prejuicios conque nos tiran cada día para que las piernas, hundidas en el barro, no puedan caminar más allá del trayecto entre el comedor y la televisión. 

  Entonces, me entero que en otros países el cuerpo es solo un cuerpo, y estos chicos estonios bañándose desnudos en la playa contaminada de Carretera la Cruz, como si nada, mientras algún pescador asombrado se agarraba a su caña sin querer mirar, temblando tal vez ante el derrumbe inesperado de su sistema de valores… aunque ella no se metió al agua ni se desnudó, estaba indispuesta, descompuesta, y solo miraba sonriendo desde la playa, mientras me explicaba la imposibilidad de su novio de entender que había otra forma de meterse al agua que no sea desnudo…   

  Después de un rato, él salió y ella le hizo una pared con una toalla extendida entre sus manos, al menos, para evitar que alguien se desmaye o se sienta atacado o quien sabe que… yo le explicaba que eso era un poco ilegal, digamos, porque está prohibido andar desnudo, en este país, pero en mi playa, no había nada que temer ni nadie que fuera a recriminarles nada adelante mío…

  Igualmente, no me pareció mas que algo un poco exótico, o una decisión personal auténticamente libertaria, pero más adelante, llegan visitantes de Republica Checa y de España,  y ahí vamos a “Los Sauces” una emblemática playa concordiense que conozco y disfruto desde que nací, pero donde sin embargo, no tengo ya ningún poder frente a guardavidas y prefectos, policías y turistas, y por supuesto, la abundancia de prejuicios de la normalidad…  

  “Esto es muy extraño, sabes, Santiago, me siento tan rara de tener que ponerme una malla para meterme al agua…” “…allá en Cádiz ya nadie las usa, casi todas las playas son nudistas” y así, en la dividida Checoslovaquia, Rusia, Israel,  Brasil (acá nomas) todo áfrica y otros tantos países 

  ¿Quién podría sorprenderse por una mujer de cualquier edad haciendo topless? …que atrasado me siento obedeciendo las reglas, como siempre, yo, el ciudadano modelo…

  Incluso así, y fuera de mi territorio, yo les recalcaba que era una decisión personal, que yo, como su anfitrión, defendería ante todo y ante todos, por un concepto de libertad que igualmente, iría a chocar sin escalas con nuestra pornografiada educación, llamando a una ronda de impertinentes curiosos, tan pajeros como cualquiera, que sin embargo, saldrían al vuelo ante la primera señal de autoridad… El punto a favor era su europeidad ¡La que yo podría simular también perfectamente…! jajajaja

  ¿Pero de que serviría una ley si no se endurece ante los débiles? ¿Si no fomenta el patriarcado y la concentración genérica del poder? ¿Qué legislador en su sano juicio votaría una sola vez en su vida una cuestión que tratara a pobres y ricos por igual, mujeres y hombres por igual?  

  Entonces, y si: el problema es la teta, la de la mujer, y como siempre, por los mismos motivos, porque es femenina, gratuita… 

  ¿Dónde quedaría la industria del porno, la trata de personas y la prostitución si no tuviéramos que pagar para ver, solo para ver? ¿Dónde quedarían esas formidables herramientas de la moralidad anquilosada si el sexo no fuera tabú, si pudiera ir de la mano sin vergüenza con el amor? 

  ¿Cómo harían para naturalizar la humillación diaria de cada mujer si pudiéramos tocarnos, mezclarnos, comunicarnos a través de nuestros cuerpos sin reglas absurdas, sin espantar a los testigos, sin catálogos de conductas apropiadas?

  ¿Cómo podríamos seguir llamando ¡¡“Puta”!! a una mujer si viviéramos nuestro cuerpo y nuestra sexualidad con naturalidad?  ¿Dónde quedaría la mercantilización de la vida si cada madre afirmara su poder de amamantar en público, si un pezón destilara libertad y leche en vez de ofertas de corpiños y bronceadores, de feliz sumisión al macho proveedor?

  Claro, es que hay muchos negocios relacionados, no se puede pretender que un ser humano sea completamente humano, que se escape de las hojas muertas que larga la impresora del congreso, que continúe con la misma mecánica de su primer llanto, feliz en su desnudez cuando hace calor, estallando de amor en cuanto puede, viviendo según sus reglas mientras no perjudique a nadie… 

  No, no, hacen falta policías que invadan las playas, evitando a tiempo esta revolución, hace falta clonar urgentemente a Mirta Legrand antes que se nos vaya, para que haya siempre a la vista un molde de verdadera mujer, hacen falta más prostíbulos y cines para adultos, mas perversión y sadismo, más escuelas de violadores estatalizadas… 

  ¡¡Terminemos con este ridículo debate de las tetitas en la playa, que no paga impuestos, que no genera poder, salvo en forma equivocada, si nadie va a defender la pornografía nacional, por favor!!

  ¡Fíjense como me hacen poner, por Dios bendito y la cajeta de Santa María, ya tengo palpitaciones y mi médico de vacaciones en Ibiza, mirando mujeres desnudas mientras yo me masturbo frente a la televisión…! 

  ¡Creo que ya fue demasiado por hoy! ¡Me voy, me voy! ¡Me fui!...



27 enero

Lideranzas

 

 

  ¡Ya no es posible vivir en un frasco! Aunque volvamos a intentarlo cotidianamente, hoy también, encerrando nuestro razonamiento y capacidad de percepción en el despliegue oficial de realidad precocinada que tan cómodamente se nos ofrece: segmentada, focalizada de acuerdo a nuestra ideología, a nuestros intereses, para que podamos verificarnos, entonces como seres humanos.  

  Aunque a veces no nos llegue a parecer que el mundo que viene al encuentro de nuestra incapacidad de discernir -desde la pantalla-  funcione como una pegajosa e hipnótica trampa cazabobos donde vegetamos para ser absorbidos de nuestro fluido vital, por regla general, claro, nos creemos la araña que atrapa las moscas…

  Y relajadamente nos disponemos a ser guiados diseñados y encausados, cotizados y refacturados, consumidos, captados, etiquetados, desintegrados a través de miles de mecanismos de desinterpretación para mantenernos esclavos en la búsqueda incesante de la imposible independencia económica, de la felicidad feliz que no nos deje en la boca este sabor amargo…de la amplia libertad de elecciones con que cuenta un animal enjaulado que puede quedarse mirando la lata llena de alimento podrido y comerla ahora,  o dentro de un rato…



  ¡No! ¡No, no, pará, pará, pará! ¡Estas exagerando! grita nuestra dignidad de mascota adormecida, en un intento tardío de demostrar que existe, pero su débil queja choca contra nuestra expectante docilidad, que se tranquiliza porque la lata sigue ahí, la estamos viendo, somos libres, nadie nos obliga a nada…

  Pero todo este avasallante mecanismo que nos atenaza en un entramado perfecto de conductas prefijadas, no nació del mismo sol que nos alumbra, sino de una dinámica del poder de la que hemos perdido todo control a través de la distorsión absoluta de sus necesidades y legitimidades…  

  Y lo que es aún peor, inadmisible, desesperanzador, es que hemos perdido completamente el interés en su funcionamiento, en sus consecuencias, en la manera cotidiana en que distribuye etiquetas sobre los conceptos a través de los cuales se erigirá el tiempo de nuestra vida y la naturaleza de nuestra sociedad…

  Porque el poder esta, ahí, siempre, no hay forma de escapar al determinismo de la organización y la jerarquía necesaria para poder comer y sobrevivir individual y colectivamente en un mundo siempre ajeno, impredecible, predador y en constante agitación y cambio.  

  Pero lejos del instinto con que cualquier manada persigue su alimento mientras protege a sus crías, nuestro tiempo se dedica exclusivamente a perseguir premios  suicidas, alegrías enfermizas, rutinas criminales que nos alejan sin frenos de nuestra propia libertad.  

  ¿Y nuestros hijos? Ahh… ¡Ay! Para ellos solo hemos guardado la obediencia ciega, la estupidez como destino, el terror a ser libres, a decidir, a ser, fijándoles metas completamente oscuras y alienantes, que no interfieran con la manera en que pretendemos usufructuar su entrega obediente al altar de la dominación absoluta…

  Tal vez por eso, y sin dejar de atravesar sus propias contradicciones como sociedades e individuos, cada día, una nueva hueste de desilusionados apaga la tv y camina hacia la ventana, para redescubrir la realidad por sus propios ojos, pero la realidad es un campo minado donde no queremos posar los pies…

   Y nuestros ojos… 

  Nuestros ojos ya son espejos que reflejan la pantalla donde admiramos nuestra propia autodestrucción, por lo que, lejos de ser herramientas para percibir el mundo, se han convertido en cadenas efectivas, implacables, desde las cuales nos colgamos sonriendo del gancho que corre en el riel del techo del frigorífico…

  Es por eso que nos terminamos aferrando desesperadamente a subsistemas de estupidización teóricamente novedosos y nuevos, donde podríamos explayarnos y desenvolvernos según nuestro criterio, realizar una búsqueda individual de nuestra espiritualidad, explorar nuestras posibilidades de ser libres, adquirir técnicas y tecnologías que nos rescaten a tiempo de la esclavitud, pero… 

  En la práctica, solo caemos en las garras de astutos y mesiánicos líderes -hombres de negocios- que nos atan a su pequeño rebaño, para manipularnos y consumirnos más perfectamente, más aceleradamente, más completamente. 

  Claro que eso al sistema le conviene, por lo que no les retacea prensa, espacio ni financiamiento, para que las más engañosas corporaciones a través de los más descarados y sonrientes charlatanes de la nueva era puedan funcionar y crecer con rapidez y comodidad, haciendo de la espiritualidad un negocio, de las nuevas tecnologías un juego para que apuesten los escépticos, de la libertad un nuevo fraude.

  Asimismo, hemos hecho de las redes sociales un caldero donde nos hervimos en nuestra propia salsa, ya que todo puede ser dicho y afirmado rotundamente, en la era de la no-verificación, donde creemos comunicarnos solo porque hemos reducido nuestra comunicación a afirmaciones que son convalidadas por quienes piensan exactamente igual que nosotros, que creemos independientes de sentido porque como ellos, amamos pisar la arena conocida y cómoda de nuestra isla conceptual. 

  Además de eso, por supuesto, podemos contar con que la ironía, el sarcasmo, la estupidez de los videos “de risa”, la humillación revanchista, la sensiblería sin consecuencia, son lo realmente importante, por lo que la veracidad, las segundas intenciones con que nos enlazan, la manipulación absurda y grosera, tienen una importancia tan pequeña que no vale la pena gastar el tiempo en lo que se llama libertad de pensamiento, independencia de criterio, análisis del texto, o cualquier otro resistente virus pre moderno que amenace a la preeminencia absoluta de la vacuidad del discurso.

  ¡Estoy enojado, si!  ¡Harto! De caminar esquivando zombis, de cerrar bajo llave mis sentidos a la construcción permanente de la pérdida de tiempo tecnológica-mediática, que solo beneficia a los tiburones que abren la boca para que les lustremos los dientes, no hay otra salida que recuperar la libertad, nuestra libertad individual, de elección y pensamiento, de acción coherente, pero seguimos comprando alcohol y drogas, confort e historias de amor endulzadas con sangre y veneno, y promesas de éxito que ya tienen otro dueño aunque las paguemos entre todos… 

  Es hora de despertar antes que el suelo choque contra nuestro cuerpo, ahí ya será demasiado tarde, los vampiros del poder hegemonizante se multiplican a dentelladas limpias con total facilidad mientras seguimos buscando, cambiando de canal, de moda, de versión, de sexo y de amor, de país y de tiempo sin darnos cuenta que lo único que nos cambiaría y al mundo entero en un segundo sería gritar “yo soy”.




17 enero

Final

 

 

  En la Unidad Penal sospechaban, algo grande estaba creciendo entre las sombras… No era algo que se pudiera comprobar, porque tras dos meses de requisas semanales, no habían encontrado nada fuera de lo normal, y eso, era una comprobación en sí misma.  
  Porque en la mesa llena de facas y teléfonos, barajas y botellas de alcohol, cocaína, marihuana, pastillas, lanzas, cigarrillos, espejos, aerosoles tarjetas y billetes, no había nada que pudiera decirse nuevo, es más, faltaban algunos ítems importantes, que serían buscados en 48 horas más, las suficientes como para dar tiempo al tiempo y que las "palomas" volaran a través de los muros del patio, que las manos descascaradas aferraran las encomiendas de pabellón a pabellón a través de los barrotes reforzados de las pequeñas ventanas.


  Los punzantes ojos del Director iban de la mesa al tablero en la pared, donde colgaban innumerables llaves, cada cual con un número o una inscripción desprolija que identificaba su correspondiente puerta.  

  Algunas estaban tachadas, porque había pabellones inmanejables, y los internos habían logrado adueñarse de su propia seguridad, arrebatando las llaves, pero como todo, rápidamente se convirtió en un factor de negociación que en realidad facilitaba en algún modo las cosas, mientras no hubiera muertes que forzaran una entrada a sangre y fuego…

  Esos no eran el problema ¿Pero cómo no había saltado nada en el 12, donde setenta internos, ocupaban el lugar destinado para 25? ¿De dónde salía esa tranquilidad irreal que no era cierta? ¿Por qué su espía había sido pinchado en el patio, con un pedazo de vidrio, por los del séptimo, y ahora estaba en el hospital, sin haber podido averiguar nada?

  Fernández, que no veía las horas de comenzar las vacaciones, esperaba nervioso las palabras del Director: sabía que todo iba a empezar de nuevo, lo veía en los ojos afiebrados de su superior, ya habían reducido la vida de esa gente a la prehistoria.

  Apenas si tenían un balde para cagar, la comida era revisada, desintegrada antes de ingresar al pabellón,  todos los ingresos eran radiografiados por si venían con una lima "empetada", las visitas, estoicamente soportaban todo tipo de humillaciones sin largar una palabra, y lo que es peor y ya empezaba a causar miedo, aprehensión, pavor: con una especie de sonrisa macabra que confirmaba cualquier teoría, aun antes de ser imaginada…

  Claro, el Director no se jugaba el cuero en los pasillos ni entrando a las superpobladas jaulas, donde podían manotear a cualquiera en un descuido y hace un par de semanas habían rescatado a un Empleado, al manteca, del noveno después de quince segundos mortales que alcanzaron para que casi le arranquen la lengua, y ahora en los pabellones cantaban, al escuchar sus pasos, sarcásticamente, como para dejar claro que en esta guerra no había forma de que alguien gane… pero el doce… 

¿Qué estaba pasando que antes de pasar por la cancel se escuchaba el rugir de ese silencio incómodo y demencial que llevaba la adrenalina al tope? Previniendo el futuro motín, practicaban tiro dos veces por semana sin cobrar horas extras, y eso ya estaba empezando a afectar hasta a los empleados del servicio, la situación se tensaba hasta el infinito…  El único pensamiento constante era divagar sobre cuál sería la chispa que desencadenaría todo…

  El Director agarro la mitad de la plata y dijo:

  _Llévate esa mierda…

_ ¿Qué hacemos?

_ No sé, no me interesa, prendela fuego…

  ¡Bueno! ¡Por fin una para los muchachos! Pensó mientras recolectaba en dos bolsas el botín… las facas y el dinero no volverían, pero si todo lo demás, ahí estaban las horas extras que el Servicio no se dignaba a pagar, el Director era un hombre justo, esto aliviaría las tensiones internas… taconeo con sus botas en un saludo reglamentario como si fuera su primer día, pero el director ni siquiera lo estaba mirando, sino analizando cada metro que alcanzaba su vista a través del enrejado ventanal…

 

  En el noveno, en el séptimo, en el catorce, en los números dos y cuatro, ya habían decidido, se iban a unir, les había llevado un tiempo practicar, entender los códigos de golpes, organizarse y tener listo todo pero estaban decididos a jugar, las requisas no habían cambiado nada, los papeles con las piezas dibujadas y el tablero disimulado en el piso con un dibujo de la ultima cena(en el catorce), en el nueve, con una vista del puerto de mar del plata, en el séptimo con una bandada de palomas enjauladas, y en el doce, donde había empezado todo, con un mural de…¿Copacabana? …Donde pinchaban los papelitos con fósforos usados, y eso había sido hace más de dos meses, ahora, ya estaba casi terminando todo.

  Dada la falta de espacio y camas, que hacían que más de la mitad durmiera en el suelo, y las permanentes represalias que aumentaban cada mes, los elaborados dibujos eran borrados y vueltos a rehacer, y el trabajo de artista era de los más cotizados adentro del penal, pero valía muy bien su paga, fuera cual fuera, porque ningún verdugo podría adivinar las líneas y las casillas del tablero sin estarlas buscando de antemano, y el campeonato avanzaba, avanzaba…  y la última vez, el Pachón, del séptimo había hecho tablas con el Picado, del doce, algo impensado cuatro meses antes…

  ¿Quién había traído el ajedrez, fue el Chivi? No, había sido Ramiro, que a fuerza de insistir logro enseñarlo a todos los del doce, y cuando los demás se dieron cuenta de que un partido podía durar horas, y hasta días, el juego se extendió como pólvora encendida, los que miraban también aprendían y pasaban el tiempo, tiempo, tiempo muerto de la prisión, donde no hay nada para hacer más que jugar y ponerse arriba con pastillas y esperar que fermente el pajarito, levantar pesas o apuñalarse mutuamente por un metro cuadrado donde acomodar el mono… 

  Pero en el doce estaba el histórico del campeonato, el fixture, y después de cuatro meses intensos, donde habían aprendido hasta a jugar de memoria en el patio, cantándose los movimientos de las piezas en el tablero, se aproximaba la gran final. 

  Y si, a nadie le asombraba que la final fuera entre el Chivi y Ramiro, tan inteligentes como astutos, tan fríos como implacables, tan salvajes y crueles como amables, capaces de cortarle los tendones a un cachivache sin dejar de sonreír ni largar el cigarrillo humeante de los labios… pero…

  Ramiro ya estaba casi afuera, había pagado su condena en forma ejemplar y se iba el lunes, y el Chivi, que era más perro que los perros, estaba en el buzón, seguro hasta el miércoles, o tal vez más, si su constante rebeldía fruto de la frustración seguía empujándolo a atacar a los guardias…

  El penal entero esperaba el gran juego, planificando fugas en masa y motines que posibilitaran el encuentro pero no estaba el horno para bollos diría El Viejo, y nadie quería forzar más la situación, no tanto…

  El Chivi analizaba en la oscuridad del pequeño calabozo cada jugada que había visto, cada partida de Ramiro que había escuchado a través de la puerta o en código morse a través de los muros, porque el campeonato era seguido en cada celda, retransmitido y festejado, generaba apuestas y parcialidades, promesas y hasta algunas represalias, como el guacho del dos que entrego el partido y termino sin orejas… 

  Pero Ramiro…era impredecible, inconfiable, capaz de entregar la reina por un peón, para luego caer con un jaque mate imposible de atajar, fabricado con un caballo y dos alfiles… por suerte todos habían sabido manejarse bien, los pabellones habían sido limpiados y no quedo nadie que pudiera arruinar el campeonato solo por quedar bien con el Director…

 

  Sesenta y nueve ojos miraron el cuerpo de Ramiro atravesar la puerta rumbo a la oficina, y de ahí al hall de entrada… la desilusión era tan intensa que hasta Patricio, endurecido por los años de haber visto todo, de haber hecho todo, había dejado caer un lagrimón, que se convirtió en un sollozo al abrazarlo antes de salir…

  ¡Que te valla bien hermanito, no se dio, que va ser, la calle es buena, vas a estar bien!  Estas palabras incomprensibles quedarían rebotando en la cabeza del empleado, mientras lo aseguraba firmemente del brazo, sintiendo como nunca en su vida, en el interno, una ansiedad que no era por salir sino por quedarse…

  Estoy imaginando cosas, se dijo, ya me quedan dos días y salgo de vacaciones, estoy volviéndome loco como todos los demás… Pero la tristeza y las expresiones que veía a través de las puertas de cada pabellón, la indiferencia y la seriedad de Martínez, que parecía no darse cuenta que en media hora más volvería a la vida, a la libertad, eran de otro mundo, parecía una película, todo estaba funcionando exactamente al revés…

Ingresaron mansamente a la oficina del Director, y, aunque estaba prácticamente libre, no le quito las esposas, hace días que toda seguridad había sido extremada hasta lo irracional…

  Martínez… Debo decirle que… la verdad, fue el mejor preso que tuve, cumplió su condena sin el menor incidente, pago sus culpas, tiene una nueva oportunidad de reencausar su vida… y bla bla bla, pensaba Fernández, sin soltarlo del brazo, sin dejar de estar atento, un preso es un preso, no se puede facilitar…pero sabía que el director iba a aprovechar para preguntarle qué es lo que estaba pasando, a ofrecer trabajo afuera por el dato, a hacer el intento de conocer la verdad de lo que no habían podido saber en medio año…

  Ramiro Martínez se quedó estático unos segundos, luego sonrió imperceptiblemente y sin mover la cabeza señaló con sus ojos al guardia que tenía al lado… nadie más podría escuchar lo que iba a decir… El director vio una luz al fondo del túnel, emitió un suspiro de alivio que nacía desde el rincón más tenso de su alma de represor imperturbable, y le dijo a Fernández:

_¡Esto no sale de acá!  Pero ramiro no cedió:

_Solo al oído, nadie más puede escuchar… Está bien, mientras arrimaba su oreja a la boca del casi liberado preso, mientras el empleado sentía como un hilo de sudor frio descendía desde su nuca hasta chorrear por su espalda…

  En un susurro tan leve como una mariposa, Ramiro empezó a hablar, mientras los ojos del director miraban fijo hacia la nada, abiertos como platos, en un gesto de completa atención, semi agachado para que el preso pudiera hablarle al oído:

_Lo que está pasando es que… y sus dientes se prendieron furiosamente de la oreja, cerrándose como tenazas de acero, apretando y apretando sin soltar a pesar de los palazos, de las ocho manos que golpeaban o tiraban de su cuerpo, de los dedos clavándose en sus ojos, de los gritos y el escritorio volcado en el entrevero, del alarido del Director…


  Esa noche no paro ningún muro de emitir señales, de transmitir noticias, de ventana a ventana se esparcía la noticia, en los pasillos los espejitos reflejaban nuevamente las sonrisas, Ramiro, el Gran Ramiro del doce había logrado quedarse, y no solo eso, sino que se había tragado la oreja del Director, sino que se había ganado un mes entero en el buzón, al lado del Chivi.   

  Ahora sí, de calabozo a calabozo, se iba a jugar la final, lo que evitó por minutos el motín generalizado que la desilusión y la impotencia estaban incubando celda por celda…

  Y empezó.  Todos los oídos estaban atentos a cada jugada, que era reproducida en los tableros de los pabellones como en una pantalla gigante, prometía ser una partida larga y encarnizada, y a nadie le importaba si duraba una semana entera.  

  De un día para otro al penal había vuelto la tranquilidad, la tensión había desaparecido como la niebla bajo el sol del mediodía.  Fernández fue sumariado y expulsado del Sistema Penitenciario Federal, por supuesto, el hilo siempre se corta por lo más delgado… el director no volvió a hacerse cargo del penal, en la cúpula analizaban si aceptar o no su renuncia anticipada…

  Después de catorce días el partido termino en tablas, un mes después, a fin de año, el peor y más violento motín que se recuerde arrasó completamente con el penal: 32 muertos.  La revancha se jugó moviendo cabezas de empleados y presos en el patio, con las fichas talladas a faca, en la frente… En apenas nueve horas, el Chivi logro ser el ganador.


14 enero

Mapaches o mapuches

 


  ¡Qué bueno que existan los mapuches! Qué bueno que mueran tan lejos, que bueno que sus nombres sean tan raros, tan difíciles de retener en la cabeza que no quedará ni un rastro rebotando incómodamente en nuestro cerebro, en un par de meses más, como siempre, como todo…

  ¿¿De qué manera podría tanta gente saciar su sed de justicia, como podría desplegar un amor humano tan universal, un compromiso tan firme con la verdad, la igualdad… bajo qué circunstancias, resignando qué cosas encontrarían el tiempo para luchar contra las corporaciones y los envidiables multimillonarios si no fuera así…??

  ¡Pero es así! Y por suerte tenemos nuestra pantalla en la mano, todo el día, como una fijación neurótica esquizoide que nos permite ignorar la realidad atados a su anzuelo…

  Porque no necesitamos internarnos en ninguna red social, no necesitamos ni siquiera caminar: la injusticia, el despojo, la violencia, la humillación y el dolor de los más débiles, pequeños y olvidados, la invisibilidad permanente de los que caen solo por ser, por existir, el sudor frio de la persecución y el miedo es algo que pasa frente a nuestros ojos, en nuestra cuadra, nuestra ciudad, cada día y cada hora. 

  Claro: no es tan adecuado ¿Qué pensaran los demás? ¿ Cómo reaccionaría el tejido social si tomáramos uno solo de sus hilos flojos con la pretensión de descubrir de donde viene…?  La comodidad de ser cómplices ocultos y oscuros, la perversa inocencia de no saber, de no enterarnos, con el simple trámite de encerrar el cien por ciento de nuestra vida en paredes de cristal líquido es invaluable, no se paga con nada, no puede ser mejorada.  

  Es por eso que no vamos a tolerar que la prostituyente realidad nos nombre con su boca de dientes flojos para tener que poner en juego sentimientos reales en un tiempo que corre ahora mismo, bajo nuestros pies en un mundo palpable que nos avisa con su textura áspera, que todo va y viene al mismo tiempo, en el mismo lugar, y que no hay forma de meterse al agua sin estar mojado después, ni de sacar los pies del plato y a la vez evitar las consecuencias hacia nosotros, hacia los demás, hacia el mundo… 

  ¿Qué mundo?  El de los malvados fanáticos insensibles que combatimos mirando televisión, el mundo de los inadaptados y crueles perversos que atacamos con un clic, y otro clic, y retweet, y…

  ¿Estarán tan atentos los asesinos a nuestro desfile de caretas sin fin? 

  ¿Se sentirá jaqueada la mentira corporativa de los dueños del poder con nuestro despliegue interminable de indignación de papel estandarizada?

  ¿Se revolverán en su cama los administradores de la compraventa del mundo, temerosos de los frutos de nuestra militancia cibernética, digital, permanente y creativamente repetitiva, sosa, chabacana…?

  No.  Es más, respiran aliviados, contestan, replican, contrastan, manipulan y se deleitan haciendo correr la pelota que tibia y mansa llega a su lado de la cancha.  

  Somos parte integral del desastre, hemos establecido un campo de batalla espurio y neutral, inútil y decadente, donde podemos ser derrotados de antemano sin perder la sonrisa ni resignar nuestra elegancia, donde nuestra hipocresía se disfraza de amor y paz, de libertad con solo cambiar una palabra, con solo renovar los escenarios, articular sucesivamente las tragedias… donde ninguna causa rinde más que a la publicidad, y cada balazo vende una Coca-Cola, que más tarde iremos a comprar…


02 enero

Callejón

 


  El Maco mira oblicuamente, hace una seña y agarra el vaso, antes de tirar su carta.  Se dedica lentamente a observarlo con ambiciosa malicia: un hilo opaco de baba resbala sobre su media barba sucia hasta caer en su pecho, después tira, ceremoniosamente, un siete de copas, ante la activa y revoltosa impaciencia de Juan, que solo tiene como actividad vernos jugar a las cartas. 

  Dudo… ¿Es una seña? No, es solo un piojo que recorre las pestañas de mi compañero haciéndome confundir por sus sacudidas guiñando el ojo para sacárselo de encima, sin dejar de agarrar las cartas con las dos manos, pero los otros dos lo ven y también se confunden, y enseguida me llama con una risotada: ¡Vengaaa!  

  Pero afilo la jugada y tiro un cuatro de espadas ¡No puedo, no puedo! Estoy cargaadooo! Y amenazo a los demás mostrándoles los dientes partidos a palazos por la policía el último fin de semana…lo que produce una gran risotada…  

  El cuatro es el ancho de espadas, porque faltan la mitad de las cartas, y cuatros y cincos pasan a ser tres, sietes y unos, lo que hace el juego muy sangriento porque abundan las cartas altas, aunque… cada jugada se vuelve a discutir cual es cual, lo que alarga el partido y genera discusiones por el vino, que da un trago por mano a ganador…  

  Tiro el cuatro-ancho de espadas sobre el cartón mugriento -gran delicadeza- sabiendo que es nuestra única carta ¡Como mentimos! Y agarro la botella.  Están tan desmoralizados que no se quejan, como si ya dieran por perdida la mano… igual me arrepiento, ya ejecutada mi dosis, solo me queda ver tomar a mi compañero, que dice… ¿Hay envido che? Y se muerde la boca con el resto de sus dientes negros, mientras arremete con un seis asustador… los tantos se ganan con tan poco que el rengo y la Rubia Vieja se miran y niegan en silencio con la cabeza ¿A ver que juega? 



  Yo le chisto y le pido calma: ¡Voy yo, voy yo! Extendiendo mis brazos sobre el cuatro de espadas, para dar la puntada final a la farsa ¡Tenemos que ganar con una sola carta! Pero el Chiro es un artista y la mejora ¡No puedo, truco!  

  A cara de perro, ahora vivimos o morimos… Baaahhh dice el Maco ¡Que ojete que tienen! Y se rinde dejando caer un doce y un dos, que hubieran sido nuestra muerte segura, rápido agarro las cartas antes que se desnude nuestra mentira, sacándoselas de las manos a la Vieja Rubia que con su mirada asesina me obliga a decir ¡Permiso, tengo que dar! 

  Y le sonrío pensando en su cuchillo, siempre listo, siempre esperando algo raro, alguna excusa.  Pero por suerte putea y dice ¡Que leche! Y me las entrega como buscando consuelo…  Pero ya mi cumpa me pasa la botella y vuelvo a tomar, sin que nadie se dé cuenta de nada… ¡Que buena noche, si no llueve, promete y mucho…!

  Unos dos metros más allá tose el Viejo, cada vez peor, ya ni quiere ir al hospital ¿Para qué? No va a durar ni hasta la mitad de este invierno,  la Vieja Rubia le grita ¿Viejo querés un trago? 

  Pero el viejo se atora con su propia tos, se sacude, se ahoga, sacudiendo los cartones, escupe ruidosamente y finalmente da unos gruñidos lentos antes de seguir durmiendo, o tal vez ni siquiera se había despertado… 

  Un metro más y está el Chipi, en un hueco en la pared, tirado panza arriba, durmiendo doblado como un muñeco de trapo, como si estuviera muerto, pero se sabe que abrirá los ojos apenas haya olor a algo de comer…como si hubiera pasado una bengala, nos miramos todos de repente ¿Qué hora es? 

  Hay que ir a la parrilla, antes que cierre, Juan se despereza lentamente estirando todos sus músculos mientras nos muestra en un instante todos los dientes podridos a sus trece años ¡Bueno, bueno, bostezá con cuidado que te podes dar vuelta! Jajajaja, Y  él se ríe feliz mientras sale caminando, en un rato estaremos cenando…mientras, seguimos jugando.

  En la esquina se cruza con Marcola, que viene tratando de no tropezar con los escombros, mientras se acostumbra a la semioscuridad, aunque se detiene bastante lejos, prudentemente: viene con una mujer. 

  Se acurrucan charlando contra una pared, y nuestros cuatro pares de ojos, pasan de mirar su sonrisa con envidia a hacer un recorrido visual-táctil por los retazos de piel que no llega a cubrir su ropa: su cara, su pelo, su cuello, sus tobillos, sus muñecas finas, sus piernas oscuras hasta el borde de su calza…

  Pero a ellos no les importa nada, y se acarician suavemente mientras charlan. 

  Todos nos sentimos un poco invadidos y a la vez nerviosos, el Chiro se arremanga dejando a la vista su tatuaje, la Vieja se enrosca y desenrosca el pelo con las manos, todos nos miramos las patas mugrientas y los codos pelados, nos sentamos un poco mejor, nos ponemos serios.

  Pero no dura mucho, tampoco, ninguno podría treparse a una mujer en este estado, y deja de importarnos la dama, de carne, solo ansiamos las sobras de la parrilla, que ya trae el guacho Juan, con una sonrisa de oreja a oreja, dejándoles elegir a ellos dos primero, como un gesto de opulencia 

  ¡Que no se diga, que alguien la pasó mal acá! Ya babea el hambre de hoy en cada jeta, y las manos sucias van agarrando, eligiendo los pedazos acorde a su capacidad de masticarlos, le guardo un par de empanadas al viejo aparte en un papel, miro para el lado del Chipi pero ya se está lavando la cara con el agua del balde, nuestra última adquisición, en diez segundos estará llenándose la panza… 

  Nos miramos asombrados ¿Qué lo despierta? ¿Sera el olor?¿Un sexto sentido para la comida?¿Sera el silencio que se hace al masticar? Nadie puede saberlo pero igual no deja de causar admiración…

   Marcola se ríe a carcajadas con su chica, nos hace una seña con una caja de vino, que la Vieja Rubia va a buscar corriendo, aplaudiendo y frotándose las manos, ahora todos sonreímos de oreja a oreja, hasta las nubes se corrieron para dar lugar a las estrellas…

  Ellos se dan un beso y luego se acuestan a dormir abrazados, el Chipi los mira y nos hace una cara sacando la lengua, y después sigue comiendo, nadie llega a sacar su atención de la carne asada como para reírse de eso. 

  Tampoco nadie toco el vino nuevo, abierto, pero casi lleno, el Maco ya mezcla las cartas, su sonrisa grita trampa, pero se rasca la cabeza, y pasa el mazo para disimular la carteada, le devuelvo el cuchillo a la Vieja para acomodarnos de vuelta, reparto…

  Que flaco está el mazo, pero el Chiro sonríe y sé que volveremos a ganar, la luna alumbra un poco más, apenas son las dos de la mañana… 

  Un rayo plateado baña ahora nuestra tribu de epilépticos y sifilíticos, tuberculosos, diabéticos y locos, esquizofrénicos, hambrientos y alcohólicos, adictos y moribundos, vagabundos fugitivos y cínicos… solo falta que alguien saque a relucir una tuca… así que miramos atentamente la mano del Maco revolviendo en el bolsillo de su camisa…que saca lentamente cantando una cumbia… 

  Le paso fuego.  Juego: un seis de copa, nada, estoy ciego.  Miro el vino con sed, va a dar para jugar tres o cuatro manos…

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...