A ver si se entiende un poco más ahora, la
responsabilidad histórica que tenemos en cuanto a asumir de una vez por todas
(antes de que sea demasiado tarde) las riendas de nuestro destino, del
avasallante y complejo tiempo presente que vivimos.
A ver si comprendemos al
fin la importancia de salir de la invisibilidad, de mostrar y mostrarnos para
poder demostrar y demostrarnos que existimos, y dejar de ser en el mapa esa
zona oscura, ese hueco negro donde falta un diente en la boca llena de la
verdad, del noticiero de la historia, esa zona de nadie donde todo lo malo y lo
peor puede pasar sin que a nadie le importe, sin que nadie se entere, sin que
nadie llegue a tener tanto tiempo disponible para hacer algo o tomar cartas en
el asunto.
A ver si con esto queda claro, también, qué fácil es, con que poco
se puede hacer todo, con qué medios se puede hacer periodismo fuera de los
grandes y gastados titulares, de las convenientes noticias, de los grandes
negocios, coimas, presupuestos y retornos, porque nada de eso nos toca, para
bien o para mal, en esta mezcolanza…
Porque a partir de clasificaciones
espurias basadas en el color de la piel, el origen, la capacidad económica u
otras tantas formas de discriminar, estigmatizar y preparar la opinión pública
para la indiferencia el desprecio y el exterminio lento y silencioso, se
pretende hundir en la oscuridad total y eterna a 30mil personas habitantes de
la zona sur (y así como yo digo “personas” hay gente que comienza por poner
esto en duda).
A ver si se entiende que en estos momentos en que estoy
realizando una perforación para tener agua en un barrio que deja de recibir
agua todo el verano es justo, cuando tan oportunamente, saquean y desvalijan mi
casa, se apropian sin vueltas y con total exactitud, de cada elemento que
constituye mi medio de vida y sustento y me complican la existencia y cada
minuto de mi tiempo…y todo parece seguir siendo parte de los azares de la
casualidad…
Si caminan por otros barrios, por otros suburbios de concordia
sabrán que esto es un patrón, un modelo de tratamiento de la realidad, una
estrategia de asignación de materiales, funcionarios y recursos para que todo
siga en la misma dirección: peor donde está mal, mejor donde está bien,
entonces no va a haber otra posibilidad de superar esto que no salga de
nosotros mismos, comprometiéndonos plenamente en cubrir ese bache informativo
que nos cobija tan amablemente para dejar de existir…
¿Pero que hace falta en
realidad para esto? Muy poco, en esta era de las redes sociales, de las
imágenes virtuales, de la tecnología satelital y el Wi-Fi, nada más que una
cámara, una computadora portátil, una cuenta de correo electrónico, internet
(todo esto, que hoy en día está en un solo teléfono)…
Humm no sé si se me está
escapando algo pero es todo el equipo(a veces menos, desde un cyber, a veces
con una computadora portátil conectado desde la plaza, la costanera, o en la
vereda de algún negocio que emitiera señal de Wi-Fi libre, o hasta desde un
teléfono satelital como me prestaron ahora que no puedo moverme mucho de mi
casa)
Y con esto es con lo que he caminado estos cinco años por todos estos barrios de la zona
sur, para hacer este periodismo insostenible, injustificable, porque no da
ganancias sino perdidas y gastos(si todo pasara por el dinero) que no recibe
publicidad ni favores del estado, que no apunta a cubrir las espaldas de los
poderosos justificando o haciendo la vista gorda según como toque, en un estilo
de prensa mercenaria que solo piensa en dinero y nunca, jamás, en la verdad.
Eso es bueno que lo tengamos claro desde ahora y para siempre, también. Porque
además de querer hay que poder, pero siempre se puede… pero también además de
poder hay que querer, porque hace falta compromiso, hace falta fijar y
perseguir objetivos claros, que nazcan desde las necesidades de la comunidad,
desde la ética de la paz, la convivencia y el beneficio para todos.
De no ser
así se cae muy fácil en el sectarismo, la estupidez, el oportunismo, y los
pequeños juegos de poder, ambiciones y revancha en que tantos se ocupan día a
día por acá, terminando de idiotas útiles y descartables, listos para hacer
daño impunemente y volver a su miserable bunker donde comparten todas las
carencias y miserias estructurales del barrio, para ser pisoteados -y sus hijos
antes que ellos- por la misma rueda del progreso selectivo y la impunidad que
creen los beneficiará eternamente, aunque, hay trabajos de los que muy pocos
–pocos por no decir ninguno- se jubilan…
Por eso mismo, en estos momentos donde
y cuando mi misma existencia está en entredicho, no me muevo un solo milímetro
de mi camino, porque lo elegí hace mucho tiempo, y más allá de que las
posibilidades histórico-políticas aparentemente nulas de que aparezca o se
recupere mi valioso, caro y sobre todo único y completo equipo de trabajo, de
mi puerta y ventanas otra vez reventadas, inútiles, del cable de internet
arrancado a tirones, de mis cursadas en la Universidad Virtual de Quilmes
suspendidas, en riesgo de perderlas, completamente expuesto a que los hechos de
los que fui víctima se repitan y profundicen, no voy a dejar de hacer lo que
hago.
No voy a dejar de ser quien soy ni de caminar por donde camino, mi única
posesión realmente valiosa y propia en este mundo es mi vida y la voy a llevar
conmigo adonde valla, al margen de cualquier impune y falso oportunista,
personajote, político, funcionario o institución que tenga la intención de
quedarse con ella de manera violenta y rastrera para generar el silencio y la
oscuridad que mejor los beneficien.
Morir no es nunca un buen negocio: pero si
hice planes a doscientos años, tampoco fue tiempo perdido, me sirvió para poner
en marcha las bases de todo lo que soy y quiero hacer, para pulirme y descartar
los pensamientos superfluos, y si mi vida se termina mañana o la semana pasada,
acá mismo o mil metros más allá, será completamente en marcha, y mis matadores
no podrán sino multiplicar mi ejemplo, porque jamás tendrán mi miedo, ni mí
rendición.
Por eso mismo, en estos días enloquecedores, donde sin embargo
disfruto enormemente cuando puedo volver a ver salir el sol, en los primeros
días realmente frescos de este otoño manso, me llenan completamente y desbordan
el corazón todos estos pequeños y hermosos gestos de la gente, al compartir
unos mates o una charla en cualquier vereda o esquina, la forma en que me han ofrecido
lo poco que tienen a su disposición como son sus mejores deseos e intenciones,
su manera de compartir la indignación y la tristeza, la impotencia, la rabia,
la esperanza, la fe.
La fe a prueba de todo. Por eso tal vez anoche un vecino,
otro, no de los que participaron en el robo, no los que antes apuñalaron a la
perra que dormía en el umbral de casa para dejar libre el terreno, me hizo
llegar un plato de guiso “del rico” y yo, que en alguna etapa de mi vida llegue
a conocer el hambre de una manera tan atroz y permanente que me acostumbré, que
deje de alimentar antes que el estómago toda esperanza, y que todo deseo de
vida y chispa de amor convertí en rabia latente y ciega, me di cuenta entonces
que hace un día y medio que no comía, atenazado por esta situación, amarrado a
este sistema de permanentes incertezas, temores ajenos y estrategias de
supervivencia suicidas.
Hoy en día, que supere este inconveniente, sin embargo
no lo hacen muchísimas personas en mi barrio y mi ciudad, abriendo los ojos
desesperados y volviéndose a dormir, sin saber si hoy van a comer… ¿Qué cosa?
¿Cuándo? ¿Cómo…?
De cualquier manera, bajo cualquier concepto o punto de vista,
y ante otros ofrecimientos que me han hecho, de revólveres y armas, de
represalias, ejecuciones sumarias y venganzas, ante las variadas propuestas de
brindar indiscriminadamente sangre destrucción y muerte a los responsables de
esto, sus hogares, pertenencias y familias, quiero volver a dejar claro,
incluso hasta por este medio, que no voy a empezar justo ahora a multiplicar la
violencia y cambiar diametralmente de postura.
Seguiré caminando desde la construcción y el amor,
la colaboración, la transparencia, y el diario sostenimiento de un camino de
paz, armonía y convivencia que a los idiotas les parece más difícil, porque es
un camino de verdadera lucha, hacia la destrucción de personas y bienes, la
muerte como instrumento de justicia, la violencia como sistema de resolución de
conflictos…
No va a venir de mí, ni ahora, ni nunca. Y no es precisamente
porque no pudiera, cuando mi mismo cuerpo, después de más de veinte años de
práctica de capoeira es un arma afilada y mortal, más silencioso y letal que
una bala, con la capacidad de romper en seis pedazos cualquier puerta de la
primer patada y acto seguido todo lo que hubiere atrás, personas incluidas…
Pero no, justamente por eso, mi único camino es de paz, y si no rinde lo que
debiera, es porque la abundancia está en el corazón, en la construcción de
valores, en el alma clara y tranquila que me permite disfrutar del viento que a
otros arrasa, caminar libre y tranquilo por cada cuadra de la ciudad y sin
perder de nadie el saludo ni los buenos días…
Mi firme posición ante el
desarrollo de estos tristísimos y vergonzosos hechos (“Los gurises le robaron
al croto de enfrente”, dijo la mamá satisfecha…
¿Mamá? mientras les lavaba la
ropa sucia después de resbalar en el barro de los estanques de mi casa, antes
de salir en su moto nueva -pagada con diez motos robadas a trabajadores y
estudiantes, a personas decentes que luchan honestamente por sus sueños- a
denunciarme a mi quien sabe de qué cosas, por las dudas, para ganar la mano que
vienen jugando con barajas marcadas) es mantenerme al margen.
Mi elección es dejar que el
sistema social-legal-político y las instituciones pertinentes, los poderes
indicados para tales casos, con todas sus falencias y contradicciones, con
todas sus mezclas de ambiciones y leyes o lagunas legales, negocios turbios,
zonas oscuras y dobles raseros, lleguen por si mismos a la solución de estos
problemas o sean testigos de su propio resquebrajamiento, decapitación y
reformulación total, como pareciera ser el único camino o consecuencia posible
dado los actuales indicios de cómo se vienen desarrollando los hechos.
Dada
esta situación escandalosa, si no tenemos claro lo que somos, si se hace
imposible saber dónde estamos parados, por lo menos deberíamos tener bien claro
que queremos, adonde apuntamos como comunidad, y como vamos a construir el
futuro de nuestros hijos.
Sí, porque lo que está en juego es justamente el
futuro común, la misma posibilidad de futuro, porque me pasó esto a mí, otra
vez, de nuevo, pero le está pasando al 50 por ciento de una comunidad de 30mil
personas, porque esto pasa cada día, a cualquier hora, a pleno sol de la siesta
o silencio absoluto de la noche en decenas y decenas de hogares en toda la zona
sur, llegando al punto de expulsar familias decentes cada mes, que vendiendo
sus terrenos y hogares vacíos y desmantelados por el dinero o las opciones que
les den, buscan otros horizontes que nadie les puede garantizar que sean
mejores que estos…
O sea, no vendrá más que de nosotros mismos, de la propia
comunidad, la rectificación, el saneamiento y control primario de nuestro
territorio, nuestras calles, espacios y costas, fronteras y posibilidades
latentes, en base a lo que toleremos o dejemos pasar, fomentemos, apoyemos,
etc.
Yo por mi parte, continuo con el mismo compromiso de siempre, de apuntar a
la soberanía alimenticia mediante huertas urbanas y/o comunitarias, de
protegernos protegiendo el ambiente de tanto basural a cielo abierto, de tanto
desmonte y extracción, de tanto humo cancerígeno y negro, de cuidar el uso y
tratamiento del agua potable y buscar soluciones o formas de mitigar el
desborde eterno de alcantarillas y aguas servidas.
En cuanto a lo estrictamente
humano, no voy a dejar de apostar por la gente del barrio, mediante la difusión
y apoyo de cualquier evento cultural o artístico propio, de la protección y
mejora de nuestros espacios de uso común y público, de toda iniciativa
destinada a fortalecer y mejorar la comunidad, sea donde sea y sin importarme
quien las haga.
Mientras tanto, con la connivencia de algunos, la complicidad
de otros, la indiferencia de unos cuantos y el desinterés de la mayoría, como
si fueran cuatro adolescentes de los suburbios reunidos en una mesa de bloques
de cemento contra el piso de tierra, se preparan en algún lujoso hotel,
brindando con champan, negociados millonarios que solo podrán perjudicarnos a
todos.
Unos y otros en el barrio se quedaran mirando, para dejarnos con el
“derecho” a decir, igual que como dicen ahora pero años más adelante cuando se
diluyan los hilos de la pasiva y a la vez retorcida permisividad pero no sus
consecuencias, que “se robaron todo” que todo se hizo mal, que estamos peor que
antes, que acá no se puede vivir más…
Mientras pienso, hoy, cada día, yo
también -en tanto no alcanzo a juntar los suficientes retazos de mi voluntad
desmantelada para lavar un solo plato en esta zona de guerra que fue mi casa-
en la expresa pero a la vez velada recomendación de un anónimo funcionario
público que me dijo sonriendo a la vista del desastre “¿y no probaste con
mudarte?”…
Desde la Cortada 68 esquina 23, Barrio Nuevo
de Carretera la cruz, Concordia, Entre Ríos, Argentina, a los 29 días del mes
de abril de 2016, archívese, publíquese, difúndase para que las cenizas se
hagan semilla nuevamente, y el desinterés, conciencia…
Santiago Presas, periodista, capoeirista,
jardinero y plantador de árboles, ser humano, ciudadano de la República del
Sur, en este mismo momento: aún vivo y soñando.