31 marzo

Esa delincuencia...

 

Hoy me terminó de dar asco la sonrisa de los hipócritas, de los falsos comerciantes, de esa delincuencia auto obsecuente y feliz del que solo compra objetos robados ¡esa inocencia del que no puso el arma en la cabeza para lograr algo a diez para venderlo a cien cuando vale quinientos! 

  Construyen su desvergonzada dialéctica con falacias y omisiones, con ignorancia elaborada, con estupidez sin límites…  no importa si viven en un lugar seguro, lejos de las víctimas de sus políticas, igual se van a quejar de lo mal que esta todo y de la inseguridad de la que dicen no formar parte, igual van a declarar las manchas de sangre como pintura de uñas antes de borrarlas con un trapo húmedo.  

  A pesar de su apariencia seria y elegante igual van a recibir las cosas de la mano de los mismos zarpados que en diez segundos más saldrán corriendo a comprar la bolsa de merca, como tal vez diez minutos antes corrían a una persona, un ser humano, para saquearlo violentamente.  

  Pero los cuerpos caen lejos de su departamento, de su puerta blindada, de su chalet modelo, las puertas y  ventanas rotas que a veces quedan así para siempre no son las de su casa calefaccionada, el terror de hombres mujeres y niños no los afectan mientras cuentan los billetes que se ahorran, los billetes que se ganaron, ni el ascenso de los policías corruptos que custodian la barbarie se traduce en abusos sobre su familia.

  Obvia y predeterminadamente son los primeros en quejarse del gobierno, al que acusan sobre todo de ladrón y corrupto como en un exorcismo que los libera de toda responsabilidad, como si cada delito no participara de los delitos que lo precedieron para hacerlo posible, de los delitos que lo continúan para hacerlo rentable… 

  Y mientras la ciudad está en llamas hay personas que venden cámaras, celulares y computadoras a la vista de todos, por internet, por los diarios, tal vez hasta llegan a decir como justificación absoluta que sus productos los compran comerciantes para trabajar, estudiantes universitarios para transitar sus carreras… 

  ¿Y estos, entonces, de que se van a quejar el día que el caño del revolver con sus dos balas trabajosamente conseguidas los apunte directamente a la cabeza? Un día el problema, la violencia, los muertos dejan de ser ajenos…  

  Claro que sabemos en que terminan estos días excepcionales: en el horror social, la saturación mediática, la confección de leyes cada vez más absurdas y duras, y todo tipo de negocios oscuros prosperando bajo esa cortina de humo…

Mientras tanto, como si no fuera completamente clara y autoevidente la conexión entre medios corporativos, delincuencia, corrupción policial, judicial y política y narcotráfico… como si no fuera trabajosa y meticulosamente diagramada para arrasar los indefensos barrios periféricos en aras de una ganancia impune y libre ¡de una política mundial que extermina a la misma raza humana! 

  Mientras tanto,  miles de jóvenes pobres terminan muertos, inválidos, o privados de su libertad física por poner el cuerpo para esa mecánica que solo los expone a ellos.  Mientras tanto miles de jóvenes terminan destruidos por las drogas, que más allá de su bajísima calidad sirven para recuperar el dinero para los amos de la jugada, para los dueños de la zona liberada en que se ha convertido este mundo cínico y apático…

  Estamos todos en la misma jugada, aunque no alcancemos a ver quién tira el centro, la responsabilidad es total y absolutamente individual al momento en que nuestros actos ofrecen consecuencias previas o posteriores hacia terceros.  

  Elegimos sin paliativos por nuestra propia voluntad ser parte del atentado social, de la condena a muerte del próximo inadvertido caminante que llevaba encima lo que nosotros quisiéramos tener mañana pero hoy no nos alcanza…

Y terminan en los basurales, las carteras y mochilas arrancadas a los tirones...


29 marzo

Destino manifiesto

 


  Pegados al televisor sin dejar de comer.  En la radio, volviendo del supermercado, a través de los diarios que pueblan las avenidas en la madrugada, o inmersos en internet en su lugar de trabajo, 400 millones de yanquis viven mirando para afuera, sin darse cuenta que el verdadero botín de este siglo es la mal llamada Confederación de Estados Unidos de América.

  Pero no importa, ese es el objetivo y está bien que siga oculto, en realidad, a casi nadie le importa… Como una araña que extendió demasiado sus patas a través del planeta, ahora no puede volver a su nido, y donde se apoya hoy es barro fresco, cuando se había acostumbrado a pisar en firme: es cada vez más frecuente que quede con las garras en el aire sin animarse a profanar un territorio cualquiera que antes hubiera simplemente aplastado.

  Décadas de entrometerse en el mundo a través de sobornos, asesinatos selectivos, intervenciones y guerras fratricidas han generado un monstruo que ya no conoce ni tolera el descanso, que ha terminado por independizarse de la nación pero no de su permanente necesidad de financiamiento.

  En esta permanente escalada de la conflictividad mundial, exclusivamente fuera de sus fronteras, el pueblo de los Estados Unidos se ha ido acostumbrando a confiar en el estatus quo que garantizan sus ejércitos, en el bienestar suicida e inútil que va transformando esa nación en el basural más grande del planeta, en los medios de comunicación que le resumen el panorama… Si a eso le sumamos la clase dirigente más corrupta de la historia humana...

   ¡Y eso es todo un récord! 

  Estamos situándonos en la práctica, frente a un palco donde los encargados de dar vuelta la página, siguen regateando ofertas antes de bajar el martillo y rematar completamente la nación más orgullosa y cínica de la tierra, al punto de declarar su eterna guerra de conquista como un “destino manifiesto”. 



  Hoy en día, la guerra viene siendo muy cara, dado el esquema de absorción de presupuestos por parte del pentágono y sus halcones, donde una bala termina costando lo mismo que un yate, y un soldado lo mismo que un tanque, aunque la debilidad estructural y jerárquica de sus fuerzas que deriva del tipo de guerra adaptable a esos objetivos no era un fin perseguido "a priori". 

   Entonces, finalmente el destino ha llegado a su destino, y la desintegración nacional en todos los aspectos se desarrolla a través de la apática indiferencia o la frágil resistencia ideológica que puede ofrecer el estómago de un tiburón a su propia boca, repleta de innumerables dientes.

  Claro que estas contradicciones no dejan de ser aprovechadas por una interminable lista de humillados y pospuestos, ex aliados y enemigos internos, que ven en cada duda una nueva oportunidad de desobedecer, en cada error estratégico un nuevo bocado a disputarle de sus propias fauces.  

  Por supuesto, no es una guerra declarada ni con reglas claras, pero cada pequeño repliegue es aprovechado, y su ejemplo multiplicado, haciendo perder en las poblaciones el miedo a la autodeterminación, sea lo que sea que signifique en pleno 2015 esta maravillosa palabra.

  Víctimas de un efecto dominó dramático y atemorizante, lejos de propiciar la unión entre los diferentes detentadores del poder, la nueva dialéctica de las relaciones internacionales ha terminado por poner a todos en contra de todos sin atinar a saltar de la nave que se hunde. 

  Y eso no es por patriotismo sino por la vieja ambición.  Es la esperanza de que alguien tape los agujeros mientras siguen saqueando las viejas cuevas donde se amontonaban las seguras bases del antiguo dominio colonial del mundo…

  No importa entender ni saber, ya que todo está pasando a la vista de todos, sino preparar los tenedores para picotear las sobras, y eso es lo que están haciendo la mitad de los gobiernos del mundo. 



  Del otro borde del plato, lo importante es ocultar, negar y tergiversar, engañar y manipular, o sea lo mismo de siempre pero esta vez para salvar la ropa, antes de que el engranaje de las bombas de achique deje de hacer ruido para empezar a trabarse definitivamente en un barco que sigue navegando con el fondo podrido…

 

17 marzo

Para los barcos

 


  La tierra puede cambiar de color.   

  La tierra puede cambiar de color, lo sé, lo he visto pasar: no hace falta mucho, solo humedad, sombra, vida, dedicación, continuidad y respeto por los procesos naturales…  

  Si vemos la tierra vemos el agua, la recorre, la hincha, la abandona o atraviesa lentamente, la surca y divide, la nutre y sigue, siempre, transformándose de mil maneras.  Y es en ese recorrido en todas direcciones que se hace el intercambio entre el cielo y la tierra, entre la tierra y el agua, atravesando y definiendo la dinámica de los seres vivos. 

  Y ahí es adonde el sol se hace tierra, la arena se hace hoja, la piedra sombra, el agua vida, los arboles refugio y el viento flores y miles de insectos y frutos y semillas.

  No importa en qué parte del camino del agua estemos interviniendo, siempre podemos contaminar o limpiar, facilitar o estancar, aprovechar o desperdiciar, sembrar o matar…  

  No hay posturas o momentos neutrales, nuestra presencia sobre el planeta está integrada a un formato más que artificial, antinatural, casi siempre o siempre destructivo, así que somos parte de ese proceso, queramos o no saberlo.  

  Cada gota, cada hilo de agua que pasa por nuestra casa, por nuestra vereda, por nuestra comunidad, debería ser tomada como un interrogante, como una responsabilidad intrínsecamente ligada a nuestra presencia.  

  ¿Es que acaso nos preguntamos el costo de lo que nos acostumbramos a percibir como normal?

  Si pusiéramos lo que necesita nuestra forma de vida, nuestros objetos, nuestros residuos y nuestro consumo de energía en una línea y los siguiéramos en el tiempo hasta el inicio donde la naturaleza tuvo que ceder para dar lugar a su fabricación o disposición final tal vez tendríamos un panorama claro de lo que el planeta soporta para que vos y yo podamos ser humanos.  

  Y a mí que me gusta el agua, me meto al barro y la siento, la crio y le abro caminos para que se purifique y filtre y para que dé y forje la vida a su paso.

  Y en todo eso pienso mientras divago con una pala de punta como maestra, y la lluvia y el tiempo como propiciadores de un plan tan instintivo como infinito, jueces que me hacen esperar cuando me pongo ansioso, y desesperar cuando no puedo más que quedarme mirando sin hacer nada.  

  Cuando me interno en la cañada, como le llamo al pequeño curso de agua que nace en la boca de un caño al lado de mi casa y bordea los terrenos sobre la defensa sur hasta perderse en una curva y un túnel bajo las vías, me siento completamente conectado con el agua.  

  A pesar de la mugre, del esfuerzo intenso y de los peligros que acechan a mis pies y mis manos descalzos mientras hago canales o amontono barro en las orillas para definir la nueva arquitectura.  

  No se puede prescindir de la basura como material de construcción, poco elegante pero permanente pasajera que se va comprimiendo en el fondo con el barro hasta tapar todo.

  El agua es simple como un amanecer, simplemente va a absorber y transportar todo lo que le aportemos, y en la misma medida va a cederlo a su entorno circundante inmediato, y al mismo tiempo, a la atmosfera y el subsuelo (nosotros aportamos, en el medio, para remediar o contaminar, nuestras decisiones)

   A pesar de este aprendizaje, de todas estas satisfacciones y beneficios intangibles, el laberinto dialectico me acecha al disponer mi tiempo de cada día para la recuperación del pequeño curso de agua, tiempo de trabajo y generación de recursos que tal vez estoy restándole a mi economía y a mis hijos. …

  Generalmente puedo vencer los preconceptos que aún me hacen verlo como algo inútil y absurdo, irracional, si logro enfocarlo como un regalo para las futuras generaciones, para mis hijos, y los hijos de los vecinos, y así etcétera…  

  Y así puedo entregarme a la fantasía y el delirio, el optimismo desenfrenado porque ellos verán el fruto de los arboles pequeños que hoy están apenas enraizando, y es solo con su absoluta colaboración y comprensión del proceso, que estos podrán crecer sin que los rompan, sin que los pasen por arriba a la par de los perros y caballos en su despliegue cotidiano como justos dueños del territorio.

  En realidad, también pienso en mi desarrollo personal y "laboral" ya que esta intervención en la naturaleza degradada es una forma de mostrar mi forma de pensar, de interpretar y de hacer, mas allá de cómo se amplía mi comprensión del mundo al compenetrarme en algunas dinámicas naturales básicas. 

  Mi plan es interminable, y casi invisible, implica mil retrocesos y derrotas, miles de intentos y apuestas a la vida malogradas por el caos y las recias condiciones climatológicas.  

  Pero lo que quede ya gano su tiempo, porque es necesario plantar los arboles hoy a pesar de la depredación, para que los pájaros de mañana, los sobrevivientes a la gomera y la contaminación tengan una rama donde posarse…  

  Para que los peces sean testigos del cambio antes que recuerdos, para que el arroyito no deje de ser navegable para todos los barcos de papel.

 

08 marzo

Puntualmente

  




  Lamentablemente.  

  Con la pausa mínima en el andar que impone el ritmo de la producción y logística de los pertrechos, la construcción de corazas y trincheras, la definición de las alianzas y los gerentes…ha llegado ya la guerra.  

  Y si, ¿Qué más da, que más quedaba? 

  Si todo el mundo está rebalsando de armas ¡Si no queda un modelo de ametralladora que no esté ya testeado en el campo de batalla! ¿Ya se agota el mercado por saturación?

  No lo creo, sino por el aburrimiento: los mismos genocidios, las mismas masacres, los mismos países aplastados.  Hoy, el mercado de la guerra quiere probar su tecnología en las grandes capitales del mundo.

  No queda alternativa, frente al estancamiento de los flujos de divisas la única inyección de adrenalina es la guerra total, totalmente estúpida, completamente despiadada y global por supuesto.  

  Es necesario para retomar las riendas de una economía en crecimiento perpetuo, lo que sea que esto signifique para el común de los seres vivos del planeta. 

  Sin salir del ramo, no solo daría trabajo inmediato a millones de personas en la multiplicación de fábricas de armamento, sino que daría lugar a probar nuevas armas, y acelerar proyectos en marcha, actualmente cajoneados y aprovechar material disperso y obsoleto ¡Eso es la guerra! 

  Un negocio que crece con el solo rumor, con el solo consenso  de la indiferencia y la resignación de las poblaciones.  

  Pero un día, mientras mirábamos las noticias, nuestros vidrios tiemblan al pasar un avión de una potencia desconocida, y es que la primera flecha ha dado en el blanco, se acabaron las provocaciones y miradas, comienza con una formalidad casi amable: la masacre.  

 

04 marzo

Paz, amor, libertad.

 


 

  ¿Qué significado tiene la derrota? ¿Qué humillación conlleva la muerte?  Lo único que podemos asegurar con certeza ahora mismo es el hecho de estar vivos, el siguiente segundo puede cambiar todo, el próximo sol podría salir sin nosotros…

  Entonces… ¿De qué vale luchar? ¿Para qué sirven los sueños? Es esperable no alcanzar jamás una victoria que no desemboque en una nueva guerra, ni remontar vuelo sin que se tensen los arcos, intentando resumir nuestra historia en un flechazo.  

  En realidad, todo esto carece de importancia, no hay verdaderas batallas que pelear, ni victorias o derrotas que tengan sentido, y el regalo maravilloso de la vida, no nos fue dado para que lo estibemos en un estante, sin siquiera soltar el moño. 

  Vivimos en un universo predador, aunque los comerciantes de la nueva espiritualidad vampiricen a tantos ilusos con el amor universal en que los aíslan en un círculo cerrado pequeño y muerto.

  El único valor es ser coherentes, la única herramienta es el amor, práctico, realizable, en marcha, que construye sin desgastar el alma, que puede ver en lo pequeño y frágil la semilla del infinito, aun a riesgo de estallar en lágrimas.  

  ¿De qué facciones me hablan? ¿Cuál es el poder que quisieran conquistar? 

  En medio de un océano interminable de vida, nuestras desatinadas decisiones no cambian nada, solo el orgullo y la importancia que nos damos a nosotros mismos nos llevan a una falsa perspectiva donde pretendemos dominar el mundo, donde pretendemos aquietar la mente, donde contamos como proezas o desastres los resultados…

   Ya no pienso, solo existo, solo actúo con la certeza de que no podre arrepentirme.  En mi día no apunto más alto que hacer lo que considero correcto, puedo morir hoy o la semana pasada, en esta baldosa o la próxima cuadra, no es el valor hueco de la vida lo que me anima, por otro lado tantas veces asediada… 

  Ya deje de contar las veces que intentaron apagar mi rítmico latido.  No me importan amigos ni enemigos, ni ganancias temporales, cualquiera es un aliado, a cualquiera puedo cerrarle la puerta si intenta pisotear mi alma.  

  Algunos están en guerra contra mi ¿No se dan cuenta que le tiran a un fantasma?

  No pienso quejarme más 

  ¡Que falacia! Tratando de asesinos y cómplices a los que forjan el mundo que consumimos, algunos se sientan en el limbo de la justificación, mientras apuran las calderas de las fábricas para satisfacer sus demandas: ya no hay fabulas que se puedan leer a los niños, la humanidad en cada uno abre los ojos espantada de su propia hipocresía.

    Pero no me importa, que peleen contra sí mismos, combatiendo las corporaciones que alimentan, la mentira envejece y seca el corazón, finalmente solo queda un ceño fruncido y una sonrisa muerta de felicidad obligada. 

  Aun así, en medio de la debacle humana, no dejare jamás de buscar la libertad, no necesito cortar mis venas para comprobar la sangre, contra mil recovecos y espinas afirmé el valor de la vida, y no fue para después dejarme caer en una jaula, solo porque hubiera alpiste y agua.

  Aun así, viendo a lo lejos soltar los perros contra mí, no dejo de construir mi casa, aunque tenga luego que abandonarla, el tiempo es como oro entre la arena, la voluntad no envejece ni ata.  

  No voy a perder mi tiempo yendo a una marcha, ni a ser parte del consenso con que se envenena a las ratas, planto un árbol, hoy, antes de hablar del mundo, y otro ayer y otro mañana… 

  ¿No habría de hacerlo si tuviera la certeza de que vayan a ser destruidos? ¡No hay peor derrota que la anticipada!

   Prefiero el color a la sombra del águila, y un segundo de paz que derrote la muerte, y agua clara para lavar mi alma, lo demás que sea travesía y magia.



Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...