17 octubre

Democracia hoy

 


 


Un niño vive con frio todo el invierno, con hambre todo el año, jamás se le ocurrió ir a la escuela, jamás podría, huele como un animal enjaulado, y con sus ocho años se defiende como un hombre, de los hombres y su malicia, su sed de poder… 

  Un día muere en el basural que le daba de comer cada día, y la gente se entera que existía.  Muchos se alegran, uno menos, piensan, otros siguen indiferentes, y algunos se entristecen, pero unos cuantos hipócritas se rasgan las vestiduras usando su memoria como un arma política, para repartir culpas y elevarse sobre los restos mortales, sin siquiera pisar el mundo degradado que lo cobijaba y que no compartirían ni un segundo.  

  Sin entender nada ni pretenderlo siquiera, esparcen su oportunismo de manera que nada que realmente importe pueda ser dilucidado. 

  Y siguen, por supuesto, sin hacer nada de nada.

  Un bebe vive en la calle, al lado de sus padres, tomando vino de la teta, y respirando el humo de los autos del aire, cuantos pretendieron ayudar a tiempo fueron engañados, en viles trueques sin sensibilidad, extrayendo de sus vidas el sinsentido de las otras, el bebe llora en la vereda día tras día sin que a otros les importe ni lo escuchen, cerrando las ventanillas de sus autos al pasar, como cierran las puertas de acero y los muros en sus casas.  

  Pero un día muere la criatura y esos mismos indiferentes se rasgan las vestiduras, buscando un culpable que por oposición los eleve políticamente, sin por eso dejar de no hacer nada, absolutamente nada, ni pensar en ensuciar su tiempo con el olor agrio de la pobreza, de la decadencia desorganizada, del vicio abundante y barato.

  Un rio corre todo el año, sus aguas alimentan pescadores artesanales, tradicionales.  Sus barrancas se queman en hornos de ladrillos para que los indiferentes puedan subir sus muros, la selva da leña para cocinar y no morir de frio a muchos, demasiados tal vez.  

  Hambrientos y desocupados arriban desde los mil barrios de la ciudad para poder freír un bagre en su  casa, para poder hacer empanadas con su familia, sus hijos.  

  Contrabandistas y ladrones cruzan de un lado al otro permanentemente perfeccionando su oficio, y cuando los espineles empiezan a cargarse, no es raro que una sudestada hunda la mitad de los botes, vuele los techos costeros, reviente los arroyos contra las casillas de madera…  

  Pero solo causa indiferencia todo esto, además de los gendarmes evadiendo impuestos y leyes día tras día, en millonarias estafas y sobornos, jugando en el puente con camiones a su antojo, mientras secuestran las provisiones de una familia hermana que había cruzado el rio para comprar más barato, sobrevivir, permanecer.  

  Además de los prefectos que no dudan en secuestrar un surubí cachorro o un dorado que iba directo a la mesa familiar, hipócritamente, mientras capturan toneladas sin control (¡ellos son el control!) Con la mejor tecnología, para sacar camión tras camión refrigerado de pescados, exportando directo a los restoranes santafesinos, usando nuestros impuestos para su beneficio, para nuestro perjuicio, secuestran un metro de red y dejan poner cuatro a sus amigos, recibiendo regalos para no ver lo que todos saben…

  Y un día sube el rio, y de prepo y sin aviso inunda la costanera donde iban a pasear los indiferentes.  Y se rasgan las vestiduras hipócritamente, porque el resto del año solo se dedicaron a tirar basura en la costa porque les quedaba más cerca, y buscan culpables, inoperantes, y malicia, solo porque en el año tienen cuatro días para eso, y el resto del tiempo se la pasaron mendigando posiciones, favores políticos,  dadivas incomprobables, y la realidad de belleza libertad y lucha no paso frente a sus ojos, sino para destruirla o despreciarla. 

  Cuatro niños viven la aventura de salir en el carro día tras día, descalzos en invierno, descalzos en verano, libres juegan y ríen, lloran y sufren, atosigan al caballo con su necesidad de recorrer más calle, más rápido, con más botín… hasta que alguien tremendamente sensible ve el latigazo sobre el caballo mal herrado y le duele como si fuera su propia piel… 

  En cuanto puede manda un patrullero a secuestrarlo, a salvarlo, y junta firmas para erradicar hasta el último carro, pero si lo invitan, jamás ni por error se codeara con ese contexto un segundo.  Podría correr el riesgo de no comprobarse, de influir sus parámetros estrictos con una realidad que se explica a sí misma, que es mil veces más amplia y coherente de lo que quisieran pensar…

¿Cuándo vamos a aprender lo realmente distorsionada que esta la democracia, lo estúpido que es dejarse llevar por las campañas? 

  Como si votando de vez en cuando fuéramos a cambiar, como si las carreras de caballos se fueran a acabar por largar de nuevo, mientras miramos desde la tribuna pensando como pudimos equivocarnos otra vez…  ¿Cuándo pasaremos a la práctica en vez de la charla de bar, de la distorsión humorística de una realidad insoportable por su mecanicidad, su inexorabilidad?  

  ¿Cuándo vamos a entender que el año tiene más de trescientos días, y que cada día podríamos ser dueños de nuestras decisiones, de nuestros impuestos, de cada espacio público, de cada institución? 

  ¿O será que la sociedad ya es más pobre que rica y la polarización nos lleva a refugiarnos tras de un muro, por las dudas quieran empujarnos al caldero donde hierven a los invisibles, los sin derechos, los sin recursos? 

  Tal vez por eso se prefiere la entrega y el saqueo antes que el libre acceso, donde pudiéramos cruzarnos con lo que no queremos ver, tal vez por eso los derechos humanos solo se respetan en retrospectiva, y nunca en tiempo real, porque eso sería favorecer la multiplicación de intenciones vitales despreciables a las pequeñas seudoelites que pretenden tener acceso a algún tipo de decisión política. 

   Sigamos poniendo carteles en Facebook mientras hacemos todo lo contrario en cada minuto de la vida real, sigamos vendiendo libertad como un producto de moda, mientras esclavizamos nuestras propias intenciones al vil consenso ajeno. 

  Ecología, indigenismo, socialismo, solidaridad, ciudadanía, antiimperialismo… como en una gran tienda, sigamos eligiendo las máscaras que nos permitan elevarnos simbólicamente sobre la masa acrítica.  

  Tal vez solo provoquemos indiferencia, hasta el día en que sea nuestra vida, nuestro cuerpo, lo que caiga en las irreversibles redes de la estafa, la destrucción y la muerte.

 

Hembras y machos

 


 

Bueno, “perdón” por decirlo, pero el machismo es tan malo como el feminismo, o viceversa, tan soberbio, tan inútil, tan falto de propósito real…

  Si el nuevo mundo que adquirimos al meternos de lleno en la sociedad de consumo, no tuviera su punto fuerte en la incomunicación, tal vez no existirían.  

  Y punto fuerte antes que nada y sobre todo en la incomunicación entre los distintos sexos, como forma de impedir una complementariedad primaria que genere cohesión y fuerza en su mismo estilo de relación.  

  Como personas nos volvemos -elegimos- volvernos egoístas y mezquinos, y plantarnos en una posición que genere los parámetros elegidos por ingenieros sociales hace doscientos años, y apuntamos a todo lo que viene decidido, predefinido, como si nos gustara o nos llamara desde nuestro nacimiento.  Como si el llanto primigenio de una criatura estuviera pidiendo desesperadamente un televisor y una estufa eléctrica, en vez de la teta y el calor de un corazón.  

  Vivimos pensando en comprar zapatillas nuevas, y en tachar de nuestra vida lo que no corresponde, sean los guachiturros o el capitalista de la esquina, porque así nos educan en la escuela primaria, uniendo con flechas lo que está bien, pero no nos dicen que nuestro lugar es irreal, que el fanatismo que cumplimentamos asistiendo puntualmente a su autoritaria consagración, nos es impuesto según sea necesario equilibrar una relación de fuerzas cualquiera.  

  Obviamente esta relación de fuerzas ya escapo hace rato a sus creadores, victimas actuales de la presión de la punta de la pirámide social.  Se aferran a la cima donde son masacrados por el sistema financiero, según el régimen mundial, autónomo ya, necesite consumirlos para seguir coexistiendo con el ser humano… pero… ¿Me estoy yeeendo del tema no? Un poco, parece, es que me gusta galopar…

  Entonces, como decía, en mi opinión, energéticamente, y sin desmerecer otras opciones  (que en la esencia vendrían a ser lo mismo, dadas las diferentes y posibles concepciones o configuraciones éticas-estéticas humanas, los diferentes ámbitos posibles de elección y aplicación) el hombre y la mujer, la mujer y el hombre, con mayúsculas, como personas, como individuos, están destinados a encontrarse naturalmente, por una complementariedad natural que enciende mucho más que el cuerpo.  

  Pero en la ecuación actual de moler personas para alimentar maquinas, esto no solo no es necesario sino que debe ser evitado a toda costa, pues en la liberación de los conceptos está el peligro de zozobra del sistema, y como válvula ultima de control, nos remiten al sexo, puro y duro, como si dos personas solo se pudieran encontrar en el espacio infinito que media entre sus pieles, en vez de tirar la doctrina por la ventana y comunicarse, cuero a cuero, pero desde adentro, sin volverse objetos en la cinta transportadora.  

  Así, manteniendo la individualidad, el sentido, la cohesión interna como seres humanos, dejaríamos de ser un panfleto, un agente multiplicador de la usurpación del mundo. 

  Ahí es donde son tan útiles el feminismo, el machismo, derrotando la irreductible, incontrastable individualidad de una persona, la posibilidad cierta de comunión, de comunicación, vendiendo una guerra que no existe. 

  …Cuando hablamos de machistas y feministas, generalmente estamos hablando de gente que necesita con urgencia una ideología que los justifique, que los abarque después de haber dado lugar a todas las contradicciones posibles, unas atrás de otras.  

  Casi sin excepción son cobijados con su incoherencia en un cuartel ideológico que enfrenta a su par extremo, donde libran una guerra sin retorno ni ganancia por la cuota de poder que nunca será entregada, porque a pesar de todo, un hombre no deja de serlo, y una mujer tampoco, y el no-lugar donde se elimina a la otra parte, para ser el todo, solo alimenta a las fraguas que aprovechan los restos para seguir dando combustible a una maquinaria social que nos machaca sin piedad. 

  Seguimos siendo biológicamente animales, y eso debe ser olvidado, para dominarnos, para pensar que la guerra de géneros tendrá vencedores, para reducirnos a la impotencia y la inacción, a la auto manipulación enfermiza en pos de un futuro cada vez más inhumano, pero con internet, DIRECTV, y PlayStation, ® Of course.  

  Desde niños nos enseñan a no decir pito, concha, culo, teta, etc., catalogando de malas palabras a cualquier mención a lo que nos enseñaron a tapar con la ropa, como si no fueran parte de nuestro cuerpo, y después nos venden cuerpos envueltos en billetes, imponiéndonos una meta prohibida y única, inevitable y oculta.

  De manera que el sexo pasa a ser un arma más de dominación, de sumisión, de control, y el placer se atomiza hasta relegarse a segundos de orgasmos, tal vez fingidos, que valen todo lo que entregamos como personas, a cambio de roles sociales, de adquisición de personas, de negación del amor como antigüedad caduca que no genera correlatividades económicas válidas.  

  Como solitarios samuráis, vaciamos a una mujer, a un hombre, de contenido, hasta quedarnos solamente con la cascara, con la apariencia, con lo que podemos mostrar (comprar, vender), y si no podemos solos, seguramente habrá gente alrededor que nos ayudara a defenestrar el intercambio, la fusión más íntima que lo que nos está determinado, para seguir fomentando un aislamiento, un extremismo genérico donde seamos victimas fáciles de estos buitres sociales.

  O tal vez todo esto no es cierto, y yo estoy equivocado, pero seguiré creyendo en hombres y mujeres de carne y hueso, que luchan y viven intensamente cada día sin necesidad de auto catalogarse, de arrinconarse.  

  Y preferiré atravesar la plaza en vez de mirar televisión, acariciar lo que sos antes que despreciarte en fantasías perversas, y desnudarme mirándote a los ojos, en vez de vestirte, mujer, con falso brillo, solo para consumir la mirada ajena.

11 octubre

Recalentamiento

 

 

Hoy me desperté con miedo, y no es la película que vi anoche, ni los sueños malditos que ya no puedo recordar. Hoy me desperté así porque ya en el aire había algo raro… por suerte no hay lugar abajo del somier para que se esconda nada, sino hubiera tenido que buscar la linterna y revisar, porque indudablemente había algo malo, lo sentí sin ninguna duda. 

  Paso sin calzarme por la cocina pero me arrepiento enseguida y vuelvo a ponerme las pantuflas, ahora sí, voy hasta la puerta de calle y abro un poquito, entreabro la puerta, lo suficiente para que me encandile el sol, y el calor de la tarde se meta sin permiso… las rejas brillan después del patiecito delantero. El calor es como una ola que sube, bailando en el cemento.  Esto está cada vez peor.

  Pongo el aire a 18 grados y me arreglo con un pulóver finito de lana de vicuña, muy lindo, con dibujitos de indiecitos saltando y todo, creo que lo compre por internet… 

  ¡Internet! ¡Corro a la computadora a ver si dice algo de la catástrofe inminente que se cierne sobre mi cabeza! Oh dios, esto es terrible, plagas por doquier, inundaciones, terremotos, olas gigantes, incendios, derrames de petróleo… hace mucho que no me actualizaba, realmente… 

  ¡Esto está cada vez peor! Subo a mi cuenta de Greenpeace y aumento la contribución mensual a cincuenta pesos ¡Ojala ellos puedan hacer algo! Porque a mí me supera. Salgo afuera nuevamente, bah, miro por las rendijas de la persiana, las rejas parecen derretirse por el intenso sol, ¡que estamos haciendo con la capa de ozono! 

  ¡Que estamos haciendo con el planeta! Es necesario generar conciencia, me digo y abro todas mis redes sociales, copiando y pegando las noticias, espero que a alguien le interese, entre todos podemos revertir esto, o nos cocinaremos en tan solo cien años.  

  Y si, parece mentira, pero con solo un grado y medio de diferencia promedio, los casquetes polares se derretirían y miles de ciudades costeras desaparecerían, ni hablar los tipos de esas islitas…mmm… no me acuerdo, escribo en una nota: “buscar islitas” pero la experiencia me dice que cuando la vuelva a ver será demasiado confusa y oscura así que la borro y escribo de nuevo: “calentamiento global. Islas. Peligro de inundación” no queda tampoco tan claro pero sabré interpretarla. 

  Mañana mismo buscare la Info para divulgarla.  Sigo copiando y pegando, me lo tomo en serio, pero lamentablemente, en el chat, la gente que no hace nada se burla como si no viviera en el mismo planeta que yo…

  Rasguñan la puerta, es Black and White que quiere comer, abro la puerta de atrás y un yuyo se me cuela adentro, que horrible que esta esto, cierro el camino al perro mientras me contorsiono para agarrar los platos, los lleno y  otra vez en su lugar, por la ventana miro mientras come, el patio esta horrible, lleno de yuyos y bolsas de basura rotas, pero él es feliz, trato de recordar el nombre de algún jardinero de confianza, no se me ocurre ninguno, tendré que consultar. 

  Después de tocar el perro me tengo que bañar, sino no puedo seguir, prendo la lluvia y me relajo con su relajante sonido, mientras hago caras en el espejo, practicando para la tarde, me desnudo y recibo el masaje del agua por un rato antes de empezar a enjabonarme, el shampú de bambú tendrá que alcanzarme por hoy, hasta que mi favorito este en stock nuevamente.  

  Esto de comprar por internet tiene su lado malo también, a veces mientras te decidís, vas a cliquear y antes de que muevas el dedo, zas “no disponible” alguien más se llevó el ultimo… apago el agua. 

  Me visto pensando en lo que voy a decir, tengo una hora para pensar en mi improvisación, escribo y borro, escribo y borro, hasta que me conforma y guardo el documento, y lo imprimo para memorizarlo, me hago dos sanguchitos de pan negro, tomate, lechuga, queso, jamón y huevo. Tengo que descongelar la heladera, pero no hoy, no tengo tiempo.  

  El remís espera en la puerta, preparo las llaves, miro bien a ver si hay algún extraño… salgo y cierro, salgo y cierro, abro y le indico la dirección al chofer, con su cara de culo, como si nunca lo hubieran tenido que esperar a él, arranca y vamos… 

  Que calor que hace, hago algunos ejercicios de respiración en el viaje, llegamos, me roba los diez centavos, no, no, está bien quedatelos, le digo como para que se dé cuenta que no lo volveré a llamar, tacho mentalmente a la empresa, y entro a la escuela, llegue tarde, tengo que atravesar el patio en pleno recreo, que desastre, este es el futuro del país! 

 Tanteo en el bolsillo el pendrive y entro al salón de actos, a preparar la mini charla, espero que los niños sean más receptivos que los adultos con respecto a la ecología…   

 

El tren fantástico

 


 

Hoy me di cuenta de una cosa, cuando haces las cosas de una manera distinta y sin embargo logras resultados, nadie los ve.  

  O si, poca gente, tal vez los aprecia y hasta los comparte, los disfruta, los reproduce.  Pero la gran mayoría de la gente se dedica a ignorarlos porque no podría reconocer el costo tremendo que paga, solo para recostarse a mirar televisión. 

  Y encerrada en su cuota de aislado poder, en su casa, en el segundo en que pueden hacer valer su autoridad, en vez de sufrir la ajena, la usan para asegurar y establecer que las posibilidades frente a sus ojos no son reales, que solo la esclavitud voluntaria es realizable.

   Y yo vivo mirando como en un circo, un teatro permanente, donde espero cada gesto y cada nuevo acto, infinitamente repetido, para reír hasta el hartazgo, y definir los límites de mi mundo libre, siempre cambiante, frenándolos o atrayéndolos con las apariencias, con la legalidad, con su ambición de poder, de energía ajena.  

  Y se retuercen creyendo que mi mundo se desperdicia, porque no tienen otro marco de interpretación que sumar y sumar para que el resultado sea cero.  Y un día se dan cuenta que ganaron nada, secos por dentro, mientras aún se espantan mirándome gastar el tiempo en sentirme vivo.  

  Pierden el sueño permanentemente para atesorar sus conquistas, y sin embargo que frágiles que son, contra la naturaleza, contra la chispa eterna del ser humano: cuando se descuidan, la jaula tenía otra puerta y quedaron solos después de haberse tragado la llave, y yo mirándolos, sigo mi camino.

  Y si les llegara a dar oídos, me enteraría de lo injusto que es el mundo, de cómo su esfuerzo y sacrificio (sobre todo ajeno, sobre todo sacrificio de personas, de las que todavía tal vez guarden sus restos como reliquias) se pierden en un segundo, se malgastan en el pico de otros buitres peores que ellos, que solo querían sobrevivir. 

  Y mientras lloran yo disfruto dejando crecer y florecer una semilla que en su fruto volverá a ser lo mismo, y me desperezo bostezando.  

  Y les digo… Tal vez este año me tome vacaciones, realmente estoy estresado… solo para saborear su odio, malgastado sin resultados tratando de destruir el mundo que no comprenden, que no pueden clasificar.  Los provoco solo para no tener mi vida al lado de la suya, y me divierto avisándoles a sus bestias de carga que el mundo todo puede ser distinto, y que además es posible. 

  Y cuando los rodeo y me aparezco del otro lado, en el infinito del mundo, y no entienden como corte camino, en su concepción del mismo como un riel a través del desierto, como pasajeros de un carísimo camarote, donde miran por las ventanillas sin darse cuenta que es solo una pantalla donde disfrazan de paisaje hostil los alambrados que los encierran.  

  Cobrándoles de estación en estación, tomando los desvíos precisos y abarrotados de idiotas útiles como ellos.

  Corro y disfruto de mi selva, y pinto en el horizonte puentes imaginarios para que los vean y se ofusquen, se sepan engañados, se desesperen de ambición, y salten del tren a veces, al mundo donde elijo yo, sin avisarles, sin decirles que todavía pueden elegir, también.  

  No me digan que si se desnucan no morirían felices, un segundo de libertad vale bien la vida, y cuantas cadenas de oro portemos, solo la convierten en un charco sucio, donde ruedas y ruedas pasan revolviéndolo hasta volver huellas muertas de barro, lo que pudo ser agua y vida reflejando el sol incandescente que nos refleja.

  Cada tanto vienen a ofrecerme collares y perlas, como si no viera que llevan atrás y lo que esperan desquitar, y los dejo, hablando solos, ofendidos.  No entienden todavía que todo lo que lograron no vale nada para mí, que ya lo descarte hace rato, que no sumo más equipajes. 

  Una sola mosca volando en verano zumbando en el aire es música, y no el ruido de abanico de los billetes que se ofrecen a cambio de todo lo que somos, de lo que pudiéramos ser, de lo que naturalmente hubiéramos sido.  

  Pero cuantos medios se erigen para borrar ese conocimiento, pintándonos una escalera eterna a la meta mística, capitalista, mecánica, donde todos nuestros sueños serán un día cumplidos, mientras con ellos, con nuestros verdaderos sueños olvidados alimentan la hoguera que nos quema, que nos consume a fuego lento, porque sus bocas viejas sin dientes no pueden tragarnos así como nacemos. 

  Un día muero como vivo, pero no me matan, no pueden hacerlo a pesar de todas sus amenazas, de todos sus fantasmas, solo podrían detenerme si acepto que me atrapen.  Pero al escapar herido y sangrando tal vez me renueve una vez más, y libre alcance un lugar fuera de las vías donde pretenden atarme, usando su convicción para ofrecerme la soga, como si yo temiera mis propias certezas. 

 Me quedaría  a verlos pasar adelante una vez más, para ofrecerles mi desprecio, si tuviera tiempo de mezclar mi tiempo con tales depredadores…

05 octubre

Ética para extraños

 


 


Vivimos esclavos de una ética de la dominación, pues quienes la imponen no la ejercen, no la respetan, no la temen.  Vivimos esclavos de la estupidez sin fin de deshumanizarnos, de desanimalizarnos, en nombre de la antisupervivencia, solo para que puedan juntarnos a cucharadas quienes se ríen de todo, y sobre todo de nosotros.  

  Cuando se acaben las buenas causas que defender, se volverá un crimen espantoso matar un piojo, y serán crucificados aquellos a los que no se los vea rascándose afanosamente la cabeza. 

  Claro que para sumar el control absoluto  y el miedo a la hipocresía y la doble moral que desintegran  la sociedad, los señores del castillo de acero inoxidable ejercerán el derecho de revisar a los sospechosos, entrar a los hogares controlando del primero al último, y absorber su tiempo contando los insectos que circulan por cada cuero cabelludo.

 Y todo se deberá al azar o a la voluntad maquiavélica, para lograr el ascenso de unos y la perdición de otros.

  Los pelados serán expulsados o muertos por la turba hambrienta y sus bienes confiscados, y según la necesidad, su mal se declarara hereditario y contagioso, y se perfeccionaran los métodos de identificarlos al nacer.  

  Su exterminio se declarará sistemático y necesario, aunque solo los señores en sus tronos de calaveras se reservaran el derecho de usar gorro.  Las pelucas se cotizaran a precio de oro... ¡Adivinen quien controlara ese mercado!

  Cuando finalmente la conciencia emerja, todo cambiara y los mismos señores serán los paladines de la tijera y el rapado a cero, y convidaran en sus castillos de hueso pulido a los líderes de la revuelta, donde por supuesto los asesinarán.  

  A todos menos a uno, que se salve para decir que todo lo anterior fue obra suya, y que ya no impedirán el progreso de la humanidad, solo atrasado por las plagas que favorecían, ahora todo será paz y bienestar.  

  Por los caminos de sangre roja seca viajaran lentos los inmensos contenedores de pan para los convencidos, y una vez más los ejércitos de (esta vez) peluqueros macabros, que tal vez de vez en cuando claven sin querer la tijera en el cuello de sus obligados clientes.

  Todos los heraldos del planeta cantaran en sus páginas el triunfo del bien sobre el peligro latente de los desacatados, que comiendo sus propios piojos, vivirán entre las sombras tratando de impedir inútilmente que la historia se reescriba ante sus ojos, que se manipule la memoria y la sangre de los muertos, de sus propios muertos, para decir que vivieron para afilar la espada que les corto la cabeza.

  Y en sus caravanas de polvo, los reyes de barro irán con paraguas bajo la lluvia, aparentando competir unos con otros, para que se quede con la decisión total sobre nuestras vidas, solo quien simule mejor lo contrario de lo que son.  Mientras, los hambrientos de carne y hueso juntaran monedas de lata entre las huellas que cortan en dos la ciudad, para no ver morir de hambre a sus hijos.  

  Sin embargo, algunos crecerán despreciando todo eso, y recogerán de los olvidados del tiempo las enseñanzas que les permitan volver a ser personas... ¿Todo comenzara una vez más?

 

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...