30 abril

Calles sin puertas, cárceles sin llaves


  Cada vez que salgo de mi casa,  y empiezo a cruzarme  con personas, me asombran las expresiones de la gente que come, duerme bajo techo, climatiza su casa, recibe un sueldo por un trabajo hereditario por el que no tuvo  que hacer mas méritos que el apellido, tiene dilemas tan importantes como la marca de la comida del perro o la ubicación de los focos en el quincho.  

  O tal vez otros dilemas, se nota, en sus caras eternamente preocupadas por el interés de los créditos bancarios y el vencimiento de las tarjetas, el estatus cada vez  mas difícil de mantener, acorralados por la cuota del colegio o el club y el precio de la  nafta, la moda y el murmullo social. 

  Evidentemente, el privilegio no genera felicidad, sino, solamente una manera sofisticada de financiar hasta el infinito la insatisfacción y el malestar.  

  He dormido tantas noches en baldíos y plazas, en descampados y basurales, que entendí el sentido de la importancia de la hipocresía, de la ostentación:  espantar el miedo ancestral a ser asesinado en sueños, indefenso, o sin sentido, acorralado por  el solo hecho de parecer un bicho: raro, equivocado, fuera de lugar.  

  Instintivamente haremos cualquier cosa por alejar el frio sarcástico y tenaz, interminable, que parece nacer desde los mismos huesos, el hambre acosadora que se lleva la carne del cuerpo un poco más cada día que pasa sin comer, y el  ruido cada vez más fuerte de los valores y los parámetros cayendo sin parar, de las expectativas derrumbándose aplastadas por una realidad prefabricada por poderes monolíticos que no parecen tener otro fin que nuestra destrucción, nuestra locura.

  Esa gente tiene miedo de si mismos, de su propia conciencia de inutilidad, de su incapacidad creativa, que en cualquier especie y en cualquier ser vivo sobre el planeta lo condenaría a su lenta o inmediata extinción.  

  Sin embargo, en esta Tierra sobrepoblada por la raza humana, esa triste inoperancia se convierte en una garantía de dirección y gerencia, de gestión, ya que solo seres completamente inútiles serán aprobados para regir los destinos de sus contemporáneos, sin dudas, como siempre, encaminados a saltar maniatados hacia el abismo, como todos los que los precedieron.

 Mentirse a uno mismo es el cenit de todos los valores y desvelos sociales, y, solo un efecto secundario, la mentira ejercida hacia los demás: queremos y necesitamos creernos, para no perder la soberbia, la grandilocuencia, señores feudales de nuestro imperio bípedo.  

  La única luz al fondo del túnel es aplicar nuestros esfuerzos a  nuevas metas, aun mas detalladamente perfeccionistas e  inútiles, insensatas que las anteriores, para no caer de la bicicleta del progreso permanente que nos  empuja a seguir pedaleando hacia ninguna parte.  

  Buscamos  en  la diferenciación  un sustituto al  liderazgo que  nos ha  sido negado por  las leyes, la historia y el código penal, tan generoso para perdonar  a los antiguos fundadores como eficientemente drástico para condenar por  anticipado  a los nuevos  pioneros,  sedientos de territorios, dinero  y poder.

  Claramente establecido el orden, como la resaca, todas las leyes se aquietan en la  orilla barrosa, sangrienta y anárquica y se olvidan de  las profundidades donde los peces gordos nadan lentamente sin preocuparse  mas que de abrir la boca para dejar entrar la comida  que cae del remolino de los contribuyentes en pugna.  

  Los peces gordos son muy pocos, y el resto no tiene mas valor que la comida para perros.  Sencillamente, es la manera en que se ha construido el mundo en el que vivimos, y nos quedaremos mirando, como antes se quedaron mirando nuestros padres y abuelos, sin hacer nada por evitarlo, enganchados en el anzuelo del confort  universal que se les prometía.  

  Es así que aceptaron destruir el mismo mundo donde vivían, llegando a la situación actual, donde una persona de cada cien millones es prácticamente dueña sin discusión del cien por ciento de un planeta que nos pertenece a todos, objetos, naturaleza, personas, vidas y muertes, más allá del maquillaje del sistema y las democracias, el emprendedurismo y las ideologías, la ley, el orden, la moral, las reglas.

  Nos embaucan permanentemente con la supuesta existencia de valores como la justicia, aunque esta sea posible solamente en historietas. Los héroes siempre están enmascarados para que podamos vernos, pensarnos en su lugar mientras nos conformamos con nada.

  Somos lectores y caminantes de una flotante realidad virtual  que se superpone amablemente a todo lo que no podemos soportar, aferrándonos a fabulas estadísticas, proyecciones utópicas, intenciones mágicas de payasos mesiánicos hasta el último momento.  Un día cualquiera, saltamos al escalón pero le erramos, aplastándonos contra el suelo.  Hemos caído.

  Cada vez que me mezclo -o me enredan- con los rimbombantes floreos de la interacción  social, hipócritas y manipuladores por definición, observo las sonrisas estiradas, practicádamente autenticas, el asco y el odio subyacente bajo la camaradería que permite sumar tiempos y esfuerzos para encarar proyectos comunes  antes de usurpar y canibalizar los mas pequeños logros para convertirlos en  beneficios individuales y perjuicios socializables, y siento nauseas. 

  Ver personas, voluntariamente desmanteladas de todo valor y decisión propia para surfear en la avalancha  de restos humanos que se desmoronan intentando escalar el universo abstracto de la supremacía social, es un espectáculo completamente antinatural...pero  es permanente.  

  Implacable, la presión hacia abajo del sistema, hace obligatorias todo tipo de  actitudes  disruptivas encaminadas a saltar a  tiempo del  piso que se agrieta, antes de terminar cayendo hacia el infinito, hacia el inframundo de los desheredados, ese interminable  páramo donde la vida y la muerte y un pedazo de pan pueden llegar a valer lo mismo.  

  Adictos, ratas, mandaderos, delatores, hambrientos, solitarios, asesinos, perversos, abusados,  abusadores, degenerados, mediocres, traidores, temerosos, cómodos, aduladores, psicópatas, mercenarios, déspotas: el paisaje  es el mismo a uno y otro  extremo de la escala social.  Todos buscando un nicho mejor donde refugiarse  de los escombros de un mundo que se  derrumba aceleradamente sobre sus cabezas. 

  En  realidad, no hay un lugar  donde escapar, todo está  podrido, seco y muerto, las  cosas  se derrumban desde adentro, la adicta que vende su esmirriado cuerpo -por una dosis de crack- no  tiene mayores  o menores esperanzas que  el  financista que asiste al estallido de la burbuja inmobiliaria  que lo dejará  "desnudo" y expuesto a sus acreedores, organismos de control, ex socios, y etcétera, todos tan ansiosos a la vez de recuperar su dinero como de permanecer al margen de toda consecuencia del asunto. 

   El único motor de la sociedad es un dinero cuyo valor ficticio representa a un poder ficticio, que vela imaginariamente por un  bienestar  común, en servicio del cual, los verdaderos  detentadores del  poder, se doblegan voluntariamente, para  aportar a  la  igualdad, la fraternidad, la hermandad de  la  raza humana en su  totalidad, solo entorpecidos por invisibles enemigos inalcanzables que impiden  permanentemente el logro de tan loables objetivos.  Todos los medios y todas la voces autorizadas lo  explican de esa manera.  

  El problema  somos nosotros, y nuestra enfermiza tendencia a seguir siendo seres humanos, y escapar de todas las reglas y los ritmos naturales, y a la vez, de todas las funestas consecuencias del esquema de poder nefasto que soportamos con la secreta esperanza de que algún día, por casualidad, estaremos en la cima de la pirámide, y ya no nos tocaran las miserias del  mundo, las injusticias y la violencia... 

  Pero todo se  replica, y no hay diferencias entre la llorosa  madre que  golpea puerta por puerta intentando averiguar quien compró el ventilador que todavía no termina de pagar, malvendido por su hijo para  adquirir drogas, con el humillante itinerario del ministro de economía de nuestro país o cualquier otro, mendigando divisas que le permitan  mantener la cabeza afuera del agua hasta el final de su gestión.  

  Los desesperados no tienen necesidad de fingir, la calle es más honesta que los salones, el hambre más auténtica que una corbata de seda, la afiebrada voluntad de los  excluidos  y  desamparados más audaz que  la corrección  de los ministros y generales.

   Hay nueve mil millones de personas a un paso de perderlo todo: esta paz armada que florece en guerras asimétricas, este dominio técnico-industrial que nos mantiene comprando novedades dictadas por el televisor, no tiene mas posibilidades de perpetuarse.  

  No hay mas opciones en  la actualidad que la  rebelión total, o la sumisión total, ahora sin adornos, dulces ni premios, solo castigos, solo muerte y exclusión, esclavitud. Sin embargo, seguimos siendo nosotros, los que tenemos la posibilidad de elección.  

  Ahora  mismo, mañana, todo el tiempo.  

  Supuestamente, eso es un consuelo



24 abril

Destino: guerra

 

  Un día abrís los ojos.  Sonó el despertador y el mal humor con que arrancas el día parece el mismo de ayer, pero no es el mismo.  Un día salís al patio a tantear el rocío y el fresco de la mañana, antes de vestirte del todo, y en el aire hay algo nuevo, que no alcanzás a identificar, algo que viene corriendo como una manada desbocada de caballos, salvaje, impulsiva y desprolija. 

  Un día alguien que te odia en secreto por motivos que no puede divulgar, o, peor aún, que no puede descubrirse ni siquiera a si mismo, entre la soledad de la noche y el furtivo silencio de los paseantes nocturnos, te declaró la guerra a muerte, sin darte derecho a saberlo.

  Su caldera mental explotó por cualquier ínfimo motivo y sólo halla consuelo en el pensamiento de tu humillante y última derrota, en el placentero gotear de la sangre que llena su imaginación y su maldad envuelta en sonrisas, hasta el punto de limarse unos contra otros los dientes apretados por el solo recuerdo de tu ofensiva existencia.  

  Como una serpiente despertando del invierno se enrosca y desenrosca preparando el terreno, sembrando su inicuo aborrecimiento en semillas de difamación y burla, de falsos torcidos elogios, de desesperadas zancadillas tardías, erradas en el afán de cumplir su cometido sin darse a la luz.

  Un día se vuelve un lujo tantas narices respirando, gastando la cruel atmósfera que apaña a unos y otros sin preguntar, el absurdo sol que ilumina y calienta por igual a los que odian y a los que son odiados.  Un día el lobo no aguanta más su piel de cordero y gruñe, desconocido y abstracto.  

  Y se babea cada vez más indisimuladamente, furioso, con el sabor de su propia sangre que prueba mordiéndose la lengua al imaginar tu carne, sin percibir el desconcierto que sus nuevas actitudes causan en el rebaño hasta hoy confiado, y mañana atento, cerrando filas ante el peligro común del depredador, del carnívoro que ahora patea la cesta de manzanas furioso, buscando enemigos entre los que parezcan intuir su disfraz, entre los que no salgan corriendo a linchar a su oponente.  

  Enjaulado por la necesidad de mantener las apariencias, el lobo aprendió de viejas fábulas y acecha a los pastores sin dejar de lamerles las manos, aceptando caricias con la fingida mansedumbre con que oculta su asco y su sed de venganza. 

  Un día el lobo desbocado abandona su lugar favorito junto al fuego para salir a cazar sin darse cuenta que esta viejo y fofo, y en la pradera inmensa y sin dueño se siente solo.  El frío de las caricias que le faltan le atenaza los oídos, y su trote que imaginaba majestuoso es desacompasado y lento, trabajoso, inelegante.  

  Sumido en sus pensamientos de lobo viejo, camina escupiendo improperios como si el mundo fuera suyo por derecho propio y divino.  Camina sin rumbo como si estuviera solo en el mundo, buscando un rastro que se esfuma entre la hierba fresca sin atinar siquiera a levantar la cabeza como si nada mas existiera, como si no lo estuvieran mirando, como si nunca hubieran esperado verlo escapar de su disfraz.  

  El lobo domesticado jadea sus pensamientos: sangre, destrucción, muerte!  Disimuladamente entra al bosque sonriendo, como si fuera a aparecer la Caperucita que leyó en sus antiguos libros de texto, tan caducos como él, sin darse cuenta que el cazador, quieto, lo observa.  


20 abril

Soledad Universal (Poesías)


 Destino sin preguntas


El zorro no se pregunta por qué lo corren los perros

El perro no se pregunta por qué vive encadenado

El cazador no se pregunta por qué lo humilla el empresario

El empresario no se pregunta por qué lo somete el rey





Vacío


Lo natural de la inmensidad, el espacio, el vacío...

Inconmensurable, inalcanzable, incluso, al pensamiento

Que no este atado a la estupidez cósmica-científica

Que nace de la necedad absoluta, total, de ser el centro

Del universo, de nuestro universo, de nosotros mismos, del yo.

Se refleja ante el menor descuido, en el voraz espejo

Con que nuestro corazón retiene los últimos restos del instinto

Que nos llama a escapar de cada trampa que alimenta nuestra felicidad. 



Contenido inapropiado

 

Blancos  y negros, para llenar un tablero:

Quien fue el primer inútil, que inventó la esclavitud?

Acaso no sentía tantas ganas de limpiar su propio culo?

No es humano el sadismo, fue aprehendido.  Un parche...

Que tapa la pequeñez de ser humanos, y nada mas...



Sr. "Gobernador" 


Y que vas a hacer el día, que suenen todas las campanas?

Cuantas hileras de ladrillos has logrado sumar, a tu inútil aislamiento?

Perros, alambradas, cámaras, guardaespaldas, cuantos policías

Serán menos corruptos para morir por vos? Sangre

…Se renueva, corre, inunda las calles, en tus suelas, las huellas,

No se borraran jamás, la soga descansa en un estante, cerca de tu almohada.

Miles de perros sueñan despiertos, esperando un silbido, una llamada...

A comer... carne humana, las cuentas ya fueron pagadas!



Sistemática 


Vivir...en un castillo de arena.  Al borde del mar, ni siquiera hace falta la tormenta.

Imparcial: la marea toma y deja, sube y después se va.

Baila a su son cada grano de arena, baila,  caracol, baila, hoja seca...

La resaca que deja está llena de nuevos espejitos y cuentas de colores.

Al fondo se van el oro y los imperios, sueños, diamantes, esperanzas.

Nuevos pájaros caen desde viejos cielos, con el pico listo, escarbando...

Grandes peces se hunden al abismo, imperturbables, eternos.

Y nuevos niños desnudos erigen con sus palas, otras construcciones...

Para que brille un segundo del tiempo inmutable, que gastan.


Amanecer nocturno


Nada está predeterminado

Sin embargo, nada escapa...

Soberbia raza humana 

Volviéndose plaga, por aquí...

Y por allá. Inventando truenos,

Luces y tormentas ilusorias:

La naturaleza afila, prepara su guadaña.

El equilibrio será pronto restaurado.


Es tan difícil comprender

Desde la cima del mundo

La sencilla y dulce clara voz

De la mañana. Se espesa el tono

De la antigua condescendencia

Que permitió multiplicar todas las ofensas.

La gota de sangre que hoy espanta

Será un chorro mañana, y el charco 

Verá nacer una vertiente que arrase

Todo lo que una vez amamos obligados

Burbujeando entre rotos pedazos

De viejos liderazgos y cínicos bastardos 

Refugiados en las oscuras sombras 

Que dibujan, fingiendo, los esclavos.






Testigos

No hay otro planeta adonde escapar.

Solo hay mil motivos para hacer la misma cosa.

Solo hay un motivo para hacer mil cosas distintas.

Y después?  Esperar, un rayo de luz, una lengua de sombra.

Porque todo es lo mismo, la misma cosa:

Todo es igual si estas vivo, todo es igual si estas muerto.

Y una sola gota de lluvia puede rajar, el mundo al medio.



Como el campo mosqueado por las primeras espigas de trigo

Tu piel refleja todavía el sol caliente de la tarde

Cuando la luz de la luna llena chorrea en mi ventana

Me gustaría saber, que estas haciendo...







17 abril

Sexo salvaje

 



  Que  misterioso es el sol, asomándose desde la misma noche, que asombroso, mágico, que exista la lluvia y las hojas, los árboles, la arena y las estrellas... es todo tan nítidamente perfecto que cada cosa encaja en su lugar.  

  Pero miremos, esta raza humana, detengámonos en el cuerpo de una mujer: en un terreno ondulado y suave, del que nacen herramientas cotidianamente funcionales como brazos o piernas, de repente hay un hueco, una cavidad oscura, babosa y tibia al mismo tiempo, que nadie sabe para que sirve o adonde va, un agujero que mira el suelo y termina tal vez en el infinito.  

  Claro, ahí está el hombre, como contraparte, quien entre sus inquietas y ansiosas piernas esconde una punta sin sentido, una flácida protuberancia extensible que puede volverse dura como una rama y apuntar, oh casualidad, al fondo del hueco misterioso con una instintiva facilidad de primate en  busca de perpetuar la especie una generación más.   

 Pero claro, cojer como conejos no genera divisas, no concentra el poder hacia los poderosos ni la riqueza hacia los ostentosos millonarios.  Al contrario, un acto de tan espontanea libertad, tan descarado y gratuito placer, iguala a todos desde el mismo formato de la especie: cuerpos que se despojan del poder al perder la ropa, cuerpos que retoman su poder con la desnudez, a través del placer, el goce... 

  Es entonces cuando se desnaturalizó todo, y se separó el sexo  del amor, por centrifugación, a través de miles de propagandistas alabando la castidad y el decoro, la ausencia de placer y la frustración compartida como meta, como rutina, al mismo tiempo que generaban la prostitución y la pedofilia, la perversión y el sadismo, como base y como fundamento de toda élite que acumule y regentee la dominación de unos seres humanos sobre otros.  

  Es que el cuerpo tiene el poder de volver la mirada hacia nosotros mismos, volviéndonos a reconocer como sagrados, indivisibles, inapelablemente ajenos a toda autoridad y todo autoritarismo, sea este militarmente ejecutado o socialmente tolerado a través de la farsa de las elecciones y otros fraudes siniestros.  

  Y desde  esa conexión que da la penetración, el roce, la caricia, la mirada, la entrega, el orgasmo, el sexo nos permite observar también a la otra persona...reconociéndonos sin la necesidad de jerarquías artificiales, abstractas.

  En un mundo que nos usa y nos descarta cotidianamente, que nos quiere de instrumentos de polarización y violencia, de destrucción mutuamente asegurada, de repente nos volvemos instrumentos de liberación, de placer propio y ajeno, y hasta  de amor en vez de odio, lo cual no acumula el poder ni genera instituciones ni lideres, ni culpables ni chivos expiatorios.  

  Al contrario, todo acto de libertad sexual, de igualdad en la desnudez de seres vivos, de mutuo acuerdo y consenso, es visto como un peligro y una latente amenaza a todo esfuerzo de opresión, a todo infame sometimiento material o ideológico.

  Pero los animales copulan o se matan sin necesidad de preconceptos, mandatos o regulaciones, simplemente viven su intensidad sin limitarse más que por las jerarquías naturales y necesarias que aseguren la supervivencia del grupo o de la especie.  

  Sus limites son el cansancio, el hambre, los dientes, o la voluntad nacida del instinto.  

  Nosotros podríamos mejorar eso, aunque generalmente somos atrapados por una red  de prejuicios y prohibiciones, miedos, censuras, violencias, mandatos y tabúes que nos detienen en la contemplación y consecuente idealización del cuerpo ajeno, y el propio: el imperio de la mente, de las palabras, del tráfico de personas y la mercantilización.

  Además de todo eso,  nos quedamos sin probar las texturas de la piel, en vez de la mercadotecnia de los catálogos de lencería. Nos quedamos sin el instinto y el encuentro desde un formato mucho mas sano y vital, donde solo exista el goce, para encerrarnos en categorías absurdas, esclavizantes imperativos "morales" o imposibles y enfermizos modelos estéticos y supuestas métricas estándares del cuerpo.

   Pero "La Razón" defendida por igual por economistas y filósofos, por dictadores, políticos, generales y filántropos nos manda a sentirnos culpables hasta por masturbarnos en soledad, pretendiendo obligarnos a atar todos los deseos y las necesidades a un abanico de posibilidades acotadamente comerciales, perversamente elitistas, ridículamente autoimpuestas a través de la represión y la repetición de un discurso absurdo que no duda en usar a la religión y otras funestas invenciones humanas como fundamento y prueba de su supuesta verdad.

  Lo que todavía nos protege  del estado de indefensión conque somos atados y empaquetados por la espantosa maquinaria del utilitarismo político, económico y social que define y absorbe todas nuestras horas, es poder atravesar esos limites hacia el placer consentido y mutuo donde toda imposición y hasta todas las palabras sobran, donde los cuerpos y los sentidos hablan.  

  Podemos escuchar aun a nuestra tibia piel para encontrar unos minutos de felicidad y no empantanarnos en la rutina ni la mediocridad que inunda el resto de las actividades humanas.








 

16 abril

Usurpaciones

 



  Vivimos en una era...vivimos en la era de la representación.

  Es mas importante para casi cada cualquier persona, lograr una trabajada imagen -poco importa que sea falsa- que mostrar a los demás, encajar esa imagen en una trabajada realidad diseñada milímetro a milímetro por la ingeniería posindustrial que arrasa el sentido de nuestras vidas, y lograr subir en la percepción de un ranking ficticio de éxito instantáneo que a nadie le importa ni se toma realmente en serio.  

  Es mucho mas interesante  y efectivo construir una imagen irreal que pueda ser semiperfecta, cambiante, lucrativa, intercambiable, antes que arriesgar un gramo de energía propia en investigar o probar sus auténticos intereses y sus mas instintivas búsquedas de sentido a través de una relación real con el mundo que la rodea. 

  La representación, se ha vuelto lo real, a través de nuestra incomprensible necesidad de evitar el desacuerdo y el dolor de pretender ser nosotros mismos en un mundo plastificado por la previsibilidad total, de librarnos del cansancio de la derrota y la impotencia de intentar caminos que se cierren a nuestras espaldas sin abrir panoramas claros al frente.  

  Hemos aprendido, aprehendido a parecer antes que a ser, a dejar de lado todo lo que no siga la corriente aceptada y aceptable de las actitudes usualmente esperadas, de los deseos rutinariamente adaptables al catálogo que nos ofrecen las tiendas y los supermercados para pagar en incómodas e interminables cuotas.  

  Nos hemos convertido en nuestro propio titiritero, atentos a manejar los hilos que permitan mostrarnos exactamente como debemos parecer para boyar en la corriente principal del sentido fabricado por las corporaciones, para convertirnos en un producto dócil y útil.  

  Somos como esos perros que caminan orgullosos adelante de sus dueños, llevando la correa entre sus dientes para que no se arrastre por el suelo. A esto le llamamos libertad, y, a la caricia indiferente del amo, que recibimos como todo premio por cuidar su capital, le llamamos "Democracia Moderna Formal".

   Y así, nos acostumbramos a obedecer sin pensar, sin cuestionar, a caminar adelante del carro ladrando y ladrando, anticipándonos al diseño de nuestros propios deseos.  La realidad es imposible de soportar, porque nos hace imposible soportar la realidad.  

  Vivimos 24 horas al día listos para defender el marco teórico que nuestro estilo de vida nos requiera para poder comprar el ultimo electrodoméstico inteligente, el ultimo teléfono, usado para monitorear nuestros inútiles pensamientos de esclavos útiles.  

  Claro, eso es "lo más", porque la previsibilidad es el valor mas apreciado en un mundo donde eternamente esperamos sentados que nos abran la puerta para ir a jugar a los seres humanos.  

  Entonces nos ponemos el zaparrastroso traje gastado de una ideología cualquiera que percibamos como escalón a nuestros fútiles logros, aunque acceder a ese confort sin sentido cueste vidas reales de desconocidos invisibles, que no alcanzaron a mimetizarse con el poder, intentando ser personas, individuos, seres vivos, en el completo sentido de la palabra.  Serán completamente arrasados en nuestro nombre.

  Y así, a través de nuestras aspiraciones modernas delegamos dócilmente conciencia con la inercia de las piedras que lleva el río, con el inexorable destino de una gota de lluvia que caerá contra el suelo, aunque sin dar vida, sin generar nada.  

  El corolario de todo esto es que los mas inescrupulosos y canallas oportunistas aglutinan esas indiferencias pretendiendo representarlas, validando lo ilegitimable a cuenta de un pequeño porcentaje de respetabilidad que se resquebraja apenas es contrastado con las intenciones reales que pretenden mantener ocultas para siempre.  

  Pero la vitrina donde esconden sus mentiras, sus reales intereses, y las mascaras que les proporcionan sus patrocinadores, queda cada vez mas visible en un mundo que se angosta hasta la micronización, con respecto a las expectativas y posibilidades reales de devolución que los idolatras pueden aspirar a recibir a cambio de su levantisca y afiebrada militancia sin sentido por el ascenso de los inicuos: empiezan a morir sin premio, a sufrir castigos ajenos, a perder lo poco que habían logrado por su propio esfuerzo, a ver como se despiden del éxito como un bote a la deriva se entrega a la borrasca que lo aleja de la isla de la fantasía.

  El sistema caducó, es lo único evidente por si mismo, en medio de tanta propaganda y tanta noticia falsa, de tantos imbéciles defendiendo al afilador con el cuchillo en la garganta.  

  Es hora de volver al mundo real, de actuar, de generar la realidad cotidiana por nosotros mismos, mientras nos deje un rincón la Inteligencia Artificial, el foro de Davos, el banco mundial, el FMI, la OTAN, la misma ONU y todos sus tentáculos, y cada institución miserablemente urdida para mantenernos como moscas en una telaraña, vivos, para esperar el aguijón que nos extraiga toda vitalidad y toda voluntad propia. 

  Es preciso afilar los machetes y salir a matar la araña, y todas sus crías, si todavía queremos tener alguna esperanza...   






Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...