27 abril

Economías de guerra

 

  


  Por ahora miramos a los recicladores con desprecio, su inestable vida revolviendo la basura ajena nos parece lejana, aunque un poco pintoresca: anhelamos quizá su libertad, aunque eso implique la total incertidumbre. 

  Por ahora, nuestro hogar permanece en pie, y nuestras posesiones son indiscutibles, podemos respaldarnos en nuestra familia y amigos, y compartir opiniones o descargar nuestro estrés en variados formatos institucionales como clubs o asociaciones con diversas perspectivas, intereses compartidos u objetivos comunes. 

  Pero... Que pasaría si todo eso desaparece?  Estaremos preparados para vivir de acuerdo a las reales posibilidades de la raza humana? A atravesar cada día sin mas herramientas que nuestras propias virtudes, tenacidad, capacidades, resiliencia?

   Estaremos preparados para sobrevivir sin mas posesiones que nuestro propio cuerpo desnudo?

  La guerra afecta a la economía, la economía afecta a la guerra.  Parece una ecuación de dos vías pero en realidad es una sola, no hay mas que un objetivo y una dirección: la única función de la economía es sostener la guerra y, aunque no nos hayamos dado cuenta antes, el completo esquema de retribución mundial, y por lo tanto, los diseños económicos nacionales apuntan en esa única dirección.

  Por supuesto!  Cada posibilidad y cada curso de acción permitido en la pequeña escala, como personas individuales, está definido por y para un estado de confrontación, donde no somos considerados mas que como un recurso(humano) que genera recursos políticos y económicos.

  En definitiva, cada tecnología y cada descubrimiento, es apoyado y permitido -o no- en cuanto a sus posibilidades militares (siempre fue así, y hoy mas que nunca). 

  Por eso, por ejemplo, estamos financiando de manera monumental, con nuestro tiempo y nuestro dinero, con un abrumador consumo y desperdicio de valiosos recursos no renovables, con cada una de nuestros conocimientos, a la Inteligencia Artificial.  

  Estamos financiando este monstruo que bosteza bajo nuestra cama por qué, a la capacidad de administrar armamento, lo cual sería en realidad secundario, suma la posibilidad de un control interno total, de un conocimiento de la subjetividad personal y del entorno propio de cada ser humano con el que todos los totalitarismos soñaron.

  Por supuesto, no podría ser de otra manera, ya que la paz es enemiga de la concentración económica y del capitalismo, y por lo tanto de su mas perfecta expresión, la democracia.  Solo en un estado democrático, las personas pueden ser sometidas por su propia voluntad a las mas absurdas reglas, nacidas del miedo y la ambición, pero fundamentalmente del desinterés y la delegación automática del poder.  

  Solamente a través del entramado incomprensible de leyes y regulaciones que complejizan las simples relaciones humanas, puede llevarse a la sociedad entera a un estado de polarización permanente donde identifique y acepte como enemigos a los que caminan cotidianamente a su lado.

  Esto tiene ventajas incomparables, ya que a partir de esa dinámica -que replica las relaciones internacionales- se logra concentrar recursos y decisiones a niveles inexplicables, ya que los supuestos beneficios son imposibles de comprobar y los daños, evidentes: a toda hora, en todo lugar.

  Claro, vivimos segmentados, compartimentados en nuestra pequeña jaula virtual, sectorial, de clase.  Es por eso por lo que no nos damos cuenta que solo nuestro encierro nos permite ignorar el modo en que somos esquilmados y aplastados.  Y eso sucede para favorecer a una minúscula élite que juega a darse de topetazos mientras aplaudimos a uno o a otro.

  Pero recién nos damos cuenta cuando empieza a faltar el pan en nuestra mesa, porque hay que subsidiar a las fábricas de pólvora.  Nos damos cuenta recién cuando empiezan a sobrar los lugares en nuestra mesa, porque hay que alimentar a las trincheras.  Y eso pasa tan lentamente que ya es demasiado tarde.




  Toda toma de conciencia es póstuma y equívoca, ya que luego de dejar que nos embauquen agachamos la cabeza y aceptamos lo que venga.  Si.  Es que somos patéticos patriotas, fanáticos nacionalistas, celosos y vigilantes guardianes de las tradiciones y el territorio.  Claro, todo esto si no nos imponen demasiado esfuerzo, no mas que agitar una bandera, o gritar Hail Hitler, Viva el Duce, Compañeros, Camaradas, etcétera

  Si no se reclama nuestro esfuerzo, todos estamos de acuerdo en hacer grande a nuestro país de nuevo, pero eso es solo el comienzo.

  Antes que empecemos a llenar de monedas la barriga de nuestro chanchito, empiezan a recortarnos las ganancias para mejorar el coñac en la mesa de los generales, y despues, vemos los impuestos (que iban a bajar) subir hasta las nubes para adquirir las medias de los friolentos soldados...Y la batalla recién empieza!!

  Antes que reaccionemos comienzan a expropiar y saquear con la excusa del bienestar nacional, a encarcelar y torturar con la excusa de la defensa de la libertad y la democracia.  Es más útil una fábrica de botones para uniformes que las vidas que usan para alimentar su matricería.  Ahora, todo finalmente se encamina. 

  Un día nos encontramos sin mas intereses ni esperanzas que seguir el itinerario de las cambiantes victorias y derrotas, calculando el lado de la frontera que nos va a tocar, alimentando la muerte propia y ajena para llegar a una supuesta paz que se aleja como un hambriento perro que queremos mantener a nuestro lado solo con silbidos y caricias, como si el amor ahora pudiera rescatarnos de las bombas que fabricamos cuando pensábamos que solamente caerían del otro lado.

  Un día nos encontramos corriendo y ya no importa nada.

  Un día navegamos entre escombros buscando los restos de nuestros seres queridos mientras las corporaciones festejan un nuevo prototipo millonario de avión ultramoderno que no requiere mas que nuestro último esfuerzo para poder volar a salvarnos.

  Todo parecía divertido cuando jugábamos a "La edad de los imperios"




26 abril

Diplomacia

   

  



 " ...La verdad no puede revelarse abiertamente, no solo es peligroso sino también inútil.  Nadie cree en una verdad que pueda ser dicha a gritos.  Nadie cree en lo evidente.  Nadie cree en la realidad aunque le muerda los tobillos. "

  El hombre que lo escuchaba soltó una pequeña e involuntaria risotada: acostumbrado a la muerte sangrienta y el dolor, la imagen de la realidad mordiendo tobillos como un pequeño perro le pareció no solo graciosa sino muy acertada.  Lo único que había que tener en cuenta, es quien lo lleva atado a la correa. 

  Esa pequeña mascota de dios llamada realidad, podía ser manejada y alterada, manipulada, aprovechada, y a eso se dedicaba su familia desde hace generaciones.  

  El hombre atado en la silla prosiguió su reflexión, nadie mas en la sala había acompañado la risa del hombre alto, o siquiera sonreído.

  ..."Pero todos creen en la mentira, aunque los lleve a la tumba, y es por eso que cada verdad debe ser disfrazada y disimulada entre velos de falsedad para poder ser expresada."

  El hombre alto se sentó, esto le interesaba: la técnica.  Todo lo que fuera un instrumento, lo que fuera útil, era de su incumbencia. 

  "...Esto no es ajeno al resto del universo, de la naturaleza.  Todo esta oculto, disimulado, porque hay fuerzas más letales, más antiguas y misteriosas que nuestras peores armas.  

  Para permanecer no alcanza con la perseverancia, hace falta el engaño.  

  Así como una flor se compone de pétalos que se destacan y brillan y luego caen marchitos, para que un pequeño grano de polen insignificante pueda unirse a un óvulo, transformarse, dar origen a un fruto o a una semilla, cada uno de nuestros actos, o de los hechos del universo, tiene un costado aparente, y otro que no es evidente aunque sea lo único real y permanente."

  El hombre sentado en la silla frunció el ceño, por un momento, el encadenamiento de palabras y conceptos extraños lo sobrepasaba, y eso lo ponía de mal humor.  Con lentitud volvió a acariciar el gatillo de su arma, pensando en la necesidad de escuchar al traidor.  Pero el otro hombre siguió hablando.

  "...Por eso la flor nos regala su belleza, nos deleita con sus pétalos, o no podría hacerse semilla y fruto, y su linaje se extinguiría.  Cada pétalo marchito que cae al suelo diluye nuestro interés, y mientras nos enfocamos en un nuevo engaño, el tesoro de la vida crece ante nuestros ojos hasta madurar y asegurar la continuidad de la especie.

  Nacimos, para ser engañados.

  Nacimos para ser engañados y evitar cualquier interferencia con la verdad, dejándola crecer, o para lanzarnos a su mismo centro, haciéndonos parte de su creación."

  Ahora el hombre alto, que permanecía sentado en la silla se revolvía nerviosamente en cada célula de su cuerpo, aunque nada en su expresión lo denotaba.  No alcanzaba a comprender el exacto sentido de las palabras, de lo que ocultaban en medio de tanta fanfarronería y falsa sapiencia, y sin embargo, no podía, adelante de sus subordinados, sus colaboradores, emitir o siquiera insinuar ningún gesto que implicara desorientación, asombro o perdida de control. 

  Lo único que podía hacer era entornar levemente los ojos y sonreír torcidamente, acomodarse en la silla como si estuviera aburrido en vez de incómodo y dejarlo hablar, como si esperara que entre tanto discurso, se le escapara algún indicio de lo que estaba esperando escuchar. 

  De repente miró a la mujer, la única que destacaba con su elegancia entre tantos hombres toscos, y señalándola dijo: Esto, es una flor. 

  Esto: es verdad o mentira?  La mujer sonrió, halagada.

 "... "Eso"?  Esa mujer?  Claro que es una flor, y claro, que eso responde a tu pregunta.  Todo es un engaño, un "camouflage".  Cada cosa que nos deja percibir, es un pétalo que nos distrae, que oculta su verdadera naturaleza: Solo el centro no nos es develado. 

  Si la observas con atención, puedes admirar la forma en que su espalda recta recuerda a una lanza clavada en el suelo.  La dulzura de su voz no puede ser escuchada por ningún hombre si es que quiere seguir pensando en matar, mutilar y destruir. Su sonrisa podría hacerle olvidar el discurso a un presidente, o la cuidada y perfecta suavidad de su pelo, de su piel, de su boca, lograr que cualquier hombre pierda la cabeza..."

    Uno de los hombres, ante la imposibilidad de ocultar o siquiera controlar su erección, empezaba a moverse nerviosamente, cambiando el punto de apoyo de un pie a otro, sin mas resultado que hacer que el roce del pantalón del traje le provocara mayores sensaciones cosquilleantes, devastadoras. 

  Mientras tanto, intentaba sustraerse a la sutileza etérea de las fugaces ráfagas de perfume.  Mientras, intentaba evitar que su mirada se posara sobre las rojizas pecas que brillaban sobre la curva del hombro de la mujer a su lado... aunque no pudo evitar que ella, sin siquiera mirarlo, lo notara.

  "...Como una flor -continuó hablando el hombre atado- no puede dejar de atraer abejorros y toda clase de insectos, pero lo que guarda jamás será mostrado.  

  La suavidad de sus manos puede hacer que sus caricias tranquilicen, o incluso domestiquen a un animal salvaje.  

  O quizá... el tono de su voz, la cadencia de su risa, el recuerdo de la temperatura de su piel... pueden hacer que te entregues al momento de una manera impulsiva, irreflexiva, que te dejes llevar por el instinto y las pasiones sin mas resultado que dejarte completamente expuesto, indefenso."

   Y con un gesto de sus cejas, apunto al hombre nervioso, que ante las miradas simultáneas de los demás, concentradas en él, empezó a eyacular silenciosamente.

  El hombre alto se puso de pie.  Le puso la pistola en la sien al hombre que transpiraba en un implacable orgasmo, y disparó.  



  Bueno -comentó- por lo menos, él murió feliz...

  El hombre alto se se afirmó con sus finas manos en el respaldo de su propia silla, enfocado en el circulo de luz que resaltaba al valioso rehén, y volvió a comenzar.  El aire se había puesto frio de repente, nadie sabía quien podría ser el próximo en este extraño estilo de interrogatorio. 

  Cuando su mirada se posó en los tranquilos ojos del hombre atado, los atravesó tan profundamente, que este tuvo la certeza de que su implacable asediador ya sabía todas las respuestas, de que todo no era mas que un show destinado a disimular la omnipotencia de la organización. 

  La próxima vez, mataría a su amante, ahora intranquila ante la violenta demostración de poder que hacía tambalear su segura condición de doble agente.

  El olor a pólvora y el seco burbujeo de la sangre, que se iba espesando sobre el suelo, la impasividad absoluta de los demás, iban a terminar quebrando la entereza de su trabajado carácter... 

  De repente...el Embajador se desarmó como un montón de hojas secas atacadas por una ráfaga de viento:

  Solo tengo una condición previa antes de hablar... 

  Está bien, dijo el hombre alto, lo suponía.  Es mi intención concedérsela ahora mismo.  

  Dicho esto, estiró entre las finas puntas de sus labios una sonrisa de triunfo para girar luego, dándose vuelta, mientras empezaba a elevar su brazo, para apuntar la pistola hacia el espantado rostro de la hermosa y cautivante mujer.

  Esta, ya sin posibilidades de reaccionar, defenderse, exigir o dar explicaciones, fue envejeciendo lentamente a través de sus ojos, los que, del orgulloso brillo que derrochaban diez segundos antes, iban sumiéndose en una opacidad muerta.  Era una oscuridad profunda, la que marchitaba su cara congelada en un gesto de incomprensión y desencanto que sin embargo no derrotaba del todo su altiva belleza...

  El hombre alto volvió a disparar.

  Mientras el cuerpo de la mujer, en una revancha poética del destino, caía sobre el muerto anterior, uniendo su sangre al charco anterior, matizando el rojo oscuro con un nuevo tono, aun claro y casi vivo, sacó lentamente un paquete de cigarrillos y encendió uno...

  Luego dijo imperativamente las palabras que nadie esperaba escuchar: limpien este desastre, seguimos mañana

  El hombre en la silla no pudo evitar sentirse estafado y burlado, engañado, y no pudo evitar la caída de una lagrima que rebalsaba del barniz de sus pupilas.  

  No lloraba por la muerte de su amante, solo una más entre tanta belleza abundante y efímera, sino por el recuerdo de su primer día, su retorno a Nueva Jersey, su ingreso a la escuela de diplomacia en el misterioso tercer piso que había acaparado la Agencia para el Desarrollo Internacional del Servicio Exterior.  

  Recordaba la minimalista oficina, su orgullo al reconocer sobre el escritorio del Director, la Tesis final del posgrado de Maestría en Diplomacia y Relaciones Internacionales. 

  Lloraba porque alguna vez soñó con recorrer el mundo de mochilero y experimentar todo lo experimentable, dejar atrás su apellido y la fortuna de su familia, su prometedor y prestigioso futuro...

  Había vuelto a tiempo para comenzar la Universidad.

  Lloraba porque no podía dejar de oler el apacible aire de South Orange.





12 abril

La belleza de vivir hasta mañana.

 





  Las guerras comienzan como comienzan las guerras, porque la paz es demasiado bella, tranquila y franca, porque la paz no es tan buena para los buenos negocios, ni tan necesaria.  Las guerras comienzan porque el poder se lubrica mejor con sangre y lágrimas, porque el mundo necesita un espectáculo más corrupto y morboso que el último mundial de futbol 

  Las guerras comienzan porque no hubo nunca otra opción, solo farsas y dilaciones que impidan al enemigo pensar que no estábamos lo suficientemente preparados.   

  Se enmascaran en disputas diplomáticas por una línea en el suelo, o por un barco viejo cualquiera, o por las vidas de unos cuatro o cinco miserables harapientos que harán que masacremos orgullosamente a cientos de miles, millones, de propios y ajenos, para vengar la supuesta injuria recibida, casi siempre nebulosamente incomprensible, inexplicable, dudosa, tal vez inexistente.  Cuando no, fraguada.


 

  La guerra se prepara mediante el hambre y la incertidumbre de la propia población, mediante el miedo en cada familia, asediada por las consecuencias funestas del juego de los grandes villanos, que se intercambian sanciones recíprocas, aranceles, impuestos, prohibiciones, que siempre recaen en el común del pueblo.  Mientras tanto, las grandes corporaciones se desvelan contando millones en la oscuridad de las finanzas secretas del estado. 

  Entonces se aprende a odiar, a odiar al enemigo.  No porque sea natural, sino porque se practica veinticuatro horas al día.

  Se diseña el miedo.

  Se dibuja un personaje feroz, listo para saltar con un cuchillo a nuestra propia mesa, degollando a los niños y violando a las mujeres.  El enemigo es capaz de comerse a nuestros propios perros, solo por diversión, si no lo detenemos.  El enemigo está a punto de atacar -nos dicen- por lo que hay que atacar primero, convirtiendo en hambre y desolación las necesidades del pomposo ejercito.



  Por que nada funciona.  Y esto no solo es evidente sino necesario, ya que la guerra debe durar lo que dura una guerra normal, una guerra cualquiera...no menos de ocho o diez años.  

  Esto es para qué nadie recuerde cómo y para qué comenzó, contra quién, por qué, cuándo...

  Los artistas olvidan sus sueños y se travisten de asesinos, propagandizando el suicidio colectivo.  Los religiosos bendicen la masacre como antes bendecían la vida.  Las madres y los padres entregan a sus hijos a una picadora de carne con la misma alegría con que los vieron nacer.  Los jóvenes se olvidan de planificar un futuro para soñar con una muerte heroica y temprana.  La destrucción se vive como belleza, la traición como heroísmo, la crueldad como rutinaria herramienta de trabajo.

  El día uno.

  Un ministro acude calmada y personalmente al cuartel general, a entregar la cita en el palacio de gobierno.  Todo está definido de antemano pero es aconsejable cuidar las apariencias, la prolijidad institucional en el papeleo, la etiqueta en la tradición funesta.  Los historiadores miran por sobre sus gruesos anteojos, con el lápiz entre los dedos,  automáticamente listos para fabular, para disfrazar todo.  Huérfanos y viudas despiden a sombras que se esfuman en la niebla.


 

 Lo imposible se disfraza de inevitable, y finalmente sucede.  


  

  Estamos en guerra.  De pronto anhelamos el inevitable encuentro con la mutua aniquilación. 

  La preocupación da paso al triunfalismo, la incertidumbre cede el lugar a la desinformación, la manipulación reemplaza a todo contrato o consenso, y la decencia se vuelve un cachivache viejo que nadie quiere llevar a casa.  Todos piensan en morir mañana.  Todos quieren durar hasta mañana; en las ciudades y en las trincheras, tras el volante de un taxi o al comando de un tanque, en una fábrica o en un campo de prisioneros.

  La vida, con toda parsimonia, se vuelve lentamente, nuevamente, el valor esencial, aunque ya a nadie le importe.






10 abril

Yemen

 






  Los misiles caen como gotas de agua en los desiertos de Yemen.  Parece una metáfora pero no lo es. La arena de Oriente Medio se convierte en un espantoso pantano donde cada día es mas difícil sacar los pies...

  En una población cada vez mas acostumbrada a la guerra, que ya solo confía en la muerte como único horario de descanso, hostigada por vecinos y lejanos visitantes por igual, solo la persona mas estúpida del mundo pensaría que una nueva escalada bélica podría tener el resultado de rendir y humillar a un país hastiado de la guerra, pero mas hastiado de la devastación ajena, el colonialismo y del renovado intento de la imposición económica y política ajena.

  Claro que hay idiotas arrogantes en este planeta, y el mayor de todos es Donald Trump.

  Como si fuera una araña en un frasco, sueña que el mundo exterior se compone de moscas.  Su simple estrategia de matón callejero ya no funciona ni en su propio país, ni en su propio partido, y ahora mismo, está dejando de funcionar en su propio gobierno, en su propio gabinete.  Y sin embargo, pretende imponerla al resto del mundo

  Ay! Pero Yemen!  

  Quien no se ha deleitado con esas viejas películas mudas donde el grandote era finalmente sometido por un inesperado rival -pequeño y esmirriado- para dar lugar a un mundo en paz? Es que Hollywood terminó por engañar a sus propios guionistas y fabuladores? Estados Unidos, dilapidado por sus representantes durante décadas, ahora apuesta por asustar al resto del mundo con la amenaza de su penosa ausencia, cuando ya no produce nada vital ni necesario para la vida.  Su único gran negocio de siempre siguen siendo las armas, pero en cada campo de batalla del planeta pierden prestigio y se demuestran complicadas, inútiles, desactualizadas...

  Claro que en Yemen esto se demuestra matemáticamente, cuando desde un camello somnoliento al que espolean con sus alpargatas, unos guerreros hambreados y harapientos pueden derribar un dron de treinta millones de dólares!!

  El mar rojo se está convirtiendo en la tumba de la hegemonía estadounidense, y cada día que intentan evitarlo lo profundizan.  Hay un límite a imprimir billetes cuando se derriba el dólar a través de sanciones, intentando derribar el resto de las economías del planeta: el limite es que el Pentágono, no puede absorber mas recursos que el resto de las agencias en conjunto, y mucho menos, sin ningún resultado.




Claro que los generales no van a vender sus costosos autos ni sus mansiones en la playa, ni van a dejar de recibir sus jugosas comisiones por cada nueva venta de armas... esta recesión artificial que recién comienza, esta estanflación globalizada no tiene por que detener sus negocios,  Entonces?  Cual es el límite?  No hay límites mas que el cansancio y la deshidratación económica del imperio, al lanzar miles de golpes, uno tras otro, sin el menor resultado.  Eso, es lo que está pasando.

  Por supuesto, que con tantos frentes abiertos, y ninguno que esté devolviendo ganancias, es difícil mantener los arsenales a un nivel optimo -lo que incluso ya no amedrentaba a nadie- .  Mucho menos, es esperable la disuasión global, y la obediencia ciega a un irrespetuoso e insultante programa de sanciones y aranceles indiscriminados y abusivos, cuando no pueden derrotar a un pequeño y feroz oponente perdido en el desierto.  

  Los arsenales se agotan sin remedio.  

  Y la velocidad de producción es sumamente inferior a la de desgaste, aun partiendo de las exageradas existencias de antes del 2022(comienzo de la guerra de Ucrania).  Pero bueno, los portaaviones son bellas muestras de ingeniería naval obsoleta, preparados para demostrar un poder en decadencia, para que obedezcan lacayos sin el menor respaldo ni poder político en la arena de la lucha por el poder mundial.

 Bueno, una vez más, el imperio seguirá ganando sus batallas en la industria del cine, como fue siempre, aunque ya nadie en el planeta, crea en el poder de EEUU.  Tal vez sea la hora de meter la cabeza bajo tierra, ya que cada día que los congresistas demoran el nuevo Impeachment a su funesto presidente, representa un escalón mas abajo en la escala del respeto global que las demás naciones pueden ofrecer a la antigua potencia.  Ya no hay esperanzas de sumisión y dominancia, de supremacía blanca anglosajona, ni siquiera hay esperanzas de remontar la propia economía con estrategias tan unilaterales que olvidan que el resto del mundo está fuera del frasco del dólar, cada día un poco más!  

  La última gran fábula, es que hay una balanza comercial que equilibrar.  Pero no, ni siquiera eso. 

  Todos pueden encontrar alternativas, redefinirse, abrir nuevos mercados, optimizar y mejorar su producción y sus márgenes de gastos y ganancias.

  Todos en el planeta excepto Estados Unidos.  

  

                                                                              The End...

   

  







Julia R.

        Los niños esperaban, sentados contra la barra del barsucho abandonado en la plazoleta, sus pequeños pies sucios colgaban desde los a...