27 febrero

Descaracterización automática

  

  



Abrimos los ojos alterados o felices, ateridos o rechonchos, estresados o abúlicos, acalambrados y ansiosos, da igual: no demoraremos en acoplarnos al estado de ánimo estipulado para nuestra categoría en este horario y época precisa.  

  Ni siquiera somos ya dueños de nuestro pensamiento, un lastimero jirón de irrealidad en un entramado de operaciones comerciales, ideológicas, matemáticas, y geopolíticas mucho más amplias que nuestra indiferente y aletargada capacidad de comprensión.  

  Nos gusta creer en soluciones mágicas, en milagros ocultos y recetas recién descubiertas, porque eso nos libra del esfuerzo mínimo de pensar que algo de lo que nos “molesta” ¿molesta?... porque eso nos libra del esfuerzo mínimo de pensar que para resolver algo vamos a tener que poner en marcha, de nuestra parte, un mínimo trabajo, estrategia, logística, tenacidad y/o coherencia, no. 

  Eso está, afortunadamente, fuera de discusión, no hay porque comprobar una realidad que mañana será reformulada (que pérdida de tiempo), ni apostar a ciegas en una jugada que ya tiene ganador, tomando partido riesgosamente cuando un océano permanente de superficialidad nos ofrece generosamente absorber todo nuestro tiempo disponible en una feliz neutralidad sin más réditos que medias sonrisas que luego se irán descongelando…

Porque nos reímos de lo que nos tenemos que reír, pensamos como nos toca, vivimos como nos dicen, y asumimos como natural y eficiente un status quo destinado a envejecernos desde el alma hacia afuera, hasta que no queda nada entre nuestro cerebro y la propaganda más que una cascara móvil que seguimos llamando cuerpo mientras la atiborramos de venenos y estímulos mecánicos, automatizados según el estándar usual. 

  ¿Y la acción? 

  ¿Dónde quedó el espíritu vivo que nos hacía encarar el mundo como algo novedoso y lleno de secretos? 





  Apenas gateábamos cuando nos empezaron a tirar ladrillos con la letra “No” para que vayamos construyendo nuestra pared y ya no existe, sólo resta la capacidad de auto engañarnos envolviéndonos en un marco de referencia ficticio, laberínticamente destinado a perdernos completamente de cualquier destino posible hacia nuestras propias metas, nuestras latentes capacidades, nuestra propia y particular comprensión…

   A cambio de eso, en los escasos ratos libres que nos quedan luego de apuntalar la hegemonía de la que somos parte indivisible, nos dedicamos a teclear horas de mensajes sin contenido, a compartir videos fabricados para manipularnos, y a sumarnos indignadamente a cualquier campaña que prometa sacudir nuestras emociones acostumbradas a ver morir a los demás mientras nos asesinamos a nosotros mismos.

   Y sin embargo, todo queda en el aire, militamos por internet para simular un pensamiento propio, pero solo logramos sumarnos a una ola pasajera, que nos dejará como espuma, secándonos en la orilla… ¡Ahí viene otra!

  No importa, pensar es un vicio de fugitivos, temerosos crónicos e intelectuales burgueses, lo mejor es arrebatar de la vida lo mejor, y si ya está organizado, si ya está diagramado y listo, si hoy en día nuestros dedos sobre pequeñas teclas luminosas toman las decisiones antes que podamos elaborarlas, es mejor, no hay culpas, no hay responsabilidades, no hay historia… 

  Somos polvo en el viento, hojas en la tormenta por venir, no necesitamos más que clavar la veleta en nuestra agenda para sentirnos protegidos por el calor de la manada, ahí vamos, felices, hacia el crepúsculo infinito de la civilización.

17 febrero

De las revoluciones de colores al neomundo

 

 


  Que pequeño se ha hecho el mundo saturado de tentáculos que lo cruzan de arriba a abajo… globalizado, mundializado, estructurado finamente para rendir dinero en cualquier circunstancia, para poner en marcha cada mañana los motores ciegos del progreso, mientras asesina a ingratos contemporáneos que tal vez solo pretenden producir sin consumir basura, sonreír sin pedir permiso, vivir sin ser esclavos. 

  Pero es lo que mejor sabemos hacer, sentarnos a mover comandos, a absorber videos, a repetir eslóganes de felicidad universal, a legitimar el sacrificio, y sin embargo…

  El mundo tal como lo conocemos llega a su fin reventando los frenos en el descarrilamiento controlado que apenas vemos comenzar. El mundo que vivimos ahora mismo, cesó, y de prepo, nos encontramos a las puertas del neomundo. 

  ¿Qué significa el sistema para vos? 

  Ah ni te interesa, ahora vamos a ver qué significamos nosotros para el sistema… El planeta sobrepasó hace rato sus límites, solo que individualmente evitamos ser presa de esa inquietud en una forma constructiva para luchar por cosas más difusas y simbólicas como la paz mundial, el hambre de los niños africanos o el sufrimiento de los perritos en verano…

  Para que preocuparse, en realidad, por cosas que van a pasar dentro de mil años, liked, liked al leopardo nublado, a la mariposa mística, al último indio partido al medio por una motosierra, no importa, todo queda lejos, todo es afuera. 

  Pero estamos a onzas de milímetro

 _¿Que es una onza? 

_¡No sé, pero suena cool!- de saber qué lejos está el mundo, mientras dejamos entrar en nuestra vida a un ejército interminable de formatos preestablecidos que definen hasta nuestras más intimas costumbres: hace años que vivimos en guerra, y vivimos perdiendo. 

  Nos ocupamos 24 horas al día en reafirmar nuestra pertenencia indestructible a una ideología macabra que solo por simple estrategia nos deja un rincón del planeta para sobrevivir…

  Trabajamos, dejamos de pensar para tirar del carro, durante décadas, para pagar nuestra libertad de esta esclavitud controlada y todo, hoy, ha dejado de tener sentido. 

  Cualquier movimiento en esta saturación planetaria de cañones provoca consecuencias en otro lado del planeta, aunque sea para conquistar un áspero talud de arena, pero alguien, claro, quien habrá tenido el honor, salió con esa misión hace unas cuantas horas, y tal vez en este momento se esté despidiendo de su último reducto para iniciar el total y despiadado reordenamiento voraz del planeta del que seremos presenciales testigos.

  Cuando al fin nos habíamos acostumbrado a mirar la pantalla y saludar, ahora irrumpe la realidad, y nos revela nuestra sujeción a la maquinaria, nuestra función en esta puesta en escena.  Solo algunos verán llegar la ola a salvo de la espuma…



03 febrero

El resto del mundo y yo

  


  En esta sociedad, en este mundo actual, bajo los términos de la planificación estratégica que va ajustando la población a los recursos y la conciencia a la volatilidad de los productos (recordemos que un producto puede ser mucho más que un escobillón o la Play 7, hoy en día se fabrican en forma masiva éticas y estéticas, ideologías, ideales y discursos al por mayor) 

  El hombre nació para ser soldado.  

  La mujer, que no tuvo mucha mejor suerte: nació para prostituta.  Ambos carne de cañón y arcilla fresca de la maquinaria del sistema.

  Todo lo demás son opciones espurias y tomadas por asalto, toleradas como un tallo tolera sus espinas, y claro, como iba a ser, si no tenemos más que nuestro cuerpo como único capital en el mundo, eso es lo real, lo que queda cuando todo lo demás vuela con el viento… 

  Pero seguimos atados a un mundo de sensaciones, de falsificaciones, regenteado por especialistas en amaestrar nuestras tendencias suicidas ¡Que hermoso, hay tantas tentaciones y tan pocas se dejan agarrar! ¡Hay tantos premios que pagar mientras nunca nos dicen cual es y cuando empieza el juego!

  Vaya pretensiones que tenemos, querer saber cuando la vida es tan corta, decidir cuando el panorama es tan amplio, entender cuando el mundo es tan complejo… 

  La verdad es que somos demasiado ambiciosos, no nos alcanza con la pornografía, con la humillación de los demás, con la velocidad de las maquinas, con el espectáculo de la guerra “ajena” y “lejana”, con la diversión alcoholizada que garantice el sueño de los justos.

  Ni siquiera nos alcanza la posibilidad de cambiar nuestro tiempo por un mar de productos que -por supuesto- nos ayudan a pensar como tenemos que vivir, amar y aprovechar nuestro “tiempo libre”,.

  Somos beneficiados con nuestras infinitas posibilidades de producir, consumir, publicar y comunicar trivialidades y lloriqueos por diferentes redes y sistemas, con el privilegio de contar permanentemente con una galería de culpables de todo a la que podemos acceder para justificarnos y oxidarnos en nuestra ¿Inerte? pero cómoda inacción.

  Pero no está de moda, justamente, la coherencia, como bebes abrimos la boca para que entre la cuchara con vitaminas, venenos y anestesiantes a partes iguales, compramos los problemas y las soluciones en la misma tienda y por el mismo precio ¿O es que la coherencia es una herramienta necesaria para reconstruir el mundo? 

  ¡Claro que no! Podemos mear y cagar en la fuente que reclamamos por su turbiedad, sin perder la compostura ¡Alguien tiene que hacer algo, nosotros no, para que están los políticos y frailes, filántropos, periodistas y organizaciones! 

  Nos revolcamos en la dulce debacle del mundo para ocultar la nuestra, que nos carcome el alma como un cáncer que no cura el yoga ni el New Age, ni los veganos, ni la espiritualidad masiva adaptada a nuestras deficiencias sicológicas, para poder luchar contra las fábricas y masacres que generamos con nuestra permanente necesidad…

  ¿Y qué? ¿No se puede estar de los dos lados de la trinchera a la vez? 

  ¿Acaso es contradictorio buscar el paraguas y la impunidad de los poderosos para poder luchar contra las injusticias con comodidad?

  ¿Es realmente necesario que en un mundo mejor entremos todos, después de tanto esfuerzo?

  Mejor ni responder, pero por las dudas salvemos a los hambrientos de cualquier otro continente, que es súper fácil y hasta elegante, luchemos contra las corporaciones la violencia y el despojo a través de cadenas de oraciones y firmas, compremos la mochila y la remera del che, que hoy el combo esta en oferta y nos llevamos gratis el encendedor y el bidón de nafta súper, por si se nos ocurre incendiarnos en algún canal de televisión.

  Luchemos por los pobres mientras se mantengan lejos, y rebelémonos contra el sistema yendo a bailar a la disco de moda, que eso siempre hace bien.  Y si yo estoy bien, el mundo está bien… 

  Ya no hay límites al sinsentido, a la farsa, a la indiferencia como maniquí donde se calzan las tendencias y modas, las ideas y las estrategias ajenas… 

  Sigamos caminando juntos hacia el abismo de nuestra asesina contradicción, mientras el precio lo sigan pagando los demás, o por lo menos, así lo dice la prensa… 

  Aunque, ante la duda, salgo afuera y miro: todo sigue igual, no es hoy que el mundo va a estallar ni mucho menos por mi aporte, tan pequeño que no lo conté… 

  Hablando de otro tema, aprovecho: ¿Alguien sabe si apareció el cachorrito perdido?

 

 

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...