15 febrero

Mundoestómago revuelto

 

 

 

  Revueltas, revoluciones, destrozos, saqueos, paros, reuniones, fiestas, incendios, barricadas, asaltos a mano armada, bloopers, cámaras ocultas, San Valentín, Santa Claus, Santa Teresa, Francisco y Maradona…

  Hemos arribado al final de una larga marcha hacia la estupidez.  Hoy en día ni siquiera hacen falta grandes campañas mediáticas, a nadie le importan, a nadie le hace falta mirar más allá de su plato de comida, y evaluar un segundo hacia adelante, porque tenemos que levantarnos rápido sin pensar en quien junta la mesa para ir a ver el show donde todos se masacran sin sentido. 

  Y todo  para que el emperador del mundo levante o baje el pulgar al fin y podamos aplaudir y sumarnos a él en una parodia de autodeterminación como seres humanos…

  El fascismo y sus huestes, tiran sus redes alrededor del mundo en una nueva avanzada sobre la racionalidad, hoy sus armas son en apariencia más austeras que nunca, parecieran no ser más que espectadores de un mundo que se define solo.  

  Inocentes, al margen de toda confrontación, si se les pregunta sobre cualquier tema importante hoy en día, no solo niegan su participación en el mismo, sino que hasta hacen gala de su total ignorancia: han elegido el sendero democrático, se sorprenden de cualquier camino de confrontación violenta que pueda vislumbrarse.

  No es su responsabilidad ya que no es su estilo, ya que no han sido ellos los que proporcionaron las armas, los dólares, los tanques, los medios, ni están intentando someter a la población a una visión a la vez chata y tortuosa de la realidad, con el fin de que las masas se calcen solas su bozal y su correa y se sumen a tirar del carro triunfal que los aplastara en cuanto se cansen…

  ¿Nos quieren hacer creer que la democracia se puede imponer con bombas, con golpes de estado, con ejércitos  e inmensas campañas mediáticas?  

  Todo el tiempo.  Y para que tiremos la toalla nos ahogan en su ola revuelta de precios, de desabastecimiento, de desinformación, de inseguridad, de “solidaridad internacional”. 

  Negocian el botín mientras cosechan su manada de idiotas que repiten como loros todo lo que escuchan, que les sirva teóricamente a sus propios intereses de idiotas egoístas, solo para que ellos, los tiburones gordos y felices se coman países enteros, ciudades y mercados, y finalmente el mundo, sin que les resbale una gota de salsa por la comisura de los labios.  

  Pero esto solo puede pasar si los dejamos nadar a su antojo, como si fueran dulces pescaditos de colores… ¿Podremos ser incluso hoy tan inocentes?

  El fin de la historia, el fin de las ideologías, el fin del mundo… nos han anotado en la era de la indiferencia, y los dejamos hacer. 

  Ni siquiera sabemos ya el nombre de nuestro vecino, de los gurises que juegan en la vereda ante la atenta y esporádica mirada de algún mayor, en el mejor de los casos, cuando no están encerrados y adictos adoctrinándose en algún juego de guerra por internet.  

  Nos quieren hacer creer que vivimos en una sociedad, en un mundo libre, donde hay episodios de espionaje, como si no estuviéramos cien por ciento controlados y monitoreados de mil maneras distintas.

  Nos quieren vender el cuento de una sociedad mundial donde todo sea planetario, donde todas las decisiones se tomen sin oposición, en otro lado, y nos dicen que nos ira muy bien mientras nos portemos bien.  

  Nos quieren vender la fábula del mundo feliz mirando la pantalla, mientras ellos arreglan los desperfectos en Yugoslavia, Cuba, Ucrania, Venezuela, Colombia, Bolivia, Libia, Irán, Irak, Afganistán, Siria, Palestina, Sudáfrica, Nigeria, Mali etc…

  ¿Qué me olvido de algunos? 

  ¡Pero claro, si la lista es interminable!

  No hay países donde no estén actuando cada vez más desembozadamente, cada vez más artísticamente… 

  ¿Llegará el día en que las bombas sean de colores y aplaudamos asombrados viendo volar la gente en pedazos?  

  El valor de un político de hoy, no se mide por sus convicciones, su independencia de criterio, su defensa del bienestar social, sino por su propensión al circo, a la falsa polémica, al histrionismo histérico que nos haga sentir vivos, como lo hace la novela de las cinco de la tarde, que nos explica que para triunfar hay que ser poderoso y sin escrúpulos, sin residuos de moral romántica ni ética clásica residual de un mundo donde todavía se pensaba en ideales humanos antes que económicos…

  Y eso es lo que asusta un poco, ver a todo el mundo marchar al frente como peones de un juego que no les interesa comprender, solo atados a la cuota, a la deuda, a la necesidad de comprar y tener, de enfermar y curar, de llorar y comer…

  Nos quieren vender el cuento de un gobierno mundial, de una sociedad perfecta de difícil construcción, de una prosperidad que siempre esté por llegar. 

  ¿Podremos realmente empezar a ser conscientes de esta gran estafa, o solo seguiremos atados a televisor, a la pantalla, a la deuda, a la enfermedad, a la comodidad? 

  Sin dudas no vamos a liberarnos por cuenta de otro, ni a través de instituciones de caridad, ni con el mágico aporte a una cuenta cualquiera.  

  Tal vez empecemos a recuperar el dominio de nuestra propia vida, el día que nos saquemos los auriculares que nos hacen ciegos a la realidad, que nos despeguemos del teclado que nos hace sordos, que nos salgamos de la pantalla que nos hace mudos… y volvamos a preguntarnos el nombre de nuestros vecinos, de nuestro barrio, de esos gurises que esquivamos como una espina del futuro… es hora de decir ¡Buen día! 

  Y volver a relacionarnos como seres humanos, no solo como maquinas inertes, que caminan felices hacia la licuadora.  De no reaccionar a tiempo, hay una sola conclusión posible: ¡La mesa está servida, y nosotros somos parte del plato!



 

05 febrero

Descaracterizacion humana (la nueva permacultura)

 

  Cuando el salto hacia la conciencia pretende darse desde la teoría, por fuerza, termina negando (y anegando) a la práctica… es tan triste como evidente, tan transparente como ilógico, pero para una humanidad acostumbrada a alimentar la farsa consumista de cada día, solo es una faceta colorida de lo mismo de siempre…

  Día a día vemos a desesperadas amas de casa agobiadas por sus tareas, infectadas por el vacío total de intereses propios, embarcarse en cursos de meditación y yoga, como si fueran las nuevas pastillas que pudieran curar su encierro mental.  

  Por un momento lo logran, integrándose en un mundo que las excluye de mil maneras distintas, en función de haber agotado en sí mismas, cada uno de los atributos de los que se les pretendió hacer abuso hasta el hartazgo.  

  Día tras día en los grandes bancos se abre otra cuenta para captar los depósitos de los ilusos, que han sido acostumbrados a delegar soluciones, que pasan del espanto por las malas intenciones de los capataces del mundo, de las corporaciones extractivistas, al alivio de fomentar el doble discurso de los empleados mórbidos de la hegemonía globalizada.

  Idolatramos a los soldaditos de las corporaciones verdes que nos aseguran luchar para salvar el planeta, solo con un mínimo compromiso de nuestra parte, de divulgar y presionar para sus objetivos, cualesquiera sean, con tal de salvar un mundo que ni siquiera podemos comprobar que existe… 

  Ah.. Y por favor, también necesitamos financiamiento, aunque te olvides de tu entorno, nos dicen, pues tus problemas cotidianos como sociedad no se comparan a los nuestros… Y no queremos sufrir por nuestra causa, ya demasiado sufren los osos polares, las ballenas y los pingüinos.

  Día a día un nuevo Mesías de la contracultura, de la permacultura, de la nueva cultura, capta a los más jóvenes, frescos y pasivos espectadores de un mundo que se consume para fomentar su indiferencia.  

  Y bailan ríen y lloran de emoción, y se felicitan a sí mismos de ser parte de un cambio que olvidaran poner en marcha, en base a que ha sido pagado y por ende efectivizado.  

  Confiados esperan como si los gurúes de la nueva era tuvieran tiempo para sacar el ojo de sus cuentas bancarias para avisarles que el conocimiento por sí solo no significa poder, y que la libertad no se compra sino que se construye… ¡Pero no importa! Si pueden atar a tanto tonto en un hilo de bonanza y paz artificiales, mientras alrededor de sus ojos cerrados, de su sonrisa catatónica, el mundo que compraron se desnuda en todo lo que dicen no ser. 

  Entonces, temerosos, los esclavos de la doctrina libertaria de ocho dólares la hora, ahorran para no quedarse afuera del tren de carga, y como alegres vacas gordas, se regocijan de amontonarse y frotar sus cuerpos y sus mentes, y se recuestan en la mierda propia y ajena con la alegría del que ignora la distancia hasta el matadero… 

  Se les ha prometido el eterno pasto, el prado del amor la fraternidad y la abundancia, y se reencuentran y se abrazan al sol que les han cobrado para decirle que es de ellos… El resto de los seres vivos, ya lo sabía, gratis…

  ¿Deberíamos poner un freno? A tanta superchería, a tanto desinformante mercenario, a tanto explotador disfrutando en congelar el alma en un futuro que niega el presente, en un capitalismo que llega a cobrar para recibir el esfuerzo del trabajo, para prometer los frutos de un mundo que escamotea en su propia dinámica… 

  Claro que se pretende estar en la vereda de enfrente, solo que para salir del pozo hay que hundirse más profundo, son las leyes del mercado, niños, pregúntenle a sus padres… 

  Cada cual es finalmente dueño de su culo, y no se puede pretender tiempo para cuidar el culo ajeno, pero si, podemos ser responsables de generar opciones, para enfrentar el mundo real que sigue estando ahí…

  Podemos ser coherentes en nuestro intercambio con la sociedad, podemos apuntar a un saldo ambiental positivo en la práctica, por mínimo que sea, pues nuestro esfuerzo sumado al de millones de personas coherentes puede cambiar el mundo, mientras que la magia envasada de los vendedores de felicidad y amor, solo copia a otros vendedores que mantienen en marcha el sistema económico como esta dado.  

  Acumulación, plagio, doctrina, jerarquías obsoletas, obediencia y copia ciega… De solo pensar en las bases de lo que se pretende vender como remedio, en las consecuencias desastrosas sobre las pequeñas mentes que se dejan ensillar, debería ser suficiente para generar una opción, una ventana hacia un panorama distinto.

  Es posible y está en marcha, pero solo los que puedan caminar por si mismos llegaran a encontrarlo, pues nadie pierde el tiempo en esos lugares llevando de la nariz a los demás.  Caminar, juntos, es un arte y un don que cada uno lleva en sí mismo.  

  Para los que eligen ignorarlo, está el carro y el bozal listo, pero no pretendan que abandonaron las trincheras donde masacran el mundo, donde extinguen el futuro común mucho antes que los imaginarios pandas.


Un día no es igual...

  

 

  Un día abrimos los ojos, un día, otro día.  

  Despertamos en la misma cama de siempre, pero el mundo parece no reconocernos.  

  Un día entre nuestros otros miles de días, es distinto y nos cambia para siempre, nos aleja de lo conocido, nos enajena de nuestra percepción y nos deja rebotando entre incertidumbres que, a pesar de ser desconocidas, tienen un sabor a hogar lejano, a patria humana olvidada.  

  Demoramos en despegarnos de la cama, mirando un cielorraso que parece sobreimpreso al mundo, irreal, como todo lo demás, tememos despertar del todo, tememos estar viviendo un sueño, tememos perder una visión cómoda de la realidad que nos circunda, fantasmagórica ahora, como imágenes después de un bombardeo, con edificios aun cayéndose entre la bruma y el polvo, iluminados por la luz imponente y frenética de los incendios.

  ¿Cuál es el sentido de tanta trampa social? No existe, es evidente, pero lo encontraremos: como el niño que busca la mano de su madre perdido en la multitud, temerosos respiramos, atentos a la evolución de nuestro entorno, que parece el mismo pero no es, ya no puede volver a ser el mismo. 

  Ahora vivimos una nueva perspectiva, y aunque la ocultemos, sobreimprimiendo lo conocido, aunque volvamos a refugiarnos en el formato humano social determinado para nuestra era, ya no podemos olvidar el día en que cayo su telón como una farsa, desnudando un escenario del que podemos salir caminando tranquilamente sin temer represalia ninguna.  

  Como navegantes felices podríamos empezar a caminar pero no, todavía no, el peso de nuestras costumbres y tradiciones feroces nos mantiene aún pegados a la cama esperando que se nos pase el vahído, trabajosamente, con la garganta cerrada, hacemos el recuento de todas nuestras pequeñas mezquindades, privilegios y engaños de la realidad que amenaza con dejarnos y nos aferramos a eso, hasta que las cosas vuelven a tomar lentamente su forma. 

  Hasta que podemos volver a dormir o levantarnos, al fin, para seguir siendo lo que somos todos los días. 

  Nos toma un par de minutos olvidar nuestros sueños, aferrarnos a la realidad conocida, y seguir adelante como si nada hubiera pasado, saltamos de la cama para asaltar el día y olvidarnos de todo. 

  Pero ya es tarde para eso, en nuestro cuerpo, en nuestra memoria genética, algo ha despertado, y nos dice que lo irreal es lo que nos enseñaron, que lo imaginario es vivir en esta rutina, luchando para comprar objetos, para manipular personas, para desperdiciar el tiempo… 

  Y eso hacemos, sin embargo, con furia ciega, hasta dejar atrás la mañana, hasta caer cansados en un lecho que no nos recuerde nada.  

  Podemos vivir así, hasta el fin de nuestros días, pero cada vez que la mente se aquieta, que un segundo de silencio interior nos deja en blanco, el infinito se cuela como una avalancha, como una gotera, como un ave bajando en picada, y a la larga se hace difícil pretender ignorarlo… 

  Sería más sensato ver que tiene para nosotros, ya que ha llegado, y sin miedo comenzar a navegarlo, seria mas útil, mas practico que seguir naufragando en una cotidianidad ajena, impuesta, deshumanizante.  

  Pero seguimos temiendo su avance, y sacudiendo la cabeza para que se vaya esa atenazante sensación de cambio inminente, que nos hace sentir desnudos.  

  Y nos envolvemos aún más en la cascara protectora de la sociedad, con más responsabilidades, más trabajo, mas familia, amigos, redes y opiniones, clubes y puntos de encuentro… para dispersarnos.  

  Solo esperemos un día no arrepentirnos de haber llegado justo a eso, a dispersarnos, distraernos, desintegrarnos… mientras tanto el ser humano, seguirá siendo por siempre un misterio insondable, pero no impracticable…

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...