10 junio

Nagú


 

  Nadie sabía de donde había venido la moda.

  Ella, en su afán de explicarlo y prestigiar su trabajo, había terminado elaborando un itinerario de antecedentes culturales desde Colombia y las favelas de São Paulo, que enraizaba en viejas culturas amazónicas y… 

  …O sea, étnico y moderno a la vez!  Urbano y viral, esto vino para quedarse… -explicaba Nagú -como había llegado a llamarse en esta pequeña vanguardia artística, que la tenía como principal exponente… Mientras, contaba los billetes de quinientos pesos en la cajita… 

  Un día iba a salir de esto… poco a poco…

  Sí era la más cara y la más buscada era porque tenía instinto. 

  

Todo lo sabía antes de que pase: mirando el viento entre los cables, a veces, la recorría un escalofrío desde la nuca hasta perderse entre sus piernas, y en un segundo quedaba fría mirando la nada, y la calle que parecía igual pero no era. 

  Entonces se imaginaba todo y elegía sus zapatos, negros, pensando en algún detalle de acuerdo a los adoquines de la vereda del cliente, eso era muy importante, y desde ahí iba despeluzando sus guardarropas del polvillo volador de la villa, del olor a humedad y humo, a plástico y carne quemada…

  En la calle retorcida, como una culebra que acaban de aplastarle la cabeza, las zapatillas seguían colgando de los cables como siempre, y los guachos del barrio empezaban a juntarse alrededor de los tachos donde quemaban basura toda la noche para mantenerse calientes… 

  Ella se masajeaba la garganta, la mandíbula, los pómulos, las sienes, todo a conciencia, para soportar las horas de tensión y estrés que la esperaban… se dio una ducha mínima parte por parte, se peinó a conciencia y se envolvió el pelo perfumado y tibio en una toalla nueva, y se acostó a dormitar un rato, o por lo menos, sabía que lo necesitaba… 

  Kiquiriquiiiii….

  El canto de un gallo rompió el silencio de las primeras horas de la noche, y luego una detonación… y luego el gallo y otro escopetazo, silencio, quietud y nada más… rutina.  

 Cuatro tiros de treinta y ocho, y otros dos más enseguida, sin respuesta… bueno, algo es algo...

  ¡La atmosfera está! 

  Pero son vecinos, nunca le pegan a nadie y a quien le importa, no valen nada unos y otros -pensó mientras bajo sus ojos cerrados cada ruido a quinientos metros alrededor era cuidadosamente transformado en imágenes. Casi se durmió de verdad…

  Un rumor como un bramido lejano fue ganando fuerza, sin embargo, en el corazón de la noche, hasta convertirse en un agresivo cumulo de motores acelerados, que repercutían en el silencio del barrio en corridas y cerrojos, huidas desesperadas o atrincheramientos, incertidumbre y miedo… 

  En un minuto, desde la ventanita del baño pudo ver como el brasero comunitario de la esquina quedaba completamente solo, chispeándole al negro de la oscuridad cada vez más grande, y las botellas vacías silbando, meciéndose al viento…  

  Vio las siluetas subiendo por el callejón, no los iban a dejar entrar… 

  Una moto con dos pasajeros frenó en la esquina vacía, para esperar al resto del equipo, seguramente, pero antes de mirar hacia atrás o dar la vuelta fueron ametrallados, un motor se apagó, cinco más se aceleraron, al que estaba incendiando la moto con los cuerpos, le entro una ráfaga corta arriba de la cadera, y quedo destartalado, arriba de las llamas que empezaban a comérselo vivo… 

  Los motociclistas pararon en la esquina, dialogaron cuatro segundos y salieron hacia ambos lados, saltando entre los baches y los charcos, derribando cercas y pisando perros, iban a cazar al comando de bienvenida, si no era una trampa más.

  Y así para siempre en la noche eterna de un martes cualquiera: iban a clavarse miles de balas en las paredes de la villa antes que esto se resuelva… 

  Respiró, se puso en posición de loto, y al mismo tiempo que empezaba la guerra, inició una urgente y protocolar relajación… Ya había visto demasiado, en el callejón, los gritos desesperados seguían atronando el indiferente silencio. 

  Intentó recomponer algo que se quebraba adentro suyo…

  Nunca había escuchado tantos disparos, ni siquiera la noche que voltearon la garita del Dani, ni cuando Marcos se separó del Flaco, ni siquiera en la Guerra de Pablo.

  Los niños coleccionaban balas hasta que se aburrían de ser espectadores, la guerra consumía las generaciones antes que la droga y las fábricas, antes que el hambre y la contaminación.

   La violencia no paraba nunca, pero hoy… estaba segura que había escuchado granadas o bazucas, entre el fragor interminable de los escopetazos a quemarropa, las ráfagas de metralletas y pistolas, y los avances y repliegues a patadas y martillazos atravesando paredes y pasillos, atrincherándose en casas donde los moradores ni siquiera podían salir.

  Los no combatientes terminaban refugiándose bajo los colchones y los muebles hasta que eran alcanzados por las balas perdidas y se desangraban silenciosamente…

  Finalmente amainó, y con la claridad del próximo sol que se anunciaba tras el humo de los basurales lejanos, el combate fue perdiendo intensidad, ahora solo se escuchaban detonaciones aisladas, propias de remates y ejecuciones, de la vuelta a la normalidad.

  Los trabajadores empezaban a circular por las calles aun oscuras, como todos los días, rumbo a las avenidas donde tomarán su transporte hacia sus puestos en la ciudad. 

  Se puso los aros de coral negro, y con una sensación de inexorabilidad que no podía explicar, salió a la puerta al mismo tiempo que frenaban dos enormes motocicletas, desde las que la miraban cuatro siniestras caras funestas… 

  Atrás iba un auto negro, solo para ella, por ahora, y no podía saber ni preguntaría, quienes murieron antes de que se lo digan

  Buen diaa… dijo leve pero cortésmente, en un susurro, mientras cerraba la puerta, mientras se acomodaba el velo, mientras le respondían cinco pares de ojos fijos sin preguntas ni respuestas.  

  Al pasar por los montones de muertos humeando, por los cuerpos de inocentes velados en plena calle (¿Esto era un tour?), se le fue abriendo en el pecho una compuerta que no podía frenar, pero no podía tampoco desperdiciar… todavía faltaban unas cuantas cuadras si iban a donde parecía que iban… 

  La fuerza con que intentaba contener su llanto, hizo que reventara una lagrima caliente en su ojo izquierdo, en un sollozo apagado casi como un gruñido… el chofer sonrió y aceleró, ahora torció a la izquierda y ya sabía dónde iban, estaban frenando en la casa, y ahora ya no pudo frenar su llanto, mientras le abrían la puerta y alguien la tomaba de la mano…

Señora…

No podía ser… No podía haber tanta gente, tantos autos.  Tantos… 

  Había una sola respuesta, una tenebrosa explicación.  La tuvo cuando la dejaron frente al cajón.  Nunca preguntaba quien ni cuanto le iban a pagar, pero esta vez, estaba segura que le iba a alcanzar para irse de la villa…a tiempo.

 

01 junio

¿Por qué es mi barrio, por qué me voy? Fin del juego.


 

  Cuando me haya ido, nadie notara que falte algo, pero tal vez, algunos se darán cuenta, tarde, más tarde, de que luchar solo, es desaparecer. 

  No es por las amenazas, reiteradas, verbales y no-verbales, no es por la inseguridad manifiesta y permanentemente fogoneada, no es por la violencia explícita, implícita, simbólica o contundente, pequeña o masiva, siempre cotidiana, no es por la destrucción permanente, los incendios, las roturas, la desinversión y el desgaste de un proyecto que no deja de ser combatido justamente porque genera conciencia, libertad, vida, amor, prosperidad individuales y colectivas. 

  La guerra es prácticamente mi Zona de Confort, desde siempre, no tengo memorias de otro contexto: completamente predecible, estructurable, diagramable, veo caer mis banderas donde no alcancé a protegerlas mejor, sabiendo que se tambalean mientras atiendo otro frente de batalla y que más da, si era lo único inexorable, aprendí a vivir sin apegos, sin propiedades, sin familia, sin necesidad de futuro, sin amor, sin esperanzas… 

  Quisiera poder llorar desconsolado, desconsoladamente, desconsoladoramente hasta poder regar los árboles que plante con mis propias manos, y lograron crecer entre cadáveres de árboles que planté con mis propias manos para que sean arrasados una y otra vez, hasta vaciarme y curarme de todo, pero no puedo, ni debo, porque una señal más de debilidad podría poner mi vida en un plato, a disposición de quienes están, estén, estarán siendo rentados para destruirla, como viene siendo estos años… y yo solo aprendí a pelear, a pelear por la vida y seguir adelante, no a rendirme alguna vez, nunca, jamás.

  Pero aunque intenté generar opciones para mi entorno, un conglomerado de basurales y ranchos torcidos por el viento, la invisibilidad y la injusticia, haciendo reuniones e informando, repartiendo semillas para que todos puedan tener su huerta, exigiendo gestión pública, poniendo en marcha un merendero con los pocos vecinos que se sumaron a generar algo para los niños, organizando una biblioteca que nunca saco la nariz fuera del agua entre robo y robo, árboles frutales para los patios, nativos para las veredas y las plazas que recuperamos con instituciones y barrios amigos, con los niños del barrio… 

  Pero mi irracional pensamiento de que iba a cambiar algo a tiempo, chocó permanentemente con la necesidad de sacarme del entorno por el mismo hecho de intentarlo, y desde todos los costados, desde cada día del año, tuve que responder o soportar la guerra, sucia y sin miramientos, de exterminio, de expulsión…llegue a pasar horas y horas enteras buscando y pergeñando soluciones y respuestas creativas, no-violentas…

  Y no hace cinco minutos la hermana del que rompió mi pared, mi vecina, feliz y rozagante en su victoria y su soberbia espuria, me pregunta, que si estaba a la venta mi casa, que se había enterado, que a su hermano le interesaba… ¿Cuánto vale? (y si… ¿No me digas? ¿Porque no me sorprende para nada…?)

Un millón…

¡Un millón!

…Si, un millón de dólares…

  Y mira lo que te dice, más vale que después lo roban, hijo de puta, como me va a contestar eso, que mierda se cree que es… y así un rosario de insultos hasta terminar de subirse a su auto que nadie le roba (Yo ando en bicicleta) y salir libremente a trabajar o lo que toque, a su libre voluntad, sin preocuparse por que sus vecinos invadan su propiedad y su vida…

  Tal vez esta misma noche rompan mi puerta y me maten, o tal vez mañana o la semana pasada… porque cuando tenés asegurada la impunidad y  la libertad de acción total ¿Cuál es el freno?

 Todo se trata de un intercambio de servicios entre particulares y personajes oscuros del estado, secretarios y pasamanos que evitan que los peces gordos se manchen los dedos, aunque es imposible predecir la magnitud de los resultados si se hiciera un ADN cruzado entre los embarazos de niñas y adolescentes de los últimos cinco años y el plantel de camisas planchadas de la clase política de la ciudad. 

  Porque de todos sus autos bajaron niñas en las esquinas, y por eso cualquier método es válido y cualquier ejecutador, mañana será recompensado por sacar la arena del sistema, por empujarme fuera del plato, aunque hoy no le den nada, porque la política sucia de los ambiciosos sin fin nunca adelanta el pago, o no podría generar la esclavitud y la dependencia que necesitan para arriar a los débiles, miserables, menesterosos, hambrientos, inertes, desesperados hacia el borde mismo de la vida donde puedan ser pasto o carne de trueque, pero nunca si es posible seres humanos libres de verdad…

  Porque las necesidades de un gobierno despótico, corrupto y amoral, de un clan político perverso, tan mediocre y despiadado a la vez como la familia Cresto, especialista en multiplicarse a sí misma en actividades delictivas ilegales -y hoy, por cierto, y tal vez por los mismos motivos al mando de la ciudad- se traducen en políticas publicas sectorizadas, en un diseño social urbano, en un esquema de prioridades de atención y asignación de recursos y problemáticas.  

  Y nos toca lo que no puede pasar en el centro de la urbe, donde se generan las noticias que importan… Allá quedan las cámaras, acá los robos, allá la policía, acá la impunidad descarada, allá la ciudadanía, acá los frutos de la corrupción, allá las recepciones y los concursos de belleza, acá la prostitución y el abuso de menores, la trata de personas a valores de remate humano, allá el glamour del turismo del fin de semana, acá la sangre en las calles y la violencia del balazo y la puñalada, allá las convenciones y festivales, acá las pirañas del hambre y el frio, la desesperación, allá los viajes de estudio y los males de amor, acá el embarazo de niñas y adolescentes, la droga, droga, droga y mas droga…

  Tal vez tarde se den cuenta las madres visitando a sus hijos en el penal, los padres recordando la vida en esos lugares que ahora están vacíos, porque la muerte es cada día más barata, mas aleatoria, mas intrascendente, de que las complicidades y la ganancia momentánea dejaron un panorama desolador de jóvenes destruidos y malgastados, demacrados y sin perspectivas, aislados de todo concepto social de convivencia, sin herramientas humanas para trabajar y progresar, para lograr su felicidad…

  O siquiera, alimentarse todos los días, porque la misma mano negra que los protege y los consume, los descarta apenas tienen reemplazo a cambio de nada y de nunca más nada, y era evidente, por supuesto, quien quiere mantener mucho tiempo socios tan incomodos incontrolables y destructivos…

  Sabía que cuando no pudieran romper la puerta iban a romper la pared, venimos evolucionando juntos hace años, paralelamente, en seguridad e inseguridad, nunca se cansan, nunca los persiguen, la policía que debería combatir el delito se metió a mi casa a investigar, y resulta que me investigaron a mí, a mis hijos, mis debilidades, fotografiando toda mi casa sin tomar ninguna huella, sin buscar ningún indicio, sin más actividad que preguntarle al viejo sordo de la esquina si había escuchado algo… 

  Finalmente, ingresaron de testigo del acta intrascendente que irían a tirar luego en un papelero, en mi casa, al mismo tipo que me había robado, jamás en todos estos años la comisaría a cargo de mantener el Statu Quo vigente, dio curso a una denuncia presentándola en Fiscalía o investigando por un par de minutos entre mate y mate...  

  Yo no lo sabía, puedo decir a mi favor, claro, pero bueno, así es la primera vez, y la confianza, y la estupidez, y yo… Luego vendrían otros asaltos, saqueos, amenazas y robos a mano armada en medio de la noche, destruyendo proyectos periodísticos peligrosos que generaban una visualización innecesaria, extirpándome una y otra vez cada herramienta de trabajo, sean cámaras y computadoras, discos, cables, como serruchos, motoguadañas y tijeras, pisoteando huertas, macetas, almácigos y viveros, alambrados.

  Prosiguieron, asesinando mis perros una y otra vez, como paso con la Negra apuñalada y agonizante durante días, como paso con Invisible desaparecido en medio de la noche, envolviéndome en rumores y versiones tenebrosas, impidiéndome dormir a fuerza de cascotazos en el techo, o atemorizando a mis hijos en una lluvia de cristales estallando sobre su sueño tranquilo de niños inocentes, mágicos, incombativos,  intentando frenar de cualquier manera un esquema de vida, producción, convivencia trabajo y resultados que molestaba en todas sus facetas. 

  Pero hoy puedo decir que he cerrado varios ciclos, puliéndome y conociéndome, encontrando mis límites y mis debilidades, mis fortalezas y puntos muertos, ejecutado y multiplicado proyectos, aprendido de mil maneras buenas y malas, infinitamente, y es lo que me llevaré en mi cabeza y mi corazón, para un nuevo comienzo.  

  Solo se pelear, y podría seguir hasta el infinito, en esta Franja de Gaza concordiense, pero ya no estoy peleando por mi, sino por orgullo, por el circuito conocido de los engranajes de mi mente basada en proyectos, y por un esfuerzo que base resultados ajenos que no me suman nada.  

  Algunos amigos me ofrecen un pedazo de su vida en otros lugares del mundo, para compartir e instalarme y cambiar de aires y ver que hago, porque saben que todo lo que hacía era esto, que todo lo que quiero está acá, rodeado de arboles de todos los rincones del mundo, fructificando al lado de mi casa en el terreno publico, en mi vereda, en los patios y veredas de todos estos barrios del sur, y de los  patios de los cínicos que me roban… 

  Algunos saben que mi corazón esta diseminado entre los terrones y los pastos nuevos de invierno…entre los escombros pisoteados de mi casa… y que voy a volver a salir sin más equipaje que la necesidad infinita de amor, que la tristeza y el empecinamiento por empezar de nuevo, en otro lado, un nuevo comienzo, hasta que el mundo deje de girar, pero jamás, nunca, bajar la vista y sumarme a un modelo de destrucción social y humana que no deja de superar sus horrorosos limites, hoy, globalizados en el espantoso resultado de una guerra mundial inminente…

Todos, nosotros, tenemos el deber y la responsabilidad de intentar detenerla.

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...