25 abril

Tanta hipocresía

  


  El mundo se desangra y nadie busca sino cubiertos, para no ensuciarse las manos, pero los problemas reales se ignoran con un estilo… ¡Único! ¿Y por qué? Porque las catástrofes de cualquier tipo golpean predominantemente al sector más desfavorecido de la sociedad, a la pobreza de los pobres, a la miseria de los miserables, al hambre y al frío de los desamparados… 

  Y eso no molesta a casi nadie, a casi nadie que tenga voz, claro, voz y voto en esta sociedad estratificada.  Algo que se permite a cuentagotas, y siempre que no amenace el estatus quo, la relación de poder, el predominio sobre el territorio… 

  Entonces, vamos a salvar el mundo, de la puerta para afuera, de nuestras conductas para afuera, sino no podríamos marchar contra el fracking con nuestras camionetas, “protegiendo” un acuífero que se usufructúa por los más poderosos contaminadores de nuestro suelo, mientras no hay agua en los barrios, mientras alimentamos industrias reales en tiempo real, en nuestro territorio para que descarguen sus desechos al río, porque no hay forma de ver el río como algo vivo hasta que no se inunde la costanera (¡Ay, que tragedia!)

   Pero claro, como alguien me dijo una vez “¿Es que yo tengo que ser coherente para exigir coherencia a los demás, o puedo hacerlo igual?”  Y… no se. ¿Hace falta responder? 

  Si lo único importante es el nudo espurio en el piolín que sostiene la careta, no hay una postura que no se ensucie y se vuelva contraproducente, porque la realidad no descansa en declamaciones ni intenciones, ni hay una miss universo que haya logrado “la paz mundial” con sus sonrisas y deseos.  

  Pero sin dudas es mucho más fácil aparentar, llorando por los refugiados que se ahogan en el HD de nuestro televisor, o por la extinción de las especies mientras exigimos que fumiguen toda la ciudad… Además, no trae problemas, porque el caballo maltratado es el que manejan los gurises de ocho años, a los que se mandara caminando a casa a morir silenciosamente de hambre, pero nadie habla de maltrato ante un caballo policial, del ejército, de los miles de caballos de trabajo que arrían las vaquitas que hacen la buena bola de lomo para milanesas, de los animales de salto, equitación, de carrera...

  Por qué?  Porque habría que oponerse a intereses de los que se participa, a pasatiempos que se fomenta, a personas que comparten el espacio cultural ideológico, y eso no se puede pensar, porque además, estaría sentando el peligroso precedente de pensar que los derechos pertenecen al ser humano, a los seres vivos, a la naturaleza y no, como corresponde, a quienes puedan pagar por parecer inocentes… 

  Porque es tan fácil luchar contra las represas mientras se lava cada plato con 30 litros de agua, contra la minería desde un celular de litio, oro y cromo, contra el hambre y la desolación de cada guerra lejana después de enrejar la casa y pedir que maten a todos los delincuentes: ¡Presuntos, comprobados, históricos, o posibles! 

  No importa, la hipocresía es un entramado que se sostiene a sí mismo, un intercambio permanente de permisos para vivir al revés de lo que se pregona, con otros hipócritas que ignoran nuestras faltas como nosotros justificamos las suyas, es casi como una religión… 

  Un camino a la esquizofrenia y la enfermedad, obviamente, porque la vida nos pasa las facturas que nos negamos a firmar, aunque no queramos, aunque engañemos a los demás, no podemos poner un pie fuera de la farsa que testificamos sin que todas las respuestas no alcancen para las verdaderas preguntas que deberíamos hacernos, como por ejemplo: ¿Es mi vida más sustentable hoy que ayer? 

  ¿Reciclo y reduzco, reutilizo, vivo mejor o solo me auto-santifico a través del Facebook? ¿Tengo una idea mínima de las huellas de mi consumo, o solo le resto importancia en base a que siempre hay alguien peor que yo? 

  ¿En qué o de qué manera modifico, contamino o restauro mí sección del mundo, haciéndome responsable del agua, el aire, la tierra y el fuego que atraviesan mi vida? ¿Soy parte de un ecosistema social urbano coherente, o solo presento secretos a puertas cerradas donde ocultar mi desprecio hacia toda consecuencia que afecte a los demás? 

  ¿Tengo alguna conducta relevante a favor de la naturaleza o solo posturas tan elegantes y simbólicas como cínicas y crueles?

El nuevo reciclado e impiadoso fascismo viene vestido de verde a lo largo de todo el planeta, porque es extremadamente fácil crear y perseguir culpables, derribar gobiernos, estigmatizar a los débiles…

   ¡Porqué la necesidad absoluta es controlar todo espacio común y público, todo rezago de naturaleza, todo vestigio de equilibrio para ponerlo a favor de las elites que dominan el mundo, antes que una horda de zaparrastrosos y hambrientos desclasados se siga haciendo fuerte en sus márgenes! 

  Todo es propaganda, todo es publicidad, no hay más intenciones que asegurar la base para alambrar las conciencias hasta que suene familiar el exterminio de la mitad del planeta, porque la mitad, la otra mitad, siempre van a ser los otros. 

  Lo verdaderamente interesante de analizar, es: como puede estar tan segura de eso la gran mayoría (prácticamente total) de la población… 

  ¿Quiénes van a poder darse el lujo de quedarse mirando cuando todo esto se acelere? 

  No, seguramente que no, no vamos a ser ni vos ni yo…

13 abril

Coherencias...

 


 

  No hay una forma, ni una formula, para ser coherente, porque el mundo es inconcebiblemente misterioso, extraño y diverso, a veces nos engaña con sus apariencias hasta hacernos percibir las cosas exactamente al revés, pero no podemos verlo.

  Y aunque fuéramos conscientes no podríamos parar a hablar con nosotros mismos el tiempo suficiente para dilucidar una verdad, eso está fuera de discusión: las verdades no pueden ser aprehendidas, ni sentidas, ni comprendidas. Las verdades, como todo lo que emana poder en este mundo, deben ser impuestas sin miramientos, obedecidas, loadas, protegidas y dogmatizadas para evitar cualquier peligrosa evolución que mueva en el futuro las estanterías de las categorías impuestas…

 Entonces somos coherentes en base a una verdad arbitraria. Eso, por si mismo, es bastante peligroso, pero no nos conforma, queremos libertad, no estar atados al dogma, entonces quemamos los libros de ética y filosofía, nos olvidamos del arte y la historia y pasamos a coleccionar verdades aleatorias, que nos sirvan, no que nos sometan a reglas y miradas, a estéticas y responsabilidades compartidas. 

  Sin embargo, en un mundo que idolatra la facilidad y la velocidad, que justifica la muerte por diversión y la tortura por dinero, que miente sonrisas gratis hasta la hora de cobrarlas, hasta estas medias verdades circunstanciales terminan siendo embarazosas, y no nos alcanzan 

  ¡Queremos verdades portátiles, que nos sirvan el tiempo justo para justificarnos y desaparezcan! tal vez luego tengamos que apelar a la verdad contraria y no hacen falta escombros ni testigos incómodos en nuestra propia mente.

  La línea del tiempo ha sido rota, pero no para liberarnos, sino para encerrarnos en nuestra propia, eterna huida de la realidad: de cada hora descontamos minutos inexistentes que desaparecen con nuestras viejas palabras y actitudes, de cada día horas, de cada año, meses enteros que ya no corren en la misma dirección que nuestros actuales itinerarios, que no se corresponden con nuestras declaraciones del día de hoy.

  Felices escarbamos como Papá Noel en una bolsa desde donde nos regalamos verdades efímeras que construyan nuestra coherencia de papel de un minuto, nuestra felicidad altiva y desdeñosa, porque nuestra verdad es la única verdad perfecta, fabricada a medida, en tiempo y forma.

  Es así como navegamos por la vida (¿o sólo nos dejamos llevar por la corriente?) sin perder la coherencia, porque ésta es ya imposible, pero nos permite engañarnos a nosotros mismos, ya que no pedimos pruebas, no hacemos comprobaciones ni exigimos testigos, nuestra verdad es intrínsecamente neutra, inerte, y a la vez poderosa, lo que no es, sin dudas, es inocua.

 Como el óxido derrumba al fin la más grande puerta de hierro, dentro de nuestras vísceras un gusano se nutre de tanto descarte, de tanto descaro, y del corazón pasa a comernos después el cerebro, el hígado, los riñones, los músculos y las articulaciones, no sin antes meterse en la misma sangre, porque de todo lo vivido queda la memoria en el cuerpo y no podemos borrar nada sin desintegrarnos a nosotros mismos en ese proceso. 

  En fin, que importa si así construimos nuestro discurso y nuestra coherencia, nuestras acciones y reacciones, si lo importante es no penar, no traspirar, si lo importante es no perder la sonrisa congelada y orgullosa de líderes de nuestra propia vida mientras seguimos cambiando de canal, de manada, de referencias y referentes.

 No vale rectificarnos ni retroceder, si todo parte de copiar y pegar a través de un teclado, de escandalizarnos y pedir que rueden las cabezas que creemos, ahora, indefensas, no hace falta unir dos puntos en una línea, donde se demuestre que pasamos de blanco a negro y en el medio a amarillo o verde, de bueno a malo y después nos olvidamos de todo, lo importante es ser.

   Y en eso estriba la coherencia, porque en definitiva solo podemos ser, y no hay nada más perfecto que lo que fluye, aunque la forma en que nos miren los demás no sea exactamente igual a como nos vemos nosotros, pero tampoco, tampoco importa, responderemos con aislamiento, comportamientos sectarios, insultos, negación y violencia.

  Podemos fabricar un millón de verdades por minuto que digan que los incoherentes son los demás, y esto se demuestra con la evidencia de que nunca han cambiado, siguen plantados en su forma y estilo, intentando destruir una a una cada nueva opuesta verdad que gestamos y gastamos hasta olvidar que alguna vez existió.

 Podemos treparnos a verdades ambiguas que demuestren algo y al mismo tiempo lo nieguen, claro, muy útil, si sabemos de qué lado nos vamos a poner, pero desde afuera se ve tan infantil que solo podemos dejar de escuchar gritando y cerrar los ojos a cualquier reclamo, pero no haremos nacer argumentos de un árbol seco y negro.

  En última instancia, habremos perdido nuestra voz, por malgastar el silencio que podríamos haber guardado, y al cerrar la puerta, al apagar las luces, al apoyarnos serenos en nuestra cama, pararemos las orejas para tratar de identificar ese lejano zumbido que aumenta y no cesa…es el ruido de nuestra propia caída.

  Pero no llegaremos a reconocerlo, porque entre tantas fantasías nos declaramos invencibles y puros, y en el medio del basural de nuestra malgastada conciencia, hemos vencido por anticipado todas las batallas por venir… 

  Sin embargo, afuera, en las calles, resuena, infinita, la verdad. En su defensa leal y sincera, en asumir una verdad propia que no cambie con el viento, está la coherencia que derrotara al fin tanta farsa inútil, tanto veneno ciego…

  Adelante!  Ya no hay forma de retroceder…

 

11 abril

El juego de las diferencias...

  

  



Somos testigos, silenciosos, somos arte y parte: día tras día lo que está mal empeora, lo que nos mata se oculta, y lo que es cierto se ignora silenciosamente. En busca de recursos que serán desperdiciados se arracima el mundo sobre sí mismo para comerse sus propios huesos, mientras atentos miramos, a ver si alguna miga, astilla o gota de ese tuétano secreto cae a la distancia justa para poder hincarle los dientes…



  Nos han hecho creer que la vida es virtual, que podemos modificar el mundo a través de nuestros nerviosos dedos sobre el teclado de las redes sociales.  

  Nos convencieron que las películas reflejan nuestra posible realidad, para que no nos demos cuenta del guion macabro sobre el que tomamos nuestras decisiones, que la felicidad es propia de las telenovelas, que la sangre solo corre en las guerras, y que estas son justas (y lejanas), y que luchan por nosotros.  

  Mientras tanto, ajustan sus cercos, incendian nuestras naves para que tiremos de su carro y nos empujan, esclavos, al contaminado Rubicón de los medios masivos corporativos, diciendo “La suerte está echada”.  

  Pero bueno, no es más que más de lo mismo, y solemos disfrutarlo, porque en esta mundialización total que nos acosa minuto a minuto, cualquier acción desprogramada, cualquier idea propia produce desconfianza, y nos convierte en un estorbo incomodo, en un grano de arena en los aceitados engranajes de la maquinaria…

  



  No nos alcanza con recolectar firmas para campañas virtuales, con emocionarnos por cada cachorrito que sacan de un canal en un día de lluvia (eso pasa todos los días en alguna parte del mundo, otras cosas peores, también) a la larga, ser un héroe o heroína de este tipo deja mucho tiempo libre, y navegando por aquí y por allá, en minutos absorbemos las pesquisas e “investigaciones” de los medios autorizados para que seamos expertos en política nacional, e internacional también claro, ya que todas las tiranías nos amenazan exactamente del otro lado de la frontera.  

  Por suerte, podemos informarnos y tener todo claro, pero no pensar, eso es trabajoso, mucho menos actuar, ser protagonistas de nuestro propio tiempo, lo más acertado es consumir informaciones y luego tomar partido en este coliseo -bajándole el pulgar a los demás- por el lado de los buenos (para beneficio de personas incultas, aclaremos que los buenos son los que salen en las fotos sonriendo) claro, porque eso es lo que nos aleja del mal.

  Pero tampoco nos alcanza con creer en dios, que no elige bien sus representantes, queremos milagros comprobables como Herbalife o Google Street, entonces saturamos las redes sociales con nuestras quejas y reclamos inertes, con nuestro hastío de mantener a raya este viejo vacío interno con los mismos entretenimientos repetidos… ¡Durante años! …Con nuestra forma de sumarnos a toda campaña sin mirar, porque el culpable es el otro, y eso nos hace mejores…

   Aun así, no nos damos cuenta que otras campañas nos tienen como blanco, porque eso es la globalización, un afilado guante de seda donde nos envolvemos bostezando para ser consumidos a voluntad mientras nos engañan con novedades y diversión garantizada, con chatarra mediática, injusticia mecánica, y vendedores de armas y terroristas por igual, de drogas y narcotraficantes por igual, de inocencia, sexo duro y perversión por igual.




  Y mientras evitamos tomar alguna decisión propia, mientras desdibujamos nuestra necesidad de coherencia aplaudiendo en la arena de los poderosos, seguimos penando para que fabriquen la nueva noción de igualdad, libertad y fraternidad de poster de cine de barrio (la película es estadounidense, claro), donde quede claro que todo lo bueno demora y hay que esperarlo calladitos y quietos que algún día nos va a tocar… 

  Y si la libertad igualdad y fraternidad no llegan es porque debemos esperar un poco más, lo bueno nunca alcanza para todos… O, tal vez no corresponda.

Y así coleccionamos fotografías de lugares perfectos, de sociedades ideales, de naturaleza intacta, suplantando la complejidad del mundo real a nuestro alcance con imágenes estereotipadas que angostan aun más nuestro ángulo de visión de la realidad… Mientras tiro la basura por la ventana le pongo “me gusta…”

   ¡Pero noo, por fin! Esto “me encaaaanta” ¡Pero qué bueno! Después de hacernos creer que podemos modificar el mundo a través de las redes sociales, solo para ayudarnos a disimular sin dignidad nuestra sumisión inmediata a cualquier secuencia de dominación-manipulación-exterminio… 

  ¡Ahora tenemos reacciones emocionales! Ya puedo saber cómo me siento y catalogar mis sentimientos en un práctico paquete universal… ¡Ya puedo ser políticamente correcto en una gama tierna colorida y muy explícita, para que no queden dudas de donde estoy parado! 

  Todo esto me entristece, me indigna y me enoja a la vez, voy a publicarlo y ya, que se me hace tarde para cocinar, con estas caritas alcanza…



  Ya puedo seguir mirando videos verdaderos o falsos, no importa, lo que cuenta es reír, reír y reír de los demás, y aprovechar la catarsis de nuestra humillación diaria generándose en la humillación ajena y pública: lo importante es estar del lado de los que ríen. 

  Entonces ya sabemos qué y cómo sentir, que tener para ser, que pensar y decir para estar a salvo. Sin embargo cuando nos despegamos de la silla, nuestro entorno no nos miente, y como todos, arrastramos nuestra frustración económica y/o espiritual hacia el pozo que sentimos en nuestro pecho, hacia la olla a presión donde tapamos todo con angustia y desolación latente, donde la rabia burbujea junto a la ternura… 

  Cada persona tiene en sí misma la semilla del nuevo mundo y la vida: ¡Pero quien va a confiar en algo que no se compra hecho…!

 

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...