19 diciembre

¡Gurisitos!

 


 

Salí a comprar tomates a las once de la noche, y en la cuadra estaban las mujeres en el medio de la calle, mirando para la avenida. Pasándoles por al lado, les pregunto: 

_¿Todo bien? Porque ya sé que significan estas tribunas, aunque la calle se veía despejada.   

_¡Todo bien! Me responden sin ganas.

  Y sigo mi camino sin preguntar más nada, aunque elongando mis brazos por las dudas y tratando de divisar que es lo que estaba pasando…que clase de bronca…  unos pasos más y en la esquina de la carretera se vislumbraban algunos muchachos, en el trayecto por donde yo tenía que pasar.  Sigo de largo respondiendo el saludo a los gurises del barrio, que estaban reunidos en la esquina de la virgen, en número de doce o quince, llego a la vista del almacén cerrado y me dicen “capaz aquel otro está abierto” con lo que encaro cruzando la calle y media cuadra.  

  Llego, silbo y llamo, gastando un minuto exacto contra los barrotes antes que la señora se digne salir a atender, pero tampoco había tomates así que hago media cuadra más hasta divisar la verdulería.  También cerrada, que tan temprano se acuestan todos en mi barrio, salvo los adolescentes reunidos en la esquina, ahora compartiendo un Fernet barato entre veinte.

  Yo pare a mostrarles algo de capoeira: la base de la ginga, ya que tan mal me imitaban, y me dicen “no sabes lo que te perdiste recién” y que se armó con los del tiro, que los corrieron a toscazos y volvieron como veinte, y que era porque siempre gritaban cosas y que se yo, y estaban todos ahí, re tiernitos, esperando que vuelvan para darse algunos golpes, pretendiendo que les de alguna lección acelerada para tirar patadas mortales.  

  Solo me reía, hice poner en guardia a uno, para boxear, pero reculo, aunque tenía buena pose, entonces le pase el pie delante de la cara porque decía que era cinturón negro, y cuando me largo una patada lenta lo agarre casi haciéndolo caer, provocando las risas de todos, que ya creo que confiaban en el número y la localía para dar la pelea por ganada a falta de presentación de sus rivales.  

  La barra estaba contenta,  yo pretendiendo hacerlos entrar en razón, pero claro, el desafío estaba hecho, y seguramente, sembrada una larga serie de futuras escaramuzas.

  Y cómo es esto de la gurisada tan falta de propósito –pensaba, mientras hacía unas croquetas-  todos en la esquina tomando Fernet aguachento, después de salir del cyber como campeones diarios del Counter, para pelear en la esquina solo porque no había nada que hacer.  

  Y eso antes de recalar en la televisión, donde reafirmarían casi todos los códigos, chistes, identidades y valores que comparten diariamente.  

  En un año habían dejado de jugar para copar la parada, y antes de un año más estarían consumiendo todo tipo de drogas solo para ser arrastrados por la policía, juntos unos con otros.  Y cuando los padres tendrán tiempo de educar a sus hijos en vez de la televisión.

  Apostemos sin mirar, por el falso darwinismo.  La fábula del macho alfa, que somete a todos a un jefe porque así es la naturaleza, que estúpida mentira, los animales no son tan tontos, ni tan temerarios.  Solo el humano se resigna a ser controlado autoritariamente en igualdad de condiciones, en igualdad de concesiones, jajá. 

  Que estupidez.  Animal Planet, doctrina para el fin del mundo anunciado: trabaja como un perro hasta parecer un gato, y podrás pasearte entre los leones. ¿Subliminal? Que demodé, ahora el instructivo para volverte estúpido se lee palabra por palabra, se llama publicidadi, propagande, psicolochía…

  Me siento mal porque Freud dijo que…   jajajajaja!!!

  La concha de tu hermana.

Matémonos, matame, matate, es más real que ver una buena película. 

  Y entre ellos el Macho Alfa sufrirá por el complejo de Edipo, y el más tonto terminara vendiéndole drogas, rico y resentido, indiferente a su esclavitud, niño mimado del sistema, enseñándoles a los demás a pasar por  el aro para ganar la galletita, miro mi revolver quieto y pienso.  

  Pienso en venderlo para comprar un kilo de harina, o un litro de vino, es lo mismo, y además tienen las mismas propiedades energéticas, artificiales, marketinerantes.  

  Elegiré al tonto, se lo venderé en seis cuotas y  le enseñare como dejar que  vaya al frente el macho alfa, como llegar entre las sombras, como volver adictos a sus amigos… Solo tiene que seguir al gran profesor, Marcelo Tinelli, copiar sus gestos de a poco hasta ganar confianza…nunca mirar para abajo, elaborar una sonrisa en los momentos cruciales, y sufrir, si, sufrir en la piel por los perdedores y los descuartizados por el público, mientras le pasa el betún al que lustra las botas del campeón…

  Hoy en día, ni siquiera conviene el segundo lugar, siempre tiran a los primeros.  La única regla es sobrevivir.  Conseguir la nafta para la moto, endurecer el cuero para el garrotazo, matar el corazón de hambre para poder pasar al frente, indiferente, insensible al dolor, ajeno.  

  Mirándolos morir como por televisión, perdedores del otro barrio paseando su campera nueva, comerciando en nuestro territorio, llevándose mujeres a cambio de drogas, y aumentando el precio con nuestro sudor… ¿qué hay atrás de sus ojos?  

  Adolescentes, esperando el fin de semana, burlándose de todo, algo saben, se burlan de nosotros, los trabajadores, los delincuentes, los policías, abogados y políticos, de los mendigos y los muertos de hambre, solo sueñan carne fresca y poder, y escapar con todo. Pero todo es ajeno, lejano y caro…

  Ya sé a quién voy a venderle mi revolver.  Lo vi riendo en sus ojos mientras aparenta saludar, me sentare en la puerta de mi casa.  Y veré pasar el cadáver de sus enemigos, caminando, consumidos por el afán de escapar, escuchando música apócrifa. Tiene pasta de campeón, pero sabrá ser amigo de todos, astuto como un guiso en invierno, me está mirando, simula respeto para caminar suelto, ahora le silbo…

  ¡Ey! ¡Campeón! (siento como quema el aire con su invisible desprecio, mientras abre los ojos y me mira como un tonto)

Vení, vení ¡Tengo algo para vos!

04 diciembre

¿Alienación?

 


 

¿Somos engañados?

  ¿Manipulados?

  No, somos personas.

No somos personas, sino consumidores, y lo aceptamos porque así nos encajonaron desde que nacimos, con el chupete y la mamadera.  ¿O el bebe no rechaza la teta de la madre una vez que se da cuenta que puede lograr lo mismo sin mayor esfuerzo? El reflejo ha sido creado, el instinto sojuzgado.

  Y después muerde la tetina, agranda el agujero, claro, y empieza a hacerle trampa al sistema, y empieza a recibir más y más rápido pero ya no importa, como no importa cuántos caramelos robe, cuantos semáforos en rojo se cruce cuando crezca, ya está domesticado, es parte del zoológico que se mira a sí mismo, y como un tonto buscara opciones en un abanico falso de comederos atestados de mugre y moscas.  

  Parecen metáforas pero son realidades ¿Tristes? ¿Penosas? Increíbles realidades que nos han enseñado a aceptar, no hay modas, solo necesidades del mercado. 

  El diseñador usa lo que le toca, lo que se le ofrece barato, cuando el hielo se engrosa y los barcos no pueden llegar a los bancos de focas, se pone de moda ser ecologista, y modistas superlocas hacen vestidos de botellas de plástico y cartón corrugado, que nadie usara salvo para evadir impuestos.

  Pero lo importante es que los viejos abrigos de piel se tiren a la basura o se apolillen para poder ser comprados de nuevo, cuando baje el hielo y los garrotes puedan hacer su trabajo, y la etiqueta “piel sintética” pueda ser cosida, meticulosamente, sobre la gota de sangre rebelde que no se pudo lavar, por una mujer explotada en condiciones de igualdad en una fábrica moderna mientras sus hijos reciben el garrote de la policía… 

  No importa, serán devueltos a la calle para consumir el exceso de drogas y coca cola vencida, reciclada en envases de gaseosas genéricas, de mil marcas extravagantes que entro esta semana, para que el patriarca de la frontera pueda ser recibido en la casa blanca repartiendo eucaliptus a los osos panda en vez de sobornos a políticos y policías.

  ¿Y porque así? Porque si la planta crece en el patio se pierden miles de millones de dólares en fletes, en nafta de aeroplanos en armas de guerra pólvora y balas, uniformes, equipos de radar y detección, trajes corte italiano, reservas en los mejores restoranes, sobornos fabulosos sin tasas a lo largo de toda la cadena jerárquica de los ciegos que nos pegan con sus bastones blancos…todos sabemos adónde terminan los dólares, adonde se fabrican los mejores bastones blancos.

  Para que todo siga así deben ser fabricados inmensos terraplenes de billetes y molidos en la misma medida para rellenar cauces secos que serán tapados con tierra, y nadie sabrá que había un rio, que pescar era la opción a comprar el caramelo que nos hacía sentir felices.

  Pero cambiamos la flor por soja, y después por sanas milanesas de soja, y después ponemos un cartel que dice “no al fracking” y levantamos la cabeza orgullosamente.  Igualmente, nos negamos orgullosamente a tomar agua, porque no tiene ese viejo sabor a esencias artificiales, porque tomar agua es subversivo y no nos adoctrinan para eso.  

  Porque sería sumamente peligroso para el manejo de un recurso tan abundante que debe ser ignorado y concentrado en la menor cantidad de manos posibles.  

  Y parecieran metáforas si no pudieran ser  hechos comprobados punto por punto, sin gran esfuerzo por cualquier persona con un mínimo de raciocinio, un resto de instinto, pero solo nos consolamos llenando una plaza a favor o en contra de cualquier marea que nos arrastre, pensando que no vamos a ser la resaca sino el tiburón que nade libre, o el delfín simpático, o la grandiosa ballena… 

  Finalmente terminamos mirando la lata de atún desde adentro, felices de estar amontonados y seguros, felices, libres de obedecer y elegir la opción que se nos presenta, enlatados felices.  

  Y pareciera que miramos novelas para perder el tiempo ¿pero qué sería de nuestra vida si no recibiéramos por tv hasta la última pauta para navegar en el sistema?

  Estaríamos perdidos, obligados a decidir, evaluar, cuando ya hemos perdido hasta el último milímetro de la capacidad de elegir por nosotros mismos, para nosotros mismos, aun a costa de nuestra vida robaríamos la televisión si no pudiéramos comprarla ¡¡En ochocientas cuotas de 0,25 dólar por semana!!

   Por favor cuando va a ser gratis DIRECTV que quiero saber de qué la va el mundo ¡O tendré que salir por la puerta de mi casa y enterarme! Por dios que pérdida de tiempo, que antigüedad, ¡que poco higiénico!

  Por suerte puedo ir a lo de mis amigos a ver “mil maneras de morir” en el canal 369 para adaptarme enterarme acostumbrarme y aceptar la forma en que voy a ser eliminado el día en que abra los ojos...  

  Es que las guerras no son ya para todos los territorios, ahora que somos todos amigos, todos derechos y humanos, todos parte del mundo. Consumidores subdesarrollados prestan su territorio para basurero, luego para edificar la fábrica en los terrenos devaluados por la devastación, luego para ahorrar y comprar la mesa superbarata donde posaran el DVD, las sillas donde sus hijos miraran 

  Disney en vez de ensuciarse con el barro que los vio crecer.  Entonces no es factible la invasión hasta que no se cumpla completamente el ciclo, y ni siquiera ya el carísimo golpe de estado, que genera caudillos sádicos ambiciosos inmanejables, y rebeldes románticos suicidas en la misma medida. Obvio.  

  Cuando te des cuenta resbalaras en tu bañadera y el mango del cepillo de dientes se meterá en tu ojo derecho ingresando a tu cerebro, provocándote la muerte instantánea, irreversible.  

  Las compañías les pagaran a sus abogados para que los cadetes lleven al correo las amenazas intimando a pagar internet, y tu departamento seguirá desocupado por un tiempo hasta que la burbuja inmobiliaria autorice a volver a alquilarlo un 35% más caro, pero nadie verá a los tipos de traje que te ejecutaron, impecablemente, para poder cobrar su sueldo y pagar las cuotas del Audi A4 que sueñan desde el curso de capacitación.

  Pero no importa, podemos compadecernos de los perros que buscan su comida en los tachos de basura y de los mendigos que viven en cajas de cartón en pleno invierno. 

  Si ellos vieran las fotos suyas que subimos a internet nos dirían lo que piensan de nuestra vida pero no les importa. En vez de conectarse ven caer el sol, y la brisa fresca de las siete de la tarde les eriza los pelos de las extremidades recordándoles que nuevamente tienen que procurar su supervivencia. Vivir.  

  ¿Cómo vivimos expuestos al desprecio de los mendigos y a indiferencia de los perros sarnosos? ¡Qué humillante! ¡Habría que matarlos a todos!

  Hoy me quede sin trabajo. Cuando suene el despertador voy a romperlo en pedazos con mi hacha de mano Made in China, y después sacar todo a la basura para darle de comer a los recolectores de basura, porque de alguna manera tengo que seguir haciendo mi aporte al sistema .  Soy responsable.

 

Felices e Incapaces

  Bueno...   Siempre es un problema conocer a gente importante.  Y es un problema porque la gente importante tiene problemas importantes... ...