Por qué la democracia es tan endeble? Por qué la vemos día a día convertirse en farsa? Porque no nos importa! Porque no la ejercemos.
Como niños empacados, decidimos elevar la queja y no el reclamo, practicar la indiferencia en vez de la acción. Esperamos ser tratados como niños, empacados, que no van a dejar de refunfuñar antes de que les den un dulce.
Pero por más precario que sea el contexto en el que transitamos nuestra disconformidad, seguimos siendo responsables de elegirlo cotidianamente, de convalidarlo con nuestra intrascendencia.
De esa manera, cayendo en el facilismo extremo, dejamos en anónimas manos cualquier solución y peor aún, cualquier definición de "problema", con lo que nuestras preocupaciones se reducen a la gestión de emociones tóxicas y actitudes destructivas que nuestro concepto ajustable de ciudadanía nos posibilita desplegar.
Y así, futbolizando la política, insultamos y mostramos los dientes, atacamos preventivamente cualquier idea distinta, remitimos todo ideal -y toda evaluación de la realidad- a la secta, al partido, a la pequeña balsa en la que nos hundimos como el resto. En el mismo mar ajeno.
Sin embargo, no todo es tan endeble y caótico, no todo carece de eficiencia y continuidad: vivimos un concepto de democracia que fortalece los privilegios y la exclusión a la vez, un nuevo feudalismo mesiánico basado en el dinero y las decisiones que puede pagar. Un mundo económicamente totalitario.
Claro, el cuento es que todos podemos, podríamos, ser millonarios, para disfrutar y derrochar sin costo lo que al resto les falta: servicios básicos como electricidad y agua potable, saneamiento, seguridad, conectividad, educación, salud, acceso a las instituciones y a sus funcionarios. Poder de decisión.
Mientras tanto pagamos con nuestras propias vidas el desmesurado privilegio de una clase dirigente cada vez más despótica, inútil e inoperante, que solo permanece en pie por su habilidad para enajenar el estado y gerenciar los negocios de las corporaciones y clanes mafiosos que se comen el mundo.
De verdad creemos que nunca hay que rendirse para construir un mundo mas justo? Que todo lo que merecemos debe ser dicho y hecho a tiempo, en pie de igualdad? Que la pluralidad y la convivencia son el mejor material para generar la paz y el bienestar común?
No, solo es una pose: apagamos todas las voces y miradas que no coinciden con la nuestra, mediante la difamación y el ridículo, ejercemos la violencia "justa" contra nuestros ocasionales contrincantes o competidores sin temor a la incoherencia, ya que no será puntualizada por nuestro propio bando. El hecho es que se festejará cualquier hecho de violencia en pos de la victoria democrática.
El hecho es que las ideas fueron reemplazadas por la conveniencia, el pragmatismo y la corrupción sistémica. El hecho es que los dirigentes son administradores felices, ostentosos y omnipotentes que fraguan su propia libertad falsificando leyes y simulando doctrinas en las que ya nadie cree. El desastre puede ser descomunal pero no existen los culpables, nunca.
Solo el pueblo pondrá estúpidamente los muertos para facilitar el poder de negociación de dinosaurios de todos los colores que declaman grandes ideas para abandonarlas sin perder la sonrisa, el primer segundo en que tienen el poder para llevarlas supuestamente a cabo.
Claro, dado el nivel de conflictividad mundial, el negocio mas lucrativo es la muerte, y las comisiones solo se pagan si la masacre es en casa...Adonde vamos a correr?
La traición es la regla en nuestra política casera. llego la hora de pasar la escoba, de limpiar la mesa, y... Lo sabemos, no? Seremos entregados maquiavélicamente por nuestros referentes como un pequeño costo para no caer de la escalera.
Es hora de repartir los lugares en la mesa, nunca estaremos invitados.